Estuve intranquilo toda la noche, todo se estaba volviendo incomodo, no hable en la cena ni después ni ahora.
Maira está en el sofá leyendo y Geb está a mi lado, miramos desde el balcón, tuve que ir por una campera, cada noche hacia más frío, de a poco se nublaba y aparentaba que lloviznaría, me dieron ganas de salir a caminar.
- ¿Te parece caminar?-. Pregunté sin mirarlo, seguro está sorprendido.
- ¿Aunque llueva?-.
- Si, además creo que va a llover a la madrugada-.
- Bien, vamos-. Se adentró al salón. – Mai ¿venís?- Dejo de leer y nos miró. – Capaz los alcance en un rato- sonrió, y eso basto para que Geb se vaya a buscar una campera y saliéramos del departamento.
Caminamos en silencio y eso me pareció raro viniendo de Geb, siempre tan gritón e imperativo, decidí no decir nada, quería aprovechar este momento de tranquilidad acompañado.
Pasan pocos autos y los que pasaban iban más que tranquilo, nada de bocinados nada de altas velocidades, se puede ver a varias personas que optaron igual que nosotros, salir a tomar un poco de aire fresco antes de que llegue la tormenta.
Algunos locales están abiertos y otros tantos cerrados, con sus letreros y carteles iluminan las calles, nuestros pasos son lentos, solo caminamos, no tenemos un destino fijo, calma total.
Un grito.
Me detengo.
Un nudo en el estómago, sube a mi garganta.
Geb me mira.
Unas chicas pasan por la cuadra de enfrente riendo muy fuerte.
Siento un frío en el cuerpo. Empiezo a reírme un poco de la histeria.
- ¿Estas bien?-.
No, pensé. – Si, solo… -.
- No te me vengas a hacer el macho, te asustaste-. Se ríe.
Rio con él.
Él siempre sabe cómo llevar las situaciones de cualquier tipo, incluso esta, volví a relajarme.
- Pero en serio ¿Estas bien?-.
Suspire, no quedaba otra, en algún momento tendría que enfrentarlo.
- No, la verdad no-.
- Con razón tan tenso-. Hubo un silencio mientras cruzábamos la calle. – Pero mira, si te sentís culpable no es cosa tuya, no pudiste evitarlo, vas a tener que superarlo, no puede ser que si alguien grita entres en pánico, solo hay que esperar que puedan encontrar al hijo de puta que la mato y así superar la situación, en serio, calmate-.
Lo mire y si, tiene razón, es algo lógico. Miro el cielo.
- Gracias, por lo menos vos me das una respuesta coherente-.
- ¿Lo decís por Maira?-. Se rie. – Si esta rara pero sabes cómo es, tira esos comentario que te dejan pensando y cuando te sonríe te olvidas y seguís con tu vida-.
- Eso te pasa a vos-.
- Si, posiblemente, che me esperas, voy a comprar algo acá-
Nos detuvimos enfrente a una panadería.
- Dale-.
Lo espero afuera, empieza a lloviznar pero apenas se ve, las gotas son tan chiquitas y suaves que el viento las mueve como quiere, meto mis manos dentro de los bolsillos de la campera.
- Tu amigo tiene razón-.
Me asusto. Un chico se posiciono a lado mío.
- ¿Aun no necesitas un cigarrillo?
Mi cerebro rápidamente hizo la relación.
- No, todavía no. ¿Quién sos?-.
- Que poco amable ¿Cuál es el tuyo?-. Me mira y nuevamente hago relación, es el chico del café, el acompañado, el de la charla intensa.
- No importa, quiero saber el tuyo-.
- Y yo el tuyo-.
- No estas fumando-.
- Está lloviendo-.
Quedamos en silencio, pero no un silencio incómodo.
- Claus-.
Lo miro y me sonríe-