Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

See you next life|| RUBELANGEL por KuronumaHachiko

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hola~ Aquí Bleu.

 

Solamente aclarar que este fic está publicado originalmente en mi cuenta de Wattpad Bleu_Galactique; pero he decidido publicarlo por acá tambien.

Notas del capitulo:

Pido una disculpa, por alguna razón esto no muestra el guión largo, por lo que me veré obligada a reemplazarlo por un guión normal.

Si observan algún "r13;" indicarme dónde está, que lo reemplazo por un guión.

 

Sin más, disfruten~

-"Mangel... ¿Qué haces?"

 

-"Rubius... tu piel es muy suave, ¿Sabías?" -;susurró.


-"No me jodas, quitate de encima ya... que me duele la cabeza..." -rebuznó tratando de apartarlo.


-"No quiero, tengo ganas de..." 


-"No... Ngh... Mangel, ya te he dicho que no." -se quejó entre dientes.


-"¿Entonces por qué gimes?" -soltó una risita ahogada- "Esta noche no te dejo ir, que lo sepas."



-Mangel...


Sin enterarse, Rubius había colado su propia mano bajo su camisa; tenía los ojos cerrados y su respiración se aceleraba poco a poco.


-Mierda... 


El chico maldijo al abrir los ojos de golpe y notarse en una situación muy vergonzosa, por suerte vivía solo y estaba en su cama.

Ya, al haber "despertado", revisó su móvil donde notó que Mangel había leído su mensaje; mas no respondió.


-Que hijo de puta...


No lo entendía, un día era fuego y al otro un iceberg; a veces era como una caja de bombones en un día común y corriente, otras era como una tragedia en el mejor día de tu vida. Mangel, su acertijo favorito.

Él mísmo tampoco era fácil de comprender, pero prefería culpar a las actitudes de Mangel de su comportamiento un tanto inestable e infantil. ¿Qué mierda hacían con sus vidas? No eran un desastre, tenían lo que cualquier persona desearía para ser feliz: un trabajo genial, muchas personas apoyandoles y amando su trabajo, ciertas comodidades; eran felices... mentira, porque no se tenían a si mismos; aunque al parecer, uno de ellos si que era feliz a pesar de ello.


"¿En qué momento perdí?" se cuestionaba Rubius, absorto en la infinidad de su techo; tenía que grabar video pero su mente, sus sentimientos más bien, no dejaban de atormentarlo.



"Entonces... ¿El "juego" terminó... y yo perdí?"



No entendía en que momento pasaron de "eso" a simplemente, nada. No era como si alguna vez fueron "algo", al contrario, nunca hubo nada, al menos nada declarado, porque lo eran todo; pero a la vez nada. 


"¿Y si fuí el único que sintió algo?" 




"Pero entonces ¿Por qué Mangel me...?"


Cerró los ojos.


"-Pues... porque quiero." 



Las palabras de su mejor amigo le atravezaron el pecho. Tantas veces le había pedido explicaciones de sus actos y la respuesta que más obtenía era un "Porque quiero." o, en algunas ocaciones, un doloroso "No lo se." 


"Me siento usado..."



-Estoy harto de que juegue conmigo, coño... -se quejó llevando ambas manos a su rostro, ocultandolo.


Deslizó con desdén sus manos hasta la punta de su nariz.

Estaba algo nervioso, esa noche se verían; pero no estarían solos, irían Alex, Eva, Cheeto y Maximus.


"... Ah, y su novia."



No le molestaba en absoluto la presencia de mujeres en el grupo, de todas maneras él no era el único soltero; sin embargo, eso le robaba algo de libertad, porque la persona que le interesaba no estaría sola.



"-...Mi única mujer es Rubius, ya está."



-Mentira -se lamentó para sí en un susurro. 


Bajó la mirada e hizo una mueca con sus labios.



"Nunca seré ella..."




Grabó el video y se preparó para salir.

Hoy, en particular, se sentía con ganas de liarse a alguna tipa buenorra que encontrara por ahí; ahogarse en alcohol y quizas, un buen polvo.

Esta noche no se vestiría con lo primero que encuentre, tenía un plan: presumirse. Presumirse, dedicarle una mirada burlona a Mangel mientras besaba sin control a cualquier chica que se dejara, llamar su atención, competir contra su novia, ganarle.

"Que bajo que estoy cayendo..."


Los chicos se reunieron en una plaza para encaminarse juntos a la discoteca.

La novia de Mangel iba preciosa, el hijo de puta tendrá que prestarle mucha atención si no quiere que alguien termine pasandose de listo con ella.



"Yo le distraeré."



Llegaron al lugar, estaba petadisimo de gente; aunque sin mucho alboroto por ser aún relativamente temprano. Rubén fué el primero en dirigirse a la barra, necesitaba entrar en "modo fiesta" lo más rápido posible.


-¡¿Que estás loco, tio?! -exclamó Alex, viendo el trago que se habia pedido el de los ojos verdes-. ¿Eso es lo primero que te pides? ¡Que esa mierda es fuerte! Lo sabes, ¿No?

-Ya. -dijo pasando totalmente de él.


Sin más, dió el primer sorbo. Arrugó la cara al sentir el liquido amargo bajar por su garganta, si que era fuerte; pero, ¿No era eso lo que quería?

Centró su mirada en Mangel, notó como este se la estaba pasando bien; bebiendo y riendo con su chica.


"No le importo una mierda."


Se acercó a Cheeto, quien solo estaba ahi, "bailando" al ritmo de la música.


-Le quiere mucho, ¿No? Se le ve enamoradísimo. -comentó con desdén el casi rubio a su amigo.


Cheeto le miró confundido.


-Pues si, la ama. ¿Qué con eso? Por algo es su novia, tio, no va a follar algo que no le guste. -respondió con ese tono despreocupado y medio cortante que le caracteriza.


Rubius tomó un sorbo más de su bebida.


-Es muy bonita, es alta... 

-Ya, ¿Y a ti, qué cojones te pasa? Apenas llevas el primer trago y ya hablas tonterías, joder macho. Hablas como si quisieras quitarle la novia a Mahe, ¿Sabes?

-¿Ella? ¡Ja! ¡No me toques los cojones, tio! -rió descontroladamenter- Es el hijoputa de su novio al que quiero.

-¿Qué? -preguntó el de barba espesa, acercandose al mas alto. -¿Qué has dicho? Que no te he escuchado una mierda.

-Nah, tio.


El ojiverde le dió una palmada en el hombro a Cheeto, mientras dedicaba una última mirada a Mangel previo a alejarse; entonces, acercó el trago a sus labios y bebió de el, sin pausas, hasta acabarlo. Al verse con necesidad de más alcohol, decidió instalarse cerca de la barra, para que nadie le joda y pedir todos los tragos que le entraran en gana, cuando se lo pidieran sus cojones. Estaba seguro que nadie le molestaría, ni siquiera notarían su ausencia en el grupo, Mangel y Alex tenían sus novias, seguramente Cheeto y Maximus ya habrán encontrado alguna "amiga" por ahí, él sobraba y había decidido apartarse.

Rubius ya llevaba algunos tragos puestos; pero no abandonaba su lugar cerca de la barra. Se frotó las sienes y permaneció en esa posición por unos momentos.


"-Es que eres tonto... tomando como idiota enmedio de tanta peña, ¿Qué querías, tio? No es colacao lo que estás bebiendo ¿Sabes? Ven, sujetate de mi; nos vamos de este infierno."



Jamás volvería a escuchar eso.


"Tengo que sacarte de mi mente..."



"No debo extrañarte, Mangel..."



Por alguna razón, Rubius decidió mirar a su izquierda, encontrandose con Mangel; a lo mejor llegó por unas bebidas para él y su novia.

Su corazón se aceleró, sus pupilas se contrajeron al abrirse sus ojos cual platos por la impresión; de seguro que le temblaron un poco las manos y sus hombros se tensaron. Sus ojos se aguaron.


"¿Sabrá lo que me está doliendo mirarle?"



-¿Rubiuh?


El susodicho pasó totalmente de él. No hablaban desde la noche anterior, siendo Mangel quien ya no dió respuesta. 


-Tio, ¡Que te hablo! -gruñó Mangel en un intento de llamar la atención de su mejor amigo.


Rubius desvió la mirada de él.


-Vete con ella, que está hermosa y si no la cuidas, un idiota puede acercarsele. -respondió cortante.


Enterró una mano en la espesa cabellera que caía rebelde sobre su frente, su voz ya sonaba pasmada.


-Se ha quedado con Eva y Alex, no la dejaría sola.


Eso último dolió.


-Ya, que bonito -respondió sin ganas-. Otro, por favor. -dijo dirigiendose al bartender.

-Rubius, basta ¿Cuánto has bebido ya? Por Dios...

-Yo qué se, no me importa... ¿A ti si? -lanzó la pregunta sin siquiera mirarle de reojo.

-¡Que va! ¡Si a ti sólo te conozco de ayer! ¿Tu nombre cómo era? -preguntó sarcástico.


Mangel dejó los tragos en la barra, empezando a cabrearse.


-Ah, coño si, ¿Cuánto era? ¿7? ¿9? ¿2 años? Yo que sé. Al igual que tu, suelo olvidar cosas.


"Nunca te importé..."


-¡¿Qué?! -exclamó molesto el de gafas.


Mangel, tratando de calmarse, se sentó en el banco que seguía del de Rubius y colocó su mano en el hombro de este.


-Rubius, mira, no sé que coj...

-¡Vete con ella, hijo de puta! ¡Y dejame en paz a mi! -exigió soltandose del agarre del mas bajo.

-A ver, ¡¿A ti que coño te pasa, eh, Rubius?! La última vez que te vi tomando como gilipollas fue cuando...

-Cuando me sacaste del infierno... cuando me hiciste tocar el cielo... -interrumpió con la voz tremula.

"Cuando me ataste a ti."


El casi rubio cubrió su cara con sus manos, dejando a un lado el trago. Sus ojos estaban nublados, se sentía helado y ahora si que temblaba.


-¡¿SABES QUE AÚN CONSERVO ESA FOTO?! -gritó Rubén encogiendose en su asiento-; ¡LA QUE NOS TOMAMOS PREVIA A ACOSTARNOS!, ¡¿RECUERDAS?! ¡ESA MALDITA FOTO QUE COMO SALGA A LA LUZ, PODRÍA JODERME LA VIDA! PERO LA AMO ¡¿SABES?! ¡ES LA MEJOR PUTA FOTO QUE TENGO! -sollozó- ¡¿SABES POR QUÉ?! ¡¿SABES POR QUÉ AÚN CONSERVO ESA MIERDA, MANGEL?!


-Rubius... basta. -le pidió mirando a un lado, con el ceño levemente fruncido.

-Esa mierda... esa puta foto es lo que me ata a ti... ¡LO QUE DEBERÍA ATARNOS, JODER!


Rubén rompió a llorar, ocupando sus brazos como almohada para ocultar su rostro, seguramente enrojecido por varias razones.


-Estoy harto... estoy harto de verte ahi con ella; y yo sufriendo como un idiota por un puto juego que creaste....¡PORQUE COÑO, QUE TU INICIASTE ESTA MIERDA!


"Nunca seré ella..."


Mangel estaba petrificado, era la primera vez que su mejor amigo descargaba tanta mierda contra él. Tiró levemente de un mechón de su cabello en señal de desesperación, no sabía que hacer.


-Mangel... -le llamó, más tranquilo.

-...¿Dime? -respondió un poco nervioso.

-Tienes razón, debo parar esto.

-¿Ah?


Rubius se levantó de golpe, dirigiendose a la masa de personas que se concentraba en la pista de baile. Mangel le perdió de vista, no le dió tiempo de detenerlo. Aún así, Mangel no estaba dispuesto a dejar que su mejor amigo se perdiera entre la gente; por lo que sin dudarlo, enfrentó al puñado de gente para ir en busca de su amigo. 


"Fingir y divertirme... a eso he venido, a fingir y divertirme." era lo que sonaba en la mente del castaño.


Se mezcló entre la gente y empezó a bailar -si a eso se le puede llamar baile- a su propio ritmo. No tardó en conseguir compañía. Una chica muy guapa se le acercó; y sin pedir permiso, se le pegó al cuerpo; cosa que a Rubius no le molestó, al menos no por esa vez. La música, las luces, el olor a alcohol, obviamente no se dedicarían solo a bailar. El medio noruego tomó a la chica de la cintura, juntandola aún más a él, recorriendo su espalda baja con las manos. La chica no se quedó quieta y rodeó del cuello al de ojos esmeralda; se acercó para susurrarle algo y ambos rieron.


"Fingir y divertirme, como si no hubiera un mañana..."



Así que Rubius se acercó a sus labios, besandolos con falsa lujuria; en realidad sentía asco, asco de sí mismo y de haber caído tan bajo como para líarse con alguien solo "porque si".

Poco a poco, ambos acabaron en un rincón apartado de la gente, donde continuaron lo que ya se había empezado; a estas alturas, ¿Qué importaba la gente?, ¿Qué importaba si era una fan?, ¿Qué importaba si Mangel los ve? Ah, si que importa.


"Fingir divertirme y sacarte de mi mente."



Por otro lado, Mangel se abría paso entre un grupo de chicos que parecían estar en cualquier otro sitio, menos en la discoteca; y logrando caminar, pudo ver en primera plana algo que quizas, no, en realidad, le hizo sentir como algo se rompía en su pecho.

Rubius la tenía bien sujeta, ambos se besaban de la forma mas sucia que había visto; su mejor amigo le acariciaba la pierna a la sujeta, y esta había colado su mano bajo la camisa de él.


-Rubén... -musitó impactado.


La situación se estaba saliendo de control, la chica si que lo pasaba bien; sin embargo, Rubén no sentía ni cosquillas. Ahora que lo pensaba, ni siquiera sabía el nombre de esa tipa; pero en realidad nada le importaba, su nombre nunca sería Miguel Ángel.


-Ven conmigo, vamonos de este infierno y vamos a por el cielo, cariño. -le balbuseó la chica al oido.


Este no respondió nada, solo se limitó a seguir con lo suyo; hasta que por su mente le rondaron aquellas palabras...




"-...Ven, sujetate de mi, nos vamos de este infierno."




"¿Por qué me dejaste?"



-¡RUBIUS! -gritó Mangel con todo lo que su garganta le permitió.


Rubius separó sus labios de los de la chica, ladeando un poco la cabeza para notar que, a tan solo unos metros, alguien les observaba.


-Mangel...


La voz del chico ya de por si estaba bastante distorcionada por el alcohol, por lo que solo pudo emitir un susurro con el nombre de la persona a la que amaba, a quien engañaba sin vergüenza alguna justo frente a sus ojos; pero ¿En realidad es a Mangel a quién engaña? 


"Mirame, me estoy divirtiendo..."



Y así, Rubius acorraló a la chica contra la pared y empezó a lamerle el cuello, mirando descaradamente a su mejor amigo mientras cometía lo que él llamaba "venganza".

El andaluz frunció el ceño, no despegaba sus ojos de los de Rubius; era una guerra declarada, un "mirame, que te miro" que pareciera no tendría fin. Hasta que Mangel, aún sin dejar de mirarle, retrocedió unos pasos para luego darse la vuelta; dando por acabado el "juego". 


"Mangel..."




"No te vayas... sacame de aquí."




-¡¡¡MANGEL!!! -gritó con todo lo que pudo.


Rubius se apartó de la chica de manera poco educada y empezó a correr. Sus pasos eran torpes por la ebriedad y su propio nerviosismo, sus latidos estaban a mil y no porque corriera, su vista se nubló y esto si que no era el alcohol.

-¡MANGEL!


Pasó un buen rato empujando gente, ganandose insultos y algunos empujones, todo con tal de encontrarle; hasta que al fin, el casi rubio divisó una silueta que sin duda, era la de su mejor amigo. Le tomó del hombro y le hizo girarse, clavandole un beso sin previo aviso.


-¡¿Rubiuh?! -exclamó el de barba espesa, sorprendido.


Cheeto estaba en shock viendo como dos de sus amigos se besaban; sin embargo, decidió no intervenir.


Mangel empujó a su amigo y sin pensarlo, levanto la mano dispuesto a darle una bofetada, pero el brillo anormal que desprendian esos ojos esmeralda que tenía frente a él, le contuvo.


-Mangel... Mangel... -lloriqueó el más alto- sacame de aquí... sacame de aquí y llevame contigo de nuevo como aquella vez... 

-Rubén... no...


Rubius se le abalanzó y por fin descargó sus lagrimas, llorando en el hombro de Mangel. En ocaciones como esta, le gustaría ser mas bajo para poder acomodarse en su pecho sin encorvarse tanto.


-Sacame de aquí... vuelve a amarme... -sollozó- ya mañana me vuelves a lanzar al infierno pero....pero necesito que me ames una tan sola vez más... por favor, hazlo...




"He vuelto a caer..."



El de gafas se limitó a acariciarle la espalda a la vez que le abrazaba; quería creer que todo era producto del estado de ebriedad en el que se encontraba, por lo que trató de no tomarlo en serio. Miró a Cheeto, quien tenía cara de exigir explicaciones en cuanto la situación se calmara.


-Vale ya, yo perdí... ¡YO PERDÍ EL PUTO JUEGO! ¡¿ESTÁS FELIZ, MANGEL?! -sollozó como un crio que se arrepentía de la travezura de hace rato.

-Vete -interrumpió Cheeto, dirigiendose a Mangel-. ¡Iros de aquí antes que vuelva! ¡Yo me encargo de ella! ¡Yo te cubro Mahe, pero corre! ¡CORRE, HOSTIA, CORRE! 


Mangel lo miró aún procesando lo que acababa de escuchar; volvió su mirada a Rubius, se acomodó las gafas y tomandole de la mano, acercó sus labios al oído del contrario.


-Sujetate.


Mangel corrió, llevandose a Rubén consigo.

Ambos salieron de la discoteca. Mangel estaba dispuesto a seguir corriendo hacia quién sabe donde, pero su compañero no podía mas, pues las bebidas le estaban pasando factura con vertigos e insoportables nauseas.


-Mangel... para... voy a....


Fué lo ultimo que escuchó del castaño antes sentir un tirón que le impidió avanzar, Rubius había parado.


-¡Rubius!


Se acercó a su mejor amigo, quien ya potaba en media acera. Mangel le sobaba la espalda, tratando de aliviarle.


-Ugh... ¡Coño! como odio vomitar, tio... -se quejó sujetandose el abdomen.

-Lo sé, lo sé -dijo en forma de consuelo-. Toma ¿Cómo te sientes? -preguntó entregandole un pañuelo para que se limpiara.

-Un tanto mareado, pero... agh... me pulsa la cabeza... -gruñó haciendo una mueca de malestar. 


Rubius se limpió; no sabía que hacer con el pañuelo, por lo que Mangel le indicó que simplemente lo arrojara.

El andaluz se detuvo unos segundos a pensar.


-Vale, sube. -le pidió Mangel agachandose.

-¿A dónde me llevas? -preguntó abrazandole de los hombros y colocando sus piernas entre los brazos del chico.


Con sus brazos, Mangel sujetó firmemente las piernas de su amigo y se levantó poco a poco, cargandole sobre su espalda.


-A una tienda -respondió avanzando-. No puedes andar por ahi en ese estado, debo atenderte.


Rubén sintió un ligero bochorno en su rostro y esbozó una boba sonrisa.


Por suerte, la tienda mas cercana no se encontraba demasiado lejos; por lo que, al cabo de unos minutos, ya se encontrarían "de compras".


-Coño... -se quejó Rubén sobandose las sienes.

-Aquí tiene. 


La dependienta le entregó una bolsa con las compras al de gafas. Habiendo cancelado, salieron del lugar.


-Te he comprado un cepillo y pasta dental -le explicó Mangel- Que a mi no me molesta, pero tienes cara de no estarla pasando bien luego de vomitar, ¿Sabes?

-Joder, si, que no me aguanto a mi mismo... -respondió, arrugando la cara.


Mangel le entregó las cosas, junto con una botella de agua.


-Pero que no puedo cepillarme aquí tío... que sería extraño.

-Anda, tu hablando de cosas extrañas. -mofó

-Ah, vale, ¿Ahora me vas a reprochar?


El de cabellos oscuros reía, su mejor amigo le miraba sonriendo, soltando una ligera risita.

Se dirigieron a un basurero y Rubius se dispuso a cepillarse, Mangel lo cogió por los hombros por si este llegase a sentir vertigos de nuevo, puesto a que Rubén se le veía bien; pero seguía jodidamente ebrio.


-Que asco tio... -se quejaba el mas alto mirando el interior del basurero.

-No seas tonto, no te le quedes viendo que vuelves a potar. -le advirtió tomandolo de la manga y tirando de él-. Toma, algo para el dolor.


Mangel le entregó una pastilla. Rubén la cogió y con el agua que le quedó, la bebió.

Las guarradas eran lo de menos en este momento.

Luego de eso, comenzaron a caminar. Rubius se apoyó en Mangel para avanzar, pues aún no estaba al cien porciento bien.

Ya habían avanzado un buen tramo desde la tienda sin saber hacia dónde iban. Ninguno de los dos pronunciaba palabra alguna, no sabían cómo. El de cabellos oscuros soltó un suspiro y rompió el silencio.


-Tengo que llevarte a tu casa, debes descansar. -dijo con voz firme, pero tranquila.

-¿A... mi casa? -repitió, su voz aún era la de quien se había bebido el bar entero. 


Rubius se mordió los labios y bajó la mirada, ¿Ya se acabaría? No quería separarse de él, necesitaba hablar; luego del numerito en la discoteca, si que tenían que hablar.


-Espera, llamo un ta...

-¡No! -interrumpió el ojiverde-Llevame... caminemos un poco más.

-¡¿Es que tu estás loco?! -le reprendió- Dejate de tonterías, en cualquier momento caes dormido.


Rubén pensó rápido en una excusa para no separarse. Entonces notó una especie de parque semi iluminado. Bingo.


-¡Ahi! -exclamó señalando el lugar- ¡Descansemos un poco ahi!


Los ojos del casi rubio se iluminaron al descubrir el lugar.


-¿Seguro? Mira que ya es tarde... serán las 2 o que sé yo.


Mangel se detuvo a ver a Rubén, sintió un tanto de ternura al verlo con un semblante totalmente diferente al de su real estado, su sonrisa era la de un pequeño ilusionado y sus ojos verdes ya no brillaban por lagrimas.

-Por favor...


Hubo un momento de silencio donde ambos se miraron; Rubius apartó la mirada casi al instante, agachandola por la vergüenza.


-Venga, que ya te veo más animado, no creo que haya problema. -aceptó sonriendo.


Rubius daba brinquitos de felicidad en su interior, reflejandolo en una amplia sonrisa.

Se adentraron al lugar y tan pronto como divisaron un arbol frondoso, supieron que ese era el lugar perfecto: alejado y privado, justo lo que necesitaban. Con cuidado, Miguél le ayudó a su compañero a recostarse en el césped, para luego hacerle compañia.

Cualquiera que los llegase a ver pensaría que son otra pareja de chicos enamorados haciendo de las suyas en plena madrugada, por suerte, no había ni un alma por ese sitio.


-Podría venir un loco en plan... psicopata, ¿Sabes? A matarnos o yo que se, que estamos vulnerables, tio. -comentó el de las gafas, riendo un poco mientras planteaba su "teoría".

-Uy, pero que trágico, macho... nada de eso pasará, que te lo digo yo. -aseguró Rubius, mirandole sonriente.


Mangel rió, la voz de Rubén ebrio le daba vida.


"Nada malo puede pasar en el cielo."



Ambos se encontraban acostados al lado del otro; comenzaron a hablar de tantas cosas, que pareciera como si Mangel se contagió del estado de ebriedad de su mejor amigo por las tremendas gilipolleses de las que hablaba. Llegó un momento en el que las risas se hicieron presentes; la frase más pronunciada era "¿Recuerdas cuando...?" donde las anécdotas compartidas eran las anfitrionas. 


-Hostia, si, ¡Que la play quedó prendida hasta que te despertaste para mear! Joder... -relataba Rubén entre risas.

-De no haber sido por todo ese refresco, tío, ¡Probablemente seguiría prendida! 


El par de chicos reía sin control bajo el follaje de aquel árbol. Se les veía bastante cómodos, como si nunca se hubiesen separado. Entonces, el móvil de uno de los dos timbró. Era el de Mangel. Rubén le miró con algo de descontento, su "burbuja" había explotado.


"Ya acabó... de nuevo."



-¿Bueno? -respondió Mangel, un tanto tremulo.


Rubius se giró del lado opuesto a Mangel, tomando posición fetal, como tratando de ignorar todo.


-Si, perdona... me alegro que Cheeto te haya informado de lo que pasó.


"Ella..."



-Solo, en mi habitación... ¿Con quién estaría a estas horas de la noche? Haha...


"Nunca seré ella..."


-Duerme ya, es tarde, cariño.


"No podría..."



-Yo tambien te amo...



"Nunca."


-Descansa, nos vemos. -colgó.


"Superalo, Rubén."



Rubius cerró sus ojos, no quería volver a llorar. ¿Cómo podía ser que esté rolando entre el infierno en el que vive todos los días y el paraíso que solo existe cuando Mangel está con él?... pero ahora están juntos, ¿Por qué se siente como si no? Inevitablemente, empezó a sollozar.


-Que era mi novia -interrumpió Mangel sus pensamientos- Estaba preocupada porque Cheeto solo le dijo que tuve una urgencia y que tuve que irme.


Mangel volteó a verlo, notando como el dueño de los ojos color esmeralda le daba la espalda. Frunció el ceño.


-Te has dormido, ¿Eh? Vaya, que si duraste un buen en vela... y en ese estado. -comentó observando las respiraciones del chico.


Rubius se enteró de todo, Mangel creía que estaba dormido y, estaba tan convencido de ello que ni siquiera se tentó por echar un vistazo para comprobarlo.


-Te dije que te dormirías, hijoputa. -le reprochó el de cabellos oscuros.


Dirigió su mirada hacia el follaje del arbol que les cobijaba y sonrió.


-Pero que me has traído bastantes problemas; eh, Rubius. Siempre buscando ser protegido... eres muy vulnerable para tu estatura y edad, ¿Sabes? Como un gatito perdido en Madrid. -confesó entre risitas.


"¿Pero que mierda has dicho, cabrón?" Maldecía Rubén para sí, no podía "despertar" de la nada, por lo que se tragó su enfado.


-Aúnque tu orgullo de mierda te protege, es que eres lo que en los animes esos cursis llaman "Tsundere". -comentó, esta vez, riendo abiertamente.


El "tsundere" moría por "despertar".


-¿Por qué tienes que ser así, tio? Se perfectamente que mi novia no te agrada ni un poco. Creo saber el porqué tambien, y lo acepto.


Mangel se quitó las gafas, cerró los ojos y descansó la espalda en el tronco del arbol.


-Eres tan complicado, macho... -se lamió los labios y continuó- cuando me hablas, no se si en realidad me has mandando a cagar o realmente tratas de decirme lo contrario.


Dejó salir un leve suspiro de resignación; para Mangel, obviamente Rubius no le escucharía, era como hablarle a un muerto.


-A ver, Rubius, escuchame... ¿Pero qué mierda me vas a escuchar? Si estas dormido, coño -rió-. Igualmente, escucha... no podemos, y lo sabes.


El medio noruego abrió sus ojos de golpe, su corazón aligeraba la marcha. Un par de caprichosas lagrimas escaparon rodando por sus mejillas a prisa.


-Se que no es fácil... ¿Crees que puedo resistirme a ese par de ojos verdes que tienes?, ¿A cuando me miras como pidiendome un beso? Tio, que es imposible... He tratado de olvidarte, pero ¡¿Cómo te olvido, si estás por todas partes?! -se quejó apretando los labios- A veces... a veces desearía que fueras tía, joder, que todo sería mas fácil... ya hasta me habría casado, ¿Sabes? -sonrió con dolor- Pero tenemos que ser realistas... no es posible... no podemos.


Rubén no lo soportaba más, necesitaba voltearse y empezar la discusión del siglo.


-¡¿Por qué tenías que ser tio, joder?! A veces te imagino como serías de tia, ¿Sabes? Y estoy seguro que serías muy mona -confesó mirando al piso y soltando una risita- aunque... cojones, serías muy alta para mi.

-¡¿PERO QUÉ CO...?!


No lo soportó más y se dió la vuelta, cruzando mirada con el andaluz, quién no entendía lo que acababa de pasar.


"Mierda..."



-¿Rubius? ¿Que ha pasado? -preguntó sorprendido- ¿Has tenido alguna pesad...?

-Calla, hijo de puta -interrumpió el castaño, mirandole con rencor-. Lo he escuchado todo...


Se frotó los ojos, haciendo que estos se enrojecieran. Mangel no sabía que hacer, le había confesado cosas muy fuertes a su amigo mientras este fingía dormir. La tensión se sentía en ese parque solitario. 

Sostuvieron las miradas por un buen rato; Mangel permanecía con el ceño ligeramente fruncido, como tratando de decifrar lo que los ojos del contrario trataban de decirle. 


-Dime, ¿Por qué lo hiciste? -preguntó el ojiverde sentandose, tomando el tronco como respaldo- ¿Por qué...? ¿Por qué lo hicimos aquella noche?


Rubius agachó la cabeza, ocultandola entre sus rodillas, las cuales, abrazaba con fuerza.


-Yo qué sé. Tu estabas dolido por lo de Jen... te consolé... el alcohol...

-¡¿El alcohol?! Mangel... -lloriqueó.


El pelinegro se cubrió el rostro con las manos, deslizandolas hasta solo cubrir su boca con ellas.


-No, Rubius, a ver...

-¡¿Me lo hiciste solo porque me sentía mal? ¡¿Sólo porque estabas ebrio, hijo de puta?! -le cuestionó con la voz quebrantada.

-¡Que no, tio! Que... que... que simplemente pasó y pues nada, ya. -respondió mirando al lado contrario del de Rubén; apretando los labios.

-"Simplemente pasó", ¿Dices? Hala, le diré a los chicos que se cuiden el ojete porque te da por follar tios cuando te pones ebrio. -comentó sarcastico, entre sollozos.

Mangel se mordió el labio inferior; no se le ocurría nada en su defensa, por lo que se le ocurrió que lo correcto sería hacer que su amigo se tranquilizara. Aprovechando que este ni siquiera le miraba, se acercó a el silenciosamente; pudiendo escuchar claramente los sollozos del casi rubio. Casi con duda, colocó una mano en el hombro de Rubius, comenzando a sobarle con cuidado; como si se tratase de una pequeña y frágil criatura.


-Escuchame... -le susurró- Me gustas.


Rubén despegó ligeramente su frente de sus rodillas ante la declaración de su mejor amigo, giró lentamente la mirada hasta encontrarse con los penetrantes ojos oscuros de Mangel que le miraban sin piedad. 


-No... eso es mentira -le reprochó con voz suave, volviendo a su antigua posición-. Tu solo la quieres a ella.

-Me gustas, Rubius. Estoy... me gustas desde unos meses antes de separarnos... y si esa noche pasó algo, fue porque tu te dejaste y... porque era lo que yo más deseaba desde hace tiempo.

-¡No te atrevas a confundirme más, Mangel! -exclamó con voz temblorosa.

-¡Que no! Que... que es la verdad... -hizo una breve pausa, tragó saliva- De repente me mirabas y no sabía que hacer, sentía un no se qué en la panza cuando bebías de mi cerveza o te robabas una de mis patatas, sentía unos deseos de protegerte entre mis brazos cada que te asustabas grabando esos gameplays de miedo... no me molestaba que llegaras a dormir conmigo luego de eso, siempre dejabas tu aroma en el lado de mi cama en el que dormías... ¿Sabes? Una vez desperté y te habías dormido abrazandome... fingí que aún dormía para que cuando despertaras no sintieras vergüenza.

Las mejillas de Rubén se enrojecieron.


-Pero un día que regresé de mi pueblo te encontré en tu cama con ella... -confesó y se mordió el labio- Lo único que quería era darte una sorpresa, dejando en tu habitación un regalo que te había comprado. Ahí comprendí que estaba mal... perdona, fue un error enamorarme de ti.

-Hostia... así que soy tu error, ¿Eh? Anda, que romántico.


El mas alto se giró, pasando totalmente de él.


-Rubius... tio.

-Tu tambien fuiste mi error, que lo sepas -confesó entre dientes-. De las pocas veces que me he enamorado, una tan sola vez caí por alguien que no es mi tipo... ese fue mi error, enamorarme de alguien que no encaja con mis gustos. Sigo sin entender en qué momento caí en tu juego, no lo se... pero me gustaba ¿Sabes? Cuando me abrazabas por cualquier gilipolles o cuando rozabas tu mano con la mia discretamente. En todo juego debe haber un perdedor y ese fuí yo, tu eres feliz con tu novia, yo soy el que maldice todas las noches el momento en el que empecé a sentirme idiota a tu lado... -hizo una pausa, intentando calmarse- No sé... tio, no sé cuándo pasé de babear por un par de tetas a derretirme por el simple aroma que desprendes al caminar. No sé que hiciste para distraer a mi corazón, que te dejó entrar en el.

-Claro -soltó una triste risa- pelirrojas, un buen par de tetas y un culo bonito. ¿Cómo reemplazar eso por... por mi? -se lamentó, agachando la mirada.

-Es que eres idiota... ya lo hice.


Rubén se hundió más en sus piernas, no soportaba más. Por más que se reprimiera, hacía mas obvio el hecho que lloraba; pero esto ya no le importaba, era ahora o nunca.


-No, no lo hagas Rubius... ¡No debiste! No valgo la pena...

-¡¿Cómo querías que te olvidará, cabrón?! ¡Es imposible! Estas ahi... en mi cabeza... en mis recuerdos, coño... -sollozó y continuó- ¡Mis mejores momentos los he tenido contigo! 


Lloró abiertamente un buen rato, Mangel quería abrazarlo, decirle que todo estaría bien y que no temiera... pero no podía.


-No sé que cojones me has hecho... pero me has destruido... me has hecho mierda por dentro... y ya no lo soporto más... ¡¿POR QUÉ NO PUEDES SIMPLEMENTE AMARME?! ¡¿POR QUÉ NO PODEMOS?! -le cuestionó sintiendose frustrado.


Rubius abrazó con más fuerza sus piernas como manera de canalizar su dolor. 


-¡Es que tu no lo entiendes! -exclamó Mangel con los ojos nublados- ¡Te amo! ¡Jamás me había enamorado así de alguien! ¡Te veo siendo tú mismo frente a mazo de gente en eventos y no puedo evitar sentirme como esos fans que soñaban con verte desde hace mucho! Me encanta mirarte triunfar, cumplir tus sueños... Me he estado reprimiendo todos estos años para no echarte a perder la vida, ¡¿Es que no lo has notado?! No puedo dejar de mirarte, busco abrazarte cada que puedo, lo disfrazo todo en bromas... A veces me la he jugado, pero ha valido la pena. No quiero joderte la vida, Ruben. ¡Entiendeme, por favor! 


Ambos guardaron silencio; poco a poco, Rubius logró tranquilizarse un poco y Mangel simplemente trataba de mantener la cordura.


-Entonces... si ambos nos sentimos así, ¿Por qué reprimirnos? -cuestionó el castaño levantando la mirada-¿Por las fans? ¿Por la opinión de la gente ajena a youtube? ¿Por nuestra familia? A mi... bueno, mi mamá te adora pero no sé cómo lo tomaría, ¿Sabes?

-Mi familia tambien te adora, tio... pero... todo, toda la vida nos la juega en contra, es como si ni la misma vida nos diera permiso de ser libres, aún cuando esa es su filosofía.

-Yo... Creo que ya lo entiendo... -dijo mas tranquilo, aún gimoteando- Ambos hemos amado antes, nos hemos líado con tías en juegos de una sola noche, nos han roto el corazón; pero esto es diferente... me gustas, me enamoré de tí... te amo, no sabes cuánto desearía poder pasar mi vida contigo, pero... -levantó su rostro y lo acomodó entre sus rodillas- pero a veces es como si... como si la vida se encargara de restregarme que no me dejará ser feliz contigo... al menos no ahora, es como si fueras el amor de mi vida... pero no de esta, sino que... 

-¿De otra... vida? -interrumpió Mangel, mirando a la nada.

-Puede ser...

-¿Nos enamoramos en el tiempo equivocado?

-Supongo -respondió el ojiverde-. Pero... ¿Es eso posible?

-No lo se, tio... -respondió restregandose los ojos.

-¿Es posible enamorarse en esta vida, de quien se supone tendrías que haberte enamorado en la otra vida?

-¿Tu crees en eso, Rubius? ¿Crees que exista la "otra vida" y tal?

-No lo se, Mangel... no tengo ni puta idea de esas mierdas astrales o que se yo; pero, ¿A que suena lógico? O sea, te enamoras tantas veces en la vida... imagina si esas personas fueron tus amores en vidas anteriores, o lo serán en alguna futura. -planteó un tanto dubitativo.


Rubius estiró sus piernas, se acomodó en el tronco del arbol y miró hacia arriba; la nostalgia era obvia en su cara y sus ojos apenas se habían aclarado un poco.


-Entonces... ¿Y si fuimos algo antes? Yo que se, en el año 1600 y tal... quizás ya no podríamos...


El mas bajo miró a su mejor amigo exigiendo respuestas, los dos no entendían cúando la platica se había vuelto tan "cósmica" y "esotérica".


-Hay que procurar estar juntos de nuevo en la próxima. -respondió con una sonrisa triste.


Cerró sus ojos, escapandose así unas cuántas lagrimas intrusas. Mangel se le acercó y le rodeó con el brazo.


-Pero yo quiero amar a Rubius, quiero amar a Rubén.

-Y yo quiero amar a Mangel, amar a Miguél -soltó una risita- ser... el chico de Mangel.

-Ser mi chico... -repitió el andaluz para sí- Joder, que mono suena eso...


Rubén logró acomodarse en Mangel, quien con su brazo, le invitó a acostarse en su regazo.


-Eso ha sonado tan jodidamente gay, coño -rió.

-Mirame, Rubius.

El chico le miró y Mangel se colocó las gafas de nuevo.


-No sabes cuánto me encantaría que fueras mi chico. -confesó mirandole con ternura, con una de esas sonrisas que derriten.

-Me encantaría serlo...

-"Siempre tuyo", ¿Lo recuerdas? 

-Joder, macho... ¡Que lo tengo grabado en un puto cojín! -exclamó entre risitas.

-Entonces, no lo olvides. -respondió con voz suave.


Mangel acarició el rostro de "su chico", recorriendo desde sus mejillas hasta su cabello. Rubius cerró sus ojos, sonriendo dulcemente.


-Desearía poder tenerte así todas mis noches... y despertarte con un beso. -confesó Mangel acariciandole los labios a su mejor amigo.

-Hacer cosas frikis juntos... en plan gay. -rió.

-Ya lo hemos hecho.

-Pero era todo actuado.

-¿Para ti lo era?

-Quizas no...


Dejaron la conversación por un momento. A Rubius le comenzaba a entrar sueño, esta vez autentico, por lo que permaneció con sus ojos cerrados; pero sin borrar esa sonrisa de enamorado en sus labios. Mangel se dedicó a jugar con el cabello del ojiverde; muchas veces soñó con hacerlo, por lo que no pararía hasta que el mismo Rubén se lo pidiera, cosa que, obviamente, Rubén no haría.


-Me encantaría ser el amor de tu vida... de esta vida. -admitió el castaño.

-¿Y si en realidad lo eres?

-¿Cómo saberlo?


La voz del medio noruego empezaba a alentarse por el sueño. Mangel lo notó.


-El tiempo, talvez...

-Mangel, tu meñique. 

-¿Qué con el? -preguntó confundido.


Rubius levantó su meñique; con la mirada soñolienta miró a su mejor amigo, invitandolo a hacer lo mismo.


-"Yubikiri... genman" -dijo el ojiverde sonriendo.

-¿Que coño?

-Promesa de meñique, gilipollas. 

-Joder, Rubius, que no se una mierda de japonés.

-Pues ya aprendiste dos palabras. Anda... hazlo. -le pidió sereno.


Mangel imitó el gesto de Rubius y entrelazó su meñique con el de su mejor amigo.



-Promesa del meñique... si miento, me tragaré mil agujas. -declaró Rubén, bostezando al final.


Mangel bostezó, siendo esto "contagiado" por su amigo.


-Anda, no sabía que fueras tan cursi,tio. -comentó Mangel entre risas.

-Calla y dilo, hijo de puta.

-Vale, vale... Promesa del meñique, si miento, me tragaré mil agujas.

-Perfecto. 

-¿No se dice esto al final?

-¿Desde cuándo obedeces las reglas, Mangel?


El más alto sonrió; y mirando fijamente al andaluz, procedió con la promesa.


-Nunca nos separaremos... e intentaremos no hacernos daño.

-Hecho. -asintió Mangel- Yo... prometo cuidarte, Rubius... y prometo no dejarte solo.

-Vale... yo... prometo no volver a hacer "escenitas" como la de esta noche y tal... y... prometo asegurarme de no ser tan... "tsundere". -dijo haciendo énfasis en "tsundere"



Hizo un puchero, a lo que el de gafas no pudo resistirse y soltó una risita.


-Vale -rió- ahora... Rubius -dijo en tono serio- prometeme... prometeme que si no es en esta vida, será en la otra.


El casi rubio sonrió, bajando la mirada al sentir sus mejillas sonrojarse.


-Lo prometo -asintió-. Aunque... cómo me encantaría que fuera en esta... joder...

-Lo se, Rubius... -suspiró.

-Tu crees que... que... si algún dia tenemos... algo... ¿Crees que... sea para siempre?

-Bien que si, ¿Por qué no? Yo creo que seríamos perfectos.

-Entonces... ¿Qué nos.... detiene? -preguntó restregandose la vista por el sueño.

-Las circunstancias, Rubén, las circunstancias. -le explicó con cierta tristeza.

-Oye...

-¿Nn?

-Ahora tu prometeme algo.

-Dime.

-Prometeme que en la próxima vida... que... que tu... -bostezó.


Rubén empezó a sentir pesados sus parpados y la voz cada vez mas distorcionada. 


-Promete que me buscarás, que yo tambien lo haré.

-Lo prometo.


Guardaron silencio, Rubén parecía caer en los brazos de Morfeo cada vez más; así que, aprovechandose de esto, Mangel hizo una última promesa.


-Oye Rubius.

-¿Nn?

-Prometo casarme contigo, promete que me aceptarás.

-Hmm... -balbuseó- ¿...Si? ¿Cúando?

-Prometelo. 

-Lo prometo -murmuró, ya estaba por caer dormido-. Eh... Mahe... Siempre tuyo.


Mangel lo miró, le acarició el cabello con la otra mano y le sonrió.


-Siempre tuyo.


Poco a poco, Rubius fue aflojando su dedo de el de Mangel, quedandose dormido. Mangel continuó acariciandole los cabellos.


-Te lo he dicho, te he dicho que te dormirías, cabrón. -le reclamó Mangel a su bello durmiente.


Se agachó hasta quedar a centimetros del rostro del "bello durmiente". Le observó durante unos segundos antes de plantarle un beso en la frente, otro en la nariz y un último beso en los labios. 


-Perdona... he sido un bastardo contigo. -susurró.


Hacía mucho frío y seguramente ya era muy tarde. No podían quedarse ahi; por lo que Mangel llamó un taxi y mientras esperaba, se cuestionaba cómo levantaría al altote que dormía en su regazo; sin despertarle, claro. Ya le había cargado anteriormente y no le era ningún problema; pero sería una pena despertarle, que tenía pinta de estar soñando algo bonito.

El taxi llegó y con mucho cuidado, Mangel apartó al castaño de su regazo, acostandole en el césped, luego cargarle no fué ningún problema. Ya en el taxi las cosas iban tranquilas, el andaluz le indicó al chofer dónde ir. Al cabo de unos minutos llegaron a su destino. Había un problema, ¿Cómo sacaría a Rubius del vehiculo? Con el dolor de su corazón, Mangel le despertó.


-Rubius... eh... despierta. -musitó dandole palmaditas en la mejilla.


Luego de unos segundos, Rubius abrió sus ojos de a pocos, un tanto confundido.


-M...Mangel... deja dormir... coño.... -murmuró volviendo a cerrar sus ojos.

-Tio, que hemos llegado. Despierta.


Rubén se revolvió en el regazo de Mangel, negandose a levantarse.


-Vamos Rubius... venga, o tendré que cargarte de nuevo. 

-Ngh.... Llevame... que paja caminar, tio... -murmuró.

-Vale, el princeso quiere que le cargue, le cargaremos.


Mangel salió primero y tomandolo por las axilas, le haló para luego poder cargarlo. Ya había pagado lo del taxi, por lo que solo cerró la puerta de la cabina y se encaminó al edificio. Cargar a Rubius hasta llegar al apartamento no fue mucho problema; para su suerte, al ser muy tarde nadie les vería. Llegaron y con algo de destreza, encontró las llaves y abrió la puerta.


-Llegamos. -anunció el mas bajo para sí mismos.


Caminó con Rubius en sus brazos y llegó a la habitación. Le acomodó en la cama y luego abandonó la habitación. Ya había cumplido con su deber de llevar a Rubén para que pudiera dormir tranquilo y así, recuperarse de su agitada noche. Caminó por la sala , se dirigió a la puerta y la abrió para después, dar unos pasos fuera del apartamento.


-Me cago en todo... no puedo creer que lo he hecho de nuevo... ¡Pero es que eres gilipollas, Mangel! 


Tomó las llaves que habia dejado olvidadas en la cerradura y volvió a entrar a su apartamento. Entró a la habitación, donde su mejor amigo dormía como un angelito. 

Se sacó la ropa y se acercó al ojiverde, tenía que quitarle esas ropas luego de todo el revuelo que había sido de esa noche. Empezó con sus zapatillas y continuó con sus calcetines; su pantalón fué relativamente fácil de despojar debido a que, por suerte, el bello durmiente dormía como tronco. Notó entonces unos boxers color azul que le llamaron la atención. Ya había visto a su mejor amigo en ropas menores, pero el azul hacía lucir su piel un tanto más pálida de lo que es realmente.


-Joder macho... ¿Que acáso sabías que hoy te vería desnudo?


Mangel le miró un rato más, no todos los días tienes a un atractivo medio noruego durmiendo desnudo de la cintura para abajo en tu cama. Luego de acosarle un poco con la mirada, continuó con la camisa. Cual muñeco le sentó en el colchón y le sacó la camisa con algo de trabajo, pues el castaño amenazaba con desplomarse de nuevo en la cama si le soltaba un poco. Y listo, volvió a acostarle; pero esta vez, le hizo compañía, ya era muy tarde y tambien se sentía muy cansado. 

Ambos amigos yacían bajo unas espesas sábanas blancas. Mangel, quien era el más conciente, pudo sentir la transición de una noche fría y movida al calor y tranquilidad que sus sábanas le estaban proporcionando. Se dió la vuelta, dandole la espalda a Rubius; se quitó las gafas y las colocó en su mesita. Apagó las luces y a dormir.


-Mangel... -interrumpió el mas alto con la voz débil.

-¿Rubius? ¿No te habías dormido ya, tio? -preguntó Mangel sorprendido.


El andaluz se giró, quedando frente a frente con su mejor amigo. La luz de la luna penetraba travieza por entre las percianas, dandole un especial resplandor a la piel de Rubén.


-Y si... ¿Y si... y si fingimos que esta... es nuestra otra vida... y mandamos a tomar por culo toh? 


Rubén mantenía sus ojos cerrados y apenas se comprendía lo que hablaba, pero Mangel si que lo entendió a la perfección. Sonrió y extendió su mano para acariciarle las mejillas a su mejor amigo.


-Vale, podemos hacer eso de vez en cuando. -aceptó susurrando.


Rubius dejó salír unos gemidos de pereza y se dió la vuelta. Mangel no sabía si quiera si Rubius permanecía despierto escuchandole en silencio, o si había vuelto a dormirse, pero sabía lo que tenía que hacer. Se acercó a su par y le abrazó, juntandolo más a él. Pronto, Mangel se quedaría dormido.

La noche en su apartamento era muy silenciosa, apenas se escuchaban algunos coches en las afueras. No estaban seguros de su futuro, ni de si su teoría de "la otra vida" y eso de "enamorarse en la vida equivocada" eran ciertas, pero ¿Qué importaba? Si habrían de poner excusas, esas eran perfectas.

 

Notas finales:

Muchas gracias por leer

 

RBLNGLSRL <3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).