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Babysitting por BlackHime13

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Notas del capitulo:

Bueno... aquí está la segunda y última parte del fic.

Espero que os guste jejejeje.

Advertencia: LEMON XD

Nos vemos en las notas finales (=^w^=)

Capítulo 2


 


 


El moreno se quedó confundido por aquella acción de rubio, hasta que entendió el doble sentido de sus propias palabras.


 


-Mierda.-murmuró para sí mientras se levantaba a prisa de su cama y se dirigía hacia la puerta para ir a buscar al rubio.


 


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El rubio se había encerrado en el baño de la habitación nupcial. Sin darse cuenta, al salir corriendo de la habitación del mayor había terminado en la de sus padres. Suspiró y se levantó del borde de la bañera, donde se había sentado, y se miró en el espejo.


Tenía los ojos ligeramente rojos a causa del llanto y las mejillas húmedas. Se limpió la cara con algo de agua y después de volver a suspirar salió de allí. Estaba a punto de coger el pomo de la puerta cuando oyó unas voces detrás de esta.


 


-¿Pasa algo Aniki?-se oyó la voz del menor de los Uchiha.


-No... ¿has visto a Deidara?-dijo ahora el mayor.


-¿Le ha pasado algo a Dei-nii?-preguntó preocupado el rubio menor. Al oír la voz de su hermanito, Deidara estuvo a punto de salir, pero la respuesta del moreno le dejó paralizado.


-Fui algo grosero con él y quería disculparme.-respondió mientras suspiraba.


-Mmm... sokka. Sabes, me caes bien Itachi-san, por lo que te contaré algo.-dijo el lindo rubio, mientras se acercaba al mayor y le susurraba algo al oído.


-¿Qué le dijiste?-oyó la voz de Sasuke mientras los oía alejarse.


-Jejejeje, algo que le ayudará.-se oyó ahora al kitsune para finalmente oír la puerta del cuarto del azabache cerrarse.


El rubio pelilargo suspiró cuando ya no les oyó pero al hacerlo llamó la atención del moreno mayor.


 


-¿Dei, estás ahí?-le llamó detrás de la puerta. El rubio se sonrojó al verse descubierto y, suspirando otra vez, se alejó de la puerta para sentarse sobre la gran cama matrimonial.


-Si... pasa.-susurró.


El moreno no tardó en entrar en la estancia, observando al menor que miraba hacia el suelo y apretaba su pantalón nerviosamente.


-¿Estuviste escuchando?-le preguntó mientras se acercaba para agacharse delante del rubio. Este solo asintió al tiempo que se sonrojaba al sentir como las manos del ojinegro se posaban sobre las suyas.


-Como veo que no vas a hablarme, deja que lo haga yo.-comentó el mayor para luego suspirar.- Siento haberme comportado de aquella manera. No me di cuenta que lo que dije podría malinterpretarse y que con aquella respuesta te enojarías.-el rubio iba a hablar pero el otro no le dejó.- Cuando dije que quería estar contigo de todas las formas posibles, me refería a salir de forma oficial, de casarnos algún día y de tener hijos. Quiero pasar mi vida junto a ti, porque , como dije antes, nunca había conocido a alguien que cumpliese con mis expectativas.-finalizó. Seguía arrodillado en el suelo cogiéndole las manos con las suyas.


-¿Y qué tan bajas son tus expectativas, como para que me hayas escogido a mi?-le preguntó en un débil murmullo y siguiendo sin mirarle.


-Hmp. ¿Bajas? Yo diría que es al contrario.-comentó con gracia.- Siempre he sido muy exigente. Tanto que mi madre cree que me quedaré soltero el resto de mi vida pero... después de conocerte sé que hice bien esperando tanto.-dijo sinceramente mientras que una de sus manos se dirigió hacia la mejilla derecha del rubio y la acarició tiernamente, para luego levantarle levemente el mentón para que le viera a los ojos.


-Itachi...-susurró y sus mejillas adquirieron un gran tono rosado al ver la sinceridad en los ojos ajenos.


-¿Así que.... aceptarías salir con un idiota como yo?-le preguntó sin dejar de verle.


-Mm.... con una condición.-susurró el ojiazul.


-La que quieras. Cumpliré con cualquier cosa que me pidas.-le dijo en respuesta.


-Quiero que demuestres lo que me dijiste antes.-dijo con una maliciosa sonrisa pero, que aún así, no le quitaba lo bello al gesto.


-¿Qué parte? Dije muchas cosas.-preguntó un tanto contrariado por la sonrisa del menor.


-Pues.... antes dijiste que no todos los varones querían solo pasar el rato.-murmuró. Un escalofrío recorrió el cuerpo del moreno. “Por favor que no sea lo que estoy pensando” suplicó interiormente el ojinegro.


-Ajá ¿y?-le instó a continuar con los nervios a flor de piel.


-Saldré contigo... si prometes no tocarme con intenciones de llevarme a la cama.-dijo su condición y el moreno palideció al oír lo que tanto temía. ¿¡Cómo iba a hacerle para no tocar a semejante ángel que tenía al lado?! Suspiró resignado y cogió aire para decir lo que probablemente le mataría.


-Está bien pero.... ¿cuanto tiempo?-preguntó esperanzado de que no fuese mucho.


-Jejeje no lo se. Eso dependerá de ti.-comentó divertido pero algo feliz de oír que aceptaba.


Por un momento el mayor no pareció entender lo que el rubio quería decir pero al cavo de unos minutos lo hizo. El rubio solo quería que le demostrase que iba en serio, que realmente le quería. El ojiazul.... solo estaba asustado de que jugasen con él.


Sonrió al comprender aquello. Era cierto. El rubio le había dicho que nunca había estado con alguien por lo que estaba nervioso y a la vez asustado de que le hiciesen daño.


Sin dejar de sonreír se levantó del suelo, donde se encontraba y, se sentó al lado del rubio. Después le acarició una mejilla cariñosamente.


-No importa cuanto tiempo necesites. Esperaré hasta que estés convencido de estar conmigo completamente.-habló con sinceridad y decisión.


El rubio se sorprendió por lo convencido y seguro que parecía el mayor a su lado pero no pudo evitar sonreír feliz al oír aquello. Eso significaba que se lo estaba tomando en serio por lo que, sin percatarse, abrazó al contrario por el cuello y se acercó a él hasta besarle.


Fue un beso sutil, apenas un leve roce, que demostraba lo mucho que le quería, a pesar de haberlo conocido aquella misma tarde.


El ojinegro se sorprendió por el acto del doncel pero sin perder tiempo correspondió ese dulce contacto, además de abrazarle por la cintura para acercarlo más hacia su persona.


-Itachi... recuerda lo que prometiste.-le susurró al oído una vez se separaron de aquel beso, pero ambos seguían abrazando al contrario.


-Lo sé.... pero en mi defensa diré que fuiste tú el que me besó.-le susurró de vuelta para seguidamente lamerle el lóbulo de la oreja. Ese acto hizo estremecer al rubio y también que un sonrojo se posara en sus pálidas mejillas.


-Idiota.-susurró mientras escondía la cabeza en el pecho del mayor.


-Hmp.-sonrió satisfecho por ese acto. Estuvieron en aquella posición un buen rato, hasta que el moreno recordó el lugar en el que se encontraban.


-Ey... Dei...-le llamó.


-¿Mmm?-murmuró medio adormilado el doncel, puesto que el mayor desde hacía un rato había comenzado a acariciarle el cabello y aquello le estaba relajando en demasía.


-Deberíamos ir a mi habitación.-le dijo y sonrió al ver la expresión tan tierna que estaba haciendo en aquel momento el contrario.


-Mmm...-murmuró molesto mientras observaba medio confundido el lugar, hasta que cayó en cuenta también del porqué decía aquello el mayor.


-¿Ya te diste cuenta?-le preguntó un tanto divertido después de ver el sonrojo que se había instalado en las mejillas contrarias.


-Hai...-susurró un tanto avergonzado pero todavía se sentía con sueño por lo que le pidió algo al otro.- Nee... Itachi.-le llamó y este giró a verle, puesto que ya se había levantado de la gran cama.


-Dime.-le miró algo contrariado.


-Llévame.-le dijo mientras estiraba los brazos hacia él. Este se sorprendió por aquella repentina petición y no reprimió en demostrarlo.


-¿Eh?-preguntó sin comprender.


-Moo... si no me llevas entonces dormiré aquí.-dijo infantilmente el rubio mientras hacía un pequeño pero lindo berrinche.


El moreno sonrió encantado. Definitivamente no había nadie mejor para él que ese infantil y cabezón rubio que tenía delante. Sin borrar la sonrisa se acercó al contrario y le alzó en brazos, sorprendiendo a este por lo repentino del gesto.


-Si así lo quieres.-dijo sin más mientras comenzaba a caminar en dirección a su propia habitación. El rubio sonrió contento para luego acurrucarse en el pecho ajeno. En poco tiempo se quedó dormido y, para cuando el moreno llegó a la habitación, el ojiazul ya estaba sumido en los profundos brazos de Morfeo. Sonrió mirándole tiernamente mientras lo recostaba sobre las suaves sábanas que ocupaban su lecho. Después se acurrucó al otro lado de la cama y le abrazó por la cintura mientras que el otro se acomodaba en su pecho inconscientemente.


Entonces volvió a sonreír y, antes de que le venciese el sueño, recordó las palabras que le había dicho el pequeño rubio.


 


Consiente mucho a Dei-nii. Él no suele expresar lo que quiere por lo que asegúrate de complacerle si alguna vez se comporta infantilmente. Con eso seguro que conseguirás que te quiera mucho.


 


 


*A la mañana siguiente*


 


 


Tanto rubio menor como el azabache se encontraban en el salón leyendo como la tarde anterior. Todavía era temprano por lo que eran los únicos allí, hasta que oyeron los pasos de alguien bajando por las escaleras.


-Ara...Sasu, Naru-chan. ¿Estáis los dos solos?-preguntó la dulce morena mientras les sonreía. Ambos asintieron.


-Vaya... entonces seguirá dormido.-dijo para si la mujer.


-Nee... Itachi-san tampoco se levantó.-comentó inocentemente el rubio al azabache.


-¿Eh? ¿Itachi?-preguntó sorprendida la mujer.


-Si... Aniki llegó ayer y supongo que seguirá algo cansado del....viaje....-apenas pudo terminar de hablar el azabache que su madre había gritado emocionada y había desaparecido por la puerta en dirección a las escaleras.


-¿No debiste decirle que estaría durmiendo con Dei-nii?-le preguntó el kitsune.


-Ya lo verá.-le restó importancia mientras se encogía de hombros y volvía otra vez su atención al libro. El rubio hizo lo mismo aunque esperaba que la mujer tomase a bien la relación, que estaba seguro, que ambos adultos habían iniciado. Con una sonrisa se concentró en aquel pequeño conjunto de papeles escritos.


 


La mujer corrió escaleras arriba nada más había escuchado que su adorado hijo mayor había vuelto a casa. Se encaminó lo más rápido que pudo hacia la habitación del moreno y, sin anunciar su presencia, abrió la puerta de golpe. En cuando visualizó la escena que se le presentaba delante de sus ojos no puedo evitar sorprenderse pero, aún así se sintió inmensamente feliz.


 


-¡Kyaaaaaa!-gritó emocionada, despertando al rubio que dormía cómodamente en el pecho del moreno.


-¡Mamá!-le recriminó el moreno. Este ya estaba despierto desde hacía rato pero no había querido despertar el ojiazul, puesto que se veía realmente lindo en aquel momento.


-¡Mikoto-san!-gritó avergonzado el rubio una vez comprendió la situación en la que estaban. Se sonrojó de sobremanera e, inconscientemente, se escondió en el pecho del mayor.


-¡Qué lindos!-volvió a gritar la mujer feliz.


-Mikoto....-se oyó la voz de alguien a sus espaldas.- ¿Se puede saber por qué gritas.... tan... tempra...no?-le preguntó pero fue quedándose sin palabras a medida que fijó su vista dentro de la estancia y comprendía lo que veía.


El moreno estaba realmente molesto, el padre de familia se sentía estupefacto, la mujer no podía ser más feliz de lo que lo era en aquel momento y, el rubio..... este solo quería que la tierra se lo tragase rápidamente. Nunca se había sentido tan avergonzado como en aquel momento.


 


Después de aquel bochornoso momento, al menos para el rubio pelilargo, se encontraba ahora todos en la casa de los Namikaze, puesto que la morena no había dejado de insistir en que la pelirroja debía de saber sobre la relación que sus hijos mayores habían decidido comenzar.


Cave decir que esta gritó tanto o más emocionada que la ojinegra y mientras ellas hacían ya planes de boda para la recién formada pareja el padre del rubio, Namikaze Minato, miraba con furia y con el instinto homicida creciendo exponencialmente, al desgraciado (a su parecer) que había gosado acercarse a una de sus adoraciones.


Luego de que la ojiazul consiguiese calmar a su marido y hacerle entender de que el rubio ya era mayor de edad y podía elegir a quién quisiese y, de amenazarle con torturarle si se le ocurría hacerle algo al hijo de su mejor amiga, hablaron todos juntos y tranquilamente.


 


De aquello ya había pasado una semana. Una largísima semana al parecer del moreno puesto que cumplir con su promesa le estaba constando más de lo que creía posible. Si es que cada vez que veía al rubio sonrojarse o sonreírle le entraban una enormes ganas de tirársele encima y de hacerle el amor hasta desmayarse.


La verdad es que casi no aguantaba el no poder pasar de besos y leves caricias con su ángel. Y, aunque entendiese el porqué el rubio le había pedido aquello, su parte baja seguía teniendo otra opinión por lo que a veces se descontrolaba un poco.


Mientras que el ojinegro se deprimía por no poder tocar al ojiazul este, por otra parte, se sentía feliz de estar al lado de alguien como Itachi. No negará que es verdad que a veces sus hormonas le dominaban cuando estaba con el mayor pero, su parte racional siempre terminaba deteniéndolo. Él también quería estar de una forma más íntima con el contrario pero se sentía nervioso y por ello siempre terminaba alejándolo. Sabía que Itachi estaba haciendo todo lo posible por cumplir con su promesa pero, aún y así, comprendía el gran esfuerzo que estaba haciendo por su bien y eso le daba ganar de dejarle avanzar un paso más en su relación.


 


Volvía a ser sábado por lo que el rubio estaba en su casa algo aburrido cave decir. Quería llamar a su novio pero no le gustaba molestarlo mucho, puesto que el día anterior tubo una larga reunión hasta bien entrada la noche y, quería dejarlo descansar. Así es. Itachi se quedaría en la ciudad puesto que su madre le había suplicado a su marido que para la sucursal de Francia podía mandar a cualquier otra persona, que el moreno ahora debía de pasar tiempo con su nueva pareja. Finalmente el hombre había accedido puesto que su mujer era muy persistente cuando se lo proponía.


Volvamos al tema. Como no tenía nada mejor que hacer, se le ocurrió salir a dar una vuelta al centro comercial.


Pasó por diversas tiendas, viendo los escaparates, observando a la gente pasar, etc. Una vez cansado de tanto caminar se sentó en una banca que daba de frente a una cafetería y, al observarla, reconoció una cabellera morena atada en una cola baja.


Frunció el ceño molesto, al darse cuenta de que este no se encontraba solo, sino que había una peliazul sentada muy cerca de él. Estaba por marcharse de allí cuando oyó a un par de hombres hablar, un varón y un doncel, que caminaban en dirección contraria al establecimiento.


 


-Tks. Konan nos echó de mala manera.-comentó un peliplateado.


-Déjala. Sabes como es. Dijo que esta vez no se le escaparía el Uchiha.-comentó con voz cansada un tipo moreno con la boca tapada. El rubio al oír aquello frunció aún más el ceño. ¿Conque aquella mujer iba detrás de su novio?


-Si... ¿recuerdas como se enojó cuando este la rechazó completamente?-comentó divertido el doncel.


-Si... puso de excusa su viaje a Francia con tal de deshacerse de ella.-habló el otro.


-Ahá.... me preguntó qué era lo que nos iba a decir antes de que llegase ella.-se preguntó el peliblanco.


-Dijo algo sobre el porqué no volvería a irse.-comentó pensativo el varón.


-¿Tal vez es que por fin el gran Uchiha Itachi a encontrado a su pareja esperada?-preguntó con gracia el doncel.


-Hmp. Dudo que pueda ser otra cosa. Debe de ser alguien realmente importante como para que alguien tan obsesionado con el trabajo como lo es Itachi, haya decidido dejarlo de lado para pasar tiempo con él o ella.-respondió el varón.


-Tienes razón. Me gustaría saber quien es.-dijo el doncel mientras sonreía.


 


Después de aquello ya no oyó más puesto que habían seguido caminando conforme hablaban. El rubio estaba realmente sorprendido por lo que había escuchado. ¿Realmente era tan importante para el moreno? Aquello le hizo sonreír pero, entonces recordó a aquella mujer por lo que con una sonrisa maliciosa se encaminó hacia el recinto.


 


 


El moreno estaba realmente cansado de aquella mujer. Él había llamado a sus amigos Hidan y Kakuzu para contarles sobre su reciente relación con su ángel rubio. Y, por qué no decirlo, mofarse un rato de ellos y restregarles en la cara que sí había alguien que cumplía con sus expectativas, puesto que ellos siempre le decían que se quedaría solo de seguir así.


Pero entonces, cuando después de comentar un poco como habían estado durante aquel tiempo en el que no se habían visto e iba a hablarles del rubio, apareció la molesta peliazul y sin sutileza alguna, había corrido del lugar a sus amigos para luego sentarse casi sobre suyo y empezar a coquetearle.


Estaba por gritarle que se largara y le dejara en paz, que ya tenía pareja y nunca podría compararse con ella pero entonces sintió unos leves golpecitos en el hombro derecho.


Tan absorto estaba en sus pensamientos que no había notado nada a su alrededor. Giró fastidiado pensando que sería la chica cuando recibió un sentimiento cálido sobre sus labios. Aquella sensación no era para nada nueva por lo que sorprendido miró a la persona que le había besado.


 


-Dei....-susurró sorprendido de encontrarlo allí.


-Menuda cara. Sabes.... si estabas libre podrías haberme llamado.-comentó mientras hacía un lindo puchero, lo cual causó una sonrisa de medio lado en el rostro del moreno.


-Lo siento.-le dijo. El ojiazul en medio de su berrinche se sentó sobre las piernas del moreno y, este, automáticamente le abrazó por la cintura para que no se cayera.


-Me debes algo más que una disculpa.-dijo infantilmente mientras se acercaba y le robaba otro corto y tierno beso.


-¡Se puede saber qué haces!-gritó la peliazul que había observado todo aquello. Primero no dijo nada puesto que pensó que el moreno lo apartaría pero parecía que ese no iba a ser el caso.


-Besar a mi novio. ¿Tienes algún problema con ello?-le dijo arrogantemente el rubio mirándole con superioridad.


-¿Novio? ¿De qué estás hablando? ¡Itachi no tiene ningún novio!-rebatió ella enojada por la actitud y las palabras del doncel.


-Hmp. ¿Y quién te dijo que no lo tuviera?-comentó ahora el moreno sonriendo de lado. Le estaba gustando que el rubio se mostrase de aquella manera, celoso, por una mujer que no tenía ninguna oportunidad.


-Pero.... no dijiste nada. ¡Ni siquiera tus amigos lo sabían!-dijo negando lo evidente. No quería aceptar que aquel doncel había conseguido lo que ella no. Al moreno de sus sueños.


-Eso es porque les echaste antes de que pudiera decírselos.-dijo como si nada el ojinegro.


-Nee.... Itachi....-le llamó el rubio y cuando este giró a verle recibió otro beso del menor.- No me ignores por ella.-comentó haciendo un lindo puchero.


-Hmp. Ni que pudiera quitarte los ojos de encima.-le susurró al oído, sonrojando al rubio de sobremanera mientras que un escalofrío le recorría toda la columna vertebral.


-Idiota.-susurró avergonzado, lo que causó que el moreno sonriera de lado ante lo lindo de su novio.


Después de aquello la pareja se marchó del lugar dejando a una peliazul hundida y humillada.


 


Pasaron lo que resta de día paseando y hablando, además de que el moreno complacía de todas las formas posibles al rubio. Así llegó la tarde y ya estaba anocheciendo por lo que Itachi se ofreció a llevar al ojiazul a su casa. Se encontraban en un parque de la ciudad, donde ya prácticamente no había nadie. Se montaron en el Mustang Mach 5 (2015) negro metalizado perteneciente al moreno. Una vez se disponía a arrancar el rubio le detuvo e hizo que le mirara para luego besarle profundamente.


Sus labios se juntaron en un cálido roce. Primero se besaron lentamente pero al sentir como la tímida lengua del rubio rozaba sus labios decidió abrirlos y permitirle el paso a su cavidad. Era algo realmente inusual el que el rubio tomase la iniciativa en ese tipo de situaciones por lo que se dejaría hacer por un rato.


Continuaron con aquel candente beso. Ambas lengua jugaban entre si, peleando por quien llevaba el control de aquel lujurioso acto. Sus salivas se entremezclaban y gran parte de ella comenzó a deslizarse por el mentón del doncel. Entonces se separaron por la falta de aire y, en cuanto el moreno vio el rostro del ojiazul, toda la sangre se le fue de la cabeza hacia un aparte menos inteligente. Y como no, si este estaba sonrojado a más no poder, con saliva escurriendo de su boca hacia abajo por el pálido cuello, los ojos entrecerrados y respiraba con dificultad. No soportó y volvió a besar profundamente al rubio, no dejando ni un solo rincón de la boca ajena por explorar.


Sus manos tampoco se quedaron quietas. Una de ellas comenzó a deslizarse por la pierna del rubio mientras que la otra rodeaba la cintura ajena. El doncel gimió al sentir las manos del mayor por su cuerpo. Estaba empezando a excitarse y su cuerpo se estaba calentando. No aguantando más de un ágil movimiento se subió sobre las piernas del moreno, quedando los dos en el asiendo del conductor, y de frente. Esa acción sorprendió al mayor que le miró sin creer lo que estaba pasando.


-¿Qué pasa con esa cara?-le preguntó sensualmente al oído para luego lamerle el lóbulo y mordisquearlo levemente.


-Dei...-gimió el mayor.- Si sigues así yo....-intentó advertirle de que era mejor parar ahora puesto que después no sería capaz de hacerlo.


-Hazlo...-le volvió a susurrar. Nunca nada antes le había parecido tan sensual e incitante como aquella voz que le estaba susurrando en aquel momento.


-Pero...-intentó rebatir con lo poco de cordura que le quedaba.


-Hazlo Ita... Deja de pensar.-le volvió a decir en leves susurros, mientra que sus manos bajaban por el pecho del moreno, por sobre la camisa, y al llegar al final se colaron dentro para acariciar el pálido y bien trabajado pecho y abdomen. Aquello fue la gota de derramó el vaso, lo que hizo que el último hilo de coherencia y raciocinio se rompieran.


De un impulso agarró las bien formadas nalgas del doncel y las apretó, haciendo que el rubio gimiera al sentir aquellas fuertes manos acariciándole y apretando aquella parte. Sus cuerpos quedaron completamente juntos por lo que podía sentir el miembro del mayor, luchando por salir de sus pantalones, rozarse contra su entrada. Inconscientemente comenzó a mover lentamente las caderas, deseando más de aquel contacto y creando una deliciosa fricción entre ambas partes.


El moreno gruñó extasiado por aquella deliciosa fricción. Sentía su miembro rozar la entrada del rubio y aquello le estaba sobreexcitando. Sin pensarlo besó apasionadamente al causante del calor que le estaba recorriendo el cuerpo, a su perdición. Ahora le fricción y juego de sus lenguas sumando el movimiento de caderas del rubio le estaban haciendo perder la razón.


De un rápido movimiento, bajó totalmente el asiento para así quedar recostado. Por el brusco movimiento ambas bocas se separaron pero ahora el menor tenía una mejor posibilidad de movimiento. Además de que las vistas que tenía el ojinegro eran privilegiadas. Sin ninguna delicadeza, se deshizo de la camisa que llevaba el rubio y comenzó a acariciar los pequeños y rosados pezones. Aquello sorprendió al rubio que rápidamente gimió encantado pero, en ningún momento dejó de mover sus caderas.


Se estaba cansando de aquel juego previo. Necesitaba al moreno dentro suyo y, lo necesitaba YA. Pero aún así, una idea pasó por su cabeza. Quería torturar un poco más al mayor y que le suplicase por llegar hasta el final. Lentamente, deslizó sus manos por el pálido pecho, puesto que su camisa ya estaba desabotonada, y siguió hasta llegar al cinturón del pantalón. Lo sacó con una lentitud pasmosa que hizo impacientar al moreno, puesto que sentía los leves roces de las manos del rubio sobre su excitado miembro. Una vez quitó el cinturón fue bajando la cremallera lentamente, pero intentando rozar lo menor posible al moreno. Cuando hubo terminado observó el gran bulto que se encontraba encerrado todavía en los boxers ajenos.


Sonrió con malicia y entonces comenzó a mover las caderas más rápidamente, simulando penetraciones. A veces hacía círculos y otras saltaba sobre el más que despierto miembro del mayor. Esas acciones desesperaron al moreno que, ya sin poder aguantar, se sentó bruscamente y con una mano apretó la entrada del rubio por encima del pantalón.


El doncel gimió ante aquella repentina acción y al mirar a los ojos negros vio en ellos la pasión y lujuria reflejada. Toda la cordura se había ido. El azabache estaba dispuesto a seguir hasta el final y, ni aunque el rubio le suplicase parar, lo haría. Con una velocidad sorprendente le quitó tanto los pantalones como los boxers al rubio, el cual se sonrojó al saberse completamente desnudo delante de aquella mirada depredadora.


-Ita..mhhhmmh.-fue interrumpido al ser metido tres dedos del moreno en su cavidad bucal.


-Lámelos.-le susurró sensualmente al oído mientras que él comenzaba a lamer, mordisquear y chupar los pezones ajenos.


El rubio solo asintió, extasiado por aquella endemoniada voz, e hizo lo que le pidió. Comenzó a lamer y succionar los dedos ajenos, ensalivándolos lo mejor que pudo.


El azabache se estaba excitando aún más al sentir a esa pecaminosa y caliente lengua rozarle y envolverle los dedos, como si de un chupa-chup se tratase.


No aguantando más sacó los dedos de la cavidad ajena y sin perder tiempo metió su caliente lengua para que jugase con la contraria, al mismo tiempo en el que introducía una de sus falanges en la estrecha y virgen entrada del doncel.


Este gimió por la intrusión, tanto la de su boca como la de su entrada. Pronto al primer dedo se le unió el segundo para seguidamente un tercero. Considerando el tamaño de su miembro también metió un cuarto dedo para así asegurarle de hacerle el menor daño posible a su ángel. Por otra parte, el rubio no había sentido el más mínimo dolor. Tal vez era tanta la excitación que sobrepasaba por mucho al posible dolor que pudiese sentir, o tal vez es que el moreno era demasiado bueno en el sexo. El menor no lo sabía pero, fuese lo que fuese, le daba igual si podía disfrutar como lo estaba haciendo.


El moreno incitado por los gemidos entrecortados del rubio en el beso, se separó de su boca mientras retiraba los dedos de aquella caliente cavidad.


Lamiéndose los dedos, llenos de la humedad del rubio, le miró sensualmente y le preguntó:


 


-¿Estás listo?- el rubio solo asintió, pero antes de que el moreno pudiese hacer algo el doncel le empujó para que quedase recostado de nuevo.


Cogió el miembro del mayor y levantándose un poco comenzó a auto penetrarse. Fue introduciéndose de a poco, sintiendo como sus paredes se abrían para darle cabida a aquel enorme trozo de carne que le haría gemir a más no poder. Lenta, muy lentamente, fue bajando hasta que se sentó completamente sobre la virilidad de su novio, el cual estaba sorprendido a más no poder. Aquella escena había sido la más erótica que hubiese visto en toda su vida, y la sensación que le invadió al sentir como su miembro era aprisionado entre esas calientes paredes fue sencillamente perfecto. Nunca sería capaz de sentir un placer tan inmenso como el que sentía en aquel momento.


Entonces el rubio le acarició la mejilla para llamar su atención. No se movía solo miraba al moreno con una expresión completamente distorsionada por el placer.


 


-Itachi...-gimió.- Yo.... te lo daré todo.... absolutamente todo de mí....-susurró entre gemidos mientras comenzaba a moverse de a poco. Subiendo y bajando lentamente sintiendo lo mejor que podía esa enorme extensión dentro de sí.- Así que.... tú deberás estar conmigo.... para siempre....¡Ah!- finalizó mientras comenzaba a cabalgar más rápidamente al mayor.


El moreno veía en primera fila como su miembro era engullido una y otra vez por el caliente hoyo del rubio, más las palabras que le había dicho hicieron que se excitara aún más. Sin más agarró con fuerza las caderas del ojiazul y le ayudó a que cabalgase más fuerte, más profundo.


-Hmp.... para siempre.....-gimió el mayor.-.... eso me.... parece muy poco..... a cambio de lo mucho..... que me estás ofreciendo tú....-finalizó mientras movía salvajemente al rubio sobre sí.


-¡Aahhaa! Ita...chi..... ¡más!.... quiero..... sentirte hasta lo más profundo de mí.-gimió extasiado. Suplicando por más, por sentir aún más profundo al mayor. Quería que le rompiese en dos, que le hiciese tocar el cielo con sus propias manos.


-He. Como quieras.-dijo para comenzar a moverse él también, profundizando todavía más aquel acto si fuese posible.


-¡AAAAAHHH!-gritó el rubio al sentir como el miembro del mayor daba en un lugar que le hizo tener la mente en blanco.


-Con que es aquí.-dijo para sí el moreno para comenzar a embestir hacia ese punto en específico, consiguiendo gritos de placer del doncel.


-Si.... más... dame ¡MUCHO MÁS!-gritó fuera de si el menor. Aquello era lo mejor que había sentido nunca y, era aún mejor por que era con el moreno debajo suyo.


-De-Dei..... me voy a venir....-avisó el mayor e intentó salirse pero el rubio no le dejó.


-Hazlo.... dentro...-gimió sin dejar de moverse.


-Pero....-iba rebatir pero un movimiento brusco del rubio le hizo gruñir fuertemente para luego correrse dentro del doncel el cual, al sentir aquel caliente líquido se corrió manchando el pecho de su seme, después de gritar de placer.


Sin poder aguantarse más se dejó caer sobre el cuerpo del moreno mientras normalizaban sus respiraciones.


 


-De-Dei... ¿estás seguro....de....?-intentó preguntar pero fue interrumpido por un suave y casto beso.


-Está bien....-susurró algo cansado por el ejercicio.-... te dije.... que te daría todo de mí.-terminó de decir mientras le sonreía dulcemente.


-Te amo Dei.-le dijo el moreno mirándole con ternura.


-Yo también te amo Itachi.-susurró ahora el menor.


Ambos volvieron a besarse tiernamente para después descansar un rato abrazado el uno al otro.


 


 


...... Fin ......

Notas finales:

Bien.... esto a sido todo n.n

Espero que os haya gustado mi pequeño aporte al cumple del explosivo rubio (que recuerdo que es mañana (;)

Me encantará saber vuestra opinión así que estaré ansiosa esperando vuestros review n.n

Nos vemos en otro fic mío y... acabo de subir un KaiShin y me encantaría que lo leyerias si tenéis un poquitín de tiempo (=^w^=)


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