Al llegar a la esquina solté un suspiro, lo tuve guardado desde el momento en que salí del bar.
Veo a muchas familias, nenes gritones y llorones, otros tranquilos y riendo, comiendo una que otra cosa, felicidad.
Con los pasos lentos voy llegando a casa, me sorprende que ni Geb ni Mai hayan mandado algún mensaje, seguro están en sus cosas, vuelvo a suspirar.
Las luces están apagadas, corre el viento frío, las puertas del balcón se encuentran abiertas, las cierro y al girarme me llevo un susto de muerte, Maira me mira, no sé en qué momento ni de donde salió.
- ¿Pasa algo?-. Me adentro a la cocina.
-¿La pasaste bien?-. Su mirada me sigue.
- Si salí por aire fresco ¿Y Geb?-.
Le pedí que compre algunas cosas-.
Siento que la calma con la que ingrese a la casa se desvanece, me pongo tenso, la mirada de Mai me atraviesa y no me gusta.
- ¿Lo viste?-.
- ¿Cuál es el problema?-.
- Entonces hablaste con él, lo conociste-.
Sí, me siento culpable, solo un poco, pero culpable.
- Mai, no es para tanto, apenas cruzamos palabras-. Se muestra molesta.
- Pero te pedí que no lo hicieras, Isma en serio-. Apoya su maso en la mesa de la cocina. Suspira.- ¿De qué hablaron?-.
- De nada importante, cosas mías. ¿Qué pasó con ustedes?-. Y así como su firmeza se desvanece, desvía la mirada.
- No terminamos en buenos términos, una que otra pelea, no es la mejor persona para nuestro entorno-.
Mi entorno pensé.
No sé qué decirle, no tengo con que defender mí idea, sé que todo lo que hace Mai es por nosotros, tiene su historia con él, tiene su fundamento pero aun así no me convence, no quiero hacerle caso.
Un celular suena, la puerta se abre, somos interrumpidos.
- Después seguimos-. Le digo, saludo a Geb y me voy a mi pieza.
Al despertar y salir de la pieza el sol ya alumbra, nuevamente ni Geb ni Mai están a la vista, voy al baño, busco mi celular en el bolsillo del jean porque sí, al apenas tirarme a la cama me dormí, titilaba la luz, mensaje, me llevo una sorpresa al verlo, número desconocido, un simple “Este es mi número ¿Llegaste bien? Claus”. Por dentro sonreí.
- Te levantaste temprano, que sorpresa, va a llover-. Dice Geb con sarcasmo y me entrega una taza llena de café. – Mai preparó calentitos*
La busco con la mirada, está en el balcón.
- Cómo están?-. Me siento y agarro un calentito.
- Estas de buen humor o qué?-.
- ¿Está mal?-.
- No, pero… nada-. Toma de su taza.
- ¿Qué tal está?-. Pregunta Mai a medida que se acerca.
- Rico como siempre-. Geb le sonríe, ella le devuelve el gesto.
No estoy cómodo, no quiero pensar mal de ella, llevamos mucho tiempo juntos pero convivimos hace bastante para saber que estos detalles los hace nuevamente para suavizar el problema o la tensión, el tema es que esto solo suele funcionar con Geb, mantengo la mirada fija en la tele sin decir palabra alguna y ellos lo notan.
Pasan las horas sin suceder mucho, todo está intranquilo, Mai se mantiene ocupada, Geb está expectante, se ocupa de ver si Mai necesita ayuda y me manda miraditas interrogativas, sonrío por dentro, ya me imagino el momento en que se acerque, me insinué ir a hablar en un lugar donde Mai no nos escuche y preguntarme que pasó entre nosotros cuando el no estuvo.
Por el momento no sé qué le diría, mencionar que tiene que ver con Claus complicaría más las cosas y no es lo que quiero.