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Dulces Lunas por xMoon

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Notas del fanfic:

 

Hace unos minutos me dio un atacaso artístico(?) y salió ésto, que según yo *cofcofMoontratandodejustificarsumediocridadcofcof* es el punto medio entre un one-shot y un drabble, pero que aún así quiero publicar como parte de mi reivindicación con cierta personilla. 


Por demás, espero que gusten de las cosas cortitas llenas de tonterías color rosa. ~

 

Debe ser una broma.

Pensó al ver el ancho de la cama de la habitación que le fue asignada al registrarse en recepción. No tenía sentido, parecía una cama matrimonial antes que cualquier otra cosa. En su última estadía en México no recordaba haber ocupado, a su parecer, un lugar tan ostentoso.

Suspiró, resignado ante el cansancio que trae un largo viaje. El que su cuerpo hubiese estado en reposo por varias horas, no quería decir que lo mismo ocurriera con su mente; por el contrario, estaba más disperso de lo usual y la razón se reducía a: la frustración que acarrea el no poder monopolizar a cierto hombrecillo durante una larga temporada. Lo cual era, sin duda, el más nefasto de los castigos y la peor consecuencia de una gira.

Ni siquiera tengo una buena vista.

Se quejaría mentalmente observando la estructura del edificio aledaño, como también otra vez del lecho en el que se creía asteroide flotando por el universo, solo y a la intemperie. ¿Contar ovejas podría funcionar? Bueno, lo habría hecho de no ser porque el tic tac del reloj no le dejaba concentrarse.

12:00 am. Tic tac – tic tac.
2:00 am. Tic tac – tic tac.

Gélido como glaciar, desesperado con tintes neuróticos. Y para colmo, tan presente en cada célula la viva imagen de ojos cafés que arden...

Un golpeteo, y luego otro más. Un golpeteo, y luego dos más.

Pero parecía como que la puerta ni siquiera teniendo vida propia iba a abrirse. Eran las tres de la mañana y en ese pasillo hacía más frío que el que pocos minutos antes había estado azotándolo sin piedad, sentía los pies medio entumecidos y los dedos de las manos rígidos.

—Mierda…

Un golpeteo, y luego…

—Umnh… ¿Uruha? —dijo un hombre tras la puerta, entre soñoliento y sorprendido al observar al otro abrazándose a sí mismo—, ¿qué ocurre?

—Tengo frío, Yutaka. Déjame pasar.

Los modales y la elegancia con la Kouyou solía desenvolverse en su diario vivir, fueron aventados a quién sabe cuántos kilómetros de distancia cuando, tras darle a conocer su malestar al baterista, empujó la puerta sin importar que aquél se viera obligado a retroceder de inmediato para evitar un golpe en su frente. Yutaka cerró la puerta y negó con diversión presagiando un nuevo simpático capricho.

—Entonces… —caminó hasta la cama donde ahora un intruso se metía bajo las sábanas como zarigüeya en madriguera—. ¿Qué acontece esta vez?

—Mnh…

—Te he escuchado hablar cientos de veces, ¿por qué es que no lo haces ahora?

—MNH. —replicó el de ojos miel dándole la espalda al baterista, quien, ni corto ni perezoso, -ni mucho menos satisfecho con ello- se abalanzó sobre su cuerpo. Dio un respingo en cuanto sintió una palmada en su trasero y enseguida un par de apretones—. ¡Hey, no! ¡Tiempo muerto! —se dio la vuelta, y su mueca de desaprobación desapareció con tan sólo ver los ojos brillosos del menor, apenas reconocibles con la tenue luz de la calle que se colaba por la ventana. Y esa sonrisa, esa bendita sonrisa pícara en la cual se hallaba implícita toda la magia de su amorío… la única cosa en el mundo que le recordaba cuán débil podía llegar a ser a los instintos del sentir a flor de piel.

—¿Me dices ahora? —la punta de la nariz de Tanabe recorrió el perfil de su amante, haciendo pequeñas pausas cada que el deseo por colonizar con besos la tersura de su piel era más grande que el deleite de un simple roce.

Kouyou entre una suave risa lo único que hizo fue levantar las sábanas en una clara invitación.

—Así está mejor.

—¿El qué?

—Nosotros. —Respondió el guitarrista aferrándose al torso ajeno—, no yacemos en un “tú y yo en un abrazo”, sino en un “nosotros siendo uno, como debe ser”. —sus labios se posaron sobre la frente del otro hombre y de a poco fueron descendiendo hasta su boca.

Kai no dudó en corresponderle haciendo de este un contacto dulzón, entremezclado con ternura y, en contraste, con el suplicio que había significado abstenerse de tocarlo durante todo el día por temor a ser descubiertos. Si en un principio el guitarrista maldijo que las camas de aquel hotel fuesen tan grandes incluso para una sola persona, ahora, teniendo a su merced cuantos besos y caricias se le antojasen, agradecía haber pasado casi dos horas sin poder dormir por culpa del frío… o quizás, ¿no fue el frío sino la sensación de hallarse incompleto lo que le obligó a colarse en aquella habitación? Después de todo, el querer también es temblar a veces.

—Te amo. —susurró el menor de los dos sobre los labios del otro.

—Te amo, Tanabe.

Su melodía favorita no llevaba acordes ni ritmo, era, simplemente, esas tres palabras; un mimo auditivo que rompía la gravedad y lo llevaba directo al cielo que para él eran los ojos de Kouyou.

Ambos rieron cuando el castaño claro frotó sus pies fríos contra los calentitos de su pareja.

—La luna está cansada. —murmuraría el mayor de los dos mientras cerraba los ojos.

Tanabe por su parte sonrió, sabía que una acotación de su cómplice justo antes de entregarse a los brazos de Morfeo, era tan trascendental como el existir, y tan etérea como el aletear de una mariposa.

—¿De qué? —preguntó en voz baja, dejando que sus dedos se encariñaran con el cabello de Uruha.

—De ser el amor de todo el mundo… por suerte, yo tengo la fortuna de poder abrazar al mío.

 

Dulces lunas, mi amor.

Fue lo último que escuchó, y que quedó retumbando en sus oídos hasta cuando se halló plácidamente dormido, envuelto por fin en la calidez del dueño de sus mejores memorias.

 

Tic – tac.

Calentitas noches.

Notas finales:

 

CHAN CHAN CHAN CHAAAAAAN~

Te ha escrito Moon, y te deseo... calentitas noches. (?) ♥

 

 

 

 


PD: Yume, espero que después de leerlo, ya no te caiga tan mal. ;>;)7

 

 


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