Te veo por primera vez por SilverCamil

Miércoles 23 de mayo


Geb:

La caminata de anoche no nos llevó muy lejos, solo a dar unas vueltas a la redonda en un silencio que nos venía bien a ambos.
Necesitaba moverme, ver caras desconocidas, escuchar voces, ver luces que llamen mi atención y escuchar el repiqueteo de los calzados, necesitaba hacer algo tan rutinario pero que cargaba un gran sentimiento, uno que ya era natural, algo que Ismael logró que sea natural.
Nuestras caminatas iban desde un punto de encuentro que nos quede a ambos igual y desde ahí ir al colegio o ya cuando vivíamos juntos, antes de mudarnos al departamento, preparar un par de cafés y tomarlo lo más rápido posible porque salíamos tarde, caminar a la madrugada de un viernes o sábado luego de alguna juntada en la casa de alguien, generalmente el que se terminaba haciendo cargo de mí era él, solo Ismael.
Con Ismael todo lo rutinario terminaba siendo algo significativo, y hacia que esta opresión en el pecho sea doloroso, que me cueste respirar y que las lágrimas queden estancadas y no quería que Ismael sea el causante de tan mal estado, quería tener a Ismael para reír tan fuerte que los pájaros se espanten, quería a Ismael para compartir nuestros viernes con un par de birras y charlas filosóficas, quería a Ismael, lo quería demasiado y sí, mi corazón se quebró, porque me di cuenta de cuanto lo quiero, de cuánto tiempo desperdicie estando perdido en un sentimiento que oculté, un sentimiento que me iba a terminar destrozando, y lo peor es que sería por mi culpa, por no haber abierto los ojos, por haber estado ciego y por ser ya demasiado tarde.

Compartir una taza de café con Claus se estaba volviendo común y eso que llevábamos dos días conviviendo, compartiendo un pensamiento en común, y a eso intentaba obviarlo, lo necesitaba, sabía que solo no iba a poder hacer mucho, y vino bien.
Nuestra principal sospechosa era Maira, de solo pensarlo me costaba pero más vueltas daba, más me convencía, ella no quiso que lo fuera buscar, ella no quiso dejarme ir esa noche, ella no quiso que yo pensara en él, hacía que me diera arcadas de solo pensar en que pasaba por su mente todo este tiempo.

-Creo que sé dónde están-. La voz profunda de Claus despejó mi mente. – Están en casa-.
Me sorprendía que mostrara un rostro tan pacifico, por un momento sentí que mi corazón no latía.
- ¿Te parece ir a ver?-.
Deje la taza media llena en la mesada y esa fue una clara señal de un sí rotundo y de que no había vueltas, porque no dejaría pasar más al tiempo, era momento de reparar muchas cosas, era momento de retomar un poco del pasado y volcarlas en el presente, el amor por Ismael iba a tener cambios pero para eso lo necesitaba a él, y eso iba a ocurrir, mi amor por Ismael va a cumplirse, vamos a tener nuevamente esas caminatas rutinarias.