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Una serie de eventos desafortunados por koru-chan

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Una serie de eventos desafortunados.

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Con la vista nublada y el pecho agitado me detuve a medio bajar en aquellas interminables escaleras. Apoyé mi hombro derecho sobre aquella pared impoluta mientras cogía mi frente con mi diestra y suprimía un sollozo que se alcanzó a oír ahogado. Suspiré calmando aquel llanto al posar una de mis manos sobre mis labios; aun cálidos y húmedos por aquel reciente beso que hizo estragos en mi cuerpo. Limpié mis acuosos ojos con el dorso de mi mano mientras nuevamente volvía a descender en aquellos interminables y solitarios peldaños.

Cuando las escaleras llegaron su término y puse un pie sobre la cerámica del hall mis oídos captaron una voz, una voz que se me hacía familiar. Sabía que no se trataba de alguien cercano a mí. Este particular timbre femenino me trajo un sin número de malos recuerdos y una angustia en el pecho me afloró de la nada; cuando al fin mi cerebro le había puesto un rostro a aquella voz, ya era demasiado tarde, alcancé a retroceder un pies cuando sus ojos se cruzaron con los míos y mi rostro palideció dejándome apreciar, en primera persona, a aquella mujer quien al instante enmudeció al verme asomar en aquel portal como una alma en pena.

La voz del longevo cuidador de aquel edificio era la única voz que ahora se percibía mientras se quedó con unos paquetes y sobres extendidos para que aquella fémina los tomase.— Señorita, aquí tiene. — articuló el portero al ver que aquella castaña lo ignoraba por mi reciente aparición en aquel solitario recibidor. — ¿Se encuentra bien? — preguntó el canoso hombre mientras la muchacha en cuestión atinó a únicamente sonreírle y coger lo que le estaba entregando, claro sin perderme de  vista  y una vez que tomó su correo y le agradeció al anciano, su bonita cara, al instante, se desfiguró; y no me esperaba menos…

—H-hola. — saludé mientras me mordía el labio inferior a la espera de un bombardeo de palabrotas por mi nada grata visita a su morada.

—¿Qué haces tú aquí? — fue su respuesta a mi saludo mientras me miraba con total repudio. — ¿Qué hace él aquí? — alzó la vista de mi para dirigirse al rubio tras de mi espalda, yo me giré levemente percatándome que este había ido por mí luego de mi furtiva huida, pero este, tras la incógnita de su novia se quedó pasmado y mudo.

— Una desagradable coincidencia.— Espeté caminando hacia la salida mirando como el conserje, ajeno a todo, se queda estático sin saber muy bien que hacer; el ambiente se había tornado denso.

Me abracé a mí mismo mientras perdía mi mirada a través de los cristales. Los truenos y el diluvio me demostraba que estaba aún atrapado en aquella incómoda situación; mi racha de mala suerte continuaría, al parecer.

Tras mi espalda podía percibir como la muchacha  le reclamaba a su novio y le pedía respuestas por mi desagradable presencia y todo en un tono chillón e histérico, suspiré mirando de reojo a Reita, este cruzó la mirada conmigo y luego rápidamente la devolvió a su novia quien le demandaba explicaciones. Rolé los ojos resignándome a esperar que el mal clima amainara, caminé hacia uno sitiales y me senté en aquellos elegantes sillones que habían en aquel amplio recibidor mirando de vez en cuando a aquella pareja, la cual terminó desaparecido  tras el pasillo que daba hacia los ascensores. Temblé levemente tenía frío y sentía como mi cabeza iba a estallar, llevé una de mis temblorosas manos a mi frente percatándome como esta hervía en fiebre. Me acurruqué en aquel sofá mientras miraba como el agua arremetía contra el pavimento con furia mientras sentí como mis parpados poco a poco comenzaron a pesar y en cosa de segundos caí dormido en un sueño pesado y  adolorido.

.

.

.

“—¿Más encima lo traes a la casa? ¡Cuánto descaro, Reita!—“

Me removí entre las mantas inquieto mientras mis tímpanos captaban unos timbres de voces alterados.

“—Guarda Silencio, quieres. —“

“— ¿Qué clase de relación tienes con él? ¿Se siguen acostando? ¡Suzuki, dime! —“

¿Qué ocurría? Me pregunté débil hundiéndome más en aquella calidez que me abrazaba.

“—¡Basta! Ya te dije lo que pasó, es mi culpa que esté así. ¡Déjame atenderlo hasta que se termine la lluvia y pueda llevarlo a casa! —“

“—Me repugnas… —“

Abrí mis ojos de golpe, tras un estrepitoso cierre de una puerta, sintiendo como las mantas aprisionaban mis extremidades y los álgidos sonidos del exterior taladraban mí cráneo. Miré a mí alrededor mientras tallaba mis ojos encontrándome en una habitación que conocía; había pasado noches inmemorables dentro de aquellas mudas paredes. Suspiré sentándome en la cama ¿Cómo había llegado ahí? me pregunté mirando como la lluvia golpeteaba las ventanas.

—Ya despertaste… — giré mi cabeza viendo como Reita traía una bandeja consigo. Cerró la puerta tras su espalda y se acercó a la cama.

—Tú me trajiste… no debiste. — articulé viendo como posicionaba la bandeja sobre el cobertor y me tendía un vaso con agua y una tableta.

—Te estabas congelando y además tienes fiebre, no te iba a dejar abajo solo. — cogí el vaso y el medicamento viendo como este ese sentaba a mis pies esperando que terminada de beber aquel líquido. Una vez que concluí con ello me acomodó la bandeja sobre mis piernas dejándome olfatear el delicioso aroma de aquella sopa recién hecha.

—Come lo que puedas y descansa. La lluvia no se va a pasar hasta la madrugada, así que no podemos hacer nada por ahora — me espetó mientras mis labios hicieron una mueca de disgusto por la situación. Tomé la cuchara entre mis dedos y comencé a revolver la sopa humeante para llevarme una pequeña cantidad hacia mis labios. Vi como Reita se alzó de la cama y fue hacia los cristales los cuales observó largamente a través de estos en completo silencio.

—Vas a tener problemas con tu novia después de esto… — murmuré captando su atención. Recordando que el diálogo anterior no había sido un sueño sino una reciente pelea de aquellos dueños del departamento.

—Ya hablé con ella. Si no quiere entender ni creer, yo no puedo hacer nada. — se giró mirándome detenidamente.  — mientras negué con mi cabeza y esbocé un tenue sonrisa dolida.

—Eres de las personas que no les importa lastimar a otros. — dije mientras lo analizaba con la mirada. Este esbozó una sonrisa que rápidamente cambió a un rostro serio. Se pasó una de sus manos por sus cabellos con nerviosismo y se sentó al otro extremo de la cama.

—No es así. Sólo estoy cansado de la falsedad… y de mí infelicidad.—

— Tú creaste todo esto. — articulé mordaz perdiendo mi mirada en aquel plato de comida.

—Me gustaría estar contigo… — dijo dejándome boquiabierto.

—¡¿Qué cosas dices?! — le espeté con el corazón saliéndome del pecho.

—La verdad. Te besé porque quería hacerlo, fue un beso sincero. — podía sentir como mi cara ardía, y no era precisamente por la fiebre.

—Que estás diciendo, Reita… — me mordí él labio inferior queriendo reprimir aquellos sentimientos que estaban, en aquellos instantes, a flor de piel. —¿Por qué ahora…? yo ya estoy en otro punto de mi vida, y no estoy para ser segundo de nadie, menos de ti. — Reita posó su palma sobre mi  zurda que apuñaba las mantas, bajé mí rostro observando como intentaba, con imposición, acariciar mi mano, pero yo estaba firme; no me dejaría llevar, no podía. Quité mí zurda de su fuero agarre alzando mi mirada con ira.

—Eres un mentiroso… — dijo muy cerca de mis labios. —Dime, dime a la cara que de verdad estas con alguien. — cerré mis ojos y los abrí decidido.

—Estoy… conociendo a alguien. — dije viendo la tristeza en su mirada dorada alejarse de mí.

—Come. — fue lo último que dijo antes de salir a través de aquella blanca puerta dejándome en completo silencio acompañado únicamente de los truenos y la lluvia abrazadora. No pude evitar sentir una dura angustia en mi pecho, una angustia que me golpeteaba por dentro por mi humana estupidez de no aceptar sus palabras, pero si sentía algo por mí, ¿Por qué no me había buscado antes?

.

.

.

Abrí mis ojos levemente en medio de la madrugada, parecía que la lluvia había cesado o se había debilitado, me acomodé en aquella ajena cama impregnada del aroma de aquel rubio y el de aquella chica. Quedé con mi cuerpo tumbado hacia los cristales donde, con la vista nublada, apreciaba el brillito tenue de las gotas que se habían quedado adheridas. Estaba nuevamente cayendo en un sueño cuando el ruido de la puerta de la entrada aquella habitación se abrió levemente y se cerró de la misma forma, escuché un tenue desliz sobre la alfombra hasta que de improviso este “alguien” alzó las mantas de la cama y se acomodó con dominación tras mi espalda, rodeándome con unos de sus brazos mi cintura, sabía quién era; no me inquieté por su presencia y permanecí en aquella posición sin girarme a la espera del motivo de su repentina presencia.

—Eres un maldito descarado. — susurré sin moverme sintiendo como alzaba la camiseta que él me había prestado.

—Te necesito. — sentí como su aliento susurrante chocó contra mi cuello y como sus sabidos dedos acariciaban la piel de mi vientre.

—¡Reita, basta! — me removí de sus brazos lográndome sentar arrodillado sobre el colchón este me cogió y me sentó sobre sus caderas pudiendo percatarme de una dura erección que se escondía bajo sus pantalones chocando contra mi trasero. Mi rostro se encendió y un sutil gemido se escapó por mis labios.

—¿Qué haces…?— susurré.

—No puedo dejar de pensar en ti… — recalcó mientras yo intentaba huir de sus brazos.

—Suéltame, me voy a casa…— dictaminé alzándome de su regazo para huir. Estaba amaneciendo como fuera iba a encontrar transporte.

—Ruki espera… — me empotró contra la puerta para evitar que saliera.

—Reita, no me puedes obligar a esto. ¡No quiero!— le dije interponiendo mi manos sobre su pecho, lo deseaba tanto como el me deseaba a mí, pero no podía ceder. Me mordí el labio inferior sintiendo como su boca se pegaba a mi cuello tan calientes y húmedos que sentía que me iba a derretir.

—Quiero borra las huellas que te ha dejado ese sujeto. — sus palabras en un tono bajo sonaban heridas. Cogió con desespero la goma de mi pantalón y la bajó  hasta la mitad de mis muslos dejando expuesto aquel miembro que se había erguido levemente. Se arrodilló sobre la alfombras y sin pensarlo se introdujo mi pene dentro de su boca. Sisee mientras cerraba los ojos y jadeaba levente.

—R-Reita, para… — aclamaba su nombre mientras intentaba alejar su cabeza de mi ingle, pero este luchaba en un vaivén nada gustoso, era una sensación diferente al placer que muchas veces había sentido con él. Las lágrimas arremetieron contra mis ojos, pero no las dejé salir. —Si me hubieras buscado, si de verdad me amabas como tantas veces me dijiste, habrías ido tras de mí, te habría perdonado y habría olvidado todo. —dije viendo como su rostro me observa desde abajo. —Yo no te quiero así, ¿Nuevamente por una casualidad? No quiero ser eso en tu vida. Quiero ser él chico que quieres, al que respetas. — espeté con la voz quebrada.

—De verdad te amo, Ruki, y de verdad me gustaría estar contigo, pero…—

—cuando ya no tengas esos “peros” en tu vida, búscame, siempre estaré ahí para ti. — le dije mientras me arrodillaba frente a él y depositaba un beso tembloroso en la comisura de sus labios. Alcé mi ropa viendo como tímidos rayos de sol intentaban surcar las densas nubes grises de aquel día. Cogí el pomo de la puerta y murmuré —Espero volver a verte, seguro será un instante más ameno que este. —

by koru

Notas finales:

Holis :3

"Esta continuación y final es para ti Yoshimi-san! gracias por leer y comentar. Me hizo eternamente feliz leerte C:" 

No tenía en mente continuar esta pequeña historia, pero ¿Por qué no darle un final? Espero que de verdad les haya agradado o por lo menos entretenido.

Nos estamos leyendo. Gracias!


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