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Una Espera, Nueve Meses Y Una Vida por Dovah

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Notas del capitulo:

Lamento la tardanza pero la escuela no me soltó hasta ahora, jaja... Creo que el título está un poco largo, en fin. Que lo disfruten XD

Cuando llegó a casa fue recibido por el silencio. Las luces estaban apagadas y la oscuridad comenzaba a ocupar el lugar del atardecer. Dejó la pequeña rebanada que había comprado en la cocina, subió las escaleras y entró a la habitación. De nuevo, Kei se encontraba recostado en el suelo, sus pies apoyados sobre la cama y una almohada bajo su espalda. Verlo en esa posición ya era muy común. Normalmente leía un libro para matar el tiempo pero esa vez el sueño lo había vencido y dormía profundamente. Kuroo sonrió al verlo, tomó la cámara que había comprado hacía meses y sacó una foto. Otro perfecto recuerdo. Se acercó a él, besó su frente y posó su mano en su abdomen.

— Hija — Susurró — Llegó papá — Sonrió al sentir una patadita — No le diste problemas a Kei ¿Verdad? — De nuevo otra patadita — Buena niña. Y cómo se portó mamá — No sintió patada alguna y rio — Tienes razón, mamá es un gruñón.

— Te dije que no me llamaras de esa forma — Habló con tranquilidad.

— ¿Kei? Perdona si te desperté — Se disculpó.

— Está bien. Ya estaba despierto — Comenzó a levantarse y Kuroo le ayudó — Llegaste un poco tarde.

— Ah… no pienses mal — Comenzó a hablar con nerviosismo — Fui a comprar unas cosas y te compré una rebanada de pastel, es pequeña pero es tu favorito. También te avisé que llegaría tarde. De verdad lo hice, no pienses mal. Es más — Observó su reloj — Llegué cinco minutos antes de la hora que te había dicho, lo juro.

— Está bien, no estoy molesto.

— ¿De verdad?

— Sería absurdo hacerlo.

— Ah, claro — Suspiró aliviado. Kei parecía estar de buen humor — Qué tal tu día.

— Cansado ¿Y el tuyo?

— Maravilloso — Sonrió — Tuve muchos informes que llenar, fui de un lugar a otro, por poco y no llego a una junta importante y Bokuto hizo un desastre.

— Eso no es un día maravilloso.

— Claro que lo es. Porque llegar a casa para verte hace que todos mis días sean maravillosos.

— Tetsuro, no digas cosas tan vergonzosas.

— Pero es la verdad — Lo abrazó — Y ahora tengo dos maravillosas razones ¿Verdad hija? — De nuevo otra patadita lo hizo sonreír.

————

Conforme pasaban los días, su incomodidad aumentaba. Se encontraban en verano y con su estado, el calor era insoportable. Dormían con la ventana abierta y el aire acondicionado encendido pero no era suficiente. El dolor de espalda, los calambres y el movimiento de su hija tampoco ayudaban en nada. Observó a Kuroo y no pudo evitar sentirse celoso: Acostado boca abajo, con una almohada haciendo presión en su cabeza. Uno que otro ronquido delataba lo profundo que dormía. Se veía tan cómodo y eso le molesto. Le dio un pequeño golpe en la cabeza pero no se movió. De verdad estaba profundamente dormido.

Con cuidado se levantó de la cama, apagó el aire acondicionado y cubrió al mayor con la sábana. Aun con el calor del verano debía cuidar que no pescara un resfriado. Dormir sin playera era un hábito que nunca le pudo quitar, al igual que dormir en esa incómoda posición ¿Acaso no le costaba respirar? Esperaba que su hija no tuviera esa mala costumbre. Observó el reloj y suspiró cansado. Otra noche sin dormir bien.

————

— Buenos días Kei — Lo abrazó — ¿Cómo durmió la madre de mi hija?

—En primera, te dije que dejaras de llamarme así y en segunda — Se separó del abrazo y siguió preparando el desayuno — No muy bien — Bostezó — Tu hija no dejó de moverse en toda la noche.

— Que te puedo decir — Tocó su abdomen — Activa igual que su padre — Besó el cuello de Kei.

— Espero y sea lo único — Volvió a bostezar.

— Que cruel — Comenzó a arreglar la mesa — Y cómo van los dolores de espalda.

— Sólo diré que tu hija crece cada día — Bostezó de nuevo.

— Kei — Se acercó y observó su rostro somnoliento — ¿Dormiste toda la noche?

— Dormí lo suficiente — Fue su única respuesta.

Desde ese día su preocupación hacia Kei aumentaba. Lo ayudaba en todo lo que podía para que durmiera pero no era suficiente. El problema no era el tiempo para descansar, el problema era que no podía hacerlo a gusto. Debía buscar una solución rápido y nada mejor que una persona que hubiera pasado por lo mismo.

— Bro — Habló mientras revisaba unos informes — Necesito tu ayuda.

— Oh, creí que nunca llegaría este día — Sonrió y le quitó los papeles que traía — Pero no te preocupes, el grandioso Bokuto Kotaro te ayudará — Rio y observó las hojas. Al cabo de unos segundos se las devolvió — Lo siento pero está fuera de mi área de trabajo.

— No me refería a eso — Dejó los papeles en el escritorio — Es sobre Kei.

— ¿Problemas matrimoniales? Porque si es eso, ni cómo ayudarte.

— ¿Qué? ¡No! Nuestro amor es tan intenso como el primer día.

— ¿Aquél día en el que lo besaste en medio de un partido?

— El punto es — Ignoró lo último que había dicho — Que sus dolores no lo dejan dormir y se levanta más temprano de lo normal. También se mueve mucho por las noches, parece que no encuentra una forma cómoda para dormir. Me preocupa que no descanse en el estado en que está.

— Ya veo — Asintió — Creo saber lo que necesita pero — Lo observó con seriedad — Prepárate para las consecuencias.

————

— ¡Kei! — Gritó mientras entraba a la casa — Ya llegué.

— Bienvenido — Se escuchó desde la cocina — Acaba de llamar Akaashi-san, dice que… ¡Qué rayos es eso! — Preguntó al verlo.

— Es una almohada especial para ti — Sonrió y le mostró el largo cojín que llevaba en brazos — ¡Y mira! Tiene estampados de gatitos y pasteles de fresa ¿No es lindo?

— No la quiero — Habló con seriedad.

— Te ayudará con tus problemas para dormir. Sólo tienes que abrazarla y listo.

— No voy a hacer eso, no soy un niño.

— Pero es para que puedas dormir mejor.

— No voy a poner esa cosa rara en mi cama.

— Sí lo harás.

— ¡Claro que no!

————

Los minutos que pasaban se le volvían eternos. Daba vueltas de un lado a otro y con dificultad podía conciliar el sueño. Se incorporó en la cama y sus ojos se enfocaron en esa almohada que el mayor le había regalado hacía días. La observó por un momento y después a Tetsuro, lo movió y le habló pero no obtuvo respuesta. Se mordió el labio inferior y con vergüenza tomó la almohada. Bien, sólo la probaría por un momento y después la regresaría a donde estaba. Nada más.

Un pequeño sonido lo había despertado, mas no abrió los ojos. Estaba tan cómodo que no quiso levantarse. Se dio la vuelta y escuchó otro “Clic.” Abrió los ojos para saber el origen de ese sonido y un tercer “Clic” se escuchó. Kei contuvo el aliento al descubrir a Kuroo al lado de él, con cámara en mano y sonrisa en el rostro.

— Buenos días Kei — Tomó otra foto — Parece que dormiste bien.

— Qué… qué estás haciendo.

— ¿Acaso no es obvio? — Sacó otra foto.

— Y por qué haces eso tan tem… para… — Se percató de lo que estaba abrazando y sus mejillas se ruborizaron — Basta Tetsuro — Habló sonrojado mientras se cubría con el edredón — No seas infantil y deja de tomar fotos.

— Ja, ja. El infantil eres tú. Diciendo que no lo querías la almohada y mírate ahora — Intentó quitarle el cobertor pero Kei se aferró a ella.

— Sólo la estaba probando — Se justificó — Nada más.

—Oh. Pues parece que pasó la prueba de calidad ¿Verdad?

Después de pequeños forcejeos, la almohada al suelo y Tetsuro se encontraba sobre Kei pero sin lastimarlo.

— ¿Dormiste bien? — Kei volteó su rostro a otro lado. Kuroo sonrió y lo beso — Me alegra saber que así fue — Se levantó de la cama y  Kei sujeto su brazo.

— Gra… gracias — Susurró.

— No hay de que — Lo abrazó — Pastelito gruñón.

————

La ropa infantil utilizaba menos tela y su fabricación era más rápida, por lo tanto debía ser más económica. Eso también debía aplicar con el calzado y todo lo demás. Desafortunadamente, esa lógica no aplicaba.

— ¡Pero que caro! — Se quejó.

— No seas tacaño Kei. Es para nuestra hija.

— Lo sé, lo sé, pero — Observó con detenimiento el pequeño calzado — ¿Tanto para esto? Ni siquiera caminará cuando los tenga.

— Pero se verá muy linda — Observó otro par de zapatos y los metió al carrito sin siquiera ver el precio.

— Tetsuro ¿Qué tanto llevas? — Preguntó al ver el carrito abarrotado.

— Lo esencial.

— Un vestido de fiesta de cuatro años no es esencial. Dios ¿Eso es un traje de baño?

— De tres años. Ah, pero no te preocupes — Le mostró otros dos — También llevo de dos y un año.

— Regresa todo eso. Dijimos que compraríamos sólo lo esencial.

— Pero es esencial. El vestido es esencial cuando vaya a fiestas y los trajes de baño para cuando quie… — Observó el rostro de Kei — Bien. Los dejaré en su lugar.

Mientras Tetsuro devolvía con tristeza todo lo “esencial” Kei se percató de algo. Algunos vestidos tenían estampados de pasteles, varias playeritas llevaban dibujos de dinosaurios, un pijama tenía pequeños cuervos y otro pijama llevaba varios lentes. Todas las prendas llevaban algo que le gustaba o que en cierta forma lo representaba.

Sus ojos se enfocaron en un vestido que colgaba al lado de Tetsuro. Se acercó a él y lo observó mejor: Rojo con una cinta negra en la cintura, un moño negro en la parte de enfrente y la silueta de un gato en la parte inferior izquierda de la falda. Tomó el vestido y lo dejó en el carrito.

— Qué estás haciendo — Preguntó confundido. El vestido no era para un bebé menor de un año.

Kei ignoró la pregunta, observó los zapatos que tenía a un lado, tomó unos de color rojo y se los entregó — Con estos harán juego.

— Ah pero… el vestido es de tres años y no es esencial.

— Sí es esencial —Fue lo único que dijo.

— Kei — Sus ojos se iluminaron al observar mejor la prenda. Se acercó a él y lo abrazó.

— Sólo por esta vez — Correspondió el abrazo — ¿De acuerdo? — Kuroo asintió.

————

— Volvió papá — Se escuchó y dio un pequeño grito de emoción — Nunca me cansaré de decirlo.

— Qué tal la práctica — Preguntó mientras ojeaba el libro que tenía en mano.

— Debiste vernos — Se acercó y lo besó — Los hicimos polvo — Habló con orgullo — Por cierto, sigue sin gustarte bailar ¿Verdad? — El menor asintió sin apartar la vista del libro — Ya veo… Kei ¿Sabes lo que es el efecto Mozart?

— Claro. El efecto Mozart son los supuestos beneficios que produce el hecho de escuchar la música de dicho compositor. Aunque continúa siendo objeto de investigación.

— ¿Y sabes para qué sirve?

— A dónde quieres llegar.

— Sólo responde.

Kei suspiró — Dicen que ayuda al estrés y a las personas que sufren epilepsias. También es bueno para los bebés porque el ritmo de la música… es… — Se detuvo. Ya sabía hacia donde iba la conversación — Espera, ni se te ocu… — La sala se inundó de una armoniosa y alegre música.

— Vamos Kei — Extendió su mano — Sólo un poco.

— No pienso hacerlo — Lo miró desafiante.

— Sabes que no desistiré hasta que lo hagas.

La música siguió y la pelea de miradas terminó hasta que Kei chasqueó molesto la lengua y cerró su libro. Tetsuro lo ayudó a levantarse y abrazó su cintura. El menor rodeó su cuello con sus brazos.

Tetsuro comenzó a dar pasos lentos de un lado a otro mientras Kei lo seguía con movimientos rígidos y torpes. Al cabo de unos minutos que le parecieron horas intentó separarse pero el mayor se lo impidió.

— Esto es patético — Escondió su rostro en el cuello de Tetsuro.

— No es cierto — Sonrió — Es divertido y relajante.

Kei suspiró — ¿Te das cuenta que estamos bailando el concierto para oboe en C major? — Kuroo asintió — No sé porque elegiste esa pieza, es demasiado alegre.

— Lo sé, pero está bien — Detuvieron sus pasos mas no se separaron, ambos permanecieron abrazados mientras la música continuaba — Porque justo como la pieza que estamos escuchando, ella será alegre y feliz. Vivirá rodeada de mucho amor y al igual que nosotros, su vida estará llena de grandes y hermosos recuerdos.

— ¿Lo prometes? — Preguntó y se aferró al abrazo.

— Lo prometo — Respondió mientras sentía a su hija moverse entre ellos — Porque así será.

Notas finales:

Espero les haya gustado y de nuevo una disculpa por la tardanza, X3


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