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Disfraces por yiya

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-Aaaaah! No se qué hacer! Qué hago Manami okaasan? Quiero decirles a mis padres que pasaré la noche en casa de senpai, pero sé que me pondré demasiado nervioso y sospecharán.
-Oh pequeño, tú siempre has sido muy transparente, sobre todo para tus padres. Cada vez que hacías una travesura te pescaban enseguida porque te ponías todo rojito y nervioso, así como ahora.
-M-Manami okaasan!!
-Pero es cierto, mira, hasta parece que sale vapor de tu cabeza. -El castaño cubrió su sonrojado rostro con las manos, muerto de vergüenza por las palabras de la mujer.
-Okaachan! Ya deja de molestar a Ritchan. No ves que tiene problemas? Hay que ayudarlo a que pueda escaparse esta noche para la cita con su novio.
-A-A-A-Ann chan!!! El no es mi novio! E-Es s-sólo la p-persona que m-me g-gusta...
Desde el sobresaltado grito inicial la voz del castaño había ido bajando gradualmente hasta convertirse en un débil susurro, que las presentes pudieron escuchar perfectamente, sonriendo por ello.
Kajiwara Manami, mujer de unos 23 años, cabellos castaños y ojos del mismo color, había llegado a la mansión Onodera hacía ya 15años . Cuando sus padres la echaron a la calle al enterarse que esperaba un hijo de su novio de la secundaria, quién la abandonó al saberlo.
Con apenas 18 años, embarazada, sin hogar ni trabajo, su mundo parecía caer estrepitosamente. En medio de su desesperación, el amor hacia el pequeño ser que llevaba en su vientre le dio la fuerza para seguir adelante.
Encontró la solución a sus penas el día que conoció a la señora Onodera en una plaza, donde ésta paseaba con un bebé en sus brazos. Allí en esa banca desolada, humedecida por la reciente lluvia y las lágrimas de la joven, aquella señora le tendió la mano. La llevó a su casa, sin preguntas ni presiones.
La acogió bajo su protección y le dio un hogar, un trabajo y una nueva esperanza. Manami sentía que jamás podría agradecer lo suficiente por todo aquello.
Pronto se acostumbró a su nueva vida, trabajando media jornada como cocinera, ya que tenía talento para ello; y ocupando el resto del tiempo en el cuidado del hijo del matrimonio, Ritsu. Un pequeño bebé de cabellos castaños y orbes esmeraldas, dulce como la miel y lleno de una ternura embriagadora.
Y así pronto dio a luz a su hija, de cabellos castaños similares a los de Ritsu, y ojos avellana, los ojos de su padre. Pero a Manami eso no le molestó, si bien su hija no había sacado sus facciones, sino las de hombre que la abandonó en medio de su cobardía, ella adoraba al fruto de su primer amor, y ese día se prometió a si misma proteger con su vida a esa hermosa niña que llegó para cambiar su mundo.
Los años pasaron y los niños crecieron juntos, como casi hermanos. Manami pudo ir a una escuela de cocina donde perfeccionó sus habilidades gracias al apoyo del señor Onodera. Se realizó como profesional, creció como persona y destacó como madre. Ritsu se convirtió en otro hijo para ella, así como Ann para el matrimonio Onodera.
Jamás contempló la posibilidad de irse de aquella casa, ni se lo hubieran permitido. Allí era feliz, no podía pedir más. No le molestaba ser parte de la "servidumbre"; con gusto les servía a sus patrones, pues era su humilde manera de retribuirles todo lo que habían hecho por ellas.
Sin embargo al cumplir los niños 6años, se mudaron a Londres, pues el matrimonio Onodera debía trasladarse por motivos empresariales. Apenas bajó del avión Manami quedó maravillada por aquella ciudad. Su familia era humilde, así que ella jamás pensó conocer el mundo de esa manera, mucho menos vivir en ese lujoso penhouse, con una vista de ensueño en cada uno de los gigantescos ventanales.
Por insistencia del matrimonio,los niños fueron inscriptos en la misma escuela, en el mismo curso y en la misma clase. Manami tuvo sus dudas al respecto, temía que su hija fuera a sufrir por las diferencias sociales. Pero Ann era una niña simpática, bella e inteligente que contaba con la protección de Ritsu, así que finalmente todo marchó bien.
Hace unos meses habían vuelto a Japón, justo para el comienzo del curso escolar. Pero esta vez los jóvenes decidieron separarse. Ann ingresó a una escuela "para señoritas" y Ritsu a un instituto mixto. Ya tenían 15 años, comenzaban la preparatoria y era natural que quisieran hacer nuevas amistades.
Pero algo pasó: su pequeño se enamoró. Y allí estaba, frente a ella con sus esmeraldas rebosantes por su primera ilusión romántica. Y ella... Ella por supuesto lo ayudaría.
-De acuerdo niños, esto es lo que haremos -Ambos castaños observaron con expectación la enigmática mirada de Manami san.

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