Vista: todo está oscuro. Con los vendajes abrazando a sus ojos, no importa si están abiertos o no; sólo puede confiar en sus otros sentidos para tener una comprensión de su entorno.
Sabor: aire seco, ya que lo han alimentado a través de inyecciones y, antes de eso, los tubos. Boca seca y palabras secas, porque eso no cambiaría, aunque tuviera una elección.
Olor: restos de un aroma estéril y antiséptico, un poco nauseabundo. A veces, cuando se despierta en sudor, salido de una pesadilla, él casi se puede saborear, también, el perfume perturbador de la sangre y la lluvia. Que nunca se desvanece.
Tácto: Una vez, que el camino por la habitación entera, siguiendo las paredes con las manos. Pudo deducir que era una habitación pequeña, sin ventanas, y una sola puerta.
Y luego está la audición:
Unos pasos casi inaudibles se acercan a la puerta, rompiendo el silencio de la soledad de su dormitorio. Un toque suave. Entonces, una voz tranquila, llamándolo, “Haise”
Los labios de Haise se mueven. “Arima-san” dice, y así comienza.
Además del equipo médico, Arima es la única visita que recibe. De vez en cuando, el hombre trae con él un libro, a pesar de que Haise todavía no puede leerlos. Una vez que le retiren los vendajes, podrá comenzar a leerlos dijo Arima. Haise apreció el pensamiento, recorriendo las portadas de los libros con los dedos, sonriendo cuando estos tropezaron con letras en relieve. Con esto él podría conocer, de antemano, el título y el autor del libro.
A veces, incluso Arima le lee: algunas historias, algunos poemas. La voz de Arima es constante y serena, haciendo más silencio que palabras. Se había desestimado las preocupaciones de Haise con un simple esto no me molesta en absoluto. Haise cedía volviendo a la página donde se quedaban.
Ellos hablan poco. Buenos días, tardes, noches, ¿cómo está usted? ¿Cómo van sus heridas?, y ¿qué piensa usted acerca de este libro?, pero uno de los temas favoritos de Haise es: El clima.
Es un disparate. Pero su mente es una tierra sin pasado, atormentada por pesadillas-quizás-recuerdos, y Haise piensa que al menos, si él recuerda cómo es el mundo, fuera de esta habitación, tal vez podría encontrar una respuesta, un camino de regreso a su pasado. Así que Haise escucha informes breves de Arima del tiempo, y se imagina.
"¿Qué se siente fuera, Arima-san?"
"Hace frío", Arima dice simplemente. "Nevado. Los ferrocarriles están cerrados hoy”.
"Gracias", murmura Haise, y la ve, en el fondo de su mente: calles cubiertas de un blanco esponjoso. El viento del invierno aullando y besando las mejillas de color rojo de la gente. Caminando sobre las nubes. Ángeles de nieve dibujado sobre la nieve. Huellas dejadas atrás. Al ver la respiración del otro. "Me gustaría poder verla. La nieve ", susurra, más para sí mismo que para el hombre a su lado.
"Tengo algo para ti", dice Arima, unos días más tarde, mientras se sienta junto al lecho de Haise.
"¿Un libro?" Haise adivina, la comisura de los labios ya se curva hacia arriba ante la idea.
"No", dice Arima, en voz baja. "Dame tu mano."
Haise obedece. Arima toma la mano de Haise en la suya, y Haise se estremece ante el contacto. Hace frío. Esto es--
"Nieve", dice Haise, la sensación de congelación y de deleite corriendo por su piel, un trozo de invierno en su palma.
"Este es el tiempo hoy."
A pesar de que su visión se ha ido por el momento, ha aprendido a percibir algunas emociones que Arima, en ocasiones, deja notar: en este momento, hay un tono de una silenciosa satisfacción su voz-
Haise sonríe. "Gracias, Arima-san."
Arima observa a Haise, que ahora se examina su regalo, con atención. El toque de la nieve es suave, un poco húmedo, entumeciendo su piel, como una canción de cuna - pero nunca se había sentido tan vivo, desde que se había despertado. Baja la cabeza, mientras que trae sus manos cerca de su cara; No bebe la nieve, pero humedece los labios, el beso de la nieve produce una sonrisa en la superficie de su boca.
Un pequeño consuelo y la compañía constante de Arima. En sus manos, en su pecho, la nieve se está derritiendo.