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Drive my car. por Galaxy Diamond

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Notas del capitulo:

Hola. 

Pienso actualizar Jueves y Lunes. 

Bien, seguimos. 

LA SEÑORA JEON

─    Ya estás aquí, sano y salvo en tu casa, hyung. – Dijo Hoseok, una vez que llegaron al país y entre Nam Joon, Yoon Gi, y  él mismo, llevaron al mayor a su casa, y lo instalaron cómodamente en su habitación.

 

─    Debes tener esa pierna inmóvil por al menos un mes. Así que no te andes haciendo el listo y obedece al doctor o después no podrás bailar. – Le dijo Hoseok, riéndose por la broma. Todos sabían que Seokjin era pésimo bailarín.

 

─    Y tú respétame. Recuerda que soy tu hyung. – Lo regañó Jin, sin embargo, sonreía pues tenía un carácter demasiado apacible.

 

─    Perdón, hyung… no pude evitarlo. Por cierto, encontré tu celular. – Se lo dio en la mano.

 

─    Gracias Hobi. En verdad tiene fotos muy importantes para mí. – Le dijo, observando las imágenes en él.

 

─    Llamé a Seungcheol, para que venga a verte mañana por la mañana. Por favor, dile a tus sirvientes que lo dejen entrar. También contrataré a una enfermera que te atienda. No puedes permanecer solo. – Le dijo Nam Joon.

 

─    Gracias, no debiste molestar a SCoups, él debe estar bastante ocupado. –

 

─    Pero es doctor, y además es ortopedista, así que no es molestia, porque se le va a pagar por sus servicios. –

 

─    Está bien. Gracias por sus atenciones muchachos, en verdad, no sé qué haría si no contara con ustedes. –

 

─    Yo tampoco lo sé. – Le contestó Yoon Gi, un poco en broma y otro poco en serio. – Ahora debo irme. Tengo mucho sueño y como no estarás en el despacho durante demasiado tiempo, tendremos que encargarnos de tu trabajo. – Le dijo, sin tratar de parecer quejumbroso, pero enfocándose a la realidad.

 

─    Gracias, de nuevo. – Les dijo Jin.

 

─    Tú solo cuídate y trata de aliviarte lo más pronto posible. No podemos prescindir de ti por mucho tiempo. – Le dijo Hoseok.

 

─    En cuanto pueda, iré en muletas a trabajar. No se preocupen. –

 

─    Tendrás que contratar un chofer. Tu dichoso coche es estándar y casi nadie sabe manejarlo. Yo por supuesto, no manejo más que coches automáticos, hyung. – Le dijo Nam Joon, sonriendo.

 

─    Estaré bien. Buenas noches, chicos. – Y los tres amigos se despidieron y finalmente, lo dejaron solo en su habitación, rodeado de todo lo necesario para estar cómodo y entretenido.

SCoups llegó un poco más tarde a la casa de Seokjin. Eran amigos desde la universidad, y siempre acudían a él cuando alguno se enfermaba. Y más ahora que era una cuestión ortopédica.

 

─    Al menos cuatro semanas sin moverse. ¿Entendiste, hyung? – Lo había terminado de revisar y escribía algunas indicaciones en su recetario.

 

─    Está bien. Pero… -

 

─    Contraté a la señora Jeon. Es una enfermera excelente, en verdad, estarás feliz con ella. Siempre la envío a mis pacientes más cercanos. –

 

─    Pues… gracias. – No la conocía pero siendo como era SCoups, no confiaba mucho en la famosa señora Jeon.

SCoups tenía corazón de pollo. Siempre tenía muchas enfermeras para que cuidaran a sus pacientes, pues las mujeres se acercaban a él para que las recomendara, y a veces, no siempre, pero muy seguido, las enfermeras le quedaban mal.

Así que Seokjin dudaba de la eficiencia de dicha mujer, pero no tuvo mucho tiempo para preocuparse, porque antes de que su amigo se fuera, llegó la mujer.

Era una señora mayor. Según Jin, su edad fluctuaría entre 40 o 50 años. Tenía una complexión muy robusta, y sus brazos y sus manos eran enormes y gruesos. Además, era alta.

Parecía una matrona más que una enfermera. Entró muy seria a la habitación, portando un traje blanco que protegía con un delantal de color negro, como si fuera a trabajar con el forense. Llevaba botas negras de hule y si era necesario, también cargaba con unos guantes negros de látex.

La impresión de Jin no era muy favorable. Sin embargo, la mujer escuchó las indicaciones del joven doctor y asintió en cada una de ellas.

─    De todos modos, señora Jeon, le dejo anotadas las instrucciones. Por favor, debe seguirlas al pie de la letra. Volveré en dos días. – Le dijo. – Y tú amigo, solo déjate querer. La señora Jeon cuidará de ti. – Le dijo y sonriendo como siempre, salió de la habitación y luego de la casa, dejando a su hyung más que preocupado.

 

─    Bueno… pues… - Jin no sabía que decir, sin embargo la mujer lo miró. Siempre seria.

 

─    Comencemos. – Fue la expresión lacónica de la señora Jeon y procedió. Jin solo abrió demasiado sus ojos castaños, por la incertidumbre.

Primero, la señora bajó la pierna de Seokjin que estaba colgada de unas poleas que se instalaron especialmente en la cama. SCoups las había llevado con él, pues sabía que harían falta y las colocó con mucho cuidado cuando llegó.  

 

─    Tomaremos un baño, señor Kim. – Le dijo como si  nada. No pidió permiso, ni tampoco preguntó su parecer. Ella obedecía las órdenes del doctor y nada en el mundo haría que lo dejara de hacer.

 

─    Gra… gracias. – Le alcanzó a decir el muchacho, mientras la mujer metía un  enorme pedazo de plástico debajo del cuerpo de Jin.

Lo giró a la izquierda y a la derecha, y ya que lo tuvo colocado sobre el plástico, comenzó a desnudarlo. Siempre actuando con mucho cuidado, le quitó prenda por prenda, actuando de una manera sumamente profesional.

Le dio el mejor baño de esponja que hubiera recibido en toda su vida. La manera en la que se concentraba mientras realizaba su trabajo, le permitió a Seokjin observar su rostro.

No era vieja, y si al principio le había parecido una mujer cuarentona o cincuentona, ahora le parecía mucho más joven e incluso atractiva. Miraba con sus enormes ojos negros, que brillaban por el esfuerzo y la fatiga de mover el cuerpo del muchacho. Además su cabello negro amarrado que olía a limpio.

Cuando terminó de darle el baño. Lo secó y perfumó con algunas cremas que encontró en el tocador, y luego solo le puso un bóxer. Nada más.

─    No necesita ropa mientras esté en la cama, señor Kim. – Le observó.

Al fin, quitó las sábanas y cobijas de la cama, igualmente con demasiada eficiencia y las bajó para echarlas a la lavadora. O al menos eso supuso Jin, pues al rato la mujer regresó con los brazos vacíos.

La mujer abrió estantes y cajones buscando ropa de cama limpia, pero no la encontró. Se quedó parada en el medio de la habitación, pensando.

─    La ropa limpia está en el estante, en medio del pasillo. – Le informó Jin, adivinando su intención.

La mujer solo le dijo:

 

─    Gracias. – Y salió por la ropa.

Cambió y arregló la cama, con Jin encima y al fin, cuando terminó, el muchacho se sentía mucho más cómodo y relajado.

Volvió a levantar la pierna de Jin con las poleas y luego, le acomodó las almohadas.

Satisfecha con su trabajo, lo miró.

 

─    Gracias, señora Jeon. – Le dijo él.

 

─    Es mi trabajo señor Kim. Veré lo de su comida. – Y bajó a la cocina, donde seguramente supervisó la comida que se le serviría.

Una vez a solas, Jin soltó el aire que había estado conteniendo mientras la mujer estuvo con él. Luego, sin más, solo sonrió.

─    ¡Diablos! – Dijo. En verdad esa mujer era un remolino que dejaba mucha calma  y limpieza a su paso.

En ese momento, subió la señora Jeon y limpió la habitación. Era una mujer fuerte y sumamente trabajadora, además de eficiente. Sabía muy bien que hacer y cómo hacerlo.

Era un torbellino moviéndose en la habitación, y lugar por donde pasara, lugar que quedaba limpio y brillante.

La señora Jeon estuvo ocho horas en la casa de Jin. Por la tarde, antes de retirarse, checó que todo estuviera en orden.

─    Es hora de que me vaya, señor Kim. – Y sin más, dio la vuelta y se fue.

 

─    Hasta… mañana. – Le dijo él, pero ella ya no estaba ahí.

Encendió la televisión, buscando alguna forma de entretenimiento, pero la programación era muy aburrida. No había algo que le hiciera alejar su mente de lo que sucedía.

─    Tendré que buscar un chofer. – Pensó, pero su computadora portátil se había quedado en el escritorio de su despacho, en el piso de abajo, así que no podría entrar a internet y buscar.

Luego, se quedó medio dormido, pues entre la comida y las emociones del día, estaba cansado. Cuando despertó, la habitación estaba a oscuras.

─    ¡Señor Choi, por favor, encienda las luces! -  Gritó. Entonces el mayordomo subió las escaleras y le encendió la luz.

 

─    ¿Algo más, señor? –

 

─    Mi computadora portátil, por favor. –Y se la llevaron. Una vez que estuvo rodeado de lo necesario, les dijo:

 

─    Puedes retirarte, gracias. – Le dijo y el señor se fue al piso bajo.

Estuvo buscando en el internet por un chofer, pero ninguno le parecía bueno. Amaba su vehículo estándar y necesitaba a alguien que lo tratara con cuidado.

Chateo con Hoseok y Yoon Gi, pero ninguno conocía a un chofer eficiente, así que cortaron la conversación.

De pronto, sintió muchas ganas de orinar.

─    ¡Demonios! – Pensó. No tenía nada cerca y necesitaba realmente ir al baño.

 

─    ¡Señor Choi! – Volvió a gritar. El mayordomo entró. Jin lo miró y solo le dijo:

 

─    Necesito ir al baño. –Le explicó sin más.

 

─    Lo ayudaré, señor. – Pero se veía confuso. Él era mayordomo, no enfermero y Jin no podía apoyar la pierna para caminar, así que forzosamente tenía que ayudarlo.

 

─    Necesitaré unas muletas mañana. Por favor, antes de venir, ve a comprar unas. –

 

─    Claro señor. – Le dijo mientras desataba las poleas.

Con muchos trabajos, Jin se movió y apoyándose sobre el mayordomo, dando brincos con cuidado, entró al baño. Luego se dio cuenta que necesitaría ayuda para apoyarse mientras hacía sus necesidades.  No le quedó más remedio que llamar al señor Choi y mientras éste lo sostenía, se abrió el bóxer y sacó su miembro.

─    “Qué situación más vergonzosa” – Pensó. Pero trató de aguantarse la pena y finalmente, pudo orinar. Luego regresó a su cama y se acostó con cuidado.

Acomodar las poleas no fue fácil. Estuvieron durante mucho tiempo tratando de volver a colocarlas, como lo había hecho la señora Jeon. Pero fracasaron y al fin, Jin tuvo que dormir con la pierna sin levantar.

─    SCoups me matará mañana, pero no quiero lastimarme o que se vaya a caer de pronto. Déjelo así, Señor Choi. – Le dijo y el buen hombre salió de la recamara.

Al día siguiente…

─    Señor Kim. ¿Qué pasó? – Fue lo primero que dijo la señora Jeon no bien lo vio.

 

─    Tuve que ir al baño en la noche y ya no pude colocarla. – Le explicó avergonzado.

La mujer lo miró con demasiada incredulidad. Luego, sin hacer ningún comentario volvió a preparar todo, como el día anterior, para bañarlo y cambiar la ropa de cama.

─    Pero no es necesario que lave todos los días las sábanas y las cobijas, señora Jeon. –

 

─    Si lo es. Usted ahora no puede moverse, y está sudando. Además, seguramente ayer no pudo limpiarse bien, la ropa interior debe oler horrible, y además, ese hedor pasa a la ropa y… - Comenzó a pintarle un escenario horrible.

 

─    Está bien, está bien. – La calló, imaginando lo peor. – Como guste, solo quiero ahorrarle trabajo. –

 

─    No se preocupe. Para eso estoy y no permitiré que usted esté sucio e incómodo. Jamás. – Y siguió con su trabajo.

En esta ocasión, antes de bañarlo comenzó a masajear su cuerpo. 

─    ¿Qué hace? – Le preguntó sintiendo un poco de dolor.

 

─    Le doy un masaje, para que su circulación no falle. Estar tanto tiempo inmóvil puede acarrear graves problemas, y es usted tan guapo y tan joven que no queremos eso, para nada. – Le explicó, mientras seguía tomando su carne como si fuera masa de un pastel y lo movía y pellizcaba. Era muy doloroso, pero Jin pensó que se vería como un cobarde si comenzaba a quejarse, así que se aguantó.

Al fin, la señora Jeon terminó con el masaje y lo comenzó a bañar. Puso especial atención en su entrepierna, y Jin la miraba con las mejillas completamente rojas.

 

─    Ayer no quise ser demasiado meticulosa, arquitecto. Pero ya  hoy usted sabe que mis intenciones son muy buenas y que mi interés principal es que usted quede limpio y cómodo. – Y seguía entretenida con el pene de Jin, como si disfrutara de tocarlo y lavarlo.

 

─    Gracias. – Le dijo, pero se contenía. No estaba acostumbrado y por supuesto, no esperaba que lo fuera a bañar de esa manera, así que trataba de respirar con calma para no reaccionar al tacto de la mujer sobre su miembro.

Finalmente terminó. Jin pudo respirar pues fácilmente fueron diez minutos los que talló y talló en sus partes íntimas. Pero al parecer, quedó satisfecha. Luego siguió con el resto de su cuerpo y  terminó dándole un  champó.

─    Bajaré la ropa sucia y luego limpiaré la habitación.- Le dijo la mujer a un completamente rojo Jin. Cuando vio que la señora Jeon salió de su cuarto, el muchacho cerró los ojos y respiró tranquilo.

Desde que su mujer se fue, él no había tenido sexo con nadie, ni siquiera se había masturbado, así que el tacto de ese día lo había puesto algo… caliente.

Tomó aire con fuerza, y luego lo soltó procurando contenerse. Afortunadamente, la señora regresó rápido y la vista de la mujer no era suficiente para excitarlo más, por lo que pudo relajarse.

Una vez que terminó con la habitación, bajó por la comida del muchacho y se la dio con cuidado, como si fuera un niño.

─    Coma bien, Arquitecto. Se ve muy flaquito, necesita más músculos en ese cuerpo de hombre. – Le decía, sin ninguna doble intención.

 

─    Así estoy bien. Subo muy fácilmente de peso. – Le respondió.

La señora Jeon guardó silencio. Terminó de darle de comer a Jin y recogió todo.

─    Gracias por la comida, señora Jeon. –

 

─    No hay de qué. Ahora subo de nuevo, ya casi me voy y quiero dejarlo bien acomodado. – Lo miró como dudando de la capacidad de Jin. - ¿No quiere ir al baño? Lo ayudaré. –

 

─    Pues… no, ahora no quiero ir al baño. –

 

─    Está bien. Entonces le dejaré el cómodo para que lo use si siente necesidad de orinar. –

 

─    No es necesario. Mejor enséñeme a soltar las poleas. – Le pidió.

 

─    Está bien. Ahora subo. – Y salió de la habitación para bajar los trastes sucios a la cocina. Cuando regresó, le enseñó los nudos de las poleas. Hicieron las pruebas y finalmente, Jin pudo dejar las cuerdas igual que la señora Jeon.

 

─    En verdad es usted muy inteligente, arquitecto Kim. – Le dijo emocionada.

 

─    Gracias, pero no es tan difícil. –

 

─    Claro. – Pero su mirada decía otra cosa.

Jin se quedó reclinado en sus almohadas. Pensaba que la vida era algo extraña. Hacía apenas dos días no conocía a esa mujer, pero se había vuelto imprescindible en su vida. Nunca se había sentido tan dependiente de alguien, y eso era algo que no le gustaba.

 

Los días fueron sucediendo uno tras otro. Lentamente y sin ninguna variante a la rutina que se había establecido entre Seokjin y la señora Jeon.

Ya ni siquiera le importunaba que lo tocara en su miembro cuando lo bañaba. Era demasiado prosaico como para que lo incitara a nada. Además la mujer era el perfecto ejemplo del profesionalismo e indiferencia, así que cuando lo bañaba, cerraba los ojos y se quedaba dormido o al menos, se dejaba llevar por su mente hasta momentos más agradables.

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Una mañana, tres semanas después de que regresaran a Seúl, la señora Jeon no llegó a la casa de Jin.

Se le hizo extraño, pues la mujer era sumamente puntual y siempre llegaba incluso, antes de la hora fijada.

Su cuerpo, acostumbrado a la rutina, le recordó la necesidad de ir al baño y no había nadie que lo ayudara. Así que solo se le ocurrió llamar a SCoups.

─    Investigaré lo que sucede, te llamaré luego. Mientras tanto, usa una botella de agua para orinar y luego alguien la tirará. – Le sugirió antes de colgar.

Jin se sintió asqueado por la sola idea y se hizo el propósito de aguantar las enormes ganas de ir al baño. No era fácil, pero lo estaba consiguiendo bien, hasta que tocaron el timbre de la casa.

Segundos después, se escucharon suaves pasos que subían la escalera y el arquitecto supuso que era la señora Jeon, aunque la liviandad de las pisadas lo intrigaba demasiado.

─    Buenos días. – Se escuchó la voz de un muchacho y Jin vio parado en el umbral de la puerta, a un chico bastante alto y delgado. Tenía el cabello negro y un rostro tranquilo, sumamente respetoso.

 

─    Buenos días. – Le contestó, con curiosidad.

 

─    Soy el hijo de la señora Jeon. Mi nombre es Jungkook. – Le dijo sin más y luego le extendió un sobre que Seokjin tomó. Sacó una hoja de papel que estaba escrita con una letra pequeña y minuciosa y comenzó a leer.

“Arquitecto Kim. Antes que nada, espero que esté usted bien cuando lea la presente. – “Estoy bien, pero quiero ir al baño”, pensó Jin mientras seguía leyendo. – Ayer, mi apéndice tuvo a bien infectarse y fue necesario llevarme al hospital para que me lo extrajeran. No me fue posible llamarlo por teléfono, pues el dolor que me dominaba era demasiado fuerte e incluso me desmayé. Me apena mucho decirle que tendré que estar en cama por al menos dos semanas y que me será imposible seguir yendo a su casa para atenderlo como lo había estado haciendo. Sin embargo le presento a mi hijo Jungkook, portador de la presente, y él podría hacer mi trabajo mientras me recupero lo suficiente como para cargar su peso y realizar todas mis labores en su casa. Mi hijo es un buen chico, sumamente honesto y eficiente. Lo he entrenado bien y no sería el primer enfermo que cuidaría. Si le parece bien a usted, él se quedará en mi lugar y lo que me iba a pagar a mí, se lo pagaría a él. Le agradezco la atención a la presente y espero una respuesta afirmativa de su parte, de lo contrario, de todas formas, muchas gracias por su atención. Atentamente. Ahjuma Jeon.” -  La carta concluía de esta manera y se notaba que la buena mujer había escrito algunas cartas  similares. Se preguntó si todo sería solo una charada, pero de inmediato alejo la idea de su mente.

─    Entonces… ¿Tú podrías quedarte en lugar de tu omma? – Le preguntó directo al joven que no se había movido de su lugar durante toda la lectura de la carta.

 

─    Así es, hyung. – Le contestó.

 

─    Pues… - Lo miró. Se veía demasiado joven, pero Jin era de esa clase de personas que no le negarían una oportunidad a alguien solo por su juventud. - ¿Qué te parece si probamos por unos días? Si nos sentimos cómodos con tu trabajo, podrás quedarte durante el tiempo que me falta. ¿Estás de acuerdo? –

 

─    Si, hyung. Daré lo mejor de mi trabajo. – Y le hizo una gran reverencia.

 

─    Bueno… entonces… comencemos. – Y se sentó pues deseaba ir al baño de inmediato. Jungkook adivino sus intenciones, así que se acercó y desató las poleas, para luego tomar a Seokjin firmemente de la cintura y llevarlo al baño.

Jin sintió las manos fuertes y grandes de Jungkook mientras lo ayudaban, y se sintió mucho más seguro que con su omma, quién de pronto se le hizo una mujer algo débil para cargar su peso.

Regresaron a la habitación y una vez acomodado en la cama, Jungkook procedió a realizar el mismo trabajo que hacía su madre. Todo era idéntico, y sin embargo para Jin la sensación fue muy diferente, pues el chico trabajaba sin hablar y lo tocaba con demasiado cuidado, como si fuera algo muy delicado que se pudiera romper de un momento a otro, cosa muy diferente de su omma.

El momento del baño atrapó a Jin desprevenido. De pronto, Jungkook había colocado el plástico y comenzó a desnudarlo. Sus manos jóvenes, fuertes y grandes lo desvestían sin tocarlo. Tenían puestos unos guantes de látex y su mirada se enfocaba en la esponja que llenaba de jabón y pasaba suavemente por el cuerpo de su hyung.

El mayor se dio cuenta de que volvía a sentirse algo excitado, y se puso nervioso esperando el momento en el que el muchacho lavara sus partes nobles.

Cuando así lo hizo, no pudo evitar estirar una pierna, pero se controló de inmediato, avergonzado de su reacción.

Jungkook lo ignoró del todo y no dio ninguna señal de haberse dado cuenta de lo sucedido.

Suavemente, con el jabón y el agua, el chico lavaba con esmero cada parte de su cuerpo, y Jin lo estaba sintiendo demasiado. Su cerebro trataba de alejarse de ahí y, como con la señora Jeon, desprenderse de las sensaciones, pero no podía.

Jungkook olía muy bien, su aroma juvenil envolvía al mayor, y no podía evitar mirar al muchacho que apretaba los labios con fuerza, mientras realizaba su trabajo, completamente concentrado.

Miraba el rostro afilado del chico, con su nariz un poco grande pero que le daba un aire muy formal, y hacía que se viera guapo. Sus labios carnosos y juveniles, que apretaba conforme se iba cansando, y sobre todo los enormes ojos de Jungkook. Todo el conjunto se le hacía extrañamente atractivo y le gustaba tenerlo así, inclinado sobre él, tan cerca de su cuerpo.

Finalmente, terminó el baño.

Jin volvió a respirar tranquilo cuando Jungkook terminó de vestirlo, dejándolo con la pierna levantada y la cama limpia y seca.

Cuando terminó de limpiar, el muchacho estaba recogiendo todos los enseres de limpieza y entonces, recibió una llamada en su teléfono celular.

─    ¿Puedo contestar, hyung? – Le preguntó, educadamente.

 

─    Claro, contesta. – Le dijo sonriendo.

Jungkook salió de la habitación con las cosas que había estado cargando, y afuera de la habitación contestó.

─    ¿Diga? – Pausa. -  Estoy trabajando. – Se escuchó otra pausa. – Mi omma fue operada y estoy terminando un trabajo que ella tenía. – Otra pausa. – Te veré en la tarde, como a las seis. Claro, no me olvido de ti. Hasta luego. – Y cortó.

Jin se preguntó si el chico tendría novia o algo así, pero luego se recriminó a si mismo por ser tan metiche.

El día se fue muy rápido después de eso.

Jungkook le subió sus alimentos y estuvo pendiente de sus medicamentos. SCoups llegó cuando estaba terminando de comer.

─    ¿Y cómo va todo, mi querido arquitecto? – Le preguntó sonriendo.

 

─    Bien. – Y miró a Jungkook que recogía todo en silencio y salió de la habitación. – Él es el hijo de la señora Jeon. –

 

─    Si, supe que la operaron de urgencia. Jungkook es un buen chico, te será de mucha ayuda. –

 

─    Es muy eficiente. Ha hecho todo lo que hacía su madre sin que yo le de ninguna indicación. – Le dijo, sorprendido.

 

─    Te lo dije. La señora Jeon te será de mucha utilidad y su hijo también. –

 

─    ¿Cuándo podré moverme? Necesito ir a la empresa y ver cómo está todo. – Le preguntó.

 

─    En dos semanas más. No te apures. Deja que tu pierna se recupere, todo lo demás puede esperar. –

 

─    Si, lo sé, pero… en fin. – Renunció a pretender que lo entendieran.

 

─    Me voy. Tengo otros pacientes. – Y después de despedirse del muchacho, se fue dejándolo con Jungkook.

A las cinco de la tarde, en punto, Jungkook subió con su mochila y su chamarra, listo para irse.

─    Por favor, ayúdame a ir al baño antes de que te vayas. – Le pidió y el muchacho prestamente lo ayudó.

Cuando terminaron, lo dejó acostado en su cama y luego de una reverencia, salió de la casa, dejando en Jin una sensación de vacío muy grande.

 

─    Creo que la soledad y la inactividad me están pesando. – Pensó en voz alto. Luego, sintió la necesidad de ir al cuarto del bebé.

Éste era un lugar que Jin había diseñado y decorado especialmente para su hijo. Tenía la cuna que se había trasladado ahí, después de la muerte del niño, y también tenía todas las cosas del bebé. Seokjin había decidido dejarlo tal cual estaba después de la partida del niño.

A veces, iba para pensar y relajarse, como si su hijo pudiera darle suaves palmaditas en el corazón.

Trató de levantarse de la cama, pero no lo consiguió, y después de luchar por algunos minutos, se dio por vencido. Sin embargo, la frustración y la situación de dependencia, lo hicieron sentirse más solo que nunca, así que se le ocurrió llamar por teléfono a alguno de sus amigos para que hablaran con él y lo consolaran.

Sin embargo, y a pesar de que ya era de noche, ninguno le contestó. No le extrañó, pues los tres eran adultos libres y con sus propias necesidades. Seguramente tenían compañía y ni siquiera escuchaban el sonido del teléfono celular. Aventó el celular sobre la cama, y sin más que hacer, cerró los ojos para poder dormir.

 

Notas finales:

Bueno, pues muchas gracias por sus comentarios y por leerlo. 

Más adelante podré subir más de un capitulo, pero apenas y me están saliendo las ideas. 

Por otro lado les comento que probablemente el lunes suba el TaeGi o VGa o como le llamen a la pareja de Taehyung por Suga, donde éste será el activo. 

Bueno, gracias por sus comentarios y por leer. 

BESOS. 


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