¿Qué hace ahí? ¿Cómo sabe dónde vivo?
Al reaccionar cerré rápido la puerta del balcón, al hacer unos pasos al cuarto soy consciente de como mi corazón late totalmente acelerado, no me gusta esto, para nada, la sensación de ser visto, de ser observado, respiro hondo, inhalo y exhalo, voy a la cocina, agarro un vaso, sirvo agua de la canilla y tomo de a dos tragos, ya estoy calmado, quiero quitarme la imagen del sujeto, de Claus, no puedo y eso me molesta y me frustra.
A la mañana siguiente, todo está como si nada hubiese pasado, como si ese pequeño e insignificante drama no hubiese ocurrido, si como el miedo no hubiese estado, pero esta y Maira lo sabe bien, lo sé porque la conozco e intenta con pequeños detalles compensar lo que hizo, que en realidad no hay razón para eso, ella no hizo nada malo, somos nosotros dos los alterados queriendo ocultar lo que sentimos.
El desayuno fue elaborado, tostadas, cafés, jugos, Maira nos obligó a comer todo, ahí estuvo el primer detalle, con suerte solíamos desayunar un café o un té, después todo siguió su curso, a veces se estaba en al living, otras charlando en la cocina, y otras cada uno en su pieza, yo luego del almuerzo, que fue la comida favorita de Geb, unas milanesas napolitanas con puré, claro que lo disfrutamos todos, me decidí por venir a mi cama y tirarme un rato, no tarde en dormirme, cuando desperté fue nuevamente por la voz gritona de Geb insistiendo que ya era tarde y que mínimo tenía que salir a respirar aire fresco, no me queje de nada, en parte era cierto, eran pasada las siete.
Al salir de cuarto una corriente de aire frío me llego y tuve que volver a cambiarme, tuve que ponerme unos pantalones deportivos y una remera mangas largas, y si cada día refrescaba más, y hoy no fue la excepción, me los encontré a los dos igualmente de abrigados, ya me esperaba escuchar a Geb quejándose del frío en el largo de toda la temporada.
Mis manos siempre están frías y cuando sostengo la taza caliente es una sensación muy placentera.
Estoy sentado en una de las esquinas de la mesa del comedor, mirando hacia el balcón, intento no escuchar la tele, está en noticias, intento concentrarme en otra cosa como por ejemplo en cómo se mueve la cortina de la ventana de enfrente, en cómo pasan algunas palomas, en el barullo de la gente, en otra cosa porque sé que en cualquier momento, que en cualquier vuelta de comercial pueden anunciar algo sobre la chica, y no sé si quiero saber.
Y efectivamente no quería saber lo que unas horas más tarde se anunció.
Una nueva chica, su amiga.
Los tres que mirábamos quedamos en silencio, para mí solo eran imágenes moviéndose, el conductor diciendo algo, mostrando unas imágenes, el reportero enfrente de la casa de la amiga, hipótesis por acá, hipótesis por allá, conmoción.
Geb como siempre fue el primero en hablar.
- Esto es una mierda-.
Y sí que lo era.