Lunes 30 de Mayo.
Me moví con cuidado de la cama, no quiero interrumpir el sueño de Geb, sé que no estuvo durmiendo, que se mantiene estático en el balcón mirando el cielo, y dejando enfriar entre sus manos una taza llena de café, también sé que cuando pasa por la habitación de Maira se acumula un odio que todavía no encuentra como descargarlo, sé que se mantiene en contacto con Claus, y que está considerando que hacer con todas las cosas de Maira, y que por el momento quiere mantener toda su atención en mí, y lo agradezco.
Cada vez que salgo de la habitación al encontrarme con la cocina y el living, me siento intranquilo, con demasiadas ganas de borrar a Maira de todo recuerdo, sensación y cariño, que solo permanezca Geb en mi memoria, como si no hubiese existido alguien en medio de nosotros.
Retengo la respiración por unos segundos y la libero, me preocupo en preparar dos tazas de té.
Geb se ocupa de llenar el ambiente de música, propone la idea de cambiar los muebles de lugar, y en lo que lavábamos las tazas, habla de donde colocar el sofá, de que la alfombra desaparezca, que la mesa enfrente del sofá vaya a un lado, de comprar dos sillas altas, de no tener televisión en el living y lo último no tuvo que decirlo, con sólo seguir su mirada a los porta-retratos que colgaron con Maira hace unos días quedó claro, no fotos por un tiempo.
Disfruto de estos momentos, en donde sigue sonando la música, entra el viento frío por el balcón, y nos encontramos sentados recibiéndola sin mezquinar, sé que tengo que hablar con él y estoy seguro que él tiene muchas cosas que decir, pero mientras tanto prefiero estar así, acompañarnos a nuestra manera, porque después de todo estamos juntos.
Sentado como estoy, estiro las piernas y dejo que mi cuerpo se extienda por el suelo, siento todo más liviano, que de a poco todas las tensiones se dispersan y se esfuman para no volver, cierro los ojos, ya no arden, mi mente queda en blanco, tan pacífico como un día despejado. Siento llegar calidez y es Geb recostándose a mí lado dejando escapar un suspiro.
- Isma, si soy sincero, no sé qué hubiese hecho si te pasaba algo-.
- Pero no pasó-.
- ¿Estás modo negación? Porque sí pasó, no podes olvidar, mierda Isma, ella... -
- Geb ¿Querés hablar de eso? ¿Querés saber qué pasó?-. No abro los ojos, pero mí voz sale lo suficiente mente fuerte y estable para dar a entender que hablo en serio.
- Estoy seguro que puedo soportarlo, tengo que soportarlo por vos-.
- No tenes porque obligarte, puedo esperar para hablarlo-.
-Mirame-.
El corazón dio una sacudida que no esperaba.
Al abrir los ojos, me encuentro con un Geb sentado, dándome a entender que está preparado para escucharme, que está listo para lo que venga, sea lo que sea, él estará siempre, y por dentro sonrió, y por fuera mantengo la mirada seria, porque posiblemente Geb no esté listo para saber lo que Maira dedujo.
Un amor entre dos mejores amigos que fue escondido, que fue enterrado en lo profundo de su propio mar interior, un mar a veces turbulento y otras veces totalmente calmo.