Te veo por primera vez por SilverCamil

Tenía que hablar con Isma, enterarme del beso por Claus me sorprendió y bastante y fue inevitable no enojarme, mierda, se supone que Isma debería habérmelo dicho a la primera de verme, pero él se dignó a encerrarse en su pieza toda la bendita noche y cuando tuve que despertarlo está mañana me echó sin siquiera mirarme.
Ahora estoy acá impaciente esperando que el hijo de puta llegue al café, es que recordar la sonrisita que tenía Claus hace que esté alerta, sé que al principio estaba entusiasmado en que se conozcan pero ahora ya no estoy tan seguro, solo quiero que Isma llegue, calmarme, hablar, aclarar mis dudas, lo que siento, que él me mire diciendo “no te soporto cuando estás así” y saber que cuando se dé la vuelta para irse, sonriamos.
Pero eso nunca pasó, Isma nunca llegó.
No contestaba su celular, el teléfono de casa no andaba, cuando entré al departamento no había  nadie, todo a oscuras, mi histeria llegó a un nuevo punto, entré a su cuarto, nada, eran pasada las once, ni siquiera Mai estaba en casa, eso era raro. Camine de una punta a otra, no sabía qué hacer, podía ir a la policía pero capaz era demasiado pero con los asesinatos que hay, solo sería por precaución, me di vuelta a buscar las llaves e ir lo más rápido posible a la comisaria pero Mai apareció entrando a la casa, pude relajarme, solo un poco.
Corrí hasta ella y la agarré de los hombros.
 - Mai decime que sabes dónde está Isma-.
Me miro sin entender nada y luego pasó su mirada a la casa.
- Geb, calmate, no sé nada de él, hoy salí, seguro se fue a ver a alguien-. Acarició mi mejilla. Quería llorar.
- No Mai, algo le pasó, no contesta su celular-.
- Seguro se quedó sin batería, a vos siempre te pasa-. Se adentró a la casa y fue a la heladera.
- Mai, no se vio con Claus porque él estaba en el café-. La seguí con la mirada ¿Cómo puede estar tan tranquila?
- Debe tener otros amigos Geb, no somos los únicos-.
- Le pedí que vaya a verme, a eso de las ocho, no me respondió pero sé que iba a ir-.
- Geb, estás pensándolo demasiado-. Acercó a mí y me abrazó. – Él seguro está bien-. Acarició mi espalda pero no sentí calidez, ni calma, miré por la ventana, las horas pasaban y el no estaba.
- Mai-. Me separé de ella. – Tengo que hacer algo-.
Me miro con el ceño fruncido, estaba molesta, algo no le gustaba, el tema es saber qué.
- ¿Qué vas a hacer a las doce de la noche?-.
- Tengo que ir a denunciar, algo, lo que sea-.
Hubo un silencio, de esos que avisan que la tormenta está cerca.
- Geb-. Uso su tono de súplica, se lo que quería decirme, que me quede en casa, que es tarde, que Isma está bien, que seguro a la mañana va a estar durmiendo en su cama, que estoy exagerando, pero no, él no está bien.
- Mai, no entendes, así como yo siempre fui a él, el siempre vino a mí-.