Martes 22 de mayo.
Ya llevaba dos días en un cuarto que huele a humedad, que apenas me deja ver el sol y que por suerte en la noche me deja ver uno que otro avión aventurándose en el cielo.
Ya llevaba dos días soportando los lloriqueos, los reclamos y los besos forzados de Maira.
Ya llevaba dos días esperando a Geb, esperaba escuchar sus gritos, escuchar de su voz mi nombre pero a la vez tenía miedo, miedo de que nunca llegara porque él no desconfiaría de los ojos dulces que mostraba Mai.
También pensaba en Claus, en que si sospecharía de lo que me pasó, de si él si estuviera buscándome porque él sabía todo, él me escuchó pero nuevamente estaba Mai, ella era su hermana, capaz su moral no lo dejaría dudar, y dejé escapar una risa floja, esto definitivamente me tenía que pasar, Maira y yo estábamos destinados.
Lo bueno es que Maira así tanto como me quiere me aborrece que por suerte provocaba que se fuera por algunas horas, me daba tiempo de estar a solas como me gusta, me daba tiempo de olvidar, me daba tiempo de que sus arañazos, sus golpes y mordidas de a poco dejen de molestar, deseaba tanto poder bañarme, quitarme todo las sensaciones que me deja esa mujer y recién era el segundo día, no tenía idea hasta qué punto me iba a tener así, cuanto iba a durar todo, y de las risas flojas pase a morderme los labio de la bronca, no quería llorar, todavía puedo seguir, dicen que lo último que se pierde es la esperanza y realmente quiero que esa frase no desaparezca de mi cabeza.
Claus:
Estamos caminando con pasos tranquilos, logré convencer a Geb de salir a dar unas vueltas, estar encerrados en el departamento no le iba a servir a ninguno, además de que ya se estaba volviendo incomodo, demasiado.
Primero cuando le hablé de que sospechaba de Maira por suerte no se alteró, es más, nos sentamos y le fui contando cosas de nosotros, de cómo vivíamos, de cómo era ella hasta el día en que me fui, desde ese momento decidí no ver hacia atrás, ya nada me ataba, mis padres tomaron una decisiión y no podía haber culpas, ellos juzgaron más mi orientación sexual que si era buena gente, ellos juzgaron más los 10 en exámenes que los excelentes en las clases de artes, ellos valoraban a su hija que les hacía caso en todo y no decía nada que a su hijo que buscaba comunicarse y hacerse entender, ellos valoraron otras cosas, así que por esa cuestión no podía decir si Maira había cambiado mucho pero no me sorprendería si llegaba a hacer daño a alguien, tenía recuerdos fugaces de sus ataques de nervios y de histeria, de la presión y la represión que se otorgaba para complacer a nuestros padres pero la cuestión era ¿Por qué con Isma y no conmigo o Geb? Podía ser yo por dejarla, porque era consciente de que toda la mala energía de esa familia recayó en ella o con Geb a lo mejor no estaba siendo un buen novio, no sé, pero Isma…
E Isma siempre era el centro de nosotros tres y cuando la conversación siguió, luego del almuerzo cuando nuevamente tenía entre mis manos una taza llena de café, vi como Geb se quebró y no estaba preparado para eso, ver cómo estaba indeciso de hablar, de no verme a los ojos hasta que inhaló una gran cantidad de aire y lo soltó, un “No aguanto que no esté conmigo” “Lo quiero, lo quiero demasiado” para después apoyar los codos en la mesa, agarrarse los cabellos y morderse los labios, aguantar toda la angustia, no verse más vulnerable de lo que ya estaba, no supe que hacer así que solo dije “Él nos debe estar esperando así que aguanta un poco más” y sus labios se pusieron blancos hasta que dejo de hacer presión y me miró, Geb consumió sus sentimientos y esperaba que todo termine bien, porque no tenía idea de que pasaría, solo decidí obviar el hecho de que Geb haya estado reprimiendo sus sentimientos hacia Isma, eso no podía ser un impedimento, tenía que ser nuestra luz para encontrarlo y se me ocurrió algo, Isma era nuestro centro y a Mai siempre le gustó ser el centro.