-¿Entramos?-.
Sigo sus pasos por reflejo.
Hay muchas personas en el lugar, encontramos una mesa vacía, nos sentamos y pedimos unas cervezas.
Lo miro, quiero guardar más detalles de él.
Lleva una remera azul, una campera negra, el cabello negro algo revuelto y si no me equivoco unos jeas algo ajustados.
Desvío la mirada al local, hay desde jóvenes a adultos +40, hay bastante barullo, risas, gritos y más risas.
Cuando vuelvo a concentrar mi vista en él está mirándome.
-¿Cómo supiste lo de las chicas?- Pregunto.
- No sé, intuición-.
- No creo que sea intuición, esas cosas no se adivinan-.
- Capaz fue porque estás más tenso desde ese día en que nos conocimos-.
-No voy a decir que no pero siendo sincero sí, me está afectando-. Ya fue, ya estoy acá, ya estamos hablando, no pierdo nada liberándome con él. – Siento que estoy expuesto, débil, que me observan-. Suspiro. – Pero no importa debe ser algo momentáneo-. Lo miro e insinúa una sonrisa.
- No te hagas drama, es normal, no viste la muerte en persona pero pasó cerca de vos, lo bueno es que estás hablándolo-. Se acomoda cuando traen la cerveza junto con los vasos.
- Si en realidad recién lo estoy hablando con vos-.
- ¿Y por qué no con Maira o con tu amigo?-. Mi cabeza hace clic. Maira y él se conocen.
- Porque se van a poner sobreprotectores o van a andar preocupados-.
- ¿Te molesta que te den atención?-.
Él sirve la bebida en ambos vasos.
- Un poco-. Tomo unos tragos. Bien fría.
- Pero vas a tener que aguantarlo, al parecer Maira se encariñó con vos, con ustedes-. Él también toma unos tragos.
- ¿De dónde se conocen?-.
-¿Celoso?-. Sonríe.
- Yo no soy el que está con ella, así que no-.
- Está con el otro, me di cuenta, nos conocemos hace mucho pero bueno como viste, preferimos actuar como si no nos conociéramos-. Lo dice tan despreocupado, tiene una actitud muy diferente al de Mai.
- Ella me dijo, va me pidió que no me acerque a vos-.
Él se ríe sin límites, se le forman arruguitas a ambos lados de sus labios.
- Definitivamente te quiere pero bueno te aclaro que no voy a hacerte nada, nada que no quieras-. Juega con el vaso. – Así que no te preocupes, igual me parece genial que no le hagas caso-. Se vuelve a servir otro vaso. Tomo lo último que me queda para que me sirva.
- ¿Estas mejor, un poco más libre?-. Vuelve a estar serio.
- Si, me hacía falta estar con otra persona-.
- Me alegra ser yo esa persona-. Centra su mirada en el vidrio, en ver a la calle. – Creer que solo pasaron unos días y ahora son dos las asesinadas-. Su voz suena hueca.
- Al parecer nadie sabe nada-. Ahora la calma se me va.
Me mira. – Perdón, me deje llevar por lo que pensaba-
- No me molesta-.
- Te incomoda.
Me rio. – Parece que siempre sabes lo que pienso-.
- No sé ¿Intuición?-.
- Eso me molesta-.
- A mí no, además te viene bien que sepa leerte, se te va a hacer más fácil para hablar-.
- Supongo-. Termino de tomar lo que me queda de la bebida. – Pero creo que vamos tener que vernos así hasta que Maira se calme-.
- ¿Así como a escondidas? Me parece divertido, no es por nada pero si a Maira se le mete una idea en la cabeza no se la va a quitar-.
- Si lo sé, vivo con ella-.
-Dame tu número-. Termina de beber. – Así acordamos-.
Lo miro, el me mira. Intercambiamos números.
Él sonríe, yo sonrío a penas y hubo otro quiebre en nosotros.