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Te olvidare por Kadrika

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Aquel pelirrojo corría por una de las avenidas más concurridas de la ciudad con el saco Armani en la mano que no logro ponerse al momento de salir de su oficina, necesitaba encontrar un taxi para llegar lo más pronto al departamento de su novio y aclarar el mal entendido, bueno ni tanto. Pero era algo que no tenía que saber su chihuahua.


Vio un taxi aparcado antes de llegar a la esquina y casi tira aun viejo que quería tomar el mismo transporte que él, ni siquiera lo volteo a ver solo dio una escueta disculpa y cerró la puerta del vehículo mientras gritaba la dirección del apartamento de su novio.


Aquel taxista intento hacerle la plática para que el camino no fuera tan tenso pero sus preguntas quedaron al aire y cerró la boca al sentirse atravesado por una gélida mirada carmesí.


Akashi se quedó viendo a la ventana, que descuidado había sido, su chihuahua no tenía que haberse enterado de que había besado a su antiguo compañero pero fue un ligero desliz, fue un mal momento pero como explicarlo para que le creyeran y su inestable relación no se fuera al bote de la basura.


Y si, sabía que mal estaban, su trabajo quedaba a una hora en auto del departamento de su novio en una localidad un poco apartada y del que era barata la renta y su apartamento solamente quedaba a unos escasos 10 minutos caminando, en un edificio de lujo y con una vista increíble de la ciudad. Así que cuando terminaba el trabajo era más que obvio a donde iría después a su casa a descansar y solo un par de ocasiones le regalaba una llamada a su novio.


Los fines de semana lo visitaban pero aunque su día hubiese sido planeado con una salida o con una simple cena una vez a la semana en la casa de alguno de ellos, siempre se veía interrumpido por una llamada de la oficina. Siempre pendientes, pendientes, pendientes. No era que se quejara, le gustaba su trabajo y era consciente de que debía suceder a su padre y por eso se empeñaba a aprenderlo más posible.


Lo había hablado con Kouki, el sabia cuán importante era para él escalar y poder alcanzar las expectativas de su padre o eso fue desde un principio. Ahora ni siquiera sabia como se encontraba su novio.


Y ahora el problema de Atsushi, bueno que le podría decir que es una tontería y que solo era un chisme y no debería creer en las palabras de los demás, pero se dio cuenta de algo su simplemente le hubieran dicho el directamente le hubiese preguntado, su chihuahua a pesar de ser temeroso tenia los pantalones para darle la cara y enfrentarlo cosa que pocos hacían. Pero y si los había visto o alguien le había mandado una foto o video como se excusaría.


Una mala perspectiva, un último favor para su antiguo compañero para librarlo de una acosadora empedernida o tal vez un accidente donde sus labios chocaron.


No, no y no.


Todas esas eran excusas tontas y ni él se las creía.


O le diría la verdad, ¿Cuál era la verdad?


 


 


-          Mierda… - grito el castaño saltando en un pie después de haberse golpeado con una patita de su buro.


La voz del chihuahua sonó a través de la habitación que estaba a oscuras había tomado una siesta, bueno más bien, se quedó dormido después de hacer un coraje por el estúpido de su ex novio. Sintió como se estrujaba su corazón, si era físicamente imposible pero era como si alguien tuviera su corazón en su mano y la fuera cerrando para formar un puño destruyendo lo que se posara en la palma de esta.


Se acercó a la pared intentando buscar el interruptor para dar un poco de luz a su vivienda, pero se detuvo al escuchar el golpeteo contra su puerta.


-          Kouki, soy Sei, abre la puerta debemos hablar.


Los nudillos del pelirrojo se ponían rojos con cada golpeteo que daba contra la puerta, pero seguía sin recibir respuesta. Su desesperación crecía a cada minuto que el silencio del otro lado se hacía más palpable, comenzó a patear la puerta y gritar por su compañero, sus gritos cambiaron de súplica a desesperación y llegando a la ira de sentirse impotente ante un burdo trozo de madera.


-          Mierda, Kouki ábrela jodida puerta, sé que estás ahí – todo el edificio de apartamentos, llamando la atención de varios vecinos – no soy un estúpido.


-          Joven – grito una señora de unos 30 años aproximadamente que vivía en el piso de arriba del joven castaño- todo el día las luces han estado apagadas y no he visto entrar al joven Furihata en lo que va de la tarde.


-          Señora, no se entrometa, escuche la respiración de alguien- Furihata se cubrió la boca de forma instintiva temiendo que le descubrieran- sé que está ahí- volvió a golpear la puerta.


-          Joven si me entrometo porque está haciendo un alboroto que no nos deja descansar – le grito la señora con una sartén en la mano – y si no se retira de forma educada me veré en la penosa necesidad de llamar a la policía.


El pelirrojo rechisto, no quería verse sacado de por policías, se tragó su orgullo y acomodo sus ropas, se inclinó hacia la señora disculpándose y volteo a ver la puerta del departamento de su novio una última vez.


-          Kouki – hablo en voz baja tocando con su mano la puerta- necesitamos hablar amor, te esperare mañana en el café de siempre, estaré a las tres de la tarde y te esperare todo el tiempo que sea necesario.


Silencio.


Akashi no esperaba que le contestaran, de todos modos más tarde mandaría un mensaje al castaño en caso de que su instinto se equivocase y su novio no estuviera detrás de esa puerta.


Salió con la mirada baja, tomo su celular y pidió un taxi de la zona, que no tardó mucho en llegar y se marchó a su casa, debía poner en orden sus ideas y si decirle o no la verdad al castaño.


Ya era pasada la media noche y el pelirrojo apenas llegaba a su departamento, como siempre se encontraba a oscuras, sin encender las luces y con la poca luminosidad que le proporcionaba la luna camino hacia el sillón más cercano y se arrojó en él intentando descansar.


-          Kouki…


 


~~*~~*~~*~~*~~


Tres ligeros golpes en su puerta, lo hicieron despertar de su estupor en el cual los gritos de Akashi lo habían dejado y como en muchos años no lo había hecho, comenzó a temblar, no quería verlo, era demasiado lo que le pasaba y no estaba preparado para encararlo, sabía que su decisión se vería doblegada ante la mirada bicolor y temería que fuera más por un acto involuntario, por miedo a la soledad y cual damisela enamorada regresara a sus brazos dándole el perdón…


Eso no podría pasar.


-          Kouki, muchacho, el pelirrojo agresivo ya se fue – sonó la voz maternal de su vecina.


Con pequeños pasos se acercó a la puerta encendió primeramente las luces, se cubrió los ojos, tanta oscuridad le había afectado momentáneamente, abrió la puerta encontrándose a su vecina.


-          Muchacho, que bueno que sales, ya me estaba creyendo mi propia mentira de que no estaba en casa.


-          Kimura san, muchas gracias – se arrojó a los brazos de la señora volviendo a romper en llanto.


-          Ohh pequeño, ¿qué te hicieron?- lo abrazo y lo dirigió nuevamente dentro de su departamento cerrando la puerta tras de sí.


Llegaron al sofá del pequeño recibidor y el castaño se dejó caer nuevamente sobre su regazo como un niño pequeño. No dijo nada, no la volteo a ver, solo se refugió en ese abrazo.


-          Kou chan, es mejor que vayas a tu cama a descansar – dijo con dulzura Kimura.


-          Gracias Kimura san – agradeció el castaño con la voz rasposa, su garganta le paso la factura por estar llorando toda la tarde.


-          Si no quieres contarle nada a esta vieja, no debes preocuparte, pero si crees necesario que vuelva a buscar el sartén y le dé una lección a ese pelirrojo, con todo gusto lo hare.


-          No se preocupe – esbozo una breve sonrisa, ya lo arreglare yo, solo que un no estoy listo para enfrentarlo.


-          Que suerte para ti que estés de vacaciones, ¿Por qué no aceptas la oferta de mi hermano y trabajas con él por unos meses?


-          Creo que es una buena opción, gracias Kimura san.


El castaño, abrazo una vez más a su vecina, aquella señora que desde que se mudó, le apoyo en cientos de ocasiones, arreglar su apartamento, a cocinar la sopa de tofu y ahora le ayudaba de nueva cuenta.


Se despidió después de hablar un rato con ella y quedar de acuerdo para el día de mañana. Preparo una maleta, tal vez era una decisión cobarde de su parte, pero era lo mejor para despejar su mente.


-          Ya basta de llorar, esto es importante para mí- se dijo  sí mismo, mientras su cuerpo temblaba de tantas emociones desbordantes de su cuerpo – Sei, espero seas feliz con él.

Notas finales:

Espero les guste, y si no pues esta bien, los espero en el siguiente cap,que no se la verdad cuando sea jejeje

Una disculpa por tardarme tanto, pero es un poco complicado aveces escribir para mi :P


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