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El anillo por Jesica Black

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Capitulo 11

 

 Tal vez Milo no lo había pensado en ese momento, pero de alguna forma ocurrió, sus ruegos habían resultado ser escuchados y Camus se encontraba allí como todos los días en la entrada del colegio.
Al verle de nuevo, luego de aquel pequeño beso, las mejillas de ambos se sonrojaron y miraron hacia otro lado, intentando buscar una excusa para empezar el diálogo, pero era muy difícil. Lo de Camus era esperable, dado que era su primer beso y su primera “relación” por así decirlo, pero Milo era un galán y siempre lo fue, aunque nadie sabía su vida sentimental, pero dado a su conducta inminentemente repetitiva y conflictiva, se podría asegurar que nunca tuvo algo “serio” con alguien y al verlo sonrojado podría garantizar aquello.
Cuando ambos llegaron a la altura del otro se quedaron tiesos, aún seguían frescos los recuerdos de ayer a la tarde y era imposible anularlos ahora que se tenían en frente. Milo carraspeó, intentando cortar con cuchillo el aire, pero era imposible, el silencio perduró.

 

—¿Co…..cómo estás, Camus? —preguntó con una sonrisa mientras se rascaba la cabeza con nerviosismo. El pelirrojo, qué no esperaba comentario, se sorprendió.

—Ehm, ¡bien, bien! Supongo, ¿y tú?

—¿Hm? Bien —comentó algo cortante, bajó la cabeza y empezó a jugar con sus dedos—. ¿Y tu hermano?

—Aun no se re-integró al jardín, es bastante difícil, ya hablamos con la maestra y con el equipo psicopedagógico sobre el “problema” de Bren, mientras él no hable del abuso seguramente nadie más se quejará, pero Brendan necesita exteriorizarlo constantemente —susurró y suspiró fuerte—. Hablé con él sobre ello, pero no me hace caso, me ignora o saca otro tema.

—Debe ser difícil para él, sobre todo porque ahora en más tendrá que revivir varias veces esa experiencia, cuando le toque ir a Cámara Gesell —Milo agradeció que tenían el tema del hermanito para hablar, porque si no, seguirían en silencio.

—Al menos se le quitó esa idea horrible de ir a ver a Jason, el otro día me enteré que ya lo tienen en la comisaría y lo dejarían enrejado hasta que empiece el juicio. Dado que es un juicio de índole privado, tenemos que contratar a un abogado.

—¿Abogado? ¡Mi papá es abogado! Bueno, el papá de Kardia, que es casi mi papá, él me crío.

—¿En serio? ¿Penal o de familia?

—¿Qué?

—¿Qué si es abogado penal o de familia? —cuestionó, Milo pestañeó.

—No sé, ¿quieres que lo llame en el receso? Tal vez pueda decírtelo más claro, igual, si mi padre no es abogado del que necesitas, puede conseguirte uno de forma muy económica.

—Por favor, lo importante es eso, que sea económico, no tenemos muchos recursos como bien sabes —suspiró y se apoyó en la pared—. Además, con todo lo que pasó, nuestra vida es un desastre. Hoy, por ejemplo, tenemos cita con la psicóloga en la cámara Gesell.

—¿La cámara? ¿Ya comienza el peritaje psicológico? —preguntó Milo, Camus afirmó—. Bueno, es mejor ahora que nunca ¿sabes?

—Sí.

—¡MILO, MILO! —Aioria venía corriendo, moviendo sus manos de derecha a izquierda muy efusivamente—. Al fin te encuentro, Milo, ¿cómo estás? Te veías tan ido ayer. ¡Ah, hola Camus!

—Hola Aioria —susurró sonriendo.

—Hola cariño —Afrodita y DeathMask aparecieron de la nada, asustando a todos los presentes—. Mira Deiti, que bonita parejita hacen —cuchicheó el sueco con el italiano.

—Jajajajajaja, es verdad, te ganaste la lotería, lindo e inteligente…..—señaló el italiano, Milo le dio un pisotón—. ¡AAAAAAAAAAY FIGLIO DI PUTTANA!

—Yo también te amo, Valentino —comentó con ira Milo, Camus no comprendía nada.

—¿Supieron las buenas nuevas? —cuestionó Afrodita, los otros cuatro se acercan más—. Parece que encontraron al director en la cama con la esposa del subdirector.

—¡Nooooo! ¿Sage? ¿Quién pensaba que esa cosa todavía le funcionaba? —comentó con alegría Aioria.

—Es un chisme que se circula por los pasillos de la sala de profesores. Además, que la maestra de música hizo cosas chanchas con el profesor de álgebra II.

—Eres terrible, Afro, por eso ya no te cuento intimidades a ti —bufó molesto Deathmask, los otros rieron—. ¡No es un chiste!

—¿De qué ríen? Ya tocó el timbre —avisó Mu, quien seguido de Shaka señalan la puerta.

—¡Cierto, cierto! Si llego tarde nuevamente a artística, la profesora pintará un Picasso en mi culo —afirmó el italiano mientras se acomodaba la ropa y entraba, acompañado por sus compañeros.

—Oye, Camus —Mu se le acercó—. ¿Estás bien? Faltaste toda la semana, Milo estaba preocupado por ti.

—¡N-no digas eso, Mu! —susurró el rubio, bastante sonrojado.

—Pero es verdad —afirmó Shaka—. ¿Estás bien?

—Sí, sí, sólo tuve unos problemas familiares.

—Debieron ser graves para que faltes tantos días —cuestionó Mu, preocupado.

—Abusaron al hermanito de Camus —la voz de Afrodita alertó a Camus quien se dio la vuelta.

—¿De dónde lo escuchaste? —preguntó el galo en voz alta, Milo intentó calmarlo.

—Tranquilo, tranquilo, no pensé que fuera un secreto.

—Ya te dije, Afro, tienes que dejar de escuchar detrás de las puertas —regañó DeathMask.

—Es que así se entera uno de los suculento. Discúlpame si te ofendí, Camus, te juro que no le diré a nadie, no pensé que era tan grave.

—¿Qué parte de “abusaron” a un menor es la que no te pareció grave? —preguntó Mu con los brazos cruzados—. Tranquilo, Camus, te aseguramos que no le diremos a nadie.

—Es algo muy fuerte chicos, traten de respetar a Camus.

—¿Crees que no lo sé, Milo? Estamos hablando de algo muy delicado, hagamos de cuenta que no pasó y continuemos —intentó desviar las aguas Mu y los chicos se dirigieron hacia el aula.

—Gracias.

—No hay de que, nunca supe porque jamás te acercaste a nosotros …..

—Bu….bueno yo —miró a Milo de solayo—. Pensé que como eran muy amigos de Milo, me rechazarían.

—Oye, pelirrojo —comentó DeathMask—. Tenemos cerebro propio….

—Jajajaja no seas tan grosero Masky, pero es verdad, no pensamos siempre como Milo por estar con él, sino, seríamos unos tarados.

—¡Oigan! Creí que eran mis amigos —intentó defenderse Milo.

—En fin, Camus, bienvenido al grupo, ahora que te llevas bien con Milo creo que no hay necesidad de desterrarlo —dijo Aioria con humor, pero Milo no se lo tomó tan bien.

 

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En el café donde trabajaba Kardia, Manigoldo y Dokoh, este último se encontraba limpiando las mesas, dado que Sísifo había faltado por estar enfermo. No es como si no le gustara mantener las cosas limpias, pero estar inclinado de esa manera, hace que le duela la cintura. Además, que Pichón había estado muy juguetón y amoroso últimamente y esa misma mañana lo había atacado dos veces para jugar. Mientras fregaba las mesas miró su mano derecha, libre de anillo y pestañó varias veces antes de continuar, se sentía raro sin el destello dorado allí en su dedo anular.

—¿Qué sucede? —preguntó Shion acercándose a él, Dokoh se asustó—. Lo siento, no quise incomodarte.

—No, no, no, está bien, está bien.

—Veo que te sientes extraño sin tu anillo de matrimonio —comentó sonriendo de lado—. ¿Quieres hablar de ello?

—Me cuesta hablar de ello, porque aún sigo pensando.

—Era momento que lo hicieras, ella…..—se detuvo, vio que Dokoh levantaba la mirada—. Se fue hace dos años.

—………..lo sé…..—se mordió sus labios.

—Todos hasta el momento te hemos seguido el juego porque los psicólogos pensaron que poco a poco tú elaborarías tu duelo, pero……—se detuvo nuevamente—. No va a volver….

—…..lo sé…..—respondió nuevamente y se irguió bastante, hasta el punto de estar a su lado completamente erecto—. Pero es algo difícil de superar.

—Por lo que veo lo has superado……—le tomó la mano donde anteriormente llevaba el anillo—. Cuando te dije lo del anillo, sentí que debía decírtelo, hacía tiempo que están separados, terrenalmente también.

—Lo sé…

—¡DEJA DE DECIRME QUE LO SABES! ¡Estúpido! —gritó, lo que hizo que el castaño diera dos pasos hacia atrás—. Estoy cansado de verte decaído, necesito hacer algo por ti.

—¿Quieres hacer algo por mí? Ignora todo esto, haz de cuenta que nunca tuve un anillo en este dedo.

—No…..no puedo hacer eso porque es parte de la historia.

—Una historia que me hace daño…..

—Una historia de la cual todos fuimos víctimas en ciertos aspectos —continuó, Dokoh se dio media vuelta—. ¿Crees que era fácil para mí o para Kardia o para cualquier otro aparentar que ella estaba aquí porque tú no podías elaborar lo que pasó? A Kardia se le murió su mamá y tú lo sabes porque eras su compañero de secundaria.

—Bueno, es verdad —suspiró—. Pero Kardia es Kardia y yo soy yo.

—Menos mal, porque ¿te imaginas si tuviéramos dos Kardias aquí? —intentó hacer sonreír a Dokoh con esa frase, lo logró—. Sólo quiero verte feliz, y la mejor forma de hacerlo es que elabores esto, que comiences a salir con personas y a…….aaah, ¡ya sabes!

—¿Tener sexo?

—Sí, tener sex…. ¡No! —Dokoh rio bajito, lo que ocasionó que Shion se frustrase—. No hablo de sexo, hablo de amor…..

—Lo sé, sé que intentas hacer que esté mejor luego de lo que pasó, pero me harías muchísimo mejor sino habláramos del tema.

—Bueno, debo admitir que me sorprendí cuando dejaste la alianza —Dokoh se golpeó la frente con la palma de la mano.

—¡Y tanto va el cántaro a la fuente! —dijo Dokoh, Shion sonrió.

—Lo lamento.

—Está bien……—Kardia se acercó a ambos.

—Oigan, tortolos, pueden dejar de charlar todo el puto día y atender a la gente que acaba de entrar —Kardia señaló a un grupo de personas en la mesa ocho, que leía el menú—. Yo les di el menú, ahora ustedes por amor de dios, vayan a atenderlos.

—Iré yo —dijo Shion y con una sonrisa se retiró.

—Sabes, aun antes que conocieras a tu ex mujer, siempre creí que terminarías con Shion —murmuró Kardia, el castaño le mira sorprendido—. Bueno, no es que tenga poderes mágicos o algo así, sólo intuición.

—¿Cómo la de ese par? —Dokoh señaló a Albafica y Manigoldo, que se estaban prácticamente lanzando el trapo de un lado al otro mientras se gritaban.

—Esto termina en la cama, tú sabes Dokoh —murmuró el griego, el chino negó con la cabeza—. Y dime, ¿cómo es el amor en china?

—¿En china? Como en todos lados, supongo, besos, abrazos, sexo, casamiento, hijos y el frio acogedor de la tumba.

—Siempre fuiste tan romántico —rio Kardia, Dokoh sonrió—. Tal vez es el momento que le des una oportunidad a tu corazón.

—No lo sé, nunca he tenido suerte en el amor….

—Yo tampoco he tenido suerte con los Hyundai, pero eso no me detendrá a comprarme un auto algún día —le dio un codazo a Dokoh, el cual gruño.

—No es lo mismo ¡un amor no es un auto!

—Es verdad, el amor no tiene levantavidrios y caja de dirección hidráulica….

—¡Ya deja de comparar a una mujer con un vehículo, Kardia! Es de muy mal gusto —bufó, pero continuó mirando a Shion—. Sabes, creo que tienes razón.

—Siempre la tengo.

—¿Aun con esos dos? —volvió a señalar a Albafica y Manigoldo, esta vez el menor le dio una bofetada al mayor que casi le hace la cabeza giratoria.

—Se desean jajajajajaja.

—Sí, claro….se desean ver muertos —bufó y continuó su trabajo. Kardia lo observó unos minutos más.

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Juzgado N°9 de Familia. 16:45 pm.

 

                Ese lugar era tétrico, Camus tenía bastante miedo, pero le alegraba que Milo haya ido con él y estuviera tomándole la mano. Los padres de Camus, los señores Verseau, se encontraban del otro lado del pasillo. Irina lloraba en los brazos de su hombre y apenas podía mantenerse parada, mientras la mirada de su padre, Evan Verseau, era de desconsolación. En definitiva, Camus era el más fuerte en esos momentos para llevar a su hermanito a la cámara Gesell donde lo esperaba una psicóloga experimentada: Yuzuriha Mallverde.
Tomó a su hermano con fuerza y caminó por los pasillos hasta llegar a una habitación más grande, que lo único que hacía era conectarlo a otro pasillo. Alrededor había convictos, quienes se encontraban con esposas en sus muñecas, la mayoría con una mirada desafiante.

—¡Es Jason! —dijo el pequeño Brendan e hizo que Camus se alarme cuando ve efectivamente a un hombre grande, de unos veinticinco años, con tatuajes en el brazo, ojos profundos y azules, además de un cabello negro algo crecido. Llevaba solamente una musculosa que resaltaba más su musculado cuerpo.

—¡Qué diablos! —Camus estaba espantado e inmediatamente sacó a su hermano de allí, encontrándose con un oficial—. ¿En qué mente enferma hacen que una víctima de violación se encuentre con su violador?

—¿Disculpe? —preguntó el oficial.

—¿Qué fue lo que no entendió? El abusador de Brendan estaba allí con los otros reclusos —confirmó Milo con una mirada enfurecida. El oficial no sabía qué hacer, pero en ese momento llegó Yuzuriha.

—¿Qué ocurre aquí?

—¿Cómo que qué ocurre? ¡Mi hermano vio a su violador! Estaba allí con los reclusos.

—Oh, disculpe, es que están allí porque las celdas están en mal estado, pero inmediatamente volverán a sus celdas. Mi nombre es Yuzuriha Mallverde, soy psicóloga infantil. ¿Él debe ser el pequeño Brendan?

—Sí —bufó Camus, rojo de la ira.

—¿Cuántos años tienes, Bren? —preguntó la joven.

—Tres —señaló sus tres deditos.

—Muy bien pequeño, ven, vamos a charlar un rato….—la mujer se metió en el cuarto dejando a hermanos pelirrojos solos afuera.

—Bueno, Bren, recuerda, tienes que decir todo lo que te pasó, explícaselo….es muy importante ¿de acuerdo? —le acarició la cabeza y le besó la frente—. Estaré aquí cuando salgas.

—Sí, hermano —con algo de miedo el niño ingresa a la habitación.

                Justo en la puerta de junto, hay varios profesionales los cuales hacen entrar a Camus y Milo para observar lo que pasaba dentro. Había una ventana luminosa delante de ellos, donde se veía perfectamente la sala donde se encontraba el nene de tres años junto a la psicóloga: Yuzuriha. La joven hizo sentar al niño en una pequeña sillita con una mesa de color rojo, ella también se sienta para estar a la altura del nene. En la habitación había una enorme caja de juguetes, juegos de mesa, papel blanco y crayolas de todos los colores. Brendan toma uno y comienza a garabatear en el papel, mientras la joven observaba y hablaba con él.

—¿Cómo estas Brendan? —preguntó, intentando formar un lazo.

—Él me hizo daño —dijo secamente, sin mirar a la chica. Yuzuriha mira el ventanal sin comprender y luego observó al pequeño.

—¿Quién?

—Jason —susurró—. Mi hemano dice que tengo que hablar de lo que me pasó……

—¿Quieres contarlo? —preguntó sorprendida, en sus años de psicóloga especializada en abuso, nunca le había pasado que un niño quisiera contar espontáneamente lo que le había sucedido.

—Sí —dijo con naturalidad y observó las crayolas, tomando una color rojo y comenzando a pintar el dibujo de una forma violenta—. Él me hizo jugar escondidas.

—¿Te divertía? —preguntó mirando el dibujo, claramente se podía distinguir un niño envuelto en sangre, pero la sangre no se focalizaba en todos lados, sino en las piernas.

—No mucho, me dolía —murmuró, en ningún momento miró a la muchacha, simplemente continuaba con su dibujo. Dejó la crayola roja y tomó la verde.

—¿Y tú? ¿Qué le decías?

—Le decía que pare, que me dolía —golpeó con la punta de la crayola el papel, quebrándolo por la fuerza—. Él no lo hacía.

—¿Estabas solo con Jason? —preguntó interrogante, el niño por primera vez levanta la cabeza.

—No.

—¿Quién más estaba allí?

—Anthony —Brendan toma otro color, un negro, y comienza a garabatear otro personaje, este tenía dientes puntiagudos y mirada amenazante.

—¿Él hacía algo para detener a Jason?

—No…..—murmuró, del otro lado Camus se encontraba en estado de shock, espantado—. Tony empezaba, él me tocaba ahí abajo y en la cola…..él decía que quería jugar conmigo.

—¿Por qué nunca le dijiste a mamá, Brendan? —cuestionó la joven con una dulce voz.

—………..—Brendan no dijo nada, tomó una cuarta crayola y la clavó entre los ojos del nuevo personaje que había dibujado, partiéndola en dos—. Mami….

—¿Estás enojado, Brendan? —el niño no dice nada y continuó con la cabeza gacha—. Brendan, ¿recuerdas el primer día? —el niño asistió—. ¿Qué ocurrió?

—Cuando mami me llevo por primera vez, Tony era bueno. Tony tenía muchos juguetes y mirábamos dibujitos animados por la tele —dejó la crayola rota y tomó nuevamente la roja—. Tony comenzó a acariciarme la cabeza, luego los hombos y luego la piena…..

—¿Te acariciaba? ¿Y qué te producía?

—Feo…..—bufó, estaba bastante enojado y se lo veía, Camus se sentía desfallecer—. Él me llevo a cama gigante, la de él….y me bajó los pantalones. Vino Jason, y gritó fuerte, fuerte a Tony, le dice….hm….cosas feas…..Jason estaba como con los ojos rojos…..Tony le decía que estaba dogado.

—¿Jason le gritó a Tony? ¿Le insultaba? ¿Le decía cosas feas?

—Sí…..decía “ota vez ota vez” y golpeaba la pared fuerte…..—golpeó nuevamente la crayola contra el papel—. Ota vez, le decía, y gritaba feo, y ellos discuteron mucho, muy fuerte.

—¿Y….?

—Jason llevo a casa y me dijo que no diga nada, yo no dije nada, al oto día Jason estaba en casa de Tony, y Jason me tocó…..Jason me llevaba al armario y se bajaba los pantalones, me pedía que le toque el pipi de los gandes, y me decía que lo lama….que era rico.

—¿Tú lo hacías? —preguntó asqueada, el niño afirmó.

—No sabía rico, era feo…..—gruñó negando—. Luego me lastimó atrás y me dolió mucho, grite y lloré, me dijo que me iba a dar helado,…..siempre que iba me hacía eso y me daba chocolate, golosinas…..

—¿Te gustaba eso?

—¡No! —gritó enojado y revoleó la crayola—. Hermano dice que lo que Jason hizo no se hace con nenes, que soy pequeño…..y que está mal.

—Exactamente, está mal que un hombre mayor haga eso con nenes pequeños….—Yuzuriha se encontraba angustiada, en sus años como psicóloga infantil siempre había tratado casos de manoseo, pero nunca una violación altamente ultrajante como la que había sufrido Brendan—. Entiendo que estés enojado, Brendan, yo también lo estaría.

Mami no me cuidó……—fue lo último que dijo el niño antes de bajar la cabeza y anularse completamente.

 

                Por más que Yuzuriha le hizo otras preguntas, el niño no respondió ninguna de ellas. Dejó las crayolas y el dibujo de lado y simplemente perdió sus sentidos durante el resto de la sesión. Cuando Yuzuriha pensó que ya había sido suficiente, se levantó, tomó el dibujo y llevó a Brendan con su hermano Camus. La mujer observó el dibujo, era bastante claro. Había un niño en medio del papel, con los ojos tristes y el cabello pegado a la cabeza, de color rojo. En las piernas había solo manchones rojos, mostrando la presencia de una violación terriblemente traumática. Luego a un costado había dos personas sin ojos y con dientes afilados, dibujados de un color negro intenso, mientras que del otro lado se podía ver claramente a la familia de Brendan. La madre particularmente estaba golpeada con el crayón de colores, puntos rojos salían de su cabeza, mientras el padre y el hermano Camus estaban encogidos a un costado, muy dispersos para ser parte del mismo dibujo. Era obvio que Brendan guardaba un enorme resentimiento a su madre por haberlo “abandonado”, aunque también se debía a las amenazas que recibía el niño con respecto a la muerte de su madre si él hablaba, Brendan había sido elegido justamente por su enorme apego emocional a la señora de Verseau. Mientras que tanto el padre Evan como el hermano Camus, se veían como figuras sin autoridad en el dibujo. Pero lo que más llamó la atención era un destello amarillo que salía entre su padre y su hermano, sin lugar a dudas podía ser una persona. Cuando Yuzuriha levantó la mirada pudo ver a quién era el destello amarillo: Milo Onasis.

 

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                Krest estaba intentando tejer, no era la primera vez que lo hacía ni tampoco la última vez, simplemente le relajaba. Se había sentido muy cómodo en aquel instante, sentado en el sofá grande de la casa de los Onasis, con la chimenea a un lado y la televisión con volumen bajo, mientras Aeneas sostenía el control remoto y pasaba de un canal a otro, lanzando furtivas miradas a su enfermero.
No es que Krest pareciera su enfermero, a decir verdad siempre vestía casual y cuando salían a caminar un poco, dado a que recientemente el mayor estaba dando sus primeros pasos y era necesario practicar fuera o dentro de la casa, a veces realizaban una cuadra, ida y vuelta a la esquina o ir al kiosko que quedaba a una cuadra y media, simplemente para practicar. Si Aeneas seguía así, en unos días seguramente ya no tendría que acompañarlo. Eso hizo que Krest dejara de tejer y colocara el intento de bufanda que hacía en su regazo. ¿Estaba feliz con el progreso de su paciente? Aeneas tenía casi 51 años, sabía defenderse solo, sabía estar solo y había construido toda una vida, pero ¿y él? A pesar que no llevaba mucho tiempo en eso, sólo unas pocas semanas, tal vez menos de un mes, el rubio había hecho grandes progresos en poco tiempo.

—¿Sabes? Me molesta que estés “tan” callado —la voz del griego hizo sobresaltar a Krest, quien giró la cabeza y lo miró, sonriendo un poco.

—Lo siento Aeneas, es que estaba pensando que dentro de poco ya ni siquiera me necesitarás aquí —bufó y dejó de lado lo que tejía—. Estoy un poco triste, no hemos compartido casi nada.

—Bueno, eres mi enfermero —intentó comunicarse, no quería decirlo, pero le había prometido a su hijo que no se involucraría con el joven—. Supongo que es tu deber estar feliz con el progreso de tus pacientes, pero si deseas quedarte, puedo romperme una pierna.

—¡No! —Krest frunció el entrecejo mientras ve a Aeneas reír—. ¡No vuelvas a decir eso, idiota!

—Lo siento, lo siento, no pensé que te molestaría —el rubio apagó la televisión—. En realidad, estoy feliz de tenerte, justamente le había dicho a mi hijo que me gustaría muchísimo tenerte como enfermero, no sé cómo le hizo para localizarte.

—Parece que su hijo está interesado en mi hermano y de allí el contacto —comentó cruzando los brazos—. Estoy feliz que Dégel haya encontrado a alguien de una familia buena, es muy fácil quebrarle, como si estuviera hecho de cristal.

—No he visto mucho a su hermano, pero lo poco que lo vi, parece una persona muy triste —Krest se da la vuelta, mirando interrogante—. No me mires así, he visto mucha gente triste por mi trabajo.

—Oh, nunca me has hablado cuál es tu trabajo.

—Soy abogado de familia, por eso se me hizo muy fácil adoptar a Milo en su momento, intento agilizar las cosas para que los niños sufran menos…..—susurró, intentó no volver a mirar a Krest, pues era muy atractivo para resistirse.

—Tus mejillas están rojas.

—Es el calor —mintió, Krest no le creyó, pero continuó—. Cuando era pequeño, mis padres no tenían demasiado dinero para darme una buena educación, aun así, hicieron todo lo posible, mamá salía a la calle y vendía artesanías hechas por ella.

—Sí, me has contado…..—se apoyó un poco más para mirarlo profundamente—. Eres un hombre increíble, Aeneas.

—¿Hm? Gra…gracias —el sonrojo fue cada vez más fuerte—. ¿Y tú? Cuéntame algo de ti.

—Bueno, me casé muy joven porque quería huir de casa, como mi ex esposo estudiaba medicina, yo también decidí hacerlo, pero tomé la carrera de enfermería y luego de instrumentalista quirúrgico, solamente para ayudarlo.

—¿Y por qué fracasaron? —preguntó Aeneas, esta vez volteándolo a ver.

—Él quería tener hijos y yo no…..no me sentía preparado, además durante mi vida he atendido muchos niños pequeños, y no me sentía con la suficiente templanza para darles lo mejor. Cuando nació Dégel, yo tenía nueve años, casi diez, y me costó muchísimo aceptarlo, aceptar a un nuevo niño en mi familia, mi padre había muerto y sentía que Dégel era el culpable de mis desgracias —se acomodó mejor, esta vez encima del hombro de Aeneas—. Luego de un tiempo me acostumbré a su presencia y comencé a acercarme más a él, a jugar con él, pero no duró mucho, mi padrastro llegó y mi vida se tornó una pesadilla. Me casé lo más rápido que pude y me llevé a Dégel conmigo. Dégel ya era demasiado trabajo y tener un bebé en la casa iba a hacerme colapsar.

—¿Pesadilla? ¿Acaso tu padrastro te maltrataba?

—¡Ja! Ojalá haya sido eso, la cuestión es que me casé sin estar enamorado, todo para huir de allí, luego vino el intento de suicidio de Dégel, los problemas relacionales, los psicólogos, la escuela me taladraba la cabeza. Por último, la enfermedad de mamá, la separación de mi mamá y mi padrastro y la muerte de mamá…..—suspiró y se levantó un poco para quedar más cerca de Aeneas, casi a unos centímetros—. Es cruel ¿verdad?

—Ve….verdad…..—Aeneas se daba cuenta que el enfermero lo estaba seduciendo de alguna forma.

—Tienes lindos ojos Aeneas……se parecen mucho a los de tus hijos….

—Milo no es mi hijo…..bueno, es mi hijo del corazón —el labio de Aeneas temblaba pero no dejaba de mirar a Krest.

—Aun así, es tu hijo, porque lo criaste y se parece mucho a ti —Krest sonrió, incitando al griego que lo bese, pero Aeneas, hombre de palabra, no se acercó a él—. ¿Te resulto lindo?

—Hmm….Krest…..eres muy joven.

—Me gustan los hombres maduros….—Krest toma con sus manos el rostro de Aeneas y le besa en los labios, este corresponde dicho beso mientras envuelve sus brazos en la fina cintura, haciendo que Krest quede completamente encima de él.

 

                Hacía muchos años que Aeneas no sentía ese cosquillar en su barriga, ni siquiera ese calor en su cuerpo que le provocaría una erección luego de tantos años. Pero el fugaz y apasionado beso fue interrumpido por la voz de Kardia que avisaba a su padre, desde la puerta de entrada, que había llegado. Este ruido hizo que Aeneas se alertara y empujada a Krest, lo que logró que se callera al borde de la mesita ratona. Cuando Kardia llegó a donde ellos, vio una imagen extraña, un Krest en el piso y un Aeneas recostado en el sofá.

—¿Qué pasó? ¿Te caíste? —Kardia ayudó a Krest a levantarse, mientras este miraba con furia a Aeneas.

—Sí, lo siento, mi motricidad me está jugando una mala pasada —se acomodó la ropa—. Bueno, voy a buscar mis cosas.

—Sí….—Kardia saludó amablemente mientras ve a Krest partir hasta la cocina, luego volteó a ver a Aeneas—. Esto me huele a ti, ¿qué le hiciste?

—¡No le hice nada! —se defendió Aeneas mientras se levanta.

—¡Ja! ¿Y piensas que te voy a creer? Nací de tus huevos, papá, así que dime ¿qué le hiciste? —volvió a preguntar, esta vez con una mirada más acusadora.

—¡Ye dije que no le hice nada! ¿Por qué no me crees?

—Tal vez porque hueles a perfume francés —Aeneas supo que estaba frito—. ¡Será de dios! ¿No puedes estar una semana sin meterla? Eres un asco, ahora te vas a tu cuarto y piensa en lo que hiciste.

—No tengo 15 años, Kardia.

—No, tienes 50 y eres peor que un quinceañero, porque la tienes más grande que una weekend palio, ahora sí, ve a tu cuarto…y no salgas hasta nuevo aviso —Aeneas miró a Kardia tan desafiante, pero se da por vencido y se retiró.

 

Kardia suspiró y se va a la cocina para darle el dinero a Krest por el día trabajado, este aún se encontraba guardando sus cosas en una pequeña bolsa que había traído. Kardia le coloca una mano en el hombro, cosa que asustó a Krest de igual manera que asustaba a Dégel, a Kardia le pareció extraño, pero luego recordó lo que le había contado Dégel y por asociación supuso que el joven Krest también había sufrido los abusos de su padrastro. Se separó lentamente.

—Lamento si mi padre te hizo algo, ese viejo pervertido…..

—No se preocupe señor Onasis, su padre no me ha hecho nada……………….desafortunadamente —lo último lo dijo bajito y en susurro.

—¿Hm? —Kardia no comprendió, pero aun así le extendió el dinero—. Toma.

—Gracias, tenga un buen fin de semana señor Onasis —comentó el chico y se dirigió hacia la puerta.

—Espera, ¿puedo hacerte una pregunta? —Kardia lo detuvo y Krest se sorprendió ante ello—. Sólo quiero saber, a donde….ósea…..supongamos que alguien quiere invitar a Dégel a un lugar a…..ya sabes, una….una cita.

—¿Quieres tener una cita con Dégel?

—Shhhhhh……—colocó un dedo encima de sus labios—. No lo digas fuerte.

—¿Hm? ¿Qué tiene de malo? ¿El FBI no quiere que salgas con Dégel? —dijo en tono de broma, Kardia sonrió ante esto—. Bueno, hace poco Dégel me dio esto —saca de su bolsillo del camperón un folleto—. Es de un café donde se va a escuchar o recitar poesía. Quería que vaya con él, pero lo mío no es el arte, yo soy más científico.

—Ya veo —Kardia tomó el folleto—. ¿Crees que le guste?

—¡Le encantará! Créeme, te lo ganarás.

—Gracias Krest, eres muy amable —le dió la mano amablemente—. Si puedo hacer algo por ti, no dudes en avisarme.

—No te preocupes, también lo hago por Dégel, él merece ser feliz después de todo lo que le pasó —consoló a Kardia—. Mándale saludos a tu padre, no seas tan egoísta con él, también necesita divertirse.

—Sí….—Kardia le abrió la puerta y luego de saludarlo lo deja irse, justo en ese momento Krest se cruzó con Milo, quien viene corriendo. Se saludan y el rubio entra a la casa—. ¡Oye, oye! ¿Dónde está el incendio?

—Necesito hablar con papá…..—los gritos que pegó Kardia hizo que Aeneas salga de su cuarto—. ¡Papá!

—¿Dijiste papá? —tanto Kardia como Aeneas se sorprendieron y preguntaron al unísono.

—Sí, necesito preguntarte ¿qué tipo de abogado eres? ¿penal, de familia, civil?

—Tienes demasiado léxico para ser mi hermano, ¿quién eres y dónde enterraste a Milo? —preguntó Kardia con gracia, pero nadie le dio demasiado interés.

—Soy abogado de familia y a veces hago trabajos penales, ¿por qué?

—¿Y tú puedes resolver en caso de abusos? Digo de abuso infantil —cuestionó, alertando a Kardia—. Es que tengo un caso, y la familia no pueden pagar a un abogado, por lo que pensaba….

—¿Por qué no lo pensé yo? —se preguntó Kardia en voz alta.

—Porque tienes el cerebro del tamaño de una nuez —sonrió Milo y luego volvió a ver a Aeneas—. ¿Puedes?

—Bueno, verás, nunca me he dedicado a ese tipo de causas, lo mío es más de separación, bienes y custodia. Pero creo poder ayudar……..dime más o menos el caso….

—Bueno, el hermano de un amigo fue abusado por unos vecinos pervertidos. El nene lo dijo explícitamente y cuando fuimos a la policía, le hicieron el peritaje médico y dio positivo. La familia no tiene muchos recursos, pero necesitan un abogado para ir contra ellos…….además hoy fuimos a cámara gesell, lo pidió el estado y el nene contó absolutamente todo.

—Hm, ya ¿y quién es la víctima y los victimarios?

—La víctima es “Brendan Verseau” de 3 años y los victimarios son Jason Bermont y Anthony Bermont.

—Hmmm, me suena Jason Bermont, creo que un colega mío una vez lo metió en la cárcel, veré antecedentes penales de ambos y llamaré a los padres de la víctima ¿podrías facilitarme un teléfono?

—¿Agarraras el caso?

—Odio a los pedófilos…..

—Qué raro, tú casi eres uno con el hermano de Dégel —gruñó Kardia.

—¡Es diferente! ¡Krest tiene 32 años, no 3! —gruñó Aeneas, enojado.

—¡Es 20 años menor que tú, viejo! —cuando vio la mirada de Aeneas hacia él, decidió callar.

—¡GRACIAS PAPÁ, GRACIAS! —Milo se abrazó a Aeneas como nunca lo ha hecho, tal vez solo una vez a los cinco años durante el entierro de sus padres, pero luego de ese día, Milo jamás volvió a ser afectuoso con Aeneas a pesar que este le dio absolutamente todo. El viejo aprovechó para aferrarlo a sus brazos y acariciarle la cabeza.

—De nada hijo, vamos, vamos a llamar a esa buena gente.

—¡Sí! —ambos se retirarón, dejando a Kardia solo sonriendo.

 

De: Manigoldo.
Hora: 18:59 pm.

MensajeNo me esperes despierto, tengo algo que hacer hoy.

 

A: Manigoldo.
Hora: 19:00 pm.

MensajeMe vale verga, ¿dónde estás? ¡Te encuentras en rehabilitación!

 

De: Manigoldo.
Hora: 19:00 pm.

MensajeNo te preocupes, estoy con alguien que seguramente te dará confianza.

 

A: Manigoldo.
Hora: 19:01 pm.

Mensaje¿Quién?

 

De: Manigoldo.
Hora: 19:03 pm.

Mensaje: (Envió de imagen)

 

                Kardia se sorprende al ver a Albafica al lado de Manigoldo, con la mirada un poco reacia y bastante sonrojada. Kardia comprendió entonces que no debía preocuparse, si él era lo bastante molesto con ese tema, Albafica era mil veces peor en esos casos y mantendría al estúpido italiano a raya.

 

Continuará.

 


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