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Drive my car. por Galaxy Diamond

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Notas del capitulo:

Ahora si, el penúltimo capítulo. 

 

La fiesta de la boda de Jin con la señora Oh, terminó a las once de la noche.

 

Los invitados habían estado comiendo, bailando y divirtiéndose demasiado, pero era hora de que la feliz pareja se fuera a su luna de miel, y por lo tanto, de terminar la celebración.

 

Jungkook se subió al automóvil de Jin y los nuevos esposos subieron al asiento de atrás. Se suponía que el menor los llevaría al aeropuerto, pero todos sabían que los tres viajarían a Jejú, en un hotel tranquilo, porque la novia no podía viajar.

 

La ahora señora Kim dormía plácidamente en uno de los asientos del avión.

 

Jin la había ayudado a recostarse, le dio sus medicinas y luego, la dejó dormida. La sonrisa de la señora Oh lo hacía muy feliz, pues se daba cuenta que la buena mujer se sentía bien en la situación que ahora tenía.

 

Regresó con Jungkook a su asiento y se sentó junto a él.

─    Algún día, tú y yo nos casaremos. Ya sea aquí o en otro lugar del mundo, pero te prometo que te haré mi esposo ante la ley del hombre y la ley de Dios. – Le susurró, para luego darle un tierno beso en los labios.

 

─    Lo sé, Jin. Gracias por ser tan bueno conmigo. –

 

─    No soy bueno, te amo. – Lo miró, y sus ojos castaños lo devoraban.

 

Jungkook sonrió. Luego le preguntó.

─    ¿Cómo está ella? –

 

─    Cansada. Me preocupa, pero espero que en Jeju recobre las fuerzas. –

 

─    ¿Y los bebés? –

 

─    Están en el hospital, no quise dejarlos en cualquier lado, y sé que ahí los cuidarán perfectamente. –

 

─    Vaya, pensaste en todo. –

 

─    Claro, yo siempre lo hago. – Le sonrió, bromeando.

 

─    No has pensado en los nombres de tus hijos. – Le recordó.

 

─    Pues claro que sí. –

 

─    ¿De verdad? –

 

─    Le pregunté a la señora Oh y ella me dijo que les pusiera los nombres que quiera, así que uno de ellos, el mayor se llamará Seok Jung y el otro se llamará Jung Jin o bien Jin Kook, ¿Qué te parece? –

 

Jungkook sonrió por la mezcla de nombres.

─    Me gusta mucho Jinkook. Pero son tus hijos, tú decide. –

 

─    Será Jinkook, como nos dicen los amigos. – Le sonrió.

 

─    ¿Ya puedes diferenciarlos? –

 

─    Sí, no son gemelos idénticos, y una vez que los has bañado y convivido con ellos, son fáciles de diferenciar. –

 

─    Bueno, pues tendrás que enseñarme, porque francamente yo los veo iguales. –

 

─    Claro que terminarás conociéndoles, serás el mejor padre del mundo, ya verás. –

 

─    Me da miedo. – Le confesó.

 

─    ¿De qué? –

 

─    De fallarles a ellos o de fallarte a ti. De no estar a la altura de lo que ustedes merecen. – Se acurrucó en el amplio pecho de Jin. – Pero les daré mucho amor y quizás eso compense mis errores. –

 

─    Todos nos equivocamos, Kookie. Lo importante es tratar de mejorar como persona. No te preocupes, yo también cometeré muchos errores pero contigo los solucionare. Lo único que deseo es que tú estés conmigo siempre, para apoyarme. –

 

─    Siempre estaré contigo, amor. Siempre. – Le sonrió y ambos se durmieron abrazados.

 

Llegaron a la isla dos horas después, y con un servicio de ambulancias, pudieron subir a la enferma en un transporte especial que los llevaría al hotel. Ahí, tendrían una enfermera que cuidaría de la señora Oh, para que pudiera disfrutar de las vacaciones.

 

 

Taehyung y Kiro se fueron de la fiesta, en cuanto los novios dejaron el salón.

─    ¿Estás bien, Kiro? – Le preguntó Taehyung al verlo tan callado.

 

─    Sí, claro. Solo pensaba. – Susurró. Estaba melancólico al ver la boda. Hubiera deseado poder llegar a casarse con Taehyung algún día.

 

─    ¿Puedo saber en qué piensas? – Lo interrogó el otro, haciendo que lo mirara.

 

─    En que me gustaría casarme algún día. Debe ser una experiencia muy agradable. –

 

Taehyung se sintió celoso de pronto. Pensar en que Kiro pudiera encontrar a alguna mujer que lo amara, lo hizo ponerse celoso, aun cuando él mismo comprendía que era algo estúpido.

 

─    Supongo que tuviste muchas novias en Japón. – Le dijo al fin.

 

─    Por ahora, no recuerdo bien eso. Aunque tampoco me importa. – Contestó, tratando de terminar con el tema.

 

─    ¿No puedes recordar si amas a alguien? –

 

─    Creo que lo recordaría. No veo una imagen que esté en mi mente, ni tampoco veo un rostro de manera especial.

 

─    Vaya, eso debe ser molesto. – Comentó Taehyung al tiempo que llegaban a su casa. - ¿Quieres pasar un momento? –

 

─    No quiero desvelarte, Tae. – Le contestó, siempre susurrando.

 

─    No lo harás. Me gusta platicar contigo. – Le contestó a su vez.

 

─    Está bien, entonces. – Y se bajó del coche de Tae para poder entrar al departamento del menor. Subieron por el elevador hasta el piso del muchacho y luego entraron al hogar de Taehyung.

 

─    ¿Gustas algo de jugo de naranja? –

 

─    Está bien. –

 

El mayordomo les llevo el jugo y ambos se sentaron tranquilamente en el sofá.

 

─    Hace tiempo yo tuve un novio al que amaba locamente. – Comenzó Taehyung, haciendo que Hoseok lo mirara fijamente. – Lo amaba tanto que por él, decidí alejarme del sacerdocio y unir mi vida a él. – Continuó.

 

─    ¿Y dónde está el? ¿Murió o algo así? – Preguntó Hoseok, con curiosidad por saber lo que diría el menor.

 

─    No murió. Pero yo dudé acerca de lo que debía hacer, dudé acerca de lo que realmente quería hacer con mi vida. – Dijo, con la voz quebrada. – Entonces lo deje un tiempo. Necesitaba poner en orden mis ideas y mi vida. Hacerme a la idea de que no sería sacerdote, cuando desde los diez años de edad lo había decidido. – Continuaba hablando, liberándose de la ansiedad.

 

─    Y él no entendió. – Completó Hoseok. Taehyung lo escuchó y sonrió, pensando que Kiro era demasiado inteligente.

 

─    Así fue. Él creyó que lo había abandonado, porque yo fui tan estúpido de no decirle nada, y dejé que pensara que no regresaría, así que Hoseok comenzó a salir con alguien más. Sara, una chica hermosa que lo hacía muy feliz y que probablemente era el amor de su vida. –

 

Hoseok suspiró, recordando la cruel despedida de Sara, antes de abordar el avión hacia Canadá.

 

─    Pero entonces mi padre que sabía todo, decidió que no quería continuar trabajando con la empresa de Hoseok, y tuvieron una junta en donde les dijo que se deslindaría de ellos. En esa junta tuvieron una terrible discusión que terminó cuando mi appa sufrió un infarto que lo envió al hospital, donde falleció poco después. –

 

Hoseok escuchaba lo sucedido, y volvía a sentirse fatal. Veía a Taehyung relatando lo ocurrido y sentía que no había rencor en la voz del menor, solo dolor, y eso lo sorprendió.

─    Debiste odiarlo. – Comentó sin más.

 

─    Si. En ese momento te juro que solo quería verlo morir, sufrir, y que llorara todo lo que yo había llorado por mi padre. Deseaba que pagara con su vida por la vida de mi appa. Ojo por ojo y diente por diente. – Soltó, causando escalofríos en Hobi.

 

─    Te entiendo, porque sé que tu appa era demasiado importante para ti. –

 

─    La persona más importante para mí, hasta que conocí a Hobi. – Sonrió. – Entonces, él también fue otra persona muy importante para mí. Lo amaba tanto… - Recordó, mientras bebía un trago de su juego. – Lo amo aún. – Terminó.

 

Hoseok miró a Taehyung, y su mano tembló para dejar la copa en la mesa.

─    Pero él murió en el accidente donde fuiste herido. Le hice la vida de cuadritos y lo obligué a huir del país. Él se iba a Canadá cuando todo esto sucedió y ahora, solo me quedan los recuerdos de él, las fotografías y… nada más. – Sus ojos se cristalizaron, mirando la foto de su celular. – Ahora jamás podré decirle que lo siento mucho, y que me gustaría que me perdonara por haber sido tan malo con él. Ahora, es imposible que podamos volver, porque él murió y de la muerte nadie regresa. – Finalizó, para luego cubrirse el rostro con las manos y sollozar con tanta tristeza que Hoseok solo se acercó y lo abrazó, tratando de darle consuelo.

 

Hobi tenía los ojos cristalizados, y un nudo en la garganta. Quería decirle a Taehyung que él era Hoseok, que él era esa persona de la que hablaba con tanta tristeza y que no había muerto. Deseaba pedirle perdón y decirle que aún lo amaba. Pero no pudo hacerlo.

 

Taehyung se dejó abrazar por breves minutos y luego, apenado, se separó del otro chico.

─    Perdón Kiro. No quise que subieras para hacer esto, pero tenía que dejarlo salir, tengo tanto dolor por dentro que si no lo decía, estallaría dentro de mí. – Le explicó.

 

─    No te apenes. Amar, llorar y sufrir, son sentimientos nobles que no deben avergonzarnos. – Le susurró nuevamente, tratando de hacerlo sentir mejor.

 

 

─    Debes pensar que soy un hombre patético. – Sonrió a través de las lágrimas.

 

─    No, claro que no pienso eso. Solo pienso que eres de las pocas personas que saben amar y que el destino te ha jugado una mala pasada. – Le respondió.

 

─    Nunca debí dejarlo, o más bien, debí decirle lo que me ocurría y seguramente él me comprendería. Hoseok era un hombre muy comprensivo, tolerante y bueno, seguramente me hubiera escuchado e incluso me hubiera esperado, pero fui tan imbécil de alejarme de él, sin darle explicaciones. Ese fue mi error y lo lamentaré por el resto de mi vida. – Terminó, tan triste que Hoseok solo lo miró, y luego le tomó la mano entre las suyas.

 

─    En la vida, a veces, tenemos una segunda oportunidad Taehyung. Sé que hay alguien en éste mundo que te ama y que te podrá hacer feliz. –

 

─    ¿De verdad lo crees? Porque yo pienso que el amor verdadero solo se presenta una sola vez en la vida, y también estoy seguro que Hoseok era ese amor para mí. Y que ya no habrá nadie más que me haga sentir lo que él me producía. –

 

─    Tal vez. Pero eso no lo sabemos ni tú ni yo. Lo que sí puedo asegurarte es que encontrarás de nuevo al amor y que entonces podrás ser muy feliz. – Le dijo, levantándose del sofá. – Debo irme. – Se despidió.

 

─    Está bien. Ya es tarde. –

 

─    Si. Te dejo descansar. – Lo miró y le preguntó. - ¿Estarás bien, Taehyung? –

 

─    Claro. No me mataré ni haré nada malo como eso. Solo me ducharé y me dormiré. ¿Mañana te veo, entonces? –

 

─    Claro, como siempre. – Le respondió y luego, le hizo una reverencia y salió del lugar, dejando a Taehyung con el corazón más ligero.

 

Hoseok salió casi corriendo. Había estado a punto de confesarle todo a ese chico que, por lo visto, sufría tanto por él. Pero aún no era el momento. Su corazón se lo decía. Aún no era el momento de decirle la verdad a Taehyung y terminar para siempre con la farsa de Kiro Osaka.

 

─    Tal vez, mañana sea el día. Tal vez. – Pensó una vez que llegó a su casa y se acostó en su cama, pensando nuevamente en Taehyung.

 

 

Al día siguiente, en Jejú, Jin y Jungkook se levantaron temprano para poder salir un rato a caminar en la playa. Pasaron a ver a la señora Oh, pero ésta dormía profundamente, así que decidieron salir a tomar un poco de aire y luego regresar con ella para llevarla a que desayunara o bien, ordenar algo.

 

El sol brillaba e iluminaba todo el lugar. Casi no había gente en la playa y ambos pudieron tomarse de las manos con toda calma.

 

De pronto, ambos sintieron una fuerte brisa que los envolvió. No era fría, sino cálida, y les dio a los dos una sensación de dicha y felicidad que nunca antes habían sentido. Ambos tuvieron la impresión de ser abrazados con enorme fuerza, para luego sentir como el aire volvía a la normalidad.

 

─    ¿Sentiste eso, Kookie? – Le preguntó Jin, con el corazón aún rebosante de dicha.

 

─    Si. Fue extraño, porque no veo que haya viento. – Le respondió el menor, pero luego siguieron caminando por un rato más. Después de unos minutos decidieron regresar para ver a la señora Oh.

 

Había pasado mal la noche y Jin se desveló, cuidando que la buena mujer se pudiera dormir, después de que la enfermera le inyectó la morfina que le ayudaba con el dolor.

 

Así que estaban preocupados.

 

Entraron a la habitación y de inmediato la enfermera les informo que la señora Oh había muerto.

─    Lo siento tanto, señor Kim. Pero la señora no me dejó ir por ustedes. Me detuvo de la mano y me dijo que le dijera que muchas gracias por todo y que no se preocupara, porque ahora ella estaría con su amada hija. – Le tendió un sobre. – También me dio esto. Dijo que lo había guardado desde hacía mucho tiempo y que quería que usted lo recibiera antes de hacer nada. – Le explicó.

 

Jin tomó el sobre, mientras iba caminando de prisa hacia la habitación de la que ahora era su esposa. La vio ahí, tendida en la cama, con una sábana cubriendo su cuerpo por completo.

 

Se acercó para tomar la mano de esa buena mujer que tan bien se había portado con él y con Jungkook. Su novio estaba detrás de él, llorando silenciosamente, pensando que debieron estar ahí.

─    No debimos salir. Murió sola. – Le dijo a Jin y éste lo miró para levantarse y abrazarlo.

 

─    No te preocupes, Kookie. Ella lo sabía y no quiso que la viéramos morir. Pero de alguna forma, se despidió de nosotros. – Le susurró en el cabello, apretándolo con fuerza contra su cuerpo. – Ojalá y en verdad, esté junto a su hija y ambas se cuiden mutuamente. –

 

─    Yo también lo espero. – Le dijo Jungkook limpiándose las lágrimas.

 

De inmediato, llevaron el cuerpo de la señora Oh a Seúl. Ahí, le hicieron el servicio fúnebre al cuál acudieron todos los amigos de su hija, lo mismo que algunos vecinos que le tenían mucho cariño a la mujer.

 

Finalmente, incineraron el cuerpo y Jin tomó la urna con las cenizas las cuales, según le indicó la señora en la carta que le dio la enfermera, debían ser arrojadas al mismo lugar donde ella arrojó las cenizas de su hija. Un bosque cerca de Busan.

 

En el sobre, la señora también le indicaba el nombre y la dirección de su abogado para que pudiera tomar posesión de todas las cosas de la mujer.

 

Al fin, después de una semana de ir y venir entre trámites, abogados y muchas cosas, los bebés llegaron a vivir con los dos muchachos.

 

Jin mandó hacer un cuadro con el rostro de las dos mujeres que, valientemente, habían vivido toda su vida, luchando por lo que querían. Ese cuadro estaría ahí, siempre, para que tanto Seok Jung como Jin Kook vieran a su omma y su abuela y no las olvidaran jamás.

 

 

 

Dos meses después, Kiro y Taehyung seguían siendo muy amigos. Se reunían para comer o para ir al cine, y aunque ambos sentían que el otro le gustaba, no decían nada al respecto. Taehyung por temor de asustar a Kiro y Hoseok porque no quería perder al nuevo Taehyung que era su amigo.

 

Sin embargo, cuando sintió que no podía más, y que confesaría todo, se alejó, pretextando tener que ir a Japón para arreglar algún asunto pendiente. Taehyung no le pidió ninguna explicación y ambos se separaron en el aeropuerto. No hubo un adiós, tan solo un abrazo de despedida y finalmente, Hoseok se fue.

 

Taehyung lo miró partir, con un nudo en la garganta, y sin evitar derramar unas cuantas lágrimas pues sabía que lo extrañaría de verdad, y Hoseok simplemente se alejó sin voltear, pues sabía que si veía a su querido Tae parado en el pasillo de salida, regresaría y no se iría.

 

Pero debía irse.

 

El tiempo fue pasando lentamente y sin darse cuenta, transcurrió un año más.

 

En la fiesta de los bebés, Yoon Gi llegó con Jimin, como siempre, tomados de la mano. Era su cumpleaños y tanto Jin como Jungkook habían hecho una hermosa fiesta.

 

Jimin estaba feliz. Le había ganado la apuesta a Yoon Gi quién había dicho que Jin y Jungkook se pelearían por los bebés y se separarían, pero ahora los veían tan felices con los niños, que el menor solo sonreía.

 

─    Tendrás que pagarme, hyung. – Le dijo a Suga, con burla.

 

─    Si, lo sé. – Refunfuñó el mayor.

 

─    ¿Por qué apuestan sobre nosotros? ¿No tienen nada mejor que hacer, o se te acabó el viagra, hyung? – Les preguntó Jungkook, burlón.

 

─    Muy gracioso, Jungkook. – Le dijo Jimin molesto de que se metieran con su novio.

 

─    Pues ustedes apuestan sobre nuestra vida. Eso sí es irrespetuoso. – Les dijo Jin cargando a los bebés.

 

─    Fue Suga, yo siempre he dicho que ustedes serán una pareja para siempre. – Les dijo Jimin, ganándose un golpe de Suga.

 

─    Cobarde, no me eches la culpa a mi solito. –

 

─    No te preocupes, Jimin. Ya sé que la idea de la apuesta fue de Yoon Gi. – Le dijo Jin.

 

Entonces Taehyung llegó con un regalo para los bebés. Su asistente iba con él, y un amigo que nadie conocía.

 

─    Buenas tardes, disculpen la tardanza, pero tuve algunos asuntos que arreglar. – Les dijo a Jin y Kookie y sin más, les dio los regalos. – Les presento a mi amigo Minjae, de Daegu. – Y éste hizo una reverencia muy amplia para saludar.

 

─    Mucho gusto y bienvenidos. Entremos para que podamos comer algo y divertirnos. – Les dijo Jin quién le dio un bebé a Jungkook para que lo ayudara.

 

El muchacho era tan feliz con sus hijos pues los cargaba y los consentía demasiado, así que el bebé se le abrazó como un monito y ambos fueron al patio a comer.

 

Jimin miró a Taehyung observando que su expresión era de tristeza.

 

─    ¿Cómo has estado Taehyung? – Le preguntó cuándo estuvieron solos un rato, mientras Suga discutía algunos asuntos con Nam Joon.

 

─    Bien. – Le respondió lacónicamente.

 

─    No te ves tan bien. – Contestó sinceramente.

 

─    Estoy bien. No soy muy feliz, pero no debo ser ingrato y pedir más de lo que tengo. –

 

─    ¿Qué te falta, amigo? Lo tienes todo, dinero, belleza, juventud, gente que te admira. –

 

─    Me falta Hoseok. Pero sé que es imposible que lo pueda tener conmigo, así que estoy resignado a que no volveré a verlo jamás. –

 

Jimin iba a decir algo, pero entonces entró una persona a la fiesta que lo hizo sonreír y pensar:

 

─    “Llegaste en el momento exacto, hyung” –

 

Taehyung siguió su mirada, pero solo alcanzó a ver a un hombre con traje oscuro que, junto con Jin, entraban a la casa.

 

Jimin miró a Taehyung con una sonrisa traviesa. Pensaba en el gusto que sentiría su amigo muy pronto. Minjae observaba todo, sonriendo levemente.

 

No llevaba su sotana, pues en realidad estaba de vacaciones con Taehyung, aun así su actitud y todo él le daban al muchacho una paz inmensa.

 

El mayordomo se le acercó a Taehyung con un papel doblado. Después de leerlo, miró a Jimin.

 

─    Te dejo por un momento. Jin Hyung quiere verme en la casa. – Y se levantó después de decirle esto, con demasiada incertidumbre.

Jimin sonreía aún más.

─    ¿Por qué sonríes tanto, cariño? – Le preguntó Suga con curiosidad. Como había estado volteado hacia Nam Joon, no se había dado cuenta de nada.

 

Sonrío porque te amo, Yoon Gi hyung. – Y lo abrazó con fuerza, por no poder darle un beso como hubiera querido. Era feliz porque sabía que pronto Taehyung también lo sería, si dejaba a un lado su orgullo y permitía que su corazón se abriera.  

 

Notas finales:

No pude terminarlo. 

Me iban a salir demasiadas hojas y tampoco es maratón. 

Bueno, muchos besos a todos. 


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