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Cuando te encuentre por NEY OTAKU

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Notas del capitulo:

Hola~ 

Lectores míos, siento mucho que esté capítulo no sea muy largo, en realidad no estaba planeado para serlo, pero espero que con esto empiecen a comprender porque TaeMin, en el anterior capítulo le dijo a Key que tenía que devolverle el corazón a MinHo. 

Ests no es toda la 'verdad' del pasado. 

Había olvidado aclarar -como siempre me pasa- algunos asuntos del fanfic, bien. 

1- Iré agregando episodios del pasado entre el presente, no creo que tengan problemas en reconocer las fechas y eso, pero de todas maneras, si no entienden, dejen su queja xD

2.-Iré dejando, las canciones o soundtracks que crea necesario para cada capítulo. Como la mayoria de ustedes, quienes leen, escriben, bailan etc, yo también me inspiro en la musica, sobre todo en los 'instrumentales' y soundtracks de películas y....si alguien lo recuerda, existe una bella mujer llama Lindsey Stirling, que hace buena música con su violín...en fin.

-se calma-

Creo que es la primera vez que compartiría estos procesos para escribir...eso. 

Escuchen:

https://www.youtube.com/watch?v=VF3cJDaG3io

Capítulo 2: Ese dulce momento contigo.

 

Había pasado una semana después del espectáculo en su habitación, ahora no había nada que ocultar a nadie, con tanto llanto y tanto show los padres de TaeMin pudieron entender muy bien el tipo de “relación” que ambos chicos sostenían.

Pero mientras trataban de sostener sus corazones, a los viejos no se les escapaba nada. Por eso cuando miraron ese par de manos entrelazadas lo único que pudieron hacer fue sonreír.

¿Qué si intuían que algo así podría suceder? La madre de castaño pensó muchas veces que la cercanía de ambos no era solo de amistad, sobre todo desde que lo del embarazo se supo, aun así no podía afirmar ni negar nada; en cambio el señor SooMan a penas en aquella pelea de ambos jóvenes fue que la idea había cruzado por su cabeza.  Alguna vez, no sabe cuándo, creyó ver en la mirada de su hijo una especie de brillo…admiración hacia su amigo, algo que podría traducirse en que ahí pasaba algo más que bromas pesadas y la tan evidente camarería.

—Esto es extraño —admitió TaeMin, lo había dicho en un leve susurro mientras jugueteaba con los dedos de MinHo en el rezago de este.

Choi sonrió como tonto, tener a los padres de su antes amigo y ahora novio frente a ellos, cuando todavía no se acostumbraban a su nueva situación, de verdad que era bastante incómodo. Vamos, tal vez la palabra ‘incomodidad’ no describa fielmente la situación, era más bien:

Esto es tan diferente.

No sabía cuántas veces había estado en esa casa, puede que no fuera lo suficiente como se podría pensar de la amistad que se empeñaban en conservar, pero los recuerdos ahí estaban, en el mismo sofá, uno junto al otro pero en diferentes términos. En el pasado se sentaban en el mueble para actuar como tontos adolescentes, jugando videojuegos, mirando películas que luego los aburría y terminaban yéndose a la calle o en el departamento de MinHo porque ahí sí podían hacer y deshacer como se les diera la gana.

Ahora, en el presente, seguían sentados uno al lado del otro, solo que ya no brincaban, ni gritaban, ni bromeaban como viejos amigos, ahora podían tocarse, sostener sus manos gritando por todo el lugar que intentaban ser uno solo; mirarse y dejar claro, que había alguna historia que se podía contar.

Una historia de amor…o algo que pretendía ser amor.

—Bastante extraño —exclamó Kyung Soon, la madre de TaeMin, con cierto toque de diversión en su voz. El castaño la observó preguntándose si había escuchado aquel susurro que creyó haberse quedado entre MinHo y él.

Todos en la sala le pusieron atención, al fin alguien se atrevió a romper el silencio que hace cinco minutos los tuvo mudos. No porque fuera malo que su único hijo al fin parecía haber encontrado a alguien que tenía el poder de asentar esa cabeza ligera que tenía, sino porque era precisamente alguien cercano quien siempre había ocupado el lugar de “mejor amigo” y ahora lo hacía como…¿un posible yerno?

Era algo loco si lo analizaba desde esa posición.

Se cruzó de brazos sin perder la mirada hacia ambos chicos—.  Creo que necesitamos aclarar lo que sucede, ¿quién de ustedes será el primero en hablar?

Se miraron el uno al otro sin saber que hacer exactamente. Tres segundos después hubo una respuesta.

—Señor…señora…—comenzó MinHo, un tanto nervioso, alzando la mano frente a ellos—, creo que…me enamoré de su hijo.

Las mejillas de TaeMin se coloraron al instante, un hecho que no pasó desapercibido por nadie, ya que de las pocas cosas que el castaño no demostraba al público era su vergüenza por algo, siempre había sido un descarado para muchas otras cosas, así que esto en definitiva fue revelador.

—MinHo…—Soo Man se inclinó hacia él, con las manos entrelazadas sobre sus piernas—, quiero que estés consciente de que TaeMin, bueno —se quitó los lestes para masajear sus cansados ojos—, está embarazado él…ese hijo…

—Sé lo que quiere decir —habló sereno, seguro de sí, le dio una mirada tranquilizadora a TaeMin, el embarazo era algo primordial, obviamente si querían tener algo juntos había que tener sus sentimientos claros con respecto al bebé—, no me importa que no sea mío, aunque todavía me resisto a que TaeMin quiera darlo en adopción…porque él sabe lo que pienso acerca de ello…—regresó la atención hacia el hombre mayor—, sin importar que decida yo cuidaré de él. Lo prometo.

—No hagas promesas que todavía no sabes si puedes cumplir —le advirtió y por un momento MinHo creyó que no aceptaría la relación de ambos—, es mejor vivir el ahora MinHo, yo sé que ambos tienen planes para el futuro y confió en que los cumplirán pero…no se adelanten…—se dejó caer hacia el respaldo del sofá—, estoy feliz de que seas tú.

La sonrisa en ambos no se hizo esperar.

—Gracias papá —TaeMin se enderezó.

—Tienes mucha suerte TaeMin —le dio una mirada de advertencia, pero no se veía para nada amenazador—, pero no abuses de ella.

—Cariño deja de asustarlos —aunque la idea era que sus palabras sonaran como regaño, su voz salió como una gentil suplica—, yo quisiera decir que me sorprende pero la verdad es que no, hay cosas que no se pueden ocultar.

Ambos bajaron la mirada, aceptando su culpabilidad, más que por no decirles sobre su relación, sino por haber andado tonteando y no reconocer sus propios sentimientos.

—Me alegra mucho que estén juntos, creo que no podría ser de otra manera.

TaeMin aferró su mano a la de MinHo, con la otra masajeaba su poco abultado vientre. Entre las hebras castañas de su fleco miró a su madre, sonriéndole, dándole a entender que no estaba molesta, confiado poco a poco fue irguiéndose.

Siempre le gustó como era de sincera la mirada de su madre, diciendo mucho con tan poco. Comprobó cuanto amor le tenía a él, el hijo que estaba enloqueciendo en lo que se supone tenía que ser una hermosa etapa de su vida.

De no ser por sus padres y por MinHo, no sabría qué hacer o en qué circunstancias se encontraría.

—Bien, entonces dejemos esta tensión a un lado —se levantó despacio—, serviré el almuerzo, vayan a lavarse todos.

MinHo la miró pensando: ¿es enserio? ¿Fue así de fácil aceptar que ahora tengo una relación amorosa con su TaeMin?

—Ya la escucharon muchachos —se levantó SooMan también siguiendo a su esposa hacia la cocina.

Cuando al fin se quedaron solos, soltaron un suspiro al unísono. El castaño dejó caer su cabeza sobre el suave hombro de MinHo, aprovechando la privacidad se acurrucó como un pequeño gatito, estaba feliz que incluso podría ronronear para demostrarlo. 

—Jamás creí que esto sucedería algún día —ante el ceño fruncido de TaeMin sonrió—, no pongas esa cara, tú bien sabes porque.

El ceño fruncido se fue para dar paso a una sonrisa coqueta, se removió despacio, alzando el mentón para dejarle un beso en los labios.

—Gracias por lo que haces —la dulce sonrisa de MinHo le provocó un cosquilleó en el estómago—, ¡demonios! Te vez tan sexy cuando sonríes —intentó darle otro beso, esta vez más hambriento, pero MinHo tomó delicadamente su mentón para detenerlo.

— ¿Alguna vez te imaginaste esto?

— ¿Nosotros?, ¿Yo embarazado? O ¿tú y yo siendo  pareja?

—Ambos.

Negó vehemente con la cabeza.

—Ha sido una, verdadera sorpresa. Quiero decir, no sé ni cuando empecé a verte…diferente.

—No pienses que no tengo miedo del futuro —pasó una mano alrededor de la cintura del castaño, apoyando la cabeza sobre la más baja—, pero presiento, siento que nos sucederán cosas muy buenas.

—Antes… —la voz de TaeMin sonó un poco apagada, Choi frunció el ceño sintiéndose extraño—, dijiste que no importaba que él bebé no fuera tuyo, ¿estás seguro de que no te vas a arrepentir de eso?

MinHo se hizo a un lado, estaba consciente de que las dudas estaban a la orden del día, tomar semejante decisión como la que tomó no era algo que cualquiera pudiera hacer.

¿Aceptar el hijo de otra persona como propia? Ha reconocido para sí mismo que no fue fácil, era un asunto que lo traía con una bipolaridad que no esperaba tener jamás; no es que odiara al bebé que penas y se formaba en el vientre de su…ahora novio, era solo que no esperó que su orgullo de hombre hiciera alguna vez semejante escándalo.

Bueno, tampoco es que fuera totalmente inesperado, cuando piensas en formar una familia, lo último que esperas es que el bebé que tu pareja espera fuera de ‘otro’ y no tuyo. Era una especie de prejuicio que gran parte de las personas en el planeta sufría, el anhelo de construir con tus propios medios, tu vida, era una aspiración personal enorme.

Sí, a veces sentía que ese bebé podría ser alguna especie de obstáculo para una relación duradera, pero también estaba consciente de que era al último ser en la tierra al que debería cargarle semejante rencor.

No, no podría odiar a una inocente creatura. 

—Entiendo tus preocupaciones —se alejó, sentándose de inmediato sobre el piso; miró desde abajo las bonitas pestañas de TaeMin, bajando hasta sus ojos, sus labios y su vientre, dónde posó una de sus enormes manos, logrando así que su novio sonriera feliz.

Era la primera vez que lo acariciaba con la mirada, y colocaba su mano cálida en su vientre. La sensación era increíble. 

—Pero incluso si nosotros no funcionamos, ten por seguro que no podría…odiar a tu bebé. Odiar es una palabra nefasta, tan amarga y cruel, y todavía no ha existido alguien a quien pueda decir que de verdad odio.

—Eres muy bueno…

—No —interrumpió—, soy falso, porque reconozco que es incómodo pensar en criar al hijo del otro, pero no lo odio, créeme, esto me llevará tiempo y espero que puedas dármelo, porque dentro de mí, sé que ya amo a tu hijo…o hija.

Las delgadas y blancas manos de TaeMin se posaron a los costados de su cabeza, tomando parte de sus mejillas, dejándole un abrazador calor que fue recorriendo cada parte de su cuerpo, y cuando se acercó, besándolo como si no existiera nada más que él, sintió que podría llegar al cielo de un salto y más allá, en lo más profundo del universo.

— ¿Y a mí? ¿Alguna vez llegarás a amarme tanto a mí?

—Eso no se pregunta, la respuesta es obvia.

~

En el siguiente mes, TaeMin había sentido el “peso” real de estar embarazado, sus pies estaban hinchados (siempre le pareció que cada día duplicaban su tamaño), sintiendo malestares estomacales y con interminables visitas al baño para orinar. Lo detestaba, todos esos síntomas estaban volviéndolo loco y bastante quejumbroso.

Se enfrentó muchas veces con MinHo por bastantes tonterías que terminaban en los dramáticas escenas de ellos dos, primero mirándose feo y luego abrazados sobre el sofá desplegable en el departamento del alto.

Siendo como siempre, mimado por las caricias de su novio.

TaeMin debía admitir que estaba complicando las cosas para MinHo, entre el trabajo de esté y estarlo cuidando no le dejaba ni un minuto de descanso, pero es que se sentía tan bien ser amado y querido como lo estaba siendo; en muchas ocasiones se permitía ser egoísta para luego, por las noches, cuando era testigo de cómo su chico era demolido por el cansancio y el sueño, pero aun así seguía cumpliéndole cada capricho, es que le pedía disculpas a voz baja, cuando los ronquidos era lo único que se podía escuchar en el departamento.

Se sentía como un aprovechado, pero no podía detenerse, MinHo le ofreció sin dificultades su amor y cuidados, y siendo estos sentimientos como una poderosa droga, estaba pidiendo más, mucho más. Sin saber hasta dónde era prudente detenerse.

Nunca estaba satisfecho.

En la última visita al ginecólogo no hubo oportunidad de saber el sexo del bebe, asunto que francamente no tenía hasta ese momento gran relevancia para TaeMin, ahora que cumplió ya las 12 semanas harían otro intento.

Seguía sin estar emocionado, en cambio MinHo…bueno el hombre no paraba de decirle cuantos nombre bonitos había encontrado por si era niña o niño, no paraba de parlotear, habló de cunas, juguetes y ropa para bebé.

Todo eso lo agradecía, pero francamente lo estaba sacando de quicio.

 

“¿Para qué tanto alboroto si no sabes si me quedaré con él bebe?”

 

Le dijo en una ocasión mientras desayunaban en su casa. No supo la tormenta que  desató hasta que los puños cerrados de MinHo se estrellaron sobre la mesa de madera, consiguiendo que los vasos de jugo brincaran y terminaran derramando su contenido por el mantel blanco y pulcro.

La expresión de Choi no era una broma, de verdad lo llevó al límite, tuvo que morderse el labio y medio bajar la mirada para ocultar el arrepentimiento y la culpa. Sus delgados  dedos jugueteaban con un pedazo de servilleta para controlar su ansiedad.

 

“Yo…yo quiero tenerlo”

 

Su voz a diferencia de su rostro, expresaba total tristeza.

 

“Por favor…considéralo”

 

 Y nada más fue pronunciado hasta haber terminado de comer y limpiar su propio desastre.

De eso, un par de días pasaron.

—Una niña —MinHo miraba como hipnotizado la ecografía que segundos antes el doctor les entregó antes de salir y darles un poco de privacidad, incapaz de dejar de sonreír.

—Con razón está tan grande —chilló el castaño,  tocando su vientre, le parecía increíble como en un mes había engrandecido tanto él bebé y cuantos kilos demás  tenía.

Resoplando su flequillo mientras miraba el techo pintado de blanco, se limpió el gel de su vientre con un trozo de papel suave.

—Es hermosa —TaeMin sonrió,  últimamente MinHo no paraba de elogiar a su bebé—, será igual a ti.

Le hubiera encantado contestar “no, será igual a ti, seguro que tendrá tus enormes ojos marrones”, pero tuvo que morderse la lengua al instante. Habría sido bastante incómodo haberlo dicho cuando dos días  atrás le dijo que no era nada seguro quedarse con el bebé…su niña.

Y bastante doloroso recordar que MinHo no era el padre.

—Obviamente —esperaba que el fingido orgullo en su voz sonara creíble.

Trató de sentarse, apoyó las manos sobre la camilla, impulsándose hacia delante dónde un par de manos lo esperaban para  atraparlo, y que sin dudar tomó.

—No puedo dejar de pensar… ¿cómo sería abrazarla? —el rostro de MinHo, no, más bien TODO MinHo irradiaba tanta felicidad y emoción, que su sonrisa fue como una bofetada para TaeMin.

Nunca antes se había preguntado eso.

—Seguramente será…algo bonito —se encogió de hombros restándole importancia.

Notó como la luz de aquella sonrisa se iba apagando y supo que había “metido la pata” de nuevo.

—No creo que “bonito” —enfatizó la palabra con rudeza —,  alcance a describir la sensación de tener a tu bebé en brazos por primera vez —su voz sonó tan…decepcionada.

Eso sin duda lo hizo sentirse miserable.

—No me culpes por no sentir lo que debería sentir —no podía mirarlo a los ojos, pero tenía que sacar aquellos sentimientos nocivos y si tenía que ser en el consultorio así sería—, yo creo….creo que he hecho suficiente con decidir tener al bebé.

— ¿Por qué sigues llamándolo “él bebé”? —Alzó la mirada, encontrándose con el ceño fruncido de MinHo, sintiendo demasiada confusión—, ¿es que de verdad no puedes sentirlo como alguien que es parte de ti, sin tomar en cuenta el sentido literal de la palabra?

El corazón le latía tan aceleradamente.

—Yo…es que…

—Yo te prometí que jamás odiaría a tu bebé, y lo sostengo —su voz se elevaba cada vez más, reduciéndolo, arrollándolo con la verdad que no quería escuchar—, yo…puede que no alcance a amarla en su totalidad, pero el odio, no eso no. En cambio tú…

MinHo negó suavemente con la cabeza, apartó la mirada de la suya, dejó caer sus hombros, como si se dejara aplastar con una enorme roca, lamentablemente su roca tenía nombre y cabello castaño, se llama TaeMin.

—Tú crees que harás mal conservándola contigo, pero en realidad no entiendes la dimensión de tus pensamientos, no comprendes…la realidad.

Entregándole la ecografía se levantó y caminó directo hacia la puerta.

— ¿por qué no te esfuerzas en comprenderme? —Le detuvo con sus palabras, con el llanto atorado en su garganta, observando su ancha espalda; intentó…levantarse pero al final se arrepintió—, no puedo cambiar lo que siento.

—Y yo no puedo obligarte a hacer nada que no quieras.

Salió de la habitación, necesitaba pensar en todas las cosas que se habían dicho y estar en ese momento con él no lo ayudaría en nada.

MinHo recorrió el largo pasillo, sentándose en una de las sillas puestas en hilera al costado del consultorio. Se llevó las manos al rostro, soltando una maldición entre dientes, estrellando el puño sobre la silla contigua. Dejó caer su cabeza sobre el frio concreto de la pared. Cerrando los ojos, pensó que cada vez era más difícil la relación que pretendía tener con TaeMin, no sabía qué hacer con la actitud que estaba tomando ni hasta donde estaba dispuesto a soportar.

A veces sentía que no llegarían a ningún lado y en más de una ocasión tuvo miedo de despertar un día y encontrarse con el rechazo del castaño, pidiéndole que saliera de su vida porque no pudo amarlo como creyó que podía.

O peor aún, que él mismo fuera quien le dijera que todo había acabado.

—MinHo.

Siguió el sonido de aquella vocecita con un gesto de sorpresa, al girar la cabeza a un costado encontró a un TaeMin  totalmente empapado por las lágrimas y la mirada hacia el piso.

Derrotado.

—Yo…lo siento…—Hizo el amago de acercarse pero se arrepintió, sus brazos permanecían rígidos a sus costados, con los puños apretados, conteniendo tantas sensaciones que podrían hacerlo estallar—, tienes razón en enojarte, perdóname.

No era la voz quebradiza y ahogada, no era la pose ni las expresiones de tristeza…Dios santo, no era su llanto. TaeMin sabía que se le había ido la lengua y por mucho, que había provocado que MinHo experimentara ese sentimiento tan nefasto.

Era el dolor emanando de él, lo que lo hizo pedirle perdón de esa manera.

—Tienes razón…todo eso que has dicho.

—TaeMin, ya basta —la ira que sentía hace unos momentos desapareció.

No era que quisiera buscar culpables, sabía muy bien lo que sus palabras provocaron y eso era lo que más coraje le daba.

Hacer al castaño un mártir, un chico como él parecía el perfecto ejemplo de mártir, pero estaba tan lleno de imperfecciones, se preocupaba de que tal vez sea eso lo que lo hace querer abrazarlo y protegerlo de todos los males de la tierra y a la vez…lo que tanto le hacía desear derribarlo de un puñetazo.

¡Santo Cielo! …pareciera que le gustaba sentirse miserable.

Se levantó, caminó despacio hasta que lo envolvió con los brazos, procurando no aplastar su redondeado vientre. Dejando a TaeMin enredarse con él, dejar que lo usara como su manto de lágrimas.

—Creo que no es momento ni lugar para decirlos tanta basura.

—Lo sé.

Que terrible era sentir que estaba siendo manipulado por esa tristeza y des fortunio; que patético era quererlo tanto así como era.

~

De lo que discutieron en el hospital no se pronunció ninguna palabra por mucho tiempo. Al menos MinHo prefirió no tocar el tema ya que todavía no estaba seguro de cómo iba a reaccionar si TaeMin volviera a decirle palabras tan hirientes como aquellas.

— ¿Podrías moverlo cerca de la ventana? —le señaló con el dedo índice el escritorio del otro lado de la habitación. 

—Es la tercera vez —se quejó yendo hacia el mueble. Aquel día decidieron hacer un poco de limpieza en la habitación del castaño, tan solo para poder imaginar cómo serían ellos dos en un mismo lugar, viviendo al fin, juntos.

Pero la razón por la que lo obligaba a estar rotando de aquí para allá era para fines más personales. Los bíceps de MinHo se marcaban cada que aplicaba fuerza para levantar los muebles. Eso le gustaba, estar embarazado y no poder acarrear cosas pesadas tenía su ventaja, mientras permanecía sentado en la cama, podía apreciar a todo detalle el cuerpo musculoso y duro de MinHo, en especial su trasero redondo.

—Deja de comerme con los ojos —le dijo aún de espaldas, dio el último empujón al mueble antes de girarse y mirarlo con reproche y ternura—, eres un pervertido.

—No sé de qué hablas —sonrió, fingiendo demencia—, si pudiera ayudarte lo haría —colocó ambas manos sobre su vientre y palmeó quedito.

—Eres un aprovechado ¿lo sabías?

—Ya habías mencionado algo de eso.

Soltó un gritillo cuando MinHo se aproximó a toda velocidad y atrapó su rostro entre las manos, besándolo despacio y tortuosamente delicioso. La ávida lengua del alto jugaba dentro de la boca del castaño, dominando a su compañera, sometiéndola a una especie de baile del que al final se dejó llevar.

—No sabes cuantas ganas tengo de hacerte el amor —le susurró cerca del oído. La insinuación fue lo suficiente para hacer gemir a TaeMin, que apretara las manos sobre esas caderas y que sus ojos se  dilataran dejando en evidencia su excitación.

—Entonces hazlo —le reto, mirándolo con lujuria.

—No bebé —besó su coronilla y se alejó. El castaño gruñó en señal de protesta—, no en casa de tus padres.

—Aguafiestas —bufó, sin embargo ahora estaba tan caliente que necesitaba urgentemente atenderse—, ahora tengo un problema por tu culpa.

La sonrisa  maliciosa de MinHo no ayudó en nada, soltó un gemido, apretando las piernas tanto como su vientre le permitía para aminorar el dolor en su ingle, no importaba la circunstancia en la que se encontrara, no podía resistirse a ninguna insinuación que su novio le hacía.

Y si estuviera en “condiciones normales” seguramente la excusa de que sus padres estén en casa no hubiera servido de nada, porque había un baño en la habitación y en más de una vez la utilizaron para un sinfín de actividades además de usar el retrete y bañarse.

Un nuevo reproche venía en camino hasta que sintió un leve dolor en su vientre, instintivamente se tocó donde le dolía.

 

— ¿Qué sucede? —MinHo se acercó de nuevo en tres rápidas zancadas, preocupado por la expresión del castaño.

—No…es que — de nuevo otro dolor y frunció el ceño—, duele un poco.

— ¿Debería llevarte la hospital? —TaeMin negó.

—No es para tanto.

MinHo se colocó en cuclillas entre las piernas de su novio, un poco indeciso pero tocando su vientre con sus enormes manos, se quedaron así por al menos unos cinco minutos, cuando el tercer dolor llegó, el alto miró con los ojos desorbitados a TaeMin.

— ¿Qué? —jadeó, ese dolor había sido un poco más intenso que los anteriores pero se sintió un tanto diferente, algo se movía lento y eso le asustó mucho.

MinHo le alzó la camiseta hasta el pecho dejando al descubierto toda la redondez y la piel blanca, el ombligo pronunciado fue lo primero que saludó a ambos, pero cuando una pequeña montaña de piel fue alzándose ante sus miradas atentas se quedaron atónitos.

—Dios —TaeMin sentía su corazón latir aceleradamente, las puntas de sus dedos se aventuraron a tocar aquel montículo pequeño, le siguió hasta que despareció—, MinHo—lo miró con los ojos bien abiertos, sin duda alguna no esperaba estar sintiendo tanta emoción y miedo al mismo tiempo.

—Es tu hija TaeMin —los ojos de MinHo estaban a punto de desbordar del llanto, aunque el castaño ya se había adelantado.

Dos largas hileras de lágrimas desembocaban de ambos ojos, recorriendo sus mejillas hasta la barbilla. Posó por completo la palma de su mano y lo sintió otra vez, al instante su brillante sonrisa apareció, tomó la mano de MinHo y la guio donde su piel se estiraba.

— ¿Puedes sentirlo? —su voz expectante cautivó al alto.

Por supuesto que lo sentía, era una especie de caricia que nunca había experimentado, aquel pequeño ser parecía demandar su presencia ante los dos, tal vez trayendo alguna especie de mensaje o tal vez simplemente recordando su existencia como tal.

—Creo…que está diciendo “Hola” —TaeMin posó la mano sobre la de MinHo, esté lo miró sorprendido.

—Nuestro bebé —susurró todavía con las lágrimas cayendo.

Ahora podía entender en parte lo que MinHo le reclamó aquel día en el hospital, sobre no entender tal cual su realidad ni las consecuencias que una decisión podía desatar. Hasta ese momento no entendió que tenía un bebé dentro, gestándose, moviéndose, avisando cuan vivo estaba.

Demandando su derecho a la vida.

 

Y por primera vez se preguntó cómo sería tener a su bebé entre sus brazos.

 

—Creo que deberías descansar —se levantó despacio ayudándolo a recostarse sobre la cama, TaeMin estaba tan choqueado que no hizo ninguna protesta, se quitó los zapatos y se dejó estar sobre el colchón.

Extendiendo la mano tomó el brazo de MinHo, halándolo suavemente sobre él, MinHo entendió lo que quería, y con una agradable sonrisa se acostó a su lado, sirviéndole de almohada, la respiración de menor quedó sobre el lugar donde está su corazón; nuevamente se sorprendió cuando el castaño tomó su muñeca y le hizo extender la mano sobre su vientre, ahora el bebé no se movía, pero insistía en tenerlo apresado.

Para que ambos pudieran sentirlo.

—Tae…

—Debe ser maravilloso —le habló con los ojos cerrados.

— ¿Qué cosa?

—Tener por primera vez a mi bebé entre mis brazos —enterró el rostro sobre aquel pecho amplio, negando levemente—, debe ser la experiencia más fantástica del mundo. Sentir a NUESTRO bebé.

Cuanto regocijo no le causó escucharlo hablar así, aceptando por fin al bebé como suyo, pensar en su niña como el ser humano que era y no como algo o alguna cosa que está en su interior.

Pareciera haber entendido por fin, cuanto amor podía sentir hacia ella.

Pero la lágrima que resbaló de su mejilla hasta su costado fue por escuchar aquellas dos simples e importantes palabras que acababan de cambiarle por completo la vida.

 

“Nuestro bebé”

 

Notas finales:

Muchas gracias por leer y a quienes comentan. 

Nos leemos en el siguiente capítulo :)

 


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