Maira
Quiero acabar con la tensión y la furia, no podía aguantar más la bronca acumulada, apretar la mandíbula ya dolía, dar los pasos rápidos y fuertes ya me hacían doler las piernas, conservar los gritos me mataba, mi respiración ya no era controlada, ya nada podía ser controlado.
El calor no venía bien a mi estado, no sé cuantas cuadras hice pero llegué a la vía del tren, las calles en esta zona eran de tierra y los pastizales crecían a los lados de los rieles, a esta hora era muy difícil que pase gente, sobre todo porque el tren no estaba circulando y era muy común que nadie saliera por el sol que ya estaba alcanzando su punto máximo que encima por sorpresa, hoy tocaba hacer calor en estos días de frío, pero al parecer para alguien quedarse en casa o irse de vacaciones no estaba en sus planes, para su mala suerte.
Pasó por mi lado, me contuve, no era bueno hacer algo, aun estábamos muy a la vista, ella llevaba en su mano derecha un paquete de cigarrillos y un encendedor, se dirigía a la parada del tren, seguro buscaba paz y que mejor lugar que ese, podes sentarte debajo del techo, dejar que el viento te llegue y tener la oportunidad de estar en silencio porque los autos no pasaban tan seguido y eso era muy bueno.
Me tome mi tiempo en llegar hasta ella, me senté a su lado y quede contemplando como el pastizal era movido con suavidad, con calma, una calma que aún no me llegaba, que era necearía pero no sucedía.
Ismael.
Todo era él.
Me provocaba dolor de cabeza.
Hacía que mi atención se desviara.
Se llevaba las miradas.
Jugaba con los dedos de mis manos, los latidos de mi corazón despertaban, bailaban y ya no habría nada que los pare.
Me gire a mirarla, no tenía mucho tiempo, segundos.
Uno.
La agarre del cuello.
Dos.
Hacer la mayor fuerza.
Tres.
Disfrutar y dejar que todo lo que me molesta se descargue en ella.
Cuatro.
Esperar que deje de luchar y cierre los ojos.
Cinco.
Respirar hondo e irme.
Pero antes de eso, la recosté en el banco y acomode su cabello, lo tenía bastante largo, de un color castaño, ahora sí que encontró paz, al igual que yo.
Volví a la casa, mejor dicho a la ex casa ya totalmente centrada, decidí preparar algo de comer con lo que llegara a haber, lo cual solo terminó siendo arroz hervido con un poco de salsa de tomate, una vez todo preparado lleve dos platos para que podemos comer juntos, al entrar Isma miraba el cielo a través de la ventana, cuando veía su expresión de tranquilidad,de serenidad total entendía perfectamente cuando Geb me recordaba que Isma era su luz, ese faro que lo guiaba y lo odiaba por eso, porque quería que Isma sea mi luz, Geb remarcaba que sin Isma no hubiese superado nada, que sin él se sentiría demasiado triste, que lo quería demasiado y estaba más que segura que Isma le devolvía todos esos sentimientos pero el doble, porque estaba segura que Ismael amaba a Geb.
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