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Cambios. por lucy11

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Notas del fanfic:

Bueno espero les guste, siento que no esta del todo bien :( 

Y pues ¡Hell yess! es el oneshot más largo que he escrito(? :'v me siento tan realizado por eso xD

En fin disculpen cualquier error de ortografía o de narración.

Tres de Febrero del año 1968, falleció el emperador Kozo Shirogane, dejando como sucesor a su único heredero, su hijo Midorima  Shintarō, un joven alfa de semblante serio y juicio duro.


……..


— Mí difunto padre y antes emperador de Japón Kozo Shirogane, ha dejado éste mundo. Por lo tanto me corresponde ser su sucesor —dijo con una elegancia propia de él, colocándose la ostentosa corona sobre su cabellera— Es por eso, que, habrá cambios. Nuevas leyes se harán y demoleré la exclusividad política que mantenía el Bakufu sobre el país; para así poder implantar una participación más democrática en el gobierno, ya sea entre alfas, omegas y betas. Eso es todo, si me disculpan —dio una reverencia hacía los altos mando que trataban de mantener la compostura ante las palabras antes dichas por el actual emperador.


El de cabellos y ocelos color esmeralda, se retiró rápidamente de la habitación con una leve sonrisa surcando en sus finos labios, detrás de él, como una sombra que se escabullía detrás de su figura iba su fiel y servicial protector Himuro Tatsuya. Era un joven y apuesto alfa samurái, querido por las damas y repudiado por “algunos” de los barones del lugar, ya que algunos hombres se sentían atraídos por su belleza y coquetería nata.


— Creo que no les gustó mucho la noticia, mí señor —susurro mostrándose a su lado derecho, siguiéndole el paso.


— No importa sí les agrada o no, tendrán que obedecer y en el peor de los casos…—dijo con seguridad y un toque de frialdad en sus palabras.


— Los tendré que erradicar ¿No es así? Mí, señor —completaba la frase con una sonrisa coqueta y ladina.


— Así es, sígueme necesito que hagas algo, pero no hablemos aquí; alguien nos podría escuchar —murmuró girando su rostro levemente para observarlo con las bellas esmeraldas que poseía.


Himuro asintió y siguió a su “señor” como le gustaba decirle.


……..


— Necesito que entregues ésta carta al médico Kuroko Tetsuya, ya sabes que hacer. Que nadie te vea y espera a que te entreguen la caja, deberás de llegar aquí antes de que sea la próxima luna menguante, que es aproximadamente en unos cuatro o cinco días —mencionó dándole la espalda y comenzando a anotar algo en aquel papel que luego le entregaría.


— De acuerdo, partiré inmediatamente —dijo para recibir la carta sellada en sus manos.


— Confío en ti, Tatsuya.


— Jamás lo decepcionaría, mí señor.


El de cabellos azabaches dio una reverencia y se alejó con rapidez de la habitación del emperador.


……..


Himuro entró a su cómoda y humilde habitación, en donde agarro unas cuchillas —solo por si acaso— después de todo no estaba de más ser precavido, una cantimplora con Sake y por ultimo guardo la susodicha carta dentro de su ropaje. Con sumo cuidado se escabullo para salir sin ser notado de aquel gran palacio, que era el hogar de su señor.


Camino hasta las afueras de Kyoto y pago por un bello corcel. Lo montó y prosiguió su andar ahora con más rapidez hacía su destino.


Mientras iba a velocidad sobre el caballo, Himuro se ponía a pensar en que tan importante era ésa carta. Después de todo ya era como una rutina desde hace catorce años, ya que, en cada mes unos cuantos días antes de que la luna menguante apareciera lo mandaba a entregar la dichosa y secreta carta al médico llamado kuroko Tetsuya. Siempre se cuestionaba ¿Qué tan valioso era el contenido que le entregaban en una pequeña caja después de dar la carta? Tenía curiosidad, no obstante cuando le preguntaba a su señor, evadía el tema o simplemente contestaba con su ceño y labios fruncidos un simple y llano “no es de gran importancia saberlo”.


Pero entonces si no era “de gran importancia” como solía decir, porque diablos no le decía simplemente. Lo único que lograba era que Tatsuya sintiera más ganas por saber cuál era el oscuro secreto que trataba de esconder detrás de aquella coraza y aspecto serio.


Paro de repente y observó una pequeña posada, se bajó del caballo y lo guió hasta la entrada de la posada en donde un anciano le indico que podía dejar al animal en la parte trasera del lugar.


Al dejar al animal en el pequeño establo, le pago unos cuantos billetes al anciano que los acepto con una sonrisa, mientras lo llevaba a lo que sería su habitación por esa noche.


Pudo observar que era completamente sencilla, pero se veía acogedora. Había un futón que apostaría se notaba que era cómodo y suave. Se giró hacía el anciano y dio una reverencia; entrando a la habitación por fin.


Con lentitud se fue despojando de su traje y quedo completamente desnudo. Podía sonar extraño, pero desde pequeño le había gustado dormir así, sin nada que cubriera su ser aparte del futón claro está. Se sentó y recostó, no sin antes dejar sus pocas pertenencias a un lado de la almohada.


Cerró sus ojos por fin y soltó un largo suspiro.


« Será un viaje cansado »


Fue lo que pensó antes de caer rendido a los brazos de Morfeo.


........


La mañana llego junto con el cantico armonioso de las hermosas aves y un azabache soñoliento que comenzaba a despertar de su largo sueño.


Con pereza se levantó y recogió sus cosas para partir desde temprano, quería llegar lo más pronto posible a su destino. Camino lentamente por el largo pasillo y observo como una hermosa jovencita le sonreía a la lejanía.


Sonrió de lado, sin embargo siguió de largo ignorando a la bella mujer.


« Tal vez otro día pueda ser preciosa, actualmente estoy ocupado, pero, es una pena de verdad eres bella y con unos pechos enormes »


Esos eran los pensamientos de Himuro, era verdad que era todo un don juan, no obstante no tenía tiempo que perder y lo más importante no se sentía del todo atraído.


Porque sí, después de unos años descubrió que, no sentía aquel sentimiento de “al ver a tu omega”, era verdad que con las mujeres que se ha acostado—las cuales no eran pocas— tenían un olor levemente dulce, pero no era como solían describir. No sentía esa atracción y fuego correr por sus venas al ver a un omega. Y fue gracias a eso que llego a la conclusión de que tal vez lo que el buscaba no era una omega, sino “un” omega. Un hombre que sea igual de hermoso y suave como una mujer. Era por eso que se sentía atraído físicamente por su señor. Él era simplemente magnifico y bello. Con sus ojos color esmeralda y labios carnosos, moriría por ver la cara de placer que pondría cuando lo penetrarán, sin embargo era un alfa al igual que él y peor aún era el actual emperador. Así que simplemente no se podría.


Dejo de lado sus pensamientos y por fin partió hacía Kyoto.


……..


Dos días pasaron y por fin llego a Kyoto, pero, principalmente llego hacía lo que era la vivienda del tal Kuroko. Desmonto a su caballo y lo ato a una estaca de madera que se encontraba en el suelo.


Camino hacia el lugar y vio a un niño de cabellos rojos, de distintas tonalidades. Se acercó y agacho hacía el infante.


— Niño, ¿Se encuentra Kuroko Tetsuya? —cuestiono con amabilidad hacia el pequeño.


— El señor kuroko está tomando el desayuno —dijo con su ceño levemente fruncido, dándole un aspecto adorable.


— ¿Podrías llamarlo?, dile que es de parte del emperador.


El niño asintió desconfiado y se adentró al establecimiento.


Un par de minutos pasaron y se fijó en el joven de cabellera celeste.


— Buenos días Himuro-san, aquí está el paquete para Midorima-kun —saludo cordial, esperando a que le diera la carta. Tatsuya se percató y le entrego de inmediato la carta. Kuroko sonrió y le dio la caja pequeña.


— Mándale mis condolencias por la muerte de su padre a Midorima-kun —dijo kuroko a lo que Tatsuya asintió. Hizo un ademan de despedida y se dirigió a la salida de la vivienda.


— ¿Qué hay en esa caja?


Escucho al infante decir aquella pregunta, una pregunta a la cual él también quería saber la respuesta. Pudo ver que el de cabellos celestes se giró para observar si se había marchado ya.


Himuro sintió que esta era su oportunidad para descubrir que había en ese paquete, con cuidado examinando como se adentraba Kuroko junto con el niño, entro y se ocultó entre la maleza y los arbustos. Caminaba con sigilo, el par de inocentes aún no se percataban de que los seguía. Los vio girar a la derecha y adentrarse a lo que parecía un despacho o sótano. Se acomodó alrededor del pequeño lugar y por una leve rendija acerco su oído para poder escuchar claramente.


— Te diré la verdad Kagami-kun, ya que eres mi aprendiz y próximo sucesor. Lo que hay en esa pequeña caja son, como yo los he llamado “supresores” y sirven para que el celo en un omega no se de ¿Has entendido? —hablo el joven, enseñándole una especie de polvo. El pequeño niño asintió


Tatsuya no se lo podía creer, el emperador era un Omega, eso iba en contra de la ley y fue ahí donde cayó en cuenta de lo que hace unas semanas le había comentado su señor.


“Sé que será difícil, pero quisiera abolir la ley que dice que tanto un Omega como un Beta no pueden ser emperadores o en su caso emperatrices”.


Ahora todo estaba resuelto, ya entendía el porqué de muchas de las nuevas leyes que implantaría y eliminaría su señor. Era por eso que no se lo decía, ya que si se llegaran a enterar sería despojado de su cargo como emperador.


Ahora lo sabía todo y era como quitarse un peso de encima, tal vez tenía una oportunidad. Después de todo su señor solo se mostraba como era ante él.


Debía de regresar rápido y decirle sus pensamientos.


……..


 Hoy era el día en donde se asomaría la luna menguante, con agilidad llego a tiempo, se paseó por los pasillos hasta encaminarse a los aposentos de su señor.


— Mí señor he llegado —susurro atrás de la puerta corrediza y fue ahí donde percibió un aroma dulzón y envolvente. Ése era el celo de su Shintarō. Sin esperar a que le indicara si podía pasar, simplemente entro y vio la imagen más erótica que sus dos luceros habían presenciado.


Su señor apretaba y contorneaba sus largas piernas alrededor de lo que estaba seguro era su erección. Himuro trato de controlar la excitación que sentía al verlo de esa forma.


Midorima se percató de la presencia de su fiel protector, con ojos llorosos y una voz temblorosa logro decir:


— Tatsuya…dame el…p-aquete —trato de decir sin gemir o jadear.


— Yo… Shintarō, te las daré pero primero necesito confesar algunos de mis pensamientos.


El peliverde como pudo asintió frenéticamente dándole a entender que se apurara con lo que sea que tenía que decirle.


— Me atrae su alteza, antes pensaba que era imposible dado que se suponía que usted era un alfa al igual que yo…pero no es así y es por eso que quisiera que me diera una oportunidad de enamorarlo —dijo raudo, esperando la respuesta, sabía perfectamente que el de ojos esmeraldas sufría, al igual que el que tenía una tenue erección asomarse en sus ropajes.


— Te…doy una ¡agh! O-portunidad…pero dame los supresores…yo los necesito Tatsuya —dijo retorciéndose hacía él con una mirada oscurecida tal vez por el deseo, o simplemente era su mente que lo engañaba. En una jarra de agua que Shintarō siempre tenía a su disposición vertió apresurado el polvo de color blanco. Se lo entrego a un tembloroso peliverde que se tomó de una sola el contenido líquido que tenía la jarra.


— Necesito…descansar.


Tatsuya con delicadeza lo ayudo a acomodarse sobre el futón, lo acobijo y beso sin previo aviso su frente tenuemente perlada por una capa de sudor.


El de ocelos color esmeralda lo miro sorprendido y sonrojado, pero de alguna manera feliz.


……..


Estaba amaneciendo y Midorima se removió incomodo en el futón , sintiendo como su mano era agarrada por algo. Sus ojos viajaron inmediatamente hacia su mano y observo como los dedos un tanto ásperos de Tatsuya se entrelazaban con los suyos. Un fuerte sonrojo coloreo sus mejillas y se acordó el cómo le había dicho que le daría una oportunidad.


Tal vez sí debería de darle una pequeña oportunidad, ya que Tatsuya siempre había estado siempre para él, lo había cuidado desde que era un niño.


« Yo…debería darme una oportunidad de ser feliz con alguien »


Era el pensamiento que embargaba a Midorima Shintarō.


Con sigilo se acercó al rostro de su protector y beso sus labios con lentitud, en medio del ósculo sintió la sonrisa del contrario chocar contra sus labios. Lo miro y pudo observar con total claridad la sincera y hermosa sonrisa que el de cabellos azabaches le regalaba.  


— Yo creo que eso fue sí ¿Verdad, mí señor?


Su pregunto fue respondida con un nuevo beso, sí, en definitiva habría cambios con el nuevo emperador que ahora era su emperador Midorima Shintarō.


¡Fin!

Notas finales:

Espero haya sido de sus agrado~! Y fue un honor participar, ya que siempre estoy como fantasma en el grupo xD

¡Feliz primer aniversario de un año Himuro no Harem!

Sigamos poblando el mundo con más himuro espermatozoides locas Tatsuya!!!

Muchas gracias por leér y si llegaste hasta aqui te mereces un aplauso~

Nos vemos en la próxima~


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