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El anillo por Jesica Black

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Capitulo 13

 

 

Camus hizo entrar a Milo a su casa luego de la cita que habían tenido. Caminaron por el parque, luego fueron a ver una película y cenaron en un local de comidas rápidas, pues ninguno de los dos manejaba mucho dinero en efectivo. Trataron de no hacer ruido, pero el padre de Camus estaba levantado buscando algunas cosas por internet, y al escuchar el sonido de la puerta cerrarse miró hacia donde estaban los adolescentes y los saludó con la mano. Evan Verseau le había dado permiso a su hijo Camus, y su tope de llegada eran las 10, como siempre, el joven pelirrojo no decepcionaba a su padre ni siquiera siendo un adolescente hormonal.

El muchacho se acercó junto a su novio para saludar al hombre con un beso en la mejilla, y mientras Milo usaba el baño, Camus se sentó en la silla junto a su padre para charlar un poco.

—No pensé que estabas despierto —comentó el jovencito, Evan sonrió.

—Hasta recién se duerme tu hermanito, así que estuve haciéndolo dormir todo este tiempo —cerró las carpetas—. Estaba buscando algunas cosas para enviarlas con el señor Aeneas.

—Oh, justo esta Milo aquí…..papá, ¿puede quedarse a dormir? —preguntó, Evan cruzó los brazos y lo medito. ¿Dejar a dos adolescentes solos en una habitación? Si fuera tal vez otro chico (incluso Brendan de adolescente) no le daría permiso, pero dado que se trataba de Camus, dejó esa actitud dura y sonrió suavemente.

—De acuerdo —musitó—. Él nos está ayudando mucho con el tema de Brendan, él y su familia, sería descortés echarlo.

—Sí, la verdad sí, además estamos muy cansados, estuvimos caminando todo el día, ¿sabes que no hay muchos locales de comida rápida aquí? —se acomodó el cabello hacia un lado.

—Jajajajajaja, claro cariño —se levantó y le da un beso en la frente a Camus—. Que tengas buenas noches.

—Buenas noches papi.

—Buenas noches señor —dijo Milo al ver partir al hombre a su cuarto, este responde con una seña con la mano—. ¿Y? ¿Me dejó?

—Claro —sonrió—. Pero no hay que hacer ruido, porque están durmiendo arriba…..—suspiró—. También está durmiendo Brendan, así que despacio.

—No te preocupes, ¿quieres pasar a verlo? —preguntó señalando el pasillo donde supuestamente era la habitación del pequeño.

—No, no, está bien así, además Brendan tiene por costumbre cerrar el cuarto donde duerme….—apoyó ambos brazos en la mesa—. También usa doble pantalón….

—¿Y eso por qué?

—Según la psicóloga, las victimas de agresión sexual tienen ese síntoma, usan doble ropa para que sea más difícil desvestirlos —señaló a Milo la silla donde antes estaba el padre—. Siéntate. ¿Quieres café?

—No, gracias, estoy bien —se sentó en la silla y sacó su celular—. Le diré a mi papá que me quedaré a dormir contigo.

—Jajajajajaja sí, es mejor mantenerlo informado, también a tu hermano. ¿Está trabajando?

—No, él se fue a una cita con Dégel.

—¿El profesor Dómine? —preguntó sorprendido, Milo afirma—. No sabía eso.

—Sí, pero parece que le va a costar bastante seducirlo, ya sabes cómo es el profesor con la gente.

—Es verdad, pero ahora que lo pienso parece muy social con tu hermano —susurró alzando la cabeza—. Oye, ¿te gustaría jugar a un juego de mesa?

—¿Un juego de mesa?

—Se llama Scrabbel, se trata de formar palabras con las fichas que tienes, dependiendo de la cantidad de letras que usas y el lugar donde esta las fichas ganas puntos…..

—Suena para nerds.

—¿Quieres o no?

—La verdad estoy algo cansado —bostezó de una forma tan falsa que Camus prácticamente no tuvo que pensar para darse cuenta que no tenía voluntad de jugar a ese juego.

—De acuerdo, te entendí —suspiró—. ¿Y qué quieres hacer? La verdad, no tengo mucho sueño.

—Podemos mirar cosas por internet en tu habitación —señaló las escaleras.

—Es verdad, mi cuarto queda al fondo del pasillo, por lo que no molestaré a mis papás con el ruido de la pc —Camus se levantó y caminó escaleras arriba—. Vamos Milo.

 

                Milo sube las escaleras y hace todo el recorrido hasta el cuarto de Camus. Entran a él, y el heleno se da cuenta de varias cosas, entre ellas que ahora hay juguetes en su habitación, cosa que antes la primera vez que se quedó a dormir, no había. También notó algunos dibujos y libretas por doquier. Milo sonrió y se sentó en la cama mientras Camus cerraba la puerta.

—¿Te presto ropa para dormir?

—No creo que tu pijama me entre.

—¡No el mío, tonto! Sino uno viejo de mi papá —señaló nuevamente su puerta—. Tenemos un ropero lleno de cosas viejas.

—Ok, tráeme algo……—Camus asintió y se retiró del cuarto, lo que hace a Milo explorar mejor.

Todo se encontraba tan prolijamente ordenado que podía volver histérico a cualquiera. Los libros acomodados arriba de la computadora en un pequeño estante, algunas figuras de anime a un costado, la silla con rueditas frente al monitor, un bloque de notas al lado del mouse. El armario cerrado, decorado con algunos dibujos y estampitas brillantes. El baño que tenía para él solo y una alfombra de Mickey mouse que conservaba seguramente de su tierna infancia. 
Milo aprovechó para sacarse las zapatillas, los pantalones y la camisa, de esa forma podría colocarse el pijama que le trajera Camus de forma rápida, pero el pelirrojo no lo pensó así, cuando entró y vio la “casi” desnudez de su compañero, se puso tan rojo como sus cabellos y tiró al suelo la ropa.

—¿Qué te pasa? ¿Te dio fiebre? Estás rojo —Camus cerró la puerta rápidamente.

—¿Qué te pasa a ti? ¿Qué crees que hubiera pensado mi padre si te ve de esta manera en mi cuarto?

—No sé, ¿qué me estaba cambiando de ropa? —intentó dar una explicación, Camus tomó el pijama del suelo y se lo lanzó.

—¡CÁMBIATE! —Camus se dio la vuelta en su propio eje y esperó, dándole la espalda. A Milo le pareció tierna e infantil esa actitud, pero se colocó la ropa antes que Camus le pegue o algo así.

—¡Listo! ¿Contento? —el galo se dio la vuelta, temiendo un poco, pero al notar que traía el pijama suspiró.

—Sí, ahora me iré a cambiar yo, quédate aquí.

—Ah, yo pensaba entrar contigo al baño —se sentó, riéndose de la actitud del francés, pero este pasó por al lado suyo y le tiró un cojín de la silla junto a él—. ¡Oye!

—Quédate aquí  —tomó un bulto de ropa que se encontraba cerca del baño y entró allí, Milo suspiró.

—No sabía que eras tan pudoroso. ¿Todos los franceses son así?

—No, no todos los franceses, solo yo…..—se escuchó detrás de la puerta.

—¿Y por qué te da vergüenza? Es decir, en los vestuarios estamos todos desnudos y sudados, no es la gran cosa ver a un chico desnudo.

—Discúlpame por ser tan puritano, pero soy así —Camus salió rápidamente, traía una camiseta gris con mangas largas y unos pantalones cortos del mismo color, parecía más pijama de primaveral que de invierno—. Ya está.

—Wooo, lindas piernas, no tienes nada de vello.

—Tú tampoco…..—pasó por al lado suyo.

—Me afeito, como todos los futbolistas —comentó y siguió observándolo—. Pero tú no tienes nada. ¿Eres lampiño de todos lados?

—Mi familia es así, mi padre lo es, y mi hermano lo será también…..es cosa de genética.

—Me gustaría tener esa genética…..—se acostó en la cama—. ¿Y dime….qué quieres hacer?

—¿Ver cosas por internet? —señaló la computadora—. Tú lo propusiste ¿ya se te olvidó?

—Bueno, esperaba que pudiéramos, no sé, besarnos un poco…..—esta vez los colores se le subieron también a Milo, Camus quedó atónito, con la boca abierta.

—¿Quieres que nos besemos?

—¿Acaso no te gusta? —se sentó en la cama.

—Claro que me gusta, pero…..me siento avergonzado de ello.

—No estabas muy avergonzado mientras “mirábamos” esa película…..

—No es lo mismo, la sala estaba oscura…..—baja la mirada, más ruborizado que antes.

—Podemos apagar la luz…..dejemos solo la luz del monitor encendida —Camus dejó el monitor prendido y fue a apagar las luces, podía ver el rostro de Milo iluminado—. Vamos, acércate….—Camus caminó hacia allí, pero tropezó con algunas cosas.

—¡Ay!

—Jajajajaja ¿estás bien?

—Creo que pise un juguete de mi hermano —se lanzó a la cama y continuó el camino a Milo a gatas—. Estás seguro de esto.

—Claro ¿tú no?

—Bueno…..yo…..—bajó la mirada—. Es la primera vez que estoy así con un chico, me siento un tanto incomodo…….

—Yo también, aunque no lo creas nunca he estado con nadie y me siento acalorado ahora mismo —con sus brazos ayuda a Camus a sentarse encima de él—. Eres delgadito.

—No lo soy….—murmuró y nuevamente bajó la mirada, pero Milo se la levantó.

—Eres hermoso, nunca vi a alguien más hermoso que tú…..—murmuró, acercándose hasta sellar sus labios con un beso.

 

                Como era común en los besos de ellos, el fuego comenzó desde el minuto cero, y Milo ingresó su lengua dentro de la boca del joven francés, quien se movía tan bien encima de Milo. A pesar que hacía muy poco habían comenzado besándose y explorándose, cada vez apostaban a más y se volvía apasionado a cada instante. Las manos que dormían a los costados del cuerpo de Milo, comenzaron a acariciar el firme trasero del pelirrojo y entrar por las ropas para acariciar la pálida y suave espalda. Se sentía tan bien tocarse de esa manera, como lo habían hecho en el cine, salvo que esta vez, no tenían a los babosos que les miraban mientras lo hacían, ni el ruido fuerte de fondo que les impedía concentrarse demasiado. Ahora Camus se dio el lujo de gemir suavemente mientras separaba los labios y besaba la mejilla y el cuello del rubio, perdiéndose en esa melena.

—Hmmmm….se siente bien….—susurró muy cerca de él, con su aliento cálido golpeando su cuello. Milo metió más sus manos, intentando dar un suave mensaje.

—Me gusta tu piel, es deliciosa Camus, quisiera devorarla….—pasó la lengua en el cuello del joven y dejó una pequeña mordida en el hombro para que nadie la notase, solamente Milo.

Camus se separó un poco y le miró a los ojos, le hizo levantar las manos y le sacó suavemente la camisa del pijama para acariciar esos dorados músculos que tenía el griego, si de algo tenía que estar agradecido Camus, era de tener un novio tan fuerte y por lo que sentía su trasero, muy viril, dado que aquel suave toque con sus yemas logró despertar el dormido e imponente “monstruo” que habitaba en esa entrepierna.
Restregó un poco el trasero, pues la sensación le resultaba bastante placentera y gimió en el oído para que sintiera Milo lo caliente que estaba. Todo marchaba tan bien que fue increíblemente corto cuando golpearon la puerta y Camus horrorizado miró hacia atrás.

—¿Qui….quién es? —preguntó nervioso.

—Soy yo, hemano….—la infantil voz de Brendan logró acallar cualquier pasión existente, y tanto Milo como Camus suspiraron, más que nada de tranquilidad al no ser cachados por el padre de este último.

—Milo, ve al baño a bajar eso….no quiero más traumas para Brendan —Camus bajó de la cama y prendió el velador, mientras Milo tomaba su camisa y entraba al baño.

—Bren, peque —dijo en susurro y se acercó a la puerta para abrirla—. Deberías estar dormido.

—No puedo dormir, tengo pesadilas……—bajó la mirada y abrazó fuerte su osito.

—¿Y qué quieres?

—¿Puedo domir contigo?

—Pero, bueno Milo está durmiendo aquí.

—Él puede dormir en mi cuato….—señaló el cuarto de abajo.

Y adiós sueño de compartir más caricias. Milo quedó renegado al cuarto de Brendan, cuya cama era demasiado pequeña para él. Mientras que Camus durmió cómodamente con su hermano menor.

 

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Bostezo. Ya era el quinto en menos de media hora y Dégel podía percibirlo. No le molestaba en lo absoluto, es más, le daba mucha gracia pensar que Kardia se estaba durmiendo al lado de él en la mesada con una vela como luz mientras delante de ellos un joven adolescente de 19 años estaba recitando un presunto “poema”. Un cabeceo hizo que Dégel comenzara a reírse bajito mientras le miraba de costado, Kardia era todo un personaje. ¿Si no le gustaba eso, porque lo había invitado? Entonces pensó en lo que habían hablado momentos antes, todo era por él, para que él estuviera a gusto porque él quería ver el espectáculo, y su risa se suavizó, solamente dejando ver una enorme sonrisa. Kardia era la persona más dulce que se había encontrado, la cual siempre pensó en él, que lo escuchó y apoyó cuando más lo necesitaba, que se interesó por lo que sentía. ¿Cuándo encontraría a una persona como él?
El ruido del teléfono de Kardia despertó al muchacho y lo hizo revisarlo.

—Mi hermano —susurró—. Parece que se queda a dormir con el pelirrojo, mi papá hará un desastre en la casa ahora que se entere —bufó mientras le escribía con la mano derecha.

—Veo que te estás aburriendo acá, Kardia, ¿por qué me pediste que viniera si no te gusta? Te dije que no me gusta traer gente obligada.

—No, no, no Dégel, es, es interesante…..ese chico que….que habla con vehemencia de su ropa interior…..

—Jejejeje….—Dégel nuevamente se ríe por lo bajo.

—Lo siento…..

—¿Quieres que vayamos a otro lado? ¿Un restaurante o algo? —preguntó, Kardia afirmó rápidamente y ambos se levantan para retirarse.

 

Caminaron un par de cuadras antes que Dégel comenzara a tiritar del frío. Pareciera que lo que llevaba puesto no lo calentaba lo suficiente y a Kardia se le ocurrió una brillante idea. Lo había visto en muchas películas por lo tanto sabía que funcionaba. Se sacó su propia chaqueta de cuero y se la entregó a Dégel, quien miró con sorpresa dicho acto, era la primera vez que alguien hacía algo así por él. Sonrió nuevamente, regalándole esa hermosa expresión que tanto le gustaba a Kardia y la tomó prestada.

—¿Estás seguro? —preguntó por última vez antes de colocársela—. Hace frío, te congelarás.

—Tranquilo, Dégel —sonrió—. No soy friolento, soy calenturiento jajajaja —rio ante su magnífica broma, pero al notar que Dégel arqueaba la ceja sin entender, prosiguió—. Es….es un chiste, no soy tan bueno, a Manigoldo le sale mejor.

—¡Oh, un chiste! Jajajajajaja creí que hablabas en serio —se ruborizó por su inocencia, Kardia se rascó la parte posterior de su cabeza—. ¿Entramos aquí?

—Sí, es muy elegante —abre la puerta para dejar pasar a Dégel, el cual le agradece con un gesto de cabeza—. Parece, ¿italiano? ¿español?

—Francés, Kardia —respondió Dégel con el ceño fruncido levemente, Kardia bajo la cabeza, rojo como un tomate—. Bien, sentémonos allí.

 

Escogieron un lugar bastante apartado, a Dégel le molestaba bastante el contacto con la gente, y ¿para qué mentir? A Kardia también. Se quitaron las chaquetas, bueno, solo Dégel, pues Kardia se la había dado a este, y se sentaron para mirar el menú. Ciertamente todo allí tenía al menos tres cifras, y la cara de Kardia se desfiguró un poco al notarlo.

—Yo pagaré —intentó calmar Dégel.

—¡No, no, no! Yo te invité a salir, yo debería pagar….—murmuró mordiéndose el labio.

—Kardia, eres un cocinero, no es mi intención ofenderte, pero me gustaría pagarte el plato, por favor.

—Me sentiría poco hombre si no te pagara yo.

—Esto no se debe a ser poco hombre, Kardia, has sido un caballero conmigo, si te hace sentir mejor, entonces pagamos mitad y mitad ¿de acuerdo? —A Kardia le agradó más esa opción y afirmó con la cabeza antes de ver los platillos.

—Muy bien, ya sé que pedir —Dégel cerró el menú y ve que Kardia tiene dificultades en entender—. ¿Quieres que te lo traduzca?

—No, no, está bien —sonrió—. Traen dibujos de los platos.

—Jajajajajaja ¿te dieron el menú infantil? Jajajajajajaja.

—No te rías…..no tengo cara de francés y me lo dieron cuando el mozo se dio cuenta que leía el menú al revés…..

—Jajajajajajajaja……lo siento, lo siento.

 

                Ambos le indicaron al mozo que platos iban a comer y Kardia pidió un agua saborizada, mientras que Dégel pidió agua sin gas. Ambos se quedaron hablando sobre diversas cosas de sus vidas, sea el primer libro que Dégel leyó, o el primer tipo al cual Kardia robó, eran tan diferentes como iguales, tenían esa chispa que solía tener las parejas unidas para toda la vida.

—Cuando nació Milo estaba tan enojado con mis padres, que agrié el postre y luego no lo comí, dije que me dolía la panza. Mi madre me castigó una eternidad —comentó Kardia mientras cortaba un poco de su carne y se la metía en la boca.

—Jajajajajaja, tener un hermano no era algo que esperabas.

—Por supuesto que no, los niños son sucios, babean, ensucian y escupen….vomitan….siendo sincero hubiera preferido un perro —suspiró—. Deseaba no tener hijos nunca.

—Yo nunca tuve un hermano menor, pero al entrar en escuelas, me di cuenta que mis alumnos podrían ser tranquilamente hermanos menores. Los aconsejaba, los alentaba…

—Al menos son hermanos menores que saben ir al baño solos, no tuviste primaria o parvulario —suspira—. Yo sí, tenía que estar detrás de Milo siempre. Una vez salió desnudo del baño y comenzó a correr, mojando todo el piso, yo persiguiéndolo con una toalla y diciéndole “¡Milo, no corras o te vas a caer!”

—¿Y qué pasó?

—Me caí yo de culo al suelo……me hice un golpe que dios sabe cómo se me curó, fue terrible, le di su buen chancletazo al inútil de Milo.

—Se nota que lo quieres, no muchos hermanos hacen eso de bañarlos o perseguirlos con toallas….—suspiró y miró su comida casi terminada—. Mi hermano también era así conmigo, él me inculcó el amor por la lectura, me leía cuentos y luego yo se los leía a él….

—Ya veo…..tuviste una linda infancia con tu hermano, supongo.

—Hasta que llegó “Él” —Apretó fuertemente los cubiertos—. No puedo creer lo que hicieron.

—Oye, quería preguntarte algo sobre Jason, ¿tú lo conociste? ¿Tuviste algún altercado con él?

—Se la pasaba en prisión, además supimos de su existencia cuando mi mamá se separó de ese tipo —cruzó los brazos en su pecho—. Lo vi un par de veces por el vecindario, pero él nunca nos miraba y era mejor, tener a una persona tan oscura en la familia era realmente agobiante.

—Nunca he visto a ese tal Jason así que no sé cómo es.

—Pues imagínate a un chico de esos rebelde sin causas, que roba, se droga, fuma, toma…..ya sabes, una sabandija. Nunca fue un buen chico, o al menos eso creo, se dice que tiene un hermano pequeño, pero creo que es de otro matrimonio de la madre o de Anthony, no sé, no estoy seguro.

—¿Ósea que hay más?

—No he escuchado rumores de ese niño como si he escuchado de Jason, parece que no es tan malo o es demasiado pequeño para ser malo, supongo —sonrió de costado—. Pero ahora Jason y Anthony están en la cárcel.

—¿Te sientes preparado para lo que vendrá? ¿El juicio?

—Sí, me siento preparado, por cierto, tu papá me llamó para presentarme como testigo, parece que se está haciendo cargo de esto muy vehemente.

—Mi padre es genial….pero no le digas que lo dije —miró a Dégel—. Oye Dégel, ¿puedo hacerte otra pregunta?

—¿Qué día es hoy? ¿El de pregúntale a Dégel?

—Jajajajaja puede ser —deja los cubiertos encima del plato, en signo que ya terminaron—. Es sobre tu anillo, ¿puedo verlo nuevamente?

—¿Hm? Sí —Dégel alzó su mano y se quitó el anillo frente a Kardia, quien lo tomó y lo examinó—. ¿Qué buscas?

—Esto…..—muestra un nombre grabado.

—¿Emily y Aeneas?..... ¿AENEAS? —Dégel se levantó sorprendido, pero inmediatamente se sentó para no hacer el ridículo—. ¿Qué significa esto?

—Hace unos días, mi padre estaba haciendo limpieza y encontró el anillo de su “compromiso”, el que usaba con mi madre…..es una chachara de familia o algo así, él recuerda que a mamá le hizo uno igual al que tenía él con los nombres de sus padres, salvo que utilizó su nombre y el de mi madre.

—Vaya…..Emily es ¿tu madre? —preguntó, Kardia asiente.

—Me parecía familiar tu anillo, entonces él me contó la historia. Parece que cada vez que un miembro de la familia Onasis se enamora y se desea casar, en lugar de darle un anillo común de compromiso, hace una réplica del anillo familiar, colocándole dentro de este el nombre de los amantes, de esta forma pasará de generación en generación. El primer anillo lo tiene mi padre en su gaveta, junto a muchos otros anillos réplica del primero.

—¿Entonces tú eras el joven de…..? ¿Por qué llorabas ese día?

—Mi madre acababa de fallecer y no tenía sentido mi vida, tú eras la primera persona que me hablaba sinceramente y me hacía sonreír. No sabía que darte y para mí el anillo no valía mucho ahora que mamá estaba muerta.

—¿Me lo diste por dar? —arqueó la ceja, Kardia le tomó la mano y le coloca el anillo.

—Puede ser, pero ahora te lo doy porque realmente creo que eres especial —se lo colocó completamente—. Dégel, me gustaría empezar algo contigo, si me dices que sí, seré el hombre más feliz…..

—…………Kardia…..—susurró.

—No te pido que nos acostemos juntos ni que nos besemos apasionadamente bajo la lluvia, yo esperaré cada paso que quieras dar hacia delante o retroceder. Yo esperaré cada momento para que sea perfecto, no te obligaré a ser sociable o amoroso si no quieres o a tocarte si no lo deseas, solo quiero que seas feliz un instante, dentro de esa burbuja que te has hecho, déjame entrar…..

—Kardia….—susurró y le tomó fuerte la mano—. Claro que quiero empezar algo contigo, eres la primera y única persona que ha entrado a mi corazón después de tantos años…..

 

La luz de la vela, ardió más brillante esa noche.

 

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Unas semanas después.

 

—¡Me voy a volver loco! —gritó Manigoldo mientras cortaba la cebolla. Dokoh entró a la cocina y observó la manía de este muchacho, mientras casi se corta un dedo en el proceso.

—¿Qué te pasa, Mani? Estás más ansioso de lo normal y aun no es día de paga de boletas —dejó unos platos en el lavabo.

—No, no, no, si supieras la que estoy pasando, no te das una idea, creo que extraño la droga….—recibió un golpe tras eso.

—¡No digas estupideces, italiano! —criticó Kardia—. Nada amerita drogarse….

—¿Ni siquiera dejar embarazado al hijo del dueño? —tanto Kardia como Dokoh abrieron los ojos y las bocas.

—Apa…..

—¿Lo ven? —tiró el cuchillo en la mesada—. Estoy rezando para que el examen de Albafica de negativo, ya le prendí velas a 100 dioses, espero que alguno me escuche.

—¿Le prendiste también a la diosa de la fertilidad? Porque justamente no creo que sea buena idea —asustó más Dokoh, la cara de espanto de Manigoldo re-apareció.

—No lo traumes más, chino….ya demasiado tiene con qué Alba sea un histérico sin estar embarazado ¿te imaginas después de estarlo? Será el triple, y encima tener un mini Alba corriendo por ahí y Lugonis te despelotará si se entera que tocaste a su hermosa flor en el pantano.

—¡Dejen de ponerme nervioso! —gritó Manigoldo—. No sé qué hacer, no tengo mucho dinero, Albafica es un estudiante……mi vida es un completo sin sentido, estoy pensando en erradicarme en Italia nuevamente.

—Te regresarán de una patada en el culo, Mani —respondió Kardia sinceramente.

—¿Y cómo hiciste para que esto pasara? —preguntó Dokoh sorprendido.

—Verás, estábamos en la cama desnudo y se la metí en su culo sin preservativo, le entré fuerte, fuerte, fuerte hasta que gimió como zorra y me vine dentro….

—No necesitábamos ese tipo de explicación, Mani, sabemos de sexo —comentó Kardia arqueando la ceja. Dokoh negó con la cabeza.

—Ay Manigoldo, realmente eres un mamarracho, no quiero saber cómo vas a salir de esta….

—No sé, podrían darme una idea ¿no?

—Tal vez ni siquiera está embarazado, Mani y te haces la drama gorda, mejor espera y luego tienes dos opciones, te la cortas o te la cortas.

—Eres tan buen amigo, Kardia, siempre dándome buenas ideas —suspiró el italiano—. Sabes, creo que sería mejor que me coma la bestia peluda que tiene Dokoh de mascota antes que me agarre Lugonis.

—¡Oye! Dañas los sentimientos de mi pobre Pichón.

—¡Ni siquiera está aquí! Pero a todo esto ¿qué pasó con la cosa esa? ¿Se lo llevaron los científicos para estudiarlo? Porque digas lo que digas, “eso” no es un perro.

—Basta Manigoldo, no te metas con el pobre Pichón……no puede defenderse —suspiró y miró por la ventanilla donde vio pasar a Shion.

—¿Aun no la pones, chino?

—Siempre tan dulce tú, Mani, por eso estás en esta encrucijada con Albita, por ponerla demasiado —cruzó los brazos—. No, aun no la pongo porque aún no lo invito a salir.

—¿Qué? ¡Tuviste tres putas semanas y no lo hiciste! Ah, no sé quién es más tarado, si tú o Manigoldo —refunfuño Kardia, ambos le miraron.

—Es que no he encontrado el momento indicado…..

—¡HEY, SHION! —Kardia se acercó a la ventana—. MAÑANA SAL CON EL CHINO QUE ESTA QUE ARDE, A LAS SEIS.

—¿Hm? Claro —susurró Shion guiñándole el ojo a Dokoh.

—¿Ves? No era tan difícil…..eres patético.

—Aaaagh…..Kardia —Dokoh bajó la mirada y se sonroja.

—Por cierto ¿cómo vas tú con Dégel?

—Aún se niega a que lo toque, pero bueno, estoy avanzando lentamente.

—Y luego yo soy el patético —sonríe con sorna Dokoh.

—Oye, Dégel fue víctima de abuso, no es fácil recibir contacto humano y ese tipo de cosas. Además, yo estoy seguro que esta semana llegaré a primera base, sí señor.

—¿Cuál es tu primera base? ¿Tomarlo de la mano? —Dokoh y Manigoldo se rieron de él, pero Kardia los mira con la ceja arqueada, tal vez Kardia debía dar el primer paso.

—No idiota……lo invite a Paris…

—¿Paris? Seguro te costó un chorro de dinero….—bufó Manigoldo—. Además ¿para qué a Paris?

—Ya verás cuando llegue de mi viaje, ya verás….

 

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                Último día de clases antes la llegada de las vacaciones de invierno. Camus toma su mochila y se la colocó al hombro cuando sale del colegio. Desde ese día donde Milo y él comenzaron a dar rienda suelta a sus deseos, no habían vuelto a tocarse de esa forma, Camus aún estaba algo avergonzado y cada vez que veía a Milo, recordaba esa noche que si no fuera por su hermanito de tres años seguramente hubiera acabado perdiendo la virginidad en ese momento.
Se sentía muy avergonzado, su cara ardía a más no poder y tenía que bajar su mirada para poder serenarse. Nuevamente las imágenes volvieron y sacudió su cabeza con fervor para lograr tirar abajo esa escena tan caliente en su vida.

—¡CAMUS! —la voz de Milo lo alertó y se dio la vuelta, este venía corriendo con una sonrisa en sus labios—. ¡Camus! Gracias a dios no te fuiste ¿quieres que te acompañe a tu casa?

—Oh, sí, gracias Milo —susurró en voz calma y caminó junto al rubio sin decir una sola palabra.

—¿Estás bien? Últimamente te encuentro bastante raro, ¿pasó algo?

—No, no, nada….es solo que……ah estoy un poco cansado….—se tiró el cabello hacia atrás y miró de reojo a Milo para sonrojarse nuevamente.

—¿Estás así lo por qué pasó entre nosotros?

—N-no….n-no….que…que Bah, no…..es-este…..esta-estaba yo….ehm….—tartamudeó mientras intentaba buscar una excusa, pero no podía. Milo lo tomó de los hombros y lo acercó a él.

—Camus, ¿te cuento un secreto? —susurró bajito—. Yo también estaba algo nervioso…..

—¿Hm? —Camus se separó y le mira incrédulo—. ¿Tú?

—¿Por qué me miras así? Es de verdad, estaba bastante nervioso……yo no sabía si lo que estaba haciendo estaba bien. Por un instante me enojé que Brendan viniera, pero luego, estando en el cuarto de tu hermano y mirando el techo, las estampitas brillantes de ranitas y patitos, me di cuenta que tal vez me estaba apresurando un poco en todo esto, no quiero que el día de mañana digas “Sí, perdí la virginidad con un idiota” y te arrepientas de esto.

—¿Hm? ¿En serio? —preguntó sorprendido y sonrió—. Gracias por pensar en mí, Milo, pero dudo arrepentirme.

—¿En serio?

—Jajajaja, bueno también estaba muy nervioso —continuó caminando—. Nunca he hecho eso con nadie y me sentía realmente bien, pero incómodo. Vinieron unas imágenes de mi hermano en esta situación, sentí lo que sentía él mientras esos tipos lo tocaban…..luego pensé que él es demasiado joven para experimentar esto, su cuerpo no está preparado, pero el mío si….

—Estamos desarrollados —murmuró, Camus le devolvió la sonrisa—. Entiendo a lo que te refieres, Camus, pero yo no quiero hacer nada que tu no quieras.

—Es que si quiero, pero…..tengo miedo, tengo temor….porque él fue lastimado por eso y yo no quiero ser lastimado.

—No es lo mismo, Camus. Si tú me pides parar, yo pararé…..si tú no deseas hacerlo, yo no lo haré….es así de simple….—Camus jugó con sus dedos mientras escucha a Milo—. Créeme que nunca será como con tu hermano.

—Tienes razón….—suspiró—. Aun así, tengo miedo.

—¿Y quién no lo tendría? Somos humanos…..el miedo es parte del instinto….por ejemplo, yo le tengo miedo a las arañas.

—¿Hm? —Camus giró la cabeza—. ¿Arañas?

—Sí, mi hermano cuando yo era pequeño me contaba historias de arañas que vivían en el cabello y se chupaban la sangre de este hasta que quedabas tonto…..

—¡Qué cruel!

—El idiota era yo que me lo creía…..—cerró los ojos para sentir el frío—. El invierno está muy crudo.

—Dicen que nevará nuevamente para navidad.

—Con lo que costó sacar esa nieve acumulada en el patio delantero —bufó molesto—. Mi papá tendrá mucho trabajo esta navidad y mi hermano no me quiso decir, pero parece que se irá a otro lado en navidad, me dijo que haga lo que quiera.

—Veo que no son de celebrar mucho la navidad.

—Desde que mis padres fallecieron no es lo mismo, ellos hacían una gran fiesta y a Kardia jamás le gustó el viejo pedófilo y barbudo…..entonces yo heredé ese gustillo salado por la navidad, por lo que la pasaré comiendo jamón delante de la chimenea.

—Eso suena triste —susurró—. Oye, si no tienes donde ir ¿no te gustaría ir a mi casa en navidad?

—¿Pasar la navidad contigo? —Camus sonrió y afirmó—. Me encantaría.

—Me alegra oír eso, mi abuela Leonor al fin vino a Grecia, luego de lo que pasó con mi hermano, dice que no hay nada mejor que el cuidado de una abuela….

—¿Está aquí ahora? —se detienen en la casa de Camus, este afirmó—. ¿Puedo pasar?

—Claro, claro…..—pone la llave en la cerradura—. Oh, antes que me olvide, quiero decirte algo de mi abuela….

—¿Hm? ¿Qué cosa?

—Pues, esta algo loca, a veces dice cosas raras y……es bastante perturbador, así que no le hagas caso…..—abrió la puerta.

—¿Por qué no me resulta extraño?

 

                Los dos adolescentes entran a la casa, Camus se pronuncia diciendo un claro “Ya llegué” mientras se quitó los zapatos y la ropa de exceso. Milo hace lo mismo y ambos se dirigen hacia el living donde se encuentra una mujer con cabello cano, que anteriormente era pelirrojo, se podía notar algún que otro mechón de ese color. Sus ojos eran azules y su mirada arrugada. La mujer parecía estar realizando una labor manual bastante difícil pues se notaba el esfuerzo que le ponía. Cuando ambos se acercan logran notar a un pequeño Brendan con un suéter de navidad verde que traía tejido un Rodolfo, no solamente eso sino también un gorro de lana con un ponpon.

—Camus querido —dijo la abuela mientras se levanta—. ¿A poco no se ve adorable?

—Quiero patearme —susurró Brendan haciendo un puchero, este comenzaba a hablar sin tantos fallos y utilizando todas las letras de la palabra, a diferencia de antes, pronto cumpliría los 4 años.

—Oh, Bren, te ves adorable….—Camus se acercó y se arrodilló para abrazar a su hermanito. Este no parece muy feliz de tener puesta esa ropa.

—¿Y quién es este bello caballero? —la anciana se acercó a Milo y le extiendió su mano.

—Me llamo Milo Onasis, mucho gusto —habló el muchacho estirando la mano para saludarla, pero la mujer pidió que bese su mano con un gesto y el joven lo hizo.

—Oh, eres tan guapo —le tomó del brazo—. ¿Qué tal nos vemos? Estoy para casarme por cuarta vez.

—¿Cuarta? —Milo se puso nervioso y Camus se reía por debajo—. Camus…..ayúdame.

—Sí abuela, se ven hermosos juntos….—se levantó alzando a su hermanito—. Iré a preparar té, ¿quieres, Milo?

—Ahora mismo quiero una excusa para salir de aquí —la mujer ya lo tenía abrazado a ella, Camus solamente reía ante esto—. Eres malo.

—No soy malo, te vez súper tierno con mi abuela, seguramente te hará un suéter como el de Bren…..—Camus desaparece por el corredor.

 

Pobre Milo, aun le esperaba la cena de navidad con esa noble anciana.

 

Continuará.

 

Notas finales:

A pesar que no me dejan reviews seguiré subiendo el fic, pero luego no me digan que hago muchas escenas de tal personaje y no de otros porque sino opinan sobre eso yo no sé que quieren leer.

saludos


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