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War of hearts. por FumiSaho

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Notas del capitulo:

Hello, personas!! :) Hace mucho no nos leemos los textos y lo siento, he estado acomodandome con los horarios de la escuela y pos, bueh. :D 

Les dejo el capitulo y espero que les guste. x}

 

 

 

El cansancio en sus piernas no regresó, en cambio parecía que le habían brotado raíces dejándolo plantado en aquel extremo de la calle y aunque el semáforo de peatones le decía que podía pasar, no se movió. Su corazón latió deprisa, su cerebro le gritaba moverse rápidamente, que no perdiera la oportunidad de hablar con Seijuuro y aclarar todo, mas sus músculos parecían agarrotados. Sus ojos reacios a dejar de ver a las dos personas que ahora hablaban sin alejarse mucho del otro, notaron de reojo que el semáforo parpadeaba para volver a dar paso a los vehículos, y como si esa fuese su señal, corrió. Cruzó la calle velozmente mientras Seijuuro se adentraba al interior de la cafetería para poder salir. El estruendo de las bocinas de los autos no asustó a Furihata, sino que únicamente lo impulsaron a ser más rápido.

—Sei… —habló apenas lo vio cruzar la puerta de la cafetería.

Seijuuro levantó la mirada sin una pizca de interés fijando sus ojos en los de Furihata, a quien le recorrió un súbito sudor frio por toda la columna. La sonrisa que vio nacer de los labios rosados del pelirrojo, le erizó la piel.

—Furihata Kouki. —murmuró enarcando una ceja para inmediatamente observarlo de pies a cabeza.

—Tu… No eres Sei. —aseguró Kouki notando el extraordinario brillo que el sol le otorgaba a su ojo izquierdo. La esencia de Seijuuro no era la misma, no se sentía igual. Esta vez parecía emanar un aura de peligro que advertía mantener a todos alejados.

—Por supuesto que lo soy. —aseguró dejando salir una risilla un tanto burlona. —¿Cómo fue tu cita con Hiroshi?

—¿Quién eres? —preguntó con desagrado aquel chico alto y rubio que apenas salía de la cafetería. La forma de hablar japonés fue graciosa, pero no para reír. Desvió los ojos hacia el extranjero, que derrochaba desdén hacia su persona.

—Furi… —la voz en su garganta parecía haber desaparecido, así que carraspeo para aclarar su garganta y volver a hablar con vergüenza. —Furihata Kouki. Un placer. —inclinó su cuerpo para un correcto saludo formal, debía sacar los modales que una vez le fueron instruidos, no quería ser descortés.

—Hmph. Eres más corriente que los demás. —siseó evitando mirarlo mucho tiempo. A Nash le desagradaba tener mucho contacto con quienes no cree que estén a un buen nivel de importancia.

—Tiene más modales que tú, Nash. —objetó Akashi sin darle tanta importancia. Le dirigió una mirada de soslayo al castaño que parecía confundido, pero continuaba con los ojos puestos en su persona. Sacó de su saco la cajetilla de cigarros junto con un encendedor.

Kouki admiró la elegancia de cada uno de sus movimientos, desde la forma de agarrar un cigarrillo, acomodarlo en su boca y guardar la cajetilla antes de encender el cigarrillo. Si bien Akashi se caracterizaba por ese aura tan finita y ajena a todos, ese no era el Seijuuro que conoció en primavera.

Vaya, primavera y ahora estaban por entrar a agosto. El tiempo solo había sido una palabra que apenas cobraba sentido.

—¿Qué haces por aquí? —preguntó Seijuuro mirando la hora en su reloj. En cuestión de un par de minutos llegaría su chofer. Exhaló el humo hacia un lado, no queriendo que este llegara de lleno a Furihata.

—Estaba en casa de Fukuda. —respondió en automático. No debía estar ahí. No pertenecía a ese ambiente tan contrariado al confort que sentía al hablar con Seijuuro.

—Ya veo. —murmuró con fastidio poco disimulado al darle una nueva calada al cigarro.

El silencio entre ellos surgió como ocurría cada vez que se encontraban, solo que la diferencia entre esta y muchas veces anteriores, era incómodo. Furihata sintió sus manos temblar y las apretó en torno a la correa de la mochila que cruzaba su pecho. Las ganas de platicar con Akashi se desvanecieron rogando por alguna vía de escape que le dijera que mañana estaría mejor y no tendría la impresión de estar hablando con otra persona.

—Si aceptas mi oferta te daré una nueva imagen para que tu compañía no se vea tan vieja. —propuso Nash con una sonrisa renovada ahora que ignoraba olímpicamente la presencia de Kouki.

—Mi compañía no se caracteriza por la apariencia. Si bien viene siendo cierto que los cambios son buenos, se nos ha identificado por la sobriedad de la imagen que proyectamos.

Fue desconcertante y más aún incomodo el no entender a que se referían con su plática. Obviamente Kouki supuso que discutían cuestiones del trabajo, cosas que Furihata aún no sabía porque apenas sabia aspectos de Akashi, pero eran cosas que quería saber.

Un auto negro y brillante se detuvo delante de ellos. Brillaba como nuevo y el sol le confería más resplandor. Un hombre vestido con un traje negro, salió para saludar a los presentes e inmediatamente abrirle la puerta a Akashi.

—Si me disculpan, tengo otros asuntos que atender. —apagó el cigarrillo en un contenedor de basura dejándolo ahí mismo. Avanzó hacia el vehículo deteniéndose entre la puerta y la entrada al asiento trasero. Miró directamente a Furihata y este le devolvió la mirada tratando de descifrar si ese comportamiento siempre había estado ahí. —Respecto al Gozan, ¿has cambiado de parecer?

Aquella pregunta tomó por sorpresa a Furihata. Sus pensamientos se vieron desorganizados, su boca se abrió sin proferir palabra alguna y la vergüenza subió despacio hasta su rostro. Había estado tan absorto en Seijuuro, que no fue capaz de obtener una respuesta neuronal.

—Te llamaré en la semana. —dicho esto entro y la puerta se cerró con ayuda del chofer que volvió también al auto. Al cabo de un par de segundos, este arrancó perdiéndose entre las calles y autos.

—Deja que su capricho se lleve a cabo y se olvidara de tu nombre. —comentó Nash con hostilidad en la voz. Furihata volvió la mirada hacia aquel muchacho tan alto. Sus ojos color cielo llamaban mucho su atención. —Él solo quiere saber qué se siente coger con un simplón como tú. —agregó ante la confusión del castaño. Coloco una de sus manos sobre el hombro de Kouki e inclinándose un poco más, agregó: —reconoce tu lugar, Furihata Kouki.

La mano de Nash se deslizó con lentitud fuera del hombro de Furihata avanzando al lado contrario, donde se subió a un auto no menos lujoso que en el que se había ido Akashi, dejando a Kouki con impresiones equivocas y un tifón de sentimientos que se arremolinaban en todo su ser con el único propósito de batallar una contra otra por la dominancia en la mente del castaño.

Y tristeza e ira ganaron.

 

 

No supo cómo lo hizo, pero llegó a su casa. Apenas cerró la puerta, su puño derecho azotó contra la pared. El aire ya no entró con la misma facilidad de apenas unos segundos, su pecho parecía estar vacío, ser más grande de lo normal y sin cupo en su caja torácica. Ardía, por lo que se sentía ahogar.

—¿Kouki? —su madre apareció desde la sala. Un tanto alarmada por ver una reacción tan violenta por parte de su hijo más amable y tímido, se acercó al ver la sorpresa que en los ojos castaños de Kouki se asomaba.

—M-mamá. ¿Qué haces tan temprano en casa? —preguntó haciendo acopio de toda fuerza de voluntad para que su voz no quebrara delante de ella.

—Están empezando las remodelaciones y me dieron el día libre. ¿qué te paso? —cuestionó sin dejar pasar de largo lo que su hijo parecía querer evitar. —¿fue Hiroshi?

Kouki, con los hombros hacia abajo exponía su tristeza sin tener que proferir palabra. Negó con la cabeza sacudiendo su cabello. Sus ojos que miraban el suelo, ardieron y de inmediato sintió como el labio inferior temblaba para inmediatamente dar paso a esa acuosidad salina que invadió a sus ojos por completo.

—Kouki… —musitó con miedo. Algo le había sucedido a su hijo y estaba llorando. Se acercó deprisa abrazando a Kouki, quien de inmediato le devolvió el gesto aferrando entre sus brazos el torso de su progenitora. Entonces, y solo entonces, lloró como no lo hacía en tanto tiempo. Dolía tanto el saber que te gusta alguien y que esa persona se comporte tan fríamente. No era para sorprenderse, después de todo Akashi no lo sabía. El aliento se le iba entre gimoteos que intentaba recuperar para que el pecho y la garganta que amenazaba con asfixiarlo, dejasen de doler.

 

 

 

 

Múltiples sentimientos se plantaron en su mente.

Las cosas estaban tensas entre ellos. Era inevitable, pero de alguna manera lo habían sabido sobrellevar para poder trabajar bien juntos. Takao lucia alegre cada vez que conversaba con alguien desde su teléfono y pronto se enteró de que esa persona con la que hablaba era Aomine.

Celos.

Aomine y Takao abandonaban juntos el hospital y Shintarou no podía replicarles nada. Simplemente se quedaba callado, guardaba sus comentarios y se enfocaba en el trabajo y pacientes que esperaban por él. Una vez por andar distraído, se cortó con la aguja que planeaba usar para sacar sangre, ¿Cómo lo había hecho? Ni él tuvo idea alguna.

Desconcierto.

Su relación con Kise iba bien, o eso se decía. Era confortante saber que alguien esperaba por él, preguntaba por sus avances y su salud sin ser de su familia. Le agradaba la compañía del rubio porque, aunque no lo pareciera, era bastante serio cuando debía serlo. Ryouta tenía los pies en la tierra y su gusto por Midorima asegurado.

Vergüenza.

¿Cómo podía ser que Midorima Shintarou no estuviese seguro del paso que daba? Quería a Kise, pero sabía perfectamente que no de la misma forma que tanto había querido a Takao.

El odio hacia su persona y el desagrado que sentía hacia sí mismo por estar saliendo con Ryouta y darle la esperanza de que algún día podía quererlo, hizo mella en su cuerpo llevándolo a un colapso repentino. Por supuesto, la primera persona en ser llamada fue Ryouta, ya que la familia de Shintarou se encontraba disfrutando de vacaciones.

En cuanto despertó, notó que Ryouta parecía desanimado, le ofreció fruta y Shintarou la recibió agradecido, incluso comió sujetando la mano de Kise, pero no animó al rubio ni en ese momento ni pasados tres días.

 

 

 

 

Su respiración era errática. No podía sacarse de la cabeza la imagen de Kouki y las diferentes expresiones que presenció en la tarde. El cigarro que descansaba en el cenicero se había consumido por completo sin que Seijuuro le diera más que un par de caladas. En un vano intento por deshacerse de esa desazón en el pecho, peinó sus cabellos hacia atrás al tiempo que soltaba un profundo suspiro.

Pocos minutos pasaron cuando recibió un mensaje de Midorima pidiéndole que por favor se presentara en un restaurante familiar bastante cercano. La razón era simple: Shintarou salió con Ryouta al tan famoso restaurante, sin embargo, también estaban ahí Daiki y Kazunari. Los celos de Shintarou obligaron a la pareja a acompañar en su comida a los otros dos. Sin embargo, todo se estaba poniendo de cabeza.

Seijuuro, confiado en poder solucionar su problema y de paso alejar de su cabeza el recuerdo de un Kouki abatido, acudió sin mucha demora al lugar. Lo que no esperaba era que al llegar encontrara a Fukuda acompañado de una chica de corta cabellera negra, piel bastante bien cuidada y labios de un rosado que no pasaba desapercibido por que el brillo reflejaba cualquier luz. La chica no era fea, pero si común.

El mundo era un lugar muy pequeño.

Luego de saludar a los presentes, tomó asiento en una posición donde pudiese ver del todo a aquella pareja y eso era estar entre Aomine y Takao.

Así que Kouki estaba desganado por ese tipo. ¿y porque no se lo había dicho? ¿Qué no se supone que ellos hablaban incluso de las personas de las que gustaban? ¿acaso Nash le había intimidado? Mientras una pregunta surgía después de otra, observaba a Fukuda ser amable y delicado con aquella chica que no era su pareja. Sus dedos tamborileaban expectantes y Kise solo quería irse. No estaba cómodo, pero Midorima había insistido en salir a comer juntos.

El ambiente estaba ligeramente tenso, aunque Aomine había querido entablar una conversación casual con Midorima, no pudo. Le molestaba ver que el peliverde mantenía sujeta la mano del rubio. Era como una advertencia no proclamada, como cuando te amenazan solo con un gesto corporal. A la llegada de Akashi no reaccionaron con gran expectación. Cada uno de ellos sabía que Seijuuro no les prestaba atención por estar totalmente concentrado en un punto que no descifraron. Así que se habían quedado igual que antes.

—¿Y… como es que son tan cercanos? —preguntó Ryouta queriendo suavizar el ambiente.

—Eso ya lo habían comentado, Ryouta. —le recordó Shintarou preguntándose por lo disperso que se encontraba su pareja.

Pero el intento falló a grandes escalas y Aomine solo lo miró con cara de pocos amigos antes de levantarse estrepitosamente de su silla. El ruido tan chirriante llamó la atención de varios y entre ellos, Fukuda, que divisó a Seijuuro y retiró abruptamente la mano que tenía acariciando la de Miko.

La sucesión de eventos fue una ajena a la otra:

En una mesa, el castaño nervioso, le pedía a su novia retirarse del lugar rápido.

Seijuuro descruzó las piernas y se levantó con una media sonrisa grabada en sus labios.

En la misma mesa Aomine arrebata la mano de Kise del agarre de Midorima para tomar su muñeca y obligarlo a abandonar el restaurante. Midorima y Takao, que no daban crédito a lo que ocurrió en cuestión de segundos, continuaron mirando la puerta de cristal balanceándose con un suave e imperceptible rechinido.

—No creí que fueses de tan mala calaña. —admitió Seijuuro metiendo su izquierda al bolsillo de su pantalón.

—Debes estar feliz. —arguyó Fukuda con desagrado. Seijuuro enarcó una ceja ante el atrevimiento de Hiroshi para hablarle de esa manera.

—Creo que el más feliz aquí, eres tú. —aseveró avanzando un paso hacia Hiroshi, quien retrocedió en automático cayendo hacia el asiento acolchado de la misma mesa donde estaba Miko mirándolos preocupada. —Kouki estaba hasta hace poco en tu casa y ahora… Quién lo diría, ¿no? Tanto lo alejabas de mí y al final tenías otras intenciones.

—No me vengas con eso. —volvió a hablar Fukuda con el enojo proliferando de su sistema denotándolo al ceñir bajo sus puños, la tela del mullido sofá. —Yo no era el único con dobles intenciones. ¿Qué hay de ti? Para ti no era un amigo. ¡Nunca lo viste así!

Los ojos de Seijuuro no intimidaban a Hiroshi, o si lo hacían, no lo expresaba mucho, puesto que a pesar de que lo miraba desde abajo, sus ojos castaños radiaban ira. Su sonrisa se ensanchó.

—Cierto, pero nunca se lo oculté. No me compares contigo. —murmuró sin más interés en Hiroshi. —Te doy una semana para que Kouki sepa todo.

—¿Qué?

No era que no hubiese escuchado, sino que no se creía que Furihata no le hubiese dicho ya lo que había visto en su apartamento. Seijuuro no se molestó en repetirle las palabras, dio media vuelta y salió por la misma puerta que Aomine hace un par de minutos. Y el cometido de Seijuuro simplemente no pudo ser. Ahora el rostro de Kouki aparecía en su mente y esta vez no creía poder deshacerse de él.

 

 

Notas finales:

Que tal?? :) Les gustó?

Nos vemos en la actualizacion!! :}


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