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El anillo por Jesica Black

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Dégel había vuelto al hotel donde se alojaban a eso de las 10:30 de la noche. Espero a Kardia hasta la una de la mañana y bajando la sobreexcitación por la propuesta de matrimonio. No pudo evitar sentirse mal ante el hecho de no haberle dado una respuesta y dejarlo de rodillas frente a todos los comensales en el restaurant más elegante de Paris.
Caminó de un lado al otro de la habitación, mirando el reloj cada cinco minutos, mordiéndose los labios y bufando, pero Kardia no apareció en toda la noche y comienzo de la madrugada. Se estaba quedando dormido cuando decidió que ya era hora de acostarse, hablaría con Kardia entrada la mañana al día siguiente. Se colocó el pijama y se adentró a la pequeña cama. No pudo dormir muy bien, se daba vuelta constantemente y sus ojos estaban abiertos de par en par. Pudo conciliar el sueño pasada las tres de la mañana.

Cuando abrió sus ojos ya eran las 7:30 am. Giró su cuerpo y vio que la cama de al lado estaba completamente vacía y hasta acomodada como el día anterior. Se levantó y miró por todo el cuarto, pero no había ningún abrigo. Se levantó, tomó la bata que estaba colgada en la silla y se puso unas pantuflas cortesía del hotel. Caminó por toda la habitación y posteriormente bajo hasta el hall para hablar con el joven que atendía allí. Según recordaba, los cambios se hacían a las 9:30, por tanto el chico que estaba atendiendo era el mismo que vio a la noche cuando entró sumergido en un ataque de pánico.

—Disculpa —dijo Dégel, al notar que el muchacho era extranjero por su nombre y tonalidad al hablar francés, le habló en griego—. ¿Puedo hacerte una consulta?

—Por supuesto monsieur —susurró el joven.

—¿Ha visto a un hombre alto, robusto, de cabello oscuro y ojos claros, pasar por aquí durante la mañana? —mientras hablaba, Dégel miró en su celular y buscó una foto de Kardia recientemente, encontrándola y mostrándolo al muchacho, el cual lo observó.

—No, no monsieur, solo vi cuando usted pasó durante el atardecer por aquí con él, pero luego ya no regresó ¿ocurrió algo? —Dégel negó con la cabeza, no estaba bien preocupar al joven que había sido tan amable con él.

Decidió salir hasta la esquina, pero al no ver a Kardia a la vista tuvo que regresar a la habitación para cambiarse de ropa y salir a buscarlos por las calles de Paris. ¿Qué pasaría si le había ocurrido algo grave? ¿Y si lo hubieran robado o algo así? No podía quedarse con la duda, tomó sus zapatos, un abrigo hasta los pies y salió del hotel a pasos veloces, explorando por cada esquina, cada pasillo sin salida, cada monumento. No tardó demasiado, había escuchado de unos turistas que había encontrado a un joven extranjero cantando al lado de los botes de basura, cuando Dégel le preguntó sobre su descripción, los hombres prácticamente le habían descripto a Kardia. No aguardó ni un segundo en ir a buscarlo, lo encontró muy rápidamente, su chaqueta abierta, su mirada perdida y la botella de alcohol a medio tomar alzada al aire mientras cantaba una canción inentendible. Dégel tuvo que pedir a las personas que lo rodeaban que se vayan, pues era su 'marido' y debía llevarlo nuevamente a la casa. La gente obviamente lo juzgó, pero no dijo nada.

—¿Dégel? —susurró Kardia enfocando su vista al muchacho—. Te...te pareces a un...mushasho que conoshco.....she....she llama....Dégel....

—¿En serio? —preguntó mientras tiraba de su brazo para alzarlo.

—El esh....taaaaaaaan —Kardia estuvo a punto de caerse pero Dégel lo tomó con fuerza—. Boniiisho.....y huele hmmm....tan bien....

—Te llevaré a la habitación del hotel —susurró Dégel y arrastrándolo por todas las calles de Paris, lo arrastró, mientras escuchaba como el muchacho seguía hablando de él como si no estuviera allí.

 

Ingresó al hotel y ayudado por el personal de servicio lo pudo arrastrar hasta la habitación, Kardia era demasiado alto y pesado para que Dégel pudiera solo. Una vez que ingresó a la habitación, lo lanzó a la cama y comenzó a sacarle los zapatos para arroparlo con la frazada, pero Kardia no dejaba de hablar sobre su vida, el 'maldito chino' y su amigo 'el italianete', también no paraba de halagar a Dégel y su hermosa sonrisa, esto hizo reír mucho al muchacho galo, que se sintió completamente sonrojado ante tantas palabras de amor.

—Es hora de dormir, Kardia.....descansa....

—Gracias.....

 

Los ojos de Kardia se cerraron para descansar durante toda la mañana. El dolor de cabeza y las punzadas hizo que el muchacho volviera a despertar luego de varias horas durmiendo. Le dolía hasta el apellido, sentía que todo daba vueltas en la habitación y pensó que en cualquier momento iba a vomitar. Se inclinó en la cama y tomó su cabeza, alertando a Dégel que se encontraba en el escritorio. El muchacho de procedencia francesa, se levantó de la silla, tomó un vaso de agua y colocó una pastilla efervescente en ella para luego acercarse a Kardia y entregárselo.

—Al fin, haz estado dormido al menos cinco horas —susurró el muchacho, Kardia tomó el vaso y lo bebió de un jalón—. Eso te hará bien, cortará las nauseas y el dolor de cabeza.

—Me duele todo....¿cómo llegué aquí? —preguntó, el hecho de hablar también era una tortura para él.

—Te traje durante la mañana, estabas en un baldío rodeado de mujeres, hombres y niños que intentaban hacer tiro con piedras a tu cabeza —tiró de la silla hacia la cama para quedarse cerca de él.

—Me hubieras dejado ahí.... —susurró y dejó el vaso en la mesita de luz.

—Kardia.....sobre lo de anoche...

—No tienes que decir nada, fui un estúpido.....es más, fui un súper estúpido, ¿cómo voy a pedirte matrimonio? Recién hace poco nos conocemos, bueno, estamos saliendo....es como...

—Kardia....cállate.... —susurró gentilmente cubriéndole la boca con sus dedos—. No tienes idea lo que dices.....eres tonto...

—Lo siento....

—No, yo lo siento....me dio un ataque de pánico y no sabía que decir.....pero ¿sabes qué? Este tiempo que estuve aquí, esperándote y pensando....me hizo recapacitar....me hizo darme cuenta....Durante todo este tiempo, desde que Anthony abandono mi familia hasta ahora, se me han acercado tantos hombres queriendo algo conmigo —suspiró, Kardia le miró dudoso ante los dichos—. Pero por más que me traían bombones, flores...regalos majestuosos, jamás pude responderles, jamás pude decir que si a nada....

—¿Por qué? —preguntó.

—No lo sé, nunca nadie me hizo pensar que quisiera vivir el resto de mi vida junto a él....pero ¿sabes qué? —se acercó—. Eres el primero con el cual siento ganas de besar, ganas de hacer el amor, ganas de despertar junto a él todos los días de mi vida....

—Oh... —la mirada de Kardia cambia a una lasciva.

—Kardia....claro que acepto casarme contigo....aunque te haga esperar, ha sido muy paciente conmigo y haz estado ahí más veces incluso que mi hermano.....quiero que estemos juntos toda la vida.....

—¿Puedo besarte?

—Te hubiera pateado sino lo hacías..... —el beso no duró demasiado, solo no necesario para lograr que Dégel sintiera que estaba haciendo lo correcto y que jamás se arrepentiría de decirle que si a ese muchacho de cálidos ojos celestes y mirada alegre.

 

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Pasó la semana y las vacaciones llegaron a su fin, Dégel y Kardia tuvieron que volver de su mini-luna de miel en Paris para regresar una vez estuvieran casados. Manigoldo no pudo creer lo que Kardia le dijo cuando volvió de sus vacaciones, debía estar bromeando, él no conocía a nadie que se quisiera casar en este siglo, bueno, tal vez Dokoh, pero ya no era común en estos días.
Por otro lado, Dégel había vuelto de sus vacaciones y estaba preparado para retomar el colegio ese mismo lunes.

Era un domingo hermoso para salir a pasear y Camus tanto como Milo no perdieron la oportunidad de hacerlo. Ellos ahora llevaban una vida activa en todo sentido, desde que habían iniciado su vida sexual se podría decir que estaban 'algo insaciables', pero Camus podía ponerle freno a Milo cada vez que este intentaba tocar más de la cuenta, sobre todo estando frente a menores como Brendan, o mayores, como los padres de Camus.
Decidieron salir a caminar por el parque, entre besos y besos Camus recibió un llamado de su madre justo cuando se encontraron con Aioria a mitad del camino. Era Brendan, quien le había dado otro ataque y debía ir a buscarlo a la casa de un compañerito del colegio, por lo que Camus se tuvo que excusar ante Aioria y Milo. Ambos comprendieron y saludaron al muchacho con un movimiento de cabeza.

—Camus está bastante mejor ¿no? Más descansado —dijo Aioria con una sonrisa.

—Sí, es verdad —susurró tirándose el cabello hacia atrás.

—¡Por dios! ¿Qué es eso? —preguntó Aioria señalando el cuello de su compañero, Milo recuerda que la noche anterior había tenido un ardiente encuentro con Camus y habían quedado varias marcas testigo de ello.

—Un moretón —indicó rápidamente cubriéndose.

—¡No, no, no! A mí no me engañas, eso es un chupón....

—Es un moretón, gata tonta.... —exclamó el muchacho, pero Aioria hizo caso omiso a los insultos.

—¡No me engañas, Milo! Es un chupón, lo vi perfectamente....acaso....¿tuviste relaciones? ¡Cuéntame! Soy tu mejor amigo.

—Agh, como jodes....bien.....sí, tuve sexo —sonrió con arrogancia—. ¿Envidia?

—¡Mucha! Aaagh, que suerte tienes, mi hermano está todo el tiempo en casa y casi no puedo llevar a Marín ni a nadie a la casa....y dime ¿con quién fue? —preguntó inquieto.

—No puedo decirte, prometí que no lo diría....

—¿Qué? ¿A quién?

—Camus me obligo a no......ooooh —Milo se dio cuenta de la metida de pata que acababa de tener y se cubrió la boca casi al mismo tiempo que Aioria.

—¡Camus! El perfecto y nerd Camus.....eso no me lo esperaba —Aioria no podía de la emoción.

—Escucha gato, espero que no se lo digas a nadie o cortaré tus bolas de cuajo y se las daré a las ratas —gruñó tomándolo de la camiseta, Aioria afirmó fuertemente con su cabeza.

—Te juro que no se lo diré a nadie, lo juro por mi vida.

—Júralo por algo que valga la pena, gata —susurró y soltó la camiseta de Aioria—. Mierda —murmuró al notar la hora en su reloj—. Debo irme, le prometí a Kardia que lo ayudaría con la limpieza, estuve todo el día con Camus y casi no me di cuenta que el tiempo pasaba. Nos vemos mañana en el colegio.

—Nos vemos —Aioria saludó amistosamente mientras ve pasar a su amigo, se queda unos minutos allí y suspiró, siempre le fue difícil guardar secretos, sobre todo a Aioros, pero tenía que ser un buen compañero esta vez.

—Oh, Aioria —la voz de Aioros, quien se encontraba detrás de él, acompañado de Shura, lo hizo despertar de su propia ensoñación, el muchacho se acercó amigablemente—.  ¿Qué haces aquí solo? Pensé que te encontrarías con Milo.

—¿Quién dijo que me encontraría con Milo? ¿Qué secreto? ¿Cuál secreto? —Shura y Aioros se miraron mutuamente.

—¿Estás bien, Aioria?

—¡No te diré nada de Milo! Se lo prometí —exclamó, intentó morderse el labio inferior para no hablar.

—De....de acuerdo.

—¡Esta bien! Milo y Camus tuvieron sexo....ay dios....mis huevos —Aioria se tapó la boca casi automáticamente mientras Aioros y Shura le miraban sorprendido—. Prométanme que no se lo dirán a nadie.

—Ahora mismo me preocupa que tu se lo vayas a decir a alguien más —confirmó Shura, él solía ser una tumba para los secretos, incluso guardaba muy bien varios de Aioros y Aioros de él, pero si Afrodita o Deathmask o los gemelos se enteraban, eso iba a ser carne de cañón.

—Por favor, deben ayudarme a cerrar la boca ¿tienen algún especie de cinta adhesiva entre sus cosas? —cuestionó el muchacho, Aioros y Shura negaron.

—No, pero ¿por qué no vas a casa? Estarás a salvo dentro de cuatro paredes, podrás contárselo a los posters.

—Sí, creo que es lo mejor, espero no encontrarme con nadie en el camino, chau chicos —saludó Aioria, los muchachos se quedaron preocupados por lo que podía pasar, Aioria era un boca floja.

Hizo solamente dos cuadras cuando encontró a varios de sus compañeros —entre ellos los gemelos Saga y Kanon— en la vereda de en frente. Cerró su boca e intentó pasar inadvertido, agradecía que nadie le hacía caso usualmente, por lo que pudo deslizarse sin problema, lo que no se esperaba era que en la cuadra contigua, un muchacho venía corriendo hacia él para contarle un chisme picante que se había enterado.

—¡Aioria! —exclamó Afrodita acercándose a él—. Adivina lo que descubrí sobre Deathmask.

—¡Camus y Milo tuvieron sexo!

—¡Oooh por dioooos! —Aioria se dio cuenta el error que había cometido cuando Afrodita parecía muy interesado en saber más—. ¿En serio? Mira que chisme caliente que tenías entre tus manos.

—No, espera....Dita, prométeme que no se lo dirás a nadie....por favor....por favor te lo suplico ¡por mis huevos!

—¿Tus huevos? —preguntó sorprendido—. De acuerdo, no se lo diré a "nadie" —sonrió coqueto—. Ve tranquilo, tu secreto está a salvo.

—Oh, gracias Dita —Aioria decidió salir corriendo a su casa para evitar decir alguna otra idiotez.

—Hmmm....así que Camus y Milo estuvieron agitando el bote....bueno, no decírselo a nadie significa decírselo a todos —sacó su celular y comienza a mandar un audio al grupo del colegio—. Primicia, Primicia.....¿a que no adivinan quienes tuvieron sexo apasionado durante las vacaciones? Derritieron el hielo de la cama.....uno es pelirrojo y nerd y otro....es rubio, sexy y talentoso....si señores, Camus y Milo han estado haciendo ejercicio horizontal.....me lo acaba de confirmar mi fuente confiable —terminó el mensaje—. Aaaah, Aioria, Aioria, si tú no pudiste guardar el secreto, ¿cómo pretendes que yo lo guarde?

 

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El lunes amaneció celestial, pocas veces visto en Grecia en esa temporada de invierno. Kardia fue el primero en levantarse y encontrar la cocina hecha un asco, no tenía tiempo de limpiar y era demasiado tarde como para pedírselo a Milo, por lo cual lo dejó todo tirado mientras hacía el desayuno encima de los platos sucios de la noche anterior.
Aeneas saludó a su hijo, ya estaba cambiado de traje y corbata, con su maletín negro donde guardaba los papeles de su caso nuevo y de algunos anteriores —entre ellos el de Brendan Verseau—. Al notar el desastre, no quiso preguntar, a pesar que Milo y Kardia se habían tomado la molestia de limpiar la casa de arriba a abajo el día anterior, no se habían puesto a pensar que usar los utensilios de cocina para cocinar esa noche los iba a ensuciar y por ende tendrían que lavarlo todo. Seguro estaban cansados y se fueron a dormir sin notarlo, Aeneas había vuelto tarde de trabajar y comió algo en el camino, por lo que ni siquiera fue capaz de darse vuelta por la cocina para ver si sus polluelos habían hecho algo.

—Buen día, papá —saludó Kardia sirviendo café en su taza—- Ya estoy llegando tarde al maldito restaurante, me vas a tener que operar del zapato de Lugonis en el trasero de la patada en el culo que me dará si llego tarde luego de mis extensas vacaciones.

—¿Llamaste a Milo? —preguntó.

—Ya está despierto desde hace media hora, pero se arregla el cabello —bufó—. Quiere tenerlo más largo porque su noviecito lo tiene largo y le gusta.

—Escuché lo que dijiste, Kardia —Milo saludó de un beso en la mejilla a Aeneas y luego se sentó en la mesa.

—¿No me vas a besar, mocoso? —gruño Kardia.

—No, aun apestas...deberías darte un baño, así, mi maestro no te va a querer —susurró con burla.

—Díselo al anillo y besa mi puto trasero —soltó con gracia. Aeneas negó con la cabeza y toma la taza de café que su hijo le extendió.

—¿Y mi desayuno? —preguntó Milo.

—No soy tu mamá, ve a preparártelo tu....

—Ya no puedo, llego tarde... —Milo se levanta de la mesa.

—Al menos toma una banana para el camino —Kardia se da la vuelta, tomó con su mano derecha una banana del racimo y se la lanza a su hermano, quien la atajó—. Suerte en tu examen sorpresa.

—¿Qué examen sorpresa? —preguntó asustado el rubio, Kardia simplemente se burló de él mientras salía de la casa.

—Deja de maltratar a tu hermano —indicó Aeneas tomando su café.

—¿Y entonces como me divierto? Bueno, debo irme al trabajo papá —Kardia besó la mejilla de Aeneas.

—Hijo..............báñate.....

—¡Por una mierda!

 

No muy lejos de allí, Camus caminaba por las hermosas calles de Athena, llevaba su libro favorito entre sus brazos y la mochila le colgaba del hombro derecho, la escuela se encontraba frente a él y pasó por la puerta principal, recibiendo las miradas de la gente que entraba y salía del recinto. Camus siempre fue objeto de miradas, era lindo, inteligente, perfecto....aunque sus lentes a veces le jugaba una mala pasada, pero esta vez no los tenía. El pelirrojo observa que varios están cuchicheando algo a sus espaldas y eso solamente puede significar algo...era objeto de algún rumor.
Camus no recordaba que haya pasado algo en el colegio como para que los ojos de todos sus compañeros estén en su cuerpo, incluso buscando algo allí. Se acercó muy lentamente hasta Shura y Aioros que hablaban cerca de su gaveta sobre lo que sería el examen de matemáticas.

—Hola chicos —sonrió Camus, Aioros y Shura se dieron vuelta y le sonrieron.

—Hola, Camus —dijeron al unísono.

—Oigan, ¿saben por qué todos me están mirando? —preguntó, ambos negaron casi como si estuvieran programados y eso hizo dudar aun más a Camus—. ¿Qué ocurre?

—Nada Camus ¿qué te hace pensar que algo ocurre? —el carraspeo en la voz de Aioros lo alarmó aun más.

—¡Camus! ¿Te cortaste las uñas? —Afrodita y Deathmask se acercaron a él, el segundo con una sonrisa burlona y el primero con cara de preocupación—. Bueno, seguro a Milo no le gustará que le arañes la espalda.

—¿Qué? ¿de qué hablas? —el sonrojo en las mejillas hizo más evidente lo que Dita ya sabía.

—Dime algo, ¿Milo es bueno en la cama? —preguntó el muchacho sueco, logrando así que Camus se asustara aun más.

—¡¿Cómo voy a saberlo?! —exclamó interrogante, intentando obviar lo obvio.

—Ay, cariño, ya todo el mundo sabe que te revolcaste con él .

—Pe....pero ¿quién se los dijo? —Camus sabía que no podía engañar a Dita y mucho menos con las reacciones corporales que tenía.

—Aioria... —indicó Death, Camus se dio la vuelta para ver como el heleno caminaba sonriente hacia ellos, saludando a todo el mundo, pero apenas vio la cara de Camus a unos centímetros de distancia, temió por su vida.

—¡Tú! —gruñó Camus—. ¿De dónde sacaste que me acuesto con Milo?

—Perdón, perdón Camus....le prometí a Milo que no le diría, pero....pero se me escapó....

—¿Con quién?

—Con casi todo el mundo —susurró Shura.

—Eres un estúpido, Aioria —dijo Aioros, algo indignado.

—¿Entonces es verdad? —preguntó Shura, no se hubiera imaginado que Camus sería tan fácil de llevar a la cama.

—Pues.....pues ¡sí! Pero no es algo que debiera saber todo el colegio....

—¡Camus! —Saga gritó del otro lado del pasillo—. LLámanos....penetración doble —guiñó el ojo mientras su hermano le lanzaba besos a Camus y posteriormente ambos se rieron.

—¡No puedo creer! Soy la fácil de la escuela —Camus dejó de mirar a los gemelos para observar a Aioria.

—Lo lamento Camus, en serio..... —rogó por su vida, pero Camus estaba a punto de buscar la navaja que usaba para cortar en clase de arte hasta que Milo apareció.

—Hola chicos, ¿saben por qué todo el mundo me mira y recibí al menos cinco propuestas indecorosas desde que entré? —preguntó a sus compañeros.

—¿No lo sabes? —Camus se da vuelta, indignado—. ¡Tu amiguito el bocón dijo todo! —señaló con ímpetu—. Toda la escuela sabe lo que pasó entre nosotros.

—¿No te lo podías guardar? —esta vez Milo era quien miraba a Aioria con reproche.

—No eres quien para reprocharle nada cuando tu ni siquiera guardaste tu secreto... —gruñó el galo, Milo suspiró.

—Lo siento amor....¿estás enojado? —Camus tuvo que pensarlo un poco, era verdad que se sintió invadido, pero ahora podía declarar abiertamente que Milo era de su propiedad y nadie volvería a decirle cosas en los pasillos debido a esto.

—Algo, pero ahora lo que más me preocupa es que esto no llegue a los profeso..... —Camus es interrumpido por la campana de formación, pero eso no fue lo que alertó aun más al pelirrojo, sino que Dégel salió de su aula y caminó directamente a ellos.

—Camus Verseau, Milo Onasis.... ¿podrían venir un momento por favor? —Dégel sonreía amablemente mientras se acercaba, Camus y Milo no parecían muy dispuestos—. El director quiere hablar con ustedes....

—So....sobre ¿sobre qué? —Camus estaba temblando, nunca había ido a la dirección.

—Sobre el rumor que circula.....vamos.... —Dégel se dio la vuelta y tanto Camus como Milo lo siguieron.

 

No tardaron mucho en llegar a la dirección donde Sage los esperaba. Les hizo pasar y tomar asiento delante de él mientras Dégel —que era su profesor titular— se ponía a un costado, no podía creer el galo que el hermano de Kardia estuviera envuelto en esta situación, pero lo que más le sorprendía es escuchar que Camus había accedido a tener relaciones con él, le resultaba algo distópico. Sage sonrió a los muchachos y les miró, para luego respirar profundamente.

—Bien, ha llegado a mis oídos el rumor que ustedes están.....ehm....están.....siendo....sexualmente activos —indicó Sage, le costó decirlo pero pudo hacerlo—. Y quería saber qué tanto de esa información es correcta.

—Bueno....ehm.... —Milo miró a Camus, el cual estaba completamente vencido—. Muy correcta, diría yo.

—Bueno, no soy de esos directores mala onda que les dice 'sexo no, sexo no, no, no', porque sé que son adolescentes y sé que les importa un bledo lo que dice un viejo como yo —miró su computadora—. ¿Ustedes están anotados en la clase de educación sexual? —Miro miró a Camus nuevamente y este seguía con la cabeza gacha.

—Sí, señor.

—¿Se han estado cuidando? —preguntó el director, Milo sintió su rostro arder.

—Pues.....ehm....

—Debo llamar a sus padres para hablar de...

—¡No, no por favor! —Camus habló al fin, Sage ni siquiera movió un músculo—. Si mis papás se enteran, me mandarán a un monasterio en china....y estarán muy decepcionados de mi, por favor, director, no lo haga.....

—¿Milo? —Sage miró al muchacho, que a pesar de no haber reaccionado (Dado que a Aeneas parecía valerle una hectárea de verga si él tenía sexo) se sentía dubitativo—. ¿Quieres que llame a Kardia?

—Kardia se enterará y me dará un sermón de cincuenta días sobre el uso de preservativo, lo cual no quiero escuchar.....así que le pido que no llame a nuestros padres —suplicó, Sage suspiró.

—Chicos, aun son muy jóvenes, deben saber qué....

—Sí, sí....bebé llorones y enfermedades...y eso....

—A parte de eso, deben ser más abiertos con sus familias y hablar de sexo con ellos, los podrán orientar.... —el director mira a Dégel—. ¿Deseas decir algo, Dégel? Dado que son tus alumnos.

—Pues.... —los mira—. Estoy un poco triste por esta situación, dos de mis alumnos más brillantes...pero sé que esta nueva etapa de su vida lo harán con responsabilidad y buena conducta.

—Gracias, profesor —susurraron ambos al unísono.

—De acuerdo, entonces está bien, pero quiero que asistan a todas las clases de educación sexual y hagan el trabajo integrador ¿de acuerdo? —Sage se levantó—. Pueden retirarse —Milo y Camus salieron del lugar suspirando, esperando que eso no se vuelva a repetir.

No por nada, parecía que ellos eran las únicas personas que hubieran tenido sexo alguna vez estando en secundario, lo cual todos sabían que no era cierto.

 

Continuará.

Notas finales:

Gracias por comentar y leer :)


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