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War of hearts. por FumiSaho

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Notas del capitulo:

Hola, personas!!! 

Perdon por no subir el capitulo el fin de semana pasado, pero no me convencia del todo y lo reescribí. 

Como sea, agradeciendo su paciencia, subo el capitulo antes. :)

 

 

Desde la tarde le habían llevado numerosos mensajes a su teléfono, sin embargo, no había podido leerlos porque la cafetería estaba tan repleta de clientes que tuvo que cubrir también la parte de meseros que faltaban. Le hacía ilusión el pensar que eran mensajes de Seijuuro, el corazón también le palpitaba con fuerza, golpeando su pecho en cuanto lo pensaba. Quería leerlos, pero no fue hasta su descanso que pudo sacar el móvil de su pantalón.

Los cuatro mensajes eran de un número desconocido y solo uno de Seijuuro, donde le decía que preparara su equipaje y pidiera tiempo en el trabajo. El primero no daba ninguna pista sobre el remitente, solo le enviaba saludos. Pensó que pudieron haberse equivocado de número y lo ignoró, pero el segundo mensaje anulaba esa posibilidad.

 

>> Hey, Furihata Kouki, contesta. <<

 

Ante la incertidumbre, no esperó a leer los siguientes dos mensajes, llevándose una sorpresa en el tercero.

 

>> ¿Ya sabe Seijuuro que te gusta? <<

 

Furihata de inmediato supo de quien se trataba.

 

>> Yo le puedo decir si no contestas.
El silencio otorga. <<

 

Sin perder más tiempo, tecleó tan rápido como sus dedos le permitían, pidiéndole a Nash que no le dijera nada a Seijuuro. El mensaje fue enviado con éxito cuarenta minutos después de recibir el ultimo por parte del rubio.

Le temblaban las piernas, impaciente porque llegara la respuesta. Lo sabía. Sabía que Nash debía tener alguna razón para no delatar que lo había golpeado. No fue difícil deducir que Kawahara le había dado su número a Nash. Kawahara era amable y procuraba a sus amigos, así que darle el número de Furihata a Nash, que le había dicho que al cambiar de teléfono se perdieron sus contactos, no fue nada más que un acto de amabilidad pura.

Sus pies golpeaban arrítmicamente el suelo mientras esperaba. El apetito huyó y el sándwich de pollo con pan tostado, quedó intacto al igual que el agua mineral que tenía frente a él. Mantuvo el teléfono en su mano, a la espera de que este brillara, alertando la entrada de un nuevo mensaje. Parecía que hubiesen transcurrido varios minutos, pero apenas eran dos. Liberando un suspiro, concluyó que mirando el teléfono no iba apresurar las cosas, así que lo dejó en la mesa y procedió a morder el sándwich.

—Está pesado el día, ¿eh? —habló Hori, una de sus compañeras, sentándose frente a él.

—Si. —asintió dejando de lado el asunto del mensaje. — Esto solo sucede en las mañanas y noches. No sé porque se tornó así esta tarde. —comentó Kouki contemplando el menú de su compañera. Parecía que le gustaba la carne.

—Oye, Furi kun, ¿tienes novia?

—Nope. —negó dándole otro mordisco a su sándwich. —¿tú sí?

—Hmm… Sí, pero siento que ya no es lo mismo. ¿Puedo contártelo? —preguntó con pena. Sus ojos oscuros parecían ansiosos de desahogarse.

—Claro. —asintió Furihata con gusto. Sabía que no podría hacer mucho más allá de escucharla y darle un consejo, el que más considere apropiado. Justo como lo hacía para Hiroshi. No era por alardear, pero sus consejos habían hecho que sus relaciones duraran más de unas semanas.

—Tengo dos años de salir con él. Aunque no éramos los más cariñosos, nos dábamos nuestro lugar. Con lo de la universidad nos separamos, porque yo vine a Tokio y él vive en Nagano. Las cosas iban bien hasta hace dos meses. En ese momento solo parecía que yo iba a Nagano solo para tener sexo, pero ahora no tiene tiempo de verme, no tengo como comunicarme con él porque no tiene celular y tampoco usa algo en internet. Solo puedo marcarle a su casa o visitarlo cuando voy a Nagano con mis papás, pero nunca está y su mamá no es la persona más amable del mundo… estoy de acuerdo en que puede que no tenga mucho tiempo y que esté trabajando, pero, ¿no puede ni hacer una llamada? —en ese instante la voz de Hori se quebró y espesas gotas cristalinas brotaban de sus ojos. —Es horrible, Furi. ¿Por qué si ya no quiere estar conmigo, no me lo dice? Puede que me duela, pero puedo enfrentarlo…

Kouki sintió una punzada en su pecho. No le gustaba ver a sus amigos tan tristes porque lograba sentirse de la misma forma. Empatizaba y deseaba ayudar en algo. Sacó el pañuelo que siempre llevaba consigo y se lo ofreció a Hori, limpiando sus ojos, pues ella cerraba con fuerza sus puños sobre su mandil.

Hori era una chica muy agradable, o por lo menos le agradaba a Furihata. Era entusiasta con el trabajo y a pesar de que había entrado hace escasos tres meses, se movía con agilidad y las tareas las hacía en su tiempo libre. Su cabello corto hasta los hombros era ondulado y cuando no lo llevaba en una pequeña coleta, lo peinaba con unas trenzas que ataba en su nuca. Su rostro era bastante bonito y cuidado… ¿porque alguien sería tan cruel con una persona tan hermosa?

La chica tomó el pañuelo agradecida con Kouki y sonrió con resignación.

—Esto no deberías hacerlo tú, Furi kun. —rio sin querer hacerlo de verdad. Solo era lo hilarante de la situación lo que le hacía reírse de sí misma.

—No tengo algún problema. —aseguró Kouki entendiendo que Hori quería que su novio estuviese a su lado y no el. Era entendible, las personas preferían estar junto a la persona que querían en lugar de alguien que solo podía escucharlas.  —Pero, personalmente creo que, si no es él, debes ser tu quien corte la relación. Esto no le hace bien a ninguno de los dos.

—Oh, oh. —alguien entró a la sala de empleados, llegando con su almuerzo. —Furi hizo llorar a Hori. —apostó sentándose junto al castaño. — ¿Qué hizo, Hori? ¿Quiso ensenarte sus abdominales? Ya lo vi y apenas se le marcan. Bastante pobre, en mi opinión.

—¡Por supuesto que no, Sawamura! — replicó Kouki avergonzado.

—¡Jaja! No te pongas colorado. —se burló a sabiendas que el color incrementaría en el rostro de Furihata.

 

Al final del día, Furihata se encontraba rendido. No revisó su teléfono hasta salir del trabajo, sin embargo, fuera del mensaje de su hermano, no tenía nada nuevo. Ningún mensaje de Nash, o una llamada que hubiese pasado desapercibida. Nada.

Sin más por hacer, subió al autobús que lo llevaría a la estación cercana a su casa.

 

El miércoles, cuando estaba a cuatro días de irse a Kioto con Akashi, vio a Nash frente a él, pidiéndole un café moca.

—Hola. —saludó con media sonrisa expandiéndose en sus labios delgados.

—Hola. —Furihata correspondió el saludo. El nerviosismo corría por sus venas, haciendo que las palmas de sus manos temblaran con sutileza y parecieran sudar.

—Al final investigue donde trabajas. ¿A qué hora estas libre?

—Tengo media hora para almorzar a las siete. —contestó en automático sin despegar la mirada de los ojos brillantes del rubio.

—De acuerdo, vendré a esa hora.

—Aquí tiene. —le dio Hori su café moca con leche de coco. Su nombre estaba escrito en el vaso. Su sonrisa se expandió.

—Gracias. Hasta entonces, Furihata Kouki.

La camisa roja a cuadros que llevaba, se le ceñía de una forma discreta al cuerpo, denotando los músculos que componían su espalda y brazos, los cuales llevaba descubiertos por las mangas tres cuartos. Los jeans estaban aparentemente desgastados, pero se veía muy bien. Atraía las miradas de todos no solo por ser extranjero, sino que se le sumaba su altura y gracia.

—Furi, ¿ese chico es amigo tuyo?

—Eh… algo así. —confirmó mirando de reojo como Hori parecía encantada con el aspecto de Nash.

Segundos después, Kouki cayó en la cuenta de lo familiares que habían actuado, con una conversación tan fluida que era increíble. No notó si llevaba algo en su nariz, pero por como lo había observado Hori, no debió de llevar nada. Dejando eso para luego, ¿Cómo había encontrado su lugar de trabajo? ¿Kawahara se lo habría dicho? No. Furihata había conversado con él en la noche, encontrándose en la tienda de conveniencia pues fue a comprar espirales de insecticida para poner en el jardín. Kawahara solo había preguntado si su amigo extranjero había llamado para informarle su estado de salud.

Con sospechas en la cabeza, solo esperó porque llegara su descanso. Las horas transcurrieron en un santiamén. Hori tomaba su descanso a la misma hora, así que disculpó antes de quitarse su mandil y salir a la terraza, donde Nash lo esperaba desde hacía seis minutos. su almuerzo constaba de dos sándwiches de atún y un jugo de naranja. Parecía un desayuno, pero le gustaba llegar a casa con estomago para degustar de la buena comida de su padre.

—Es bueno el café.

—Gracias, es importado de Latinoamérica. ¿Cómo supiste donde trabajo?

—Contactos. —solo dijo eso. —Toma asiento. —pidió señalando con la mano la silla frente a él.

—¿También sabes dónde vivo? —inquirió Furihata arrastrando la silla hacia atrás.

—Eso me lo dirás tú.

El ambiente en la terraza era cálido, pero el viento soplaba frio, colándose entre las telas de su uniforme. El cielo aún era claro, el crepúsculo comenzaba a desaparecer entre los edificios más altos, arrebatándole al cielo esos colores naranjas para dejar únicamente el azul ultramar engalanado con la luna siendo apenas un medio circulo. Sin hacer mucho escándalo, pero precavidamente, se sentó dejando su charola de plástico en la mesa.

—Entonces no sabe que te gusta. — aventuró acariciando con la yema de sus delgados dedos, el contorno de la taza de cerámica blanca.

—¿Cómo lo supiste?

—Se te nota en toda la cara. —sonrió con sorna. Furihata desvió la mirada un tanto avergonzado.

—No viniste a decirme eso.

—Ciertamente. —se acomodó en la silla de mimbre, irguiéndose para estar un poco más cerca de Furihata, quien en la propia silla retrocedió recargándose en ella. —¿Sabes Furihata? El día que te conocí estaba a nada de firmar un patrocinio con la empresa de Seijuuro y cuando llegaste no culminamos en nada, por eso me enfadé de sobremanera. Si no te molesta, quisiera conocerte, comenzar de cero. ¿Te parece?

La manera en que Nash le miró y el sonido tan sincero de su voz, le advertían a Kouki que Nash no bromeaba, que de verdad quería hacer borrón y cuenta nueva, pero las experiencias pasadas le llevaban a desconfiar, si no de sus razones, de su honestidad.

—¿Sin rencores? —preguntó Furihata. Parecía un conejito asomándose desconfiadamente de su madriguera, pensando en si salir sería correcto o no.

—Sin rencores. —confirmó Nash mientras una sonrisa traviesa se asomaba de entre sus labios tibios. 

 

 

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado. :D

Bueno, aprovechando que pasan de las cinco del sabado en España, lo subo antes pues aqui en México pasan de las diez. xD 

Nos vemos en la actualización. :}


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