“Intenta descansar un poco y no hacer enojar a mi hermano, si cooperas esto se va a arreglar rápido”
─Al carajo con su hermano…─ Murmuró Bruce mientras recordaba las palabras del joven Kryptoniano que le llevó esa cantidad exagerada de alimentos. Tenía un mal presentimiento y no podía quedarse quieto sin hacer nada.
Agradecía que los pasillos por donde pasaba no fueran tan concurridos, pero en especial era un alivio el no cruzarse con Kal. Todavía sentía ese escalofrió al recordar cómo sus ojos se tornaron rojos, amenazantes.
Kal-El era un hombre con poca paciencia y por lo poco que pudo apreciar en su corto encuentro seguramente no estaba acostumbrado a que le llevaran la contraria. Mal por él pensó Bruce, ya que sin importar cual amenazador que se viera no le daría la razón o le haría caso solo porque sí.
Siendo lo más sigiloso posible observó como un hombre vestido casi de igual manera que esa mujer que lo revisó antes y sin su consentimiento salía de un cuarto. No podía evitar pensar en aquellas películas de ciencia ficción al ver esas puertas abrirse con solo apoyar su mano en ellas.
Por una corazonada decidió arriesgarse a entrar a ese lugar del cual ese desconocido ya se alejaba distraído. Apenas ingresó observó con cuidado el cuarto, había cuatro camas con sabanas blancas vacías y una quinta ocupada.
─Artur─ lo reconoció al estar junto a él, un poco nervioso al encontrarlo inconsciente. No sabía mucho de medicina, pero el que no estuviera conectado a nada y que respirara de manera tranquila le daba un poco de alivio extra a la rara situación en la que se encontraba.
¿Qué haría luego de reunir a todos?
Eso era algo en lo que tenía que pensar, su nave seguramente estaba en mal estado y presentía que nadie le felicitaría su regreso a casa.
Cuando la puerta volvió a abrirse enderezó su postura, alerta ante quien entraba a la habitación, la cual se notaba que fue improvisada rápidamente para sus compañeros.
─¿Qué haces aquí? Mi primo va a enfadarse si andas sin escoltas y no me informó tampoco que ya estuvieras bien para levantarte─ Habló rápidamente la joven rubia que miro nerviosa hacia todos lados a espera de que su primo entrara de repente para reclamarle que los demás humanos estuvieran perdidos.
─¿Dónde están los demás humanos?─ Preguntó sin rodeos y con tono firme, sin vacilaciones. Cosa que sorprendió a la mujer ya que ninguno de los otros humanos habló de esa forma con ella. La única que sonó meramente dura fue Kendra, pero aun así la forma de su postura y hablar le hacía recordar a los de altos mandos, a su primo.
Se mordió el labio mientras miraba a aquellos ojos azules, esa mirada endurecida que exigía una respuesta. Temía por la reacción de Kal cuando este se enfrentara a ese, se notaba que no era alguien fácil de llevar y si eso era así entonces no se llevaría bien con su primo…
─No lo sé─ respondió suspirando luego, de nada serviría mentirle al comandante ─Soy Zor-El y tenía la tarea de cuidar de tus compañeros, no esperaba que ellos escaparas así que ahora están buscándolos. ¡Pero no te preocupes! Nadie les hará daño.
─¿Qué quiere exactamente tu primo de mi?─ probó suerte con la muchacha al ver que ella parecía más comunicativa que los demás.
─¿A qué te refieres? ¿Ya hablaste con él?─ ladeó el rostro confundida y preguntándose dónde estaba Kal, ya que dudaba que dejara sin supervisión al humano luego de la escena que mostró al sacarlo de la nave.
─Me apartó de los demás y me prohibió salir de aquella habitación, la cual pienso que es de él, así que algo debe querer de mí para hacer eso.
─Te prohibió… ¡Ya hablaste con él! ¿Te hizo algo?¿Estás bien?─ soltó cada palabra atropelladamente mientras discretamente inspeccionaba al humano hasta que su comunicador en su oreja sonó y lo atendió ─¿Los encontraron? No, está bien. No te preocupes, iré en un momento. No sabes cuánto te lo agradezco.
Bruce levantó una ceja esperando alguna explicación de parte de Zor-El. Nadie le respondía nada concreto y eso le preocupaba.
─Encontraron a Oliver y a Barry─ sonrió aliviada por la noticia y siguió hablando al ver el asentimiento de Bruce ─Pero parece que Oliver no quiere volver y tendré que ir para convencerlo, por las tarde suele hacer mucho calor y no sé si ustedes pueden tolerarlo o no.
─Está bien, iré contigo─ dijo y cuando vio que la rubia comenzó a negar con la cabeza frunció el ceño molesto ─Ellos son mi responsabilidad.
─También la mía y tu seguridad es primero…
─¿No dijiste que no había ningún peligro afuera? Además puedo cuidarme a mi mismo, no necesito escoltas ni nada para que me defiendan.
Sin poder negarse por más tiempo y temiendo la reacción de su primo fue hacia el lugar donde le informaron que se encontraba esos dos humanos, acompañada del teco comandante que al parecer era un líder nato.
Bruce siguió a la mujer intentando no distraerse por las construcciones y el paisaje que le rodeaba. Todo era tan futurístico y fantástico. Estaba seguro que si no fuera porque se sentía amenazado estaría más que interesado en explorar.
Sintió la mirada curiosa de algunos Kryptonianos por estar caminando junto a la prima de Kal. Era extraño que ellos fueran tan parecidos y a la vez tan diferentes, los niños humanos no levantaban cosas tan pesadas como lo estaban haciendo dos pequeños que jugaban por aquel pasillo donde pasaban.
─Hay no…─ murmuró Zor-El cuando vio al linterna verde llamado Hal hablando con Barry. Todavía no sabía como harían para que no intervinieran en el asunto de los humanos en su casa.
─¡Comandante!─ Barry sonrió alejándose del hombre de traje verde para ir hacia Bruce. Se notaba que estaba frenético por todo lo que estaba ocurrido, un poco asustado por la impresión de encontrarse en otro planeta, pero encantado con todo lo que sus ojos veían ─¡Puede creerlo! ¡Esto es fantástico! ¡Además está el linterna verde del que tanto hablan!
─¿Dónde están los demás?─ Interrumpió Bruce cuando Barry comenzó a relatarle rápidamente, demasiado, todo lo que había descubierto. En especial su encuentro con aquel héroe del que sus hijos le hablaron que apareció hace unos meses, al que llamaron linterna verde.
─Kendra y Selina siguieron su camino, querían explorar y ver si estamos en ambiente hostil. Y Oliver estaba discutiendo con dos Kryptonianos que nos querían llevar a la casa El de regreso.
Encontrar a Oliver fue fácil, estaba a tan solo unos metros coqueteándole a una Kryptoniana sin problema alguno de cuál era su situación y las mujeres al ver a su comandante no tardaron en preguntar que harían y si todo estaba en orden.
Bruce no tenia respuestas para sus preguntas, solo sabía que la única opción que tenia por el momento era arriesgarse a volver a la casa El.
Zor-El por su parte se sintió aliviada de que por el momento Hal se mantuviera al margen de todo, cerca y observándolos, pero sin dar ningún comentario.
─Intentaremos que vuelvan a su hogar lo más pronto posible, los arreglos de su nave serán hechos sin problemas y la recuperación de Artur es favorable y seguramente en un día o dos despertará. Por el momento quisiera pedirles que no salgan sin supervisión, todavía no sabemos si nuestro clima es demasiado hostil para ustedes y no quiero arriesgarme. Por su seguridad se les asignaran escoltas para asegurar que estén bien cuando salgan.
─¿Podemos salir a explorar sin problemas?
─Por supuesto. No son prisioneros de la casa El, son nuestros invitados─ sonrió amablemente mientras ingresaban a los jardines para mostrarles el estado de la nave ya que querían verla.
Bruce observaba discretamente su alrededor, alejándose del grupo que estaba ingresando a la nave ya que sabía que estaba en mal estado y no le hacía falta comprobarlo. Ahora que sabia el estado de todos los tripulantes se sentía más relajado, aunque todavía alerta.
Las plantas florales llamaron su atención. Su madre amaba los jardines, aunque ella no plantaba nada personalmente, y recordaba que de niño él se escabullía para estar junto al jardinero y ayudarlo a cuidar las plantas.
─Esa planta puede ser venenosa para ti─ escuchó la inconfundible voz de Kal detrás de él haciendo que se girara de inmediato. Recordando que ese tipo le había “pedido” que no saliera del cuarto ─. Saliste.
─Te dije que tenía qué─ entrecerró los ojos a la espera de algún movimiento de parte del kryptoniano.
─Si, te escuché─ y también lo vigiló en todo momento para ver como era su forma de ser, le agradó ver que era el líder de su grupo, afirmando sus sospesas de que era alguien fuerte entre sus pares. Se acercó un poco más conteniendo su sonrisa al escuchar los latidos acelerados del humano y que igualmente no se moviera para alejarse.
Bruce frunció el ceño cuando vio que frente a su cara Kal había puesto una especie de cristal de color celeste muy tenue, delicado. Miró del cristal a la cara del kryptoniano confundido, ¿acaso quería que la tomara?
─Es una piedra nativa del verdadero planeta Krypton, mi familia rescató una pequeña cantidad ya que tiente un valor para nuestra raza muy importante. Acéptala─ dijo esperando que Bruce la tomara y sonriendo cuando luego de mirarlo fijamente por un momento lo tomó.
Una de las cosas en las cuales los linternas no podían intervenir era en la cultura y para los kryptonianos era parte de su costumbres culturales el entregarle una de esas piedras a la personas a la cual pretendían cortejar y si ésta aceptaba dicha piedra nadie podía interferir.
Bruce Wayne le gustaba a Kal-El y veía en él un excelente candidato para estar a su lado. Lo presintió cuando lo encontró inconsciente en aquella nave y lo sintió por su forma de actuar al despertar.
─Vuelve a la habitación cuando sea la hora de cenar─ dijo sonriendo apenas antes de irse.
─¿Qué quieres conmigo?─ preguntó Bruce cuando este le dio la espalda para alejarse. Cuando Kal se giró apenas para mirarlo a la cara no supo como clasificar aquella mirada, era como si lo atravesara con aquellos ojos azules.
─No veo inocencia alguna en tu mirada, Bruce. Sé que sabes bien que es lo que quiero de ti.