La habitación estaba llena de suspiros por parte del menor, seguro la temperatura estaba muy elevada, tal vez tanto que podría compararse con un desierto, al menos en la cama de JinKi y KiBum.
Ambos cuerpos se fundían en uno solo, deseando que fuera más que eso, que la unión fuera más que esos deseos de ser uno mismo con la persona que amaba, y que por fortuna era un sentimiento recíproco.
Los movimientos que Onew, que Yonggam efectuaba hacia KiBum era tan diferentes haciendo perder la razón al menor. Cuando era lento lograban sentir el cuerpo ajeno, saboreando cada gota de placer, sintiendo como en cada roce ambos sentían tocar el cielo, la forma en como JinKi cuidaba de KiBum incluso al hacer el amor era tan única, tan pura, llena de amor…. Pero, cuando Onew comenzaba a sacar ese lado salvaje que simplemente Key sabía que había en aquel hombre, ambos lograban llegar al infierno del placer, el menor gemía el nombre de su pareja hasta casi lastimarse la garganta, pero eso no le importaba del todo. Por otro lado el mayor adquiría ese deseo de poseer la figura de la persona que le había atrapado desde el primer instante. Cuando eran salvajes simplemente olvidaban todo lo que había a su alrededor e incluso los principios morales y éticos, simplemente conocían el nombre del otro, haciéndoles saber cuánto se necesitaban el uno al otro.
Cuando finalmente culminaron en aquella madrugada tan apasionada en la cual, tanto como el mayor, como el menor buscaban ese elemento tan importante entrar a sus cuerpos llamado oxígeno para moderar su respiración y establecerlas así como el ritmo cardiaco que se encontraba totalmente acelerado gracias al trabajo que hicieron, ambos se dedicaron a volver a su estado normal.
Aquellos zorrunos ojos se posaron en la mirada de su pareja y sin poder evitarlo una sonrisa se formó en sus delgados labios que ahora no se encontraban tan delgados; Una pequeña lastimada en su conmensura labial apareció gracias a que JinKi mordió con un poco más de fuerza que logro hacer aquello, pero no simplemente eso, tanto como un KiBum y un JinKi se encontraba con sus labios hinchados. Los besos no habían cesado durante el acto de pasión y amor entre los dos y claramente ahora lo notaban y lo apresiaban.
No supieron cuanto tiempo se tomaron, pero ninguno de los dos podía apartar la mirada del otro; Ya había pasado otras veces esa escena, miles de veces atrás pero, nunca se cansaban, cada que lo hacían era como si se perdieran en el universo del otro.
JinKi admiraba aquellas tan delicadas pero con su lado masculino facciones de su rostro con tanto detenimiento. Sus pensamientos nunca se detenían, si por el fuera, podría recitar una oda completa de su amado, del hombre que le había robado el corazón lo haría sin problema alguno, cada una de las actitudes, de las formas de ser de KiBum por completo lo había atrapado. Estaba por completo enamorado de su menor y estaba seguro de que así sería por un largo tiempo.
Para KiBum, su mayor simplemente era su mundo, más que eso, era esa luz que le ayudaba a seguir adelante. Onew simple había sido su fortaleza y la persona por la cual era feliz en cada segundo que pasaba de su vida, si bien siempre le reprochaba alguna u otra cosa, ambos sabían que era la forma en como le expresaba cuanto lo amaba. Era la persona por la cual había mejorado y eso era razón suficiente para poder seguirlo amando por mucho tiempo.
Ambos tenían personalidades tan distintas así como tan parecidas a la vez.
Las leyes de la química dictan que un elemento negativo necesita de otro positivo para que pueda funcionar o viceversa.
Eso es lo que pasaba con KiBum y JinKi, eran tan iguales como diferente que lograban complementarse el uno con el otro.
Ninguno de los supo cuando nuevamente unieron sus labios en un beso más lento, pero apasionado. En uno lleno de amor, queriendo demostrarse ese amor que poseían el uno para el otro.
─Te amo, Yonggam.
Un cansado pero completamente feliz KiBum había susurrado al haber separados sus labiales, manteniendo aquella mirada tan seductora sin siquiera tener esas intenciones. Uno de los tantos encantos que tenía.
El de cabellos castaños simplemente le había dedicado una sonrisa juvenil tan impropia para su edad, hipnotizando de nuevo al menor. El mayor había terminado por acostarse a su lado, cubriendo ambos cuerpo con la manta que estaba sobre puesta en la cama, abrazando con firmeza aquella delgada cintura. Éste último había acortado toda distancia entre su espalda y el pecho de su amante y amado sonriendo un poco más al haber escuchado las palabras que habían sido susurradas en su oído muy sutilmente. Como muchas otras veces, su corazón mantenía esa llama que sólo el mayor podía mantener encendida, al igual que el menor lo hacía por el susodicho.
Termino por cerrar aquellos ojos que se sentían pesados y como su cuerpo lo dictaba logró quedarse dormido. Sus manos estaban aferradas a las ajenas terminando con unos dígitos entrelazados, y unas respiraciones que causaban cosquilleos en su dermis. La escena era totalmente romántica, pero eso era parte de ellos, era algo que como otras situaciones eran tan importantes en su vida.
Siguiéndole, más tarde Onew se quedó dormido, manteniendo aquella sonrisa en sus labios, era como una característica de él cuando estaba con su menor, en definitiva era lo que le caracterizaba. Cómo no sonreír cuando el aroma de frutas rojas mezclado con aquel único olor que soltaba su persona especial se combinaban y formaban uno mismo, ingresando por sus fosas nasales, llegando a su cerebro haciendo que éste lo procesara y terminara en una sensación bastante agradable.
Aun con el paso de los días, ninguno de los dos se arrepentía de haber llegado a donde estaban, no se arrepentía de estar en la habitación que compartían, no se arrepentían de compartir cuadros de los dos que colgaban como adorno en la habitación; idea de Key, y, que realmente le había agradado decorar y hacer. Momento que jamás olvidarían y si volvieran a nacer volverían apostar su alma incluso para poder llegar a donde ahora estaban. Porqué lo merecían, Porqué era su destino.
─Te amo mucho más, mi KiBum, mi esposo.