No soportaba el dolor, no me gustaba, pero tenía que aguantarlo, el golpe de la cabeza dolía infinidades y el ardor en mis muñecas no tenían descripción, seguro ya sangraban, no tenía caso seguir el intento de moverme, no iba a llegar muy lejos.
Era muy temprano, amanecía, entraba una luz tenue por la ventana, el cielo se teñía de colores pasteles, azules, violáceos y rosados, podía distraerme viéndolo, de algún modo me tranquilizaba y antes que entrar en pánico prefería ver el cielo.
Cuando desperté no me sorprendí de ver a Maira, después de todo ya tenía asimilado que ella me atacó, pero todavía tenía preguntas pero estaba seguro que ella sola me las respondería, su mirada de superioridad la delataba, se sentía poderosa al tenerme débil.
Hubo varios minutos de silencio.
Hubo varios minutos de una mirada profunda.
Hubo varios minutos en donde sentí su odio.
Y como lo imagine, que yo no hablara ni expresara algo le molestaría, la llevó a hablar, primero con reclamos histéricos de por qué no estaba sorprendido, del por qué no tenía miedo, por qué no hablaba, por qué no gritaba, por qué no me movía, su histeria llegó al punto de golpearme la cara, Maira definitivamente no estaba bien, en ningún sentido, y pensé en Geb, saber que su novia secuestró a su amigo y que posiblemente luego lo matara lo destrozaría, tendría dos perdidas.
Cuando Maira se cansó, dio unos pasos hacia atrás y se recostó por la pared, nuevamente me miraba.
- ¿Por qué? ¿Por qué todos te quieren a vos?-.
Intente ocultar mi sorpresa.
- ¿Por qué te eligieron?-.
No tenía idea de que hablaba.
- Siempre te miran a vos-.
¿A dónde quería llegar con eso?
- Isma ¿Por qué no sos mío?-.
Todo el cuerpo se me tensionó. ¿Desde cuándo, en qué momento empezó? Y recordé lo que le dije a Claus “Entonces lo de Mai ¿Eran celos?” Realmente quería reírme de lo absurdo que resultaba todo, pero reírme a carcajadas hasta el punto en que me duela la panza y se me tensionen las mejillas y no pueda respirar pero no podía, tenía que mantenerme firme.
-Isma ¿Por qué nunca me miraste a mí?-.
-Maira ¿Qué queres exactamente?-.
Arrugo su frente, estaba molesta.
-Quiero que nadie más te vea, quiero que te olviden, quiero que desaparezcas, pero a la vez quiero que estés, solo para mí, ya tuve suficiente con compartirte a Geb y ahora con Claus-.
Cada vez que hablaba me daba la razón, eran celos a un punto enfermizo, no sentía celos de hermano, sentía celos de no tener lo que quería, de que otros toquen lo que deseaba.
- Maira ¿Hasta cuándo vas a seguir? Es mejor que acabes con esto, hace lo que tengas que hacer-. No me rendía solo quería que se vaya, no quería seguir viéndola, ni escucharla, ni sentir su perfume, quería estar solo, además por más que quiera ser positivo, les iba a costar mucho encontrarme, estaba seguro de que Geb estaría enloquecido pero él nunca pero nunca vería a Maira como sospechosa, para Geb, Maira era un ángel enviada para guiarlo por el buen camino, lo cual irónicamente hizo, y luego estaba Claus, ¿él me buscaría? Necesitaba estar solo.
- Hasta cuando yo quiera aunque tengo algo en mente, quiero que me mires como Geb te mira a vos-.
¿Qué significaba eso? La mire sin entender.
- ¡No te hagas el idiota que ya estas grande!-.
Silencio.
Esto se estaba descontrolando.
Mirarla como Geb me miraba a mí, no podía ser, él era hetero, él amaba a Maira, él era mi amigo, mi mejor amigo.
Mi corazón dolió, como cuando se arruga un papel.
- Quiero que me mires, quiero que me elijas a mí-.
Maira suavizo su semblante y se acercaba lentamente, con sus intenciones muy marcadas, primero acomodó mi cabello, luego acaricio mi mejilla con demasiado cariño, por último sus dedos pasaron por mis labios, se acercaba, no quería nada de esto, no quería seguir despierto.
Sus labios rozaron los míos.
-¡Maira!-. Logré decir y su furia se desató, un golpe directo a mi rostro y por terminado un golpe que resonó en toda la casa.
Maira estaba suelta.
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