Capítulo 2 <3
Hace años los linternas habían ayudado a un planeta entero a trasladarse a otro, ya que este estaba a punto de explotar literalmente.
Desde aquella vez jamás habían vuelto a pisar ese planeta habitado por aquellos kryptonianos ya que sabían que ellos lograrían progresar rápidamente. Aunque no esperaban que esa raza evolucionara gracias al sol amarillo que modificó a los más jóvenes e infantes haciéndolos extremadamente fuertes y dotándolos de habilidades.
Hal había visto diversas razas alienígenas desde que se había unido a los linternas, pero jamás a ninguna tan parecida a la suya en apariencia al menos. La tecnología también era increíblemente avanzada comparada con la humana, sino fuera que estaba en una misión le hubiera encantado quedarse a explorar el planeta y a sus habitantes.
─Hola─ escuchó una voz femenina haciéndolo salir de sus pensamientos y fijando su vista en una mujer muy joven que le sonreía amigablemente, aunque no lograr engañarlo ya que podía notar un nerviosismo en ella ─Bienvenidos, soy Zor-El y lamento que mi primo Kal-El no pueda atenderlos en este momento, pero esta encargándose de un asunto muy importante.
─No hay problema─ contestó estrechando su mano con la de la muchacha ─¿Podríamos ver a los humanos ahora?
─Claro─ respondió al soltarle la mano y pedirle que lo siguiera ─¿Usted también es un humano?
─Si─ respondió sin problemas confundido por la notable emoción de la muchacha al escuchar su respuesta.
─Debo decirle que uno de los hombres esta inconsciente, tuvo algunos golpes que lo dañaron bastante, pero esta recuperándose satisfactoriamente y los demás están despiertos, pero… el comandante está tratando un asunto con mi primo Kal.
─¿Qué asuntos?─ cuestionó presintiendo que algo raro estaba pasando y mirando a su compañero que se encontraba con el ceño fruncido, o eso le parecía al menos porque el grandote no tenia cejas supo que no era el único en sospechar.
─Sobre el hospedaje y nuestra raza, ya sabe… somos parecidos, pero en realidad a la vez no─ dijo antes de abrir la puerta donde estaban los tripulantes de la nave.
La sonrisa de Zor-El desapareció al ver que en el cuarto solo se encontraba el humano durmiente. A su primo no le gustaría que ellos anduvieran sueltos sin supervisión.
─¡Mierda!─ Exclamó la palabra que sin querer se le había pegado a su vocabulario luego de escucharla decir tantas veces por el humano llamado Oliver.
***
─Hey… aléjate─ dijo Bruce al notar como los ojos de Kal-El se tornaban rojos luego de negarse nuevamente a hacer lo que le pedía.
Él no era alguien que se asustara con facilidad ante nadie, pero tenía que admitir que el no hacerlo ahora era estúpido. Alertado por el extraño comportamiento del alien recordó que a pesar de la atura donde se encontraba había un árbol que podía amortiguar su caída.
─Ni lo intentes─ le advirtió Kal-El al notar las intenciones del humano, pero este nuevamente no lo escuchó y se lanzó del balcón.
Antes de que siquiera tocara una rama del árbol Kal lo había atrapado y Bruce había abierto la boca incrédulo.
¡El tipo volaba!
Forcejeó inútilmente mientras era devuelto a la habitación donde fue arrojado con un poco de más de brusquedad de la que Kal pensó en utilizar. Bruce gruñó frustrado y concentrándose en la molestia de ser tratado como un muñeco de trapo para no caer preso de sus nervios otra vez.
─Te quedas ahí─ habló el kryptoniano con un notable tono de advertencia.
Bruce entrecerró los ojos y se sentó en la cama sin apartar su mirada de esos penetrante ojos azules que hace unos momentos se habían tornado rojos. Sabía que no debía tentar a su suerte, pero tampoco podía rendirse y dejar a su tripulación por su cuenta.
Creyó en que si Kal-El hubiera querido matarlo ya estaría muerto. Cuando en la puerta se escuchó un golpeteo tragó fuertemente saliva. ¿Ahora quien más vendría?
Una mujer vestida de blanco entró luego de escuchar la voz del jefe de la casa El darle permiso. Sin mirar a la cara de Kal le informó que ella era la sanadora que había solicitado y rogando por no equivocarse se encaminó hacia donde se encontraba Bruce. Este le miraba con recelo, atento a cualquier movimiento.
─No veo nada malo, el golpe en su cabeza no le causo ningún daño, pero supongo que debe de tener hambre y presenta una leve deshidratación. Casi imprescindible en realidad.
─¿Debo quedarme postrado a esta cama?─ Preguntó Bruce molesto porque la mujer no lo mirara y le hablara al alien siendo que era a él a quien acababa de revisar sin preguntarle siquiera si podía hacerlo.
─Eh… no, solo debe alimentarse y beber la cantidad de liquido que los humanos necesitan por día. Dos o tres litros si no me equivoco─ contestó un tanto aturdida por el atrevimiento del humano al hablar sin el permiso de Kal ─Si me disculpan, me retiro.
Bruce miró a la mujer irse y luego volvió su vista hacia el hombre que seguía viéndolo con el semblante serio, molesto sin duda.
─Ya comprobaste que estoy bien─ habló después de unos minutos totalmente incómodos y pesados sin que ninguno se dijera nada.
─Pediré que alguien venga a traerte comida y líquidos, no salgas de este cuarto─ se giró mientras se encaminaba a la puerta ─Y no intentes lo del balcón nuevamente.
Una clara advertencia de que no lo desobedeciera. Bruce suspiró aguantando el dolor de cabeza y levantándose de la cama.
No quería averiguar que pasaba cuando aquellos ojos azules se volvían rojos y obviamente ese hombre tenía más “dones” que lo hacían peligroso, como el de volar.
Luego de un momento de meditación de cuál sería su accionar tomó una decisión.
Decidido a no dejarse intimidar y a acobardase abrió la puerta para encontrarse con un joven muy parecido a Kal-El llevando consigo una bandeja con una exagerada cantidad de comida y a una mujer con otra bandeja donde una jarra de agua y un vaso estaban puestos sobre ella.
Kal-El sonrió de lado antes de alejarse del pasillo. La puerta de su cuarto había sido abierta antes de que su hermano o madre o hicieran así que Bruce lo había desobedecido.
No estaba enojado, al menos no tanto como creía y debía estarlo. Era interesante que siendo un humano, que a pesar de tener una construcción muscular atractivamente fuerte y que debía de serlo entre sus pares lo desafiara igualmente sabiendo que estaba frente a un hombre fuera de su liga de fuerza y dominio.
Cuando le sostuvo la mirada controlo sus latidos, sus nervios, sin inmutarse por él, sintió una extraña sensación. Bien podía cortar toda esa determinación de no doblegarse ante alguien superior absurda de ese humano sin problemas, mostrarle que él jamás lograría ganarle, pero no lo hizo.
No recordaba el haberse encontrado con algo o alguien que le interesara y no sería divertido terminar con esa fuerza y determinación del dueño de aquellos ojos azules tan distintos a los suyos.
Agudizando su audición pudo escuchar perfectamente como Bruce intentaba obtener algún tipo de información de su hermano o su madre, pero dejo de escucharlo cuando vio a su prima correr por los pasillos despavorida y detrás de ella un linterna verde.
Eso no era algo bueno, si los linternas andaban en su planeta y más específicamente en su casa debía ser por los humanos. Tenía que encontrar una forma de que ellos no interfirieran y devolvieran a Bruce a su planeta… y ya sabía que era lo que haría.