Me gustaría decirte...
Que no me interesa nada de ti...
Que mi corazón ya no te pertenece...
Que el tiempo no se congela cuando estás junto a mí...
Que mis manos no tiemblan al verte...
Que mi cuerpo no se erizaba al escuchar tu nombre...
Que mi piel no vibro al ser tocado por ti o...
Que mi corazón no dejó de latir al ver tu sonrisa...
Me gustaría decirte muchas cosas, y engañarme ciegamente fingiendo que lo nuestro no pasó.
¿Cómo te conocí ? Me pregunto la chica pelirosa, con sus ojos expectantes y yo la mire un rato...
Esa era la parte que más me costaba olvidar, y la que más se empeñaban en recordarme.
El día que te había conocido.
Recuerdo que...
Tú estabas frente a un gran edificio, parecías molesto por algo y yo choque sin querer contigo cayendo al suelo, tú volteaste enfadado pero yo quedé prendado de tus ojos color ónix de esos ojos que mostraban un cielo nuevo, no preste atención a lo que decías y solo note que me hablabas cuando te incaste a mi lado mirándome con preocupación.
¿No podía haber sido más tonto ?
¡Si! Balbuce palabras incoherentes y vi crecer una sonrisa en tus labios que terminó cautivándome mucho más de lo que habían hecho tus ojos. ¿Desde cuando la noche me gustaba tanto? te pregunté y tu reíste extendiéndome una mano para ayudarme a levantar.
Murmuraste tu nombre, todo se detuvo por unos instantes y mi cuerpo fue invadido por pequeños escalofríos que terminaron erizándome la piel.
Sasuke, escuche y sentí tu voz como la fina seda al contacto de la piel, suave y dulce, demasiado refrescante y te sonreí.
Preguntaste si estaba bien pero de nuevo estaba ausente perdido en el sonido de tu voz, en lo brillante de tus ojos y en la tranquilidad que brindaba a mi corazón tu sonrisa.
Trate de decirte que si pero volví a sentir la suave piel de tu mano tomar la mía y sentí mi cuerpo vibrar de placer al ser tocado por ti.
Recuerdo que esa noche me llevaste a cenar a tu restaurante preferido y cuando trate de pagar te negaste haciendo que le mesero solo te hiciera caso a ti.
Cuando llegó el momento de separarnos tú insististe en acompañarme a casa y yo accedí, recuerdo que en ese momento no pensaba mucho... Solo estaba pendiente de tus acciones, de tu sonrisa, de tus ojos, de tu forma de caminar, del sonido de tu voz.
Creí que no lo habías notado, el repentino interés que creció en mi, pero la verdad fue, que yo no noté que era el mismo que había crecido en ti.
Por eso me sorprendí cuando me tomaste de la mano frente a la reja de mi casa y me acercaste a tu cuerpo para preguntarme en el oído si creía en el amor a primera vista.
Recuerdo que no hice nada para retenerte cuando te alejaste de mi.
¿Cómo fue nuestra relación ? Escuche que preguntaba otra persona cerca de mí y sonreí al recordar.
Una relación intensa, cambiante, de altas y bajas pero sobre todo llena de amor...
Y recordé aquel día que salimos a la playa, yo estaba entusiasmado ese día y no podía controlar mi cuerpo, la emoción se me salía de las manos y tú te burlabas de mi, diciéndome que más que novios parecíamos una pareja de padre e hijo.
Yo me enfadé contigo y comenzamos a discutir, tú te alejaste de mi adentrándote al gran mar que se extendía ante nosotros y yo me senté enojado frente a la sombrilla que habías puesto para el sol.
Recuerdo que ese día mientras te admiraba bajo el sol, me di cuenta de lo mucho que te amaba, de lo mucho que quiera estar contigo y a pesar que el enojo ya no estaba en mi, mi orgullo peso más y no quise ir a tu lado, decidí darte la espalda y comenzar a dormir cuando sentí tus grandes brazos rodear mi cuerpo, me pediste perdón en el oído y yo me giré para besarte.
Ese día terminamos en el hotel, me hiciste el amor toda lo noche y yo no podía más que repetir cuánto te quería, en un intento de cubrir a que el sentimiento más intenso que me llenaba, recuerdo que al terminar me tomaste en tus brazos y me hiciste recostarme sobre tu pecho, dejando que tu calor envolviera mi cuerpo y cuando escuche salir de tu boca las palabras que ansiaba oír mi alma miles de sentimientos me inundaron, al mismo tiempo que una paz cegadora me invadía.
¿Cómo era posible que lo sintiera todo y al mismo tiempo no sintiera nada ?
Me pregunte en ese momento y no me pude contestar...
Pero después...
Con el tiempo entendí, que tú eras así de intenso...
Como el fuego al propagarse, solo era necesario un simple toque, para prender todo a tu alrededor y así lo hiciste conmigo.
Prendiste todo a tu paso, incendiaste mi corazón, condicionaste mi existencia a la tuya, encendiste mis sensaciones... y me obligaste a vivir de una manera que jamás pensé que podía.
Me enseñaste a amar.
¿Cómo una persona podía darte todo sin entregar nada ?
Recuerdo que me pregunte la última noche que estuviste conmigo, ya era noche y tú me habías hecho el amor, nos habíamos amado sin restricción, pero sabía que algo te preocupaba.
Tus manos tocaban mi cuerpo con las mismas ansias que lo hace un ciego la primera vez que ve. Parecía que querías grabar todo de mí y yo sonreí burlándome de ti, te llame exagerado esperando que me atacaras de regreso, en ocasiones nuestro único juego consistía en ver quién podía conseguir el insulto más horrible, pero esta vez no me contestaste y supe que algo iba mal.
Te pregunté qué pasaba pero tú te negaste a contestar, me dijiste que no tenias idea pero que algo te inquietaba y yo sonreí tratando de tranquilizarte, te abrase con fuerza repartiendo besos en tu cara y cuando vi que el sueño comenzaba a ganar terreno en ti comencé a masagear tu espalda para relajarte lo suficiente y así te dejaras vencer por el sueño, cuando te dormiste lo único que hice fue observarte, te observe por horas también tratando de guardarte en mi memoria, de repente la misma inquietud que te invadía a ti la comencé a sentir yo, en un arranque de desesperación te abrace y murmuré en tu oído lo que nunca me había a Treviño a decirte.
Te amo dije y sonreí cuando tú me contestaste entre sueños.
Y después, todo se oscureció también para mí...
Ese día trate de aferrarme a ti, te implore que no te alejaras de mí, pero me sonreíste con esa sonrisa que detenía mi corazón y por un momento sentí que el tiempo se detenía, me aseguraste que no iba a pasar nada y te creí a pesar que que todo mi cuerpo me pedía a gritos que te impidiera salir de casa.
Pero entendía que tu trabajo era importante y me retire de la puerta recibiendo un único beso como despedía.
Me senté en el sofá dispuesto a esperar toda la tarde por ti, pero conforme las horas pasaron la desesperación creció, tome el control remoto de la tele y la prendí escuchando las noticias, extrañado de no haber visto mi celular en todo el día me pare a buscarlo y lo encontré bajo la cama, cuando lo vi me sorprendió la cantidad de llamadas que tenía tuyas estaba apunto de marcarte cuando un único mensaje apareció en la pantalla.
Regrese a la sala abriendo el mensaje cuando las palabras de la conductora en la tele me hicieron mirar la pantalla, frente a mí una escena se convertía en mi pesadilla el jet privado de la empresa Uchiha estaba destrozado, abajo de las imágenes un pequeño letrero se repetía en mi cabeza, "no hay sobrevivientes " comencé a sentir las lágrimas escurrir por mis mejillas cuando el sonido del teléfono al impactar con el suelo me atrajo a la realidad, lo tome en mis manos con la pequeña esperanza de que todo fuera una broma de mal gusto y el mensaje en la pantalla lo comprobara pero no fue así.
El pequeño y solitario mensaje con apenas cinco letras hizo a mi mundo desmoronarse.
Te amo.
Fueron tus palabras de despedida para mí...
Las palabras que más repites en mis sueños...
Me gustaría decirte muchas cosas...
Para olvidarme de ti...
Para olvidar tu sonrisa...
O tu voz pronunciando mi nombre...
Me gustaría decirte muchas cosas...
Para no volver a sentir...
Entre ellas...
Que nunca te Ame.