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El anillo por Jesica Black

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Las clases de educación sexual 'obligadas' no eran interesante en lo absoluto. Milo se estiró encima de su pupitre mientras el profesor Merigard mostraba una banana que aparentaba ser un miembro masculino.
Giró su cabeza hacia la derecha para ver a un pálido Camus escribiendo todo en su libreta. ¿Le parecía interesante esta maldita clase? Siendo honesto, Camus era quien se llevaba la peor parte.
Cuando el viejo comenzó a poner el preservativo con la boca, supo que ya tenía suficiente, agradecía que el timbre hubiera sonado para tomar su mochila y salir corriendo del aula 320. Camus lo siguió, al igual que la mayoría de sus compañeros. Nadie decidió hablar durante el trayecto desde el pasillo del tercer piso al comedor. Aioria se acercó a Milo para contarle una historia interesante que había escuchado en la televisión esa mañana, mientras que Afrodita conversaba con Mu, Shaka y Camus sobre un local donde hace manicure y pedicure.

—Camus ¿te sientes bien? —preguntó Shaka cuando vio a su amigo tambalearse, Milo se giró para notar que la palidez de Camus era aun peor.

—Estoy bien, pasa que no estoy durmiendo bien, supongo que es por el juicio de mi hermano —susurró mordiendo sus labios, dentro de una semana sería el juicio y aun se sentía psicológicamente inestable para lidear con ello.

—¿Has estado comiendo bien? —preguntó Mu y chocó suavemente su frente con la del galo para medir su temperatura, no tenía fiebre.

—Más o menos, de repente todo tiene un gusto raro....siento como si hubiera perdido completamente el sentido del gusto —suspiró—. Tal vez necesito descansar, no me he sentido muy bien.

—Deberíamos ir al médico —dijo Milo, por primera vez hablando con sus compañeros. Camus negó con la cabeza.

—No hace falta, estaré bien.

—¿Estás seguro? —preguntó el rubio, a lo que Camus asintió.

 

Pero no fue así, el resto de las clases, Camus no dejaba de tambalear como si estuviera borracho, incluso se sentía molesto al sentarse o al caminar, Milo estaba un poco asustado, había escuchado de enfermedades de transmisión sexual durante la mitad de la clase —aunque él no haya prestado mucha atención— que fue suficiente para alertarlo. Decidió esperar hasta que las campanas tocaran para salir junto a Camus del colegio.

—Te acompaño a tu casa —dijo o mejor dicho, obligó a Camus mientras le tomaba de la mano—. Estoy preocupado por ti, Cam.

—Que tierno eres, pero no es nada.

—¿Desde cuándo estás así? —preguntó, el pelirrojo se pone a pensar unos momentos.

—Hace una semana y media.

—¿Una semana y media? ¡Eso no es normal, Camus! —Milo sacó su celular y comienza a buscar en internet—. Teclearé tus síntomas en la página de mister doc, tal vez te puede decir que tienes.

—¿Es esa clase de páginas donde pones que te duele la cabeza y te dice que tienes cáncer? —preguntó sorprendido, Milo negó.

—No, no....esta es diferente, a ver.....síntomas: ¿mareos? —el muchacho asintió.

—Vómitos, hinchazón en las piernas.....voy mucho al baño —indicó, Milo colocó todos los síntomas en la ficha y mandó a la página para tener el diagnostico, recibió un mensaje inmediatamente.

—A ver.... —leyó—. ¿Embarazo?

—Debes estar bromeando.... —Milo levantó el celular a la altura de Camus para que este lea—. No puede ser.

—Bueno, según el viejo Merigard si es posible....¿deberíamos comprar una prueba de embarazo?

—No son 100% confiables...mejor dejémoslo... —Camus se dio la vuelta para caminar rápidamente a su casa, pero es alcanzado por Milo.

—Nada cuesta hacer una pequeña prueba, si da negativo lo olvidamos.

—¿Y si da positivo? —preguntó el pelirrojo, irritado. Milo no había pensado en esa opción.

—No sé, Camus.... —levantó los hombros bastante nostálgico y miró hacia otro lado, no había pensado nunca en la idea de tener un bebé siendo tan jóvenes—. Pero no ganamos nada de esta forma, sino sabemos que te pasa....nos quedaremos con la duda eternamente.

—Tienes razón..... —Camus suspiró.

—Vamos a comprar un test de embarazo, lo hacemos en mi casa y si da negativo, podremos descansar un poco y ver qué otra cosa puede ser.

—¿Y si da positivo? —preguntó conmocionado.

—Pues huiremos hasta china, porque seré el ser más buscado por tu familia y por Kardia para degollarme en la vía pública —sonrió para no llorar, tomó a Camus de la mano y se dirigió a la primera farmacia que encontró.

Era de autoservicio, por lo tanto al entrar tenías que pasar por las góndolas para buscar lo que necesitabas. Los test de embarazo estaban en la segunda góndola baja en el fondo, al lado de la caja registradora y los preservativos texturizados. Camus leía cada uno de las cajas para saber cuál sería el más efectivo o fácil de entender, pero Milo no parecía comprender por qué se demoraba tanto, sólo tenía que tomar uno, pagarlo e ir a la casa nuevamente, pero el pelirrojo estaba muy inmerso en su propio mundo como para siquiera darse cuenta que el rubio estaba apurado. Cuando giró para decirle a Camus que ya tome una caja, escuchó la campanilla de la puerta y como alguien se hizo notar inmediatamente. No era difícil reconocer a Manigoldo, incluso desde lejos, siempre gustaba de hacer un terrible escándalo. El hombre fue directamente a la góndola dos del fondo, justo donde estaba Camus y Milo, por lo que el muchacho de rubios cabellos tuvo que tomar a Camus —quien ya había elegido una caja— y correrlo a la sección de cotonetes para el oído, de esa forma Manigoldo —quien logró divisarlos— no sospecharía nada.

—Hola enanos ¿qué hacen aquí? —preguntó Mani arqueando una ceja, a pesar que estaban en la sección de cotonetes, se los veía bastante nerviosos y pudo comprender el por qué, a unos metros de distancia se encontraba la zona de condones y lubricantes—. Oh, ya veo....

—¡No es lo que piensas! —Milo inmediatamente se excusó cuando supo donde miraba Manigoldo.

—No me interesa si son sexualmente activos mientras se cuiden, por culpa de no cuidarme ahora tengo a Albita jodiéndome la vida —gruñó y colocó una mano en la cabeza de Milo, este se la quita rápidamente, no era un niño pequeño—. Pero está bien por ustedes, disfrutar del sexo es bueno, siempre con protección.

—Gracias por recordárnoslo, lo hemos visto todo hoy con el profesor perversión —Milo recordó como el viejo chupaba la banana y fue demasiado escandaloso—. A todo esto ¿a qué se debe tu visita a la farmacia?

—Ácido fólico —señaló justo detrás de Camus, este ocultó el test de embarazo entre sus ropas—. Albita me pidió que venga por ellos y por eso estoy.....bueno, iré a buscarlo, salúdame a tu hermano.

—Trabajas con él.... —dijo Milo sin comprender, Mani comienza a reírse y se retiró de allí, Milo le impide a Camus pasar hasta la caja, dado que Manigoldo sigue en el lugar, por lo que ambos esperan hasta que el muchacho abandone la farmacia para ir a la caja a que le cobren.

—Test de embarazo —dijo la cajera tecleando—. ¿Algo más? ¿condones quizás? Tenemos unos texturados.

—Ahora nos lo dicen —susurró Milo entregándole el dinero        

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Dégel había ido de salida a clases a la cafetería-restaurante donde trabajaba su novio. Al ingresar al local vio por la ventana  que daba a la cocina a Kardia refunfuñando mientras tenía una pelea de espátulas con Dokoh. Intentó no reírse pero era difícil, miró hacia las mesas para encontrar una que se encuentre localizada en el lugar justo para seguir mirando a su pareja durante todo el tiempo que esté allí y la encontró, era una cerca de la ventana para cuatro personas, como el local estaba casi vacío se dio el lujo de sentarse allí, dejar su mochila y sacar un libro. El cid golpea suavemente a Sísifo para que vaya a atender al nuevo cliente e inmediatamente el castaño toma un menú y dispara hacia él con una sonrisa en su hermosa cara.

Dégel ya se había puesto los lentes para comenzar con la lectura, de vez en cuando daba una inquietante mirada a Kardia quien seguía sin enterarse que él estaba allí y continuaba comportándose como un infante de cinco años.

—Buen día Dégel —sonrió el joven griego mientras le pasó el menú, el nombre Dégel parecía ser una coordenada para que Kardia dejara lo que estaba haciendo y girara a ver justo al muchacho en la mesa seis—. ¿Qué quieres tomar?

—Un chocolate caliente y un trozo de pastel de manzana de los de Kardia —Dégel se quita las gafas y mira a Kardia con una sonrisa, el cual se siente bastante avergonzado, pero deja su delantal (el cual lo arroja a Dokoh) y sale de la cocina.

—Enseguida —Sísifo tomó la orden y se fue a entregársela a Dokoh, dado que sabía que Kardia se tomaría su rato libre.

—No me di cuenta cuando llegaste —se sentó en la mesa—. ¿Cómo fue tu día? —preguntó.

—Bien, ya sabes, los niños están rebeldes hoy día —sacó una revista y la puso en el medio de la mesa.

—¿Qué es esto? No te veo con cara de leer revistas —indicó Kardia y tenía razón, Dégel solía llenarse de libros o manuscritos antiguos, las revistas le eran indiferentes.

—Es una revista de boda, Krest me insistió —señaló el muchacho y la abrió en la página señalada—. Ya ha pasado un mes desde que me propusiste matrimonio, entonces estaba pensando que deberíamos comenzar a organizar algo.

—¡Tienes razón! Si lo deseas, puedo hacer el pastel de bodas con Dokoh y Mani, somos muy buenos en la repostería, así como tu mamá.

—¿Cómo sabes que mi mamá era buena en repostería? —preguntó sorprendido.

—Para hacer un bombón como tú, tenía que tener buena mano —Kardia le guiñó el ojo, haciéndolo sonrojar al instante.

—Tonto —susurró, Kardia rió suavemente hasta que lo interrumpe el sonido de su propio teléfono celular—. ¿Hm? ¿Quien llama?

—No llama, es un mensaje —Kardia sacó su celular y ve el nombre de Milo—. Es Milo.....dice que se quedará con Camus hoy ¡aagh! Ese niño.

—Se queda mucho con Camus ¿no?

—Si no supiera que es un tonto, pensaría que está acostándose con Camus —bufó Kardia, Dégel comienza a toser de los nervios, pues él sabía lo que circuló en la escuela hace un mes y medio y que le habían pedido expresamente Milo y Camus no decírselo a los padres o familiares de ambos—. ¿Me estás ocultando algo?

—No, ¿qué te hace pensar eso?

—Empezaste a toser como maníaco —Dégel intenta escapar de la pregunta cubriéndose el rostro con su cabello, algo que nota Kardia e inmediatamente sabe que el chico le oculta algo—. Me estás ocultando algo y lo sé, ¡dímelo! Serás mi esposo, no puedes ocultarme cosas.

—Bueno, pues.....es que prometí no decírselo...a nadie —susurró Dégel mientras tamborilea con su mano derecha en la mesa, el sonido era más metálico debido a los dos anillos que llevaba puesto, uno era el de la familia Onasis que nunca se lo quitó y el otro el reciente que Kardia le compró para proponerle matrimonio.

—Pero.... —la queja de Kardia nuevamente fue silenciada, pero esta vez no por el sonido del celular, sino por los gritos de Manigoldo al entrar al establecimiento. El hombre no podía mantener la boca cerrara y apenas entró, lanzó unos alaridos.

—¡Oye, Albita! Ya traje tu mierda de ácido fólico —indicó para luego agradecer que Lugonis no estuviera allí o si no se enteraría del reciente embarazo de su Albita.

—Gracias por gritarlo, idiota —gruñó el chico, Manigoldo alza los hombros y gira para ver a Kardia y Dégel sentados en la mesa—. Oye Kardia, acabo de ver a tu hermano en la farmacia.

—¿Qué hacía ahí? —preguntó Kardia con curiosidad, Dégel vuelve a levantar la mirada.

—Creo que compraba condones —Manigoldo se acercó—. Estaba con ese niño pelirrojo tan lindo que vino algunas veces aquí.

—Oh, ¡Camus! —Kardia comienza a recepcionar todo lo dicho por Manigoldo—. Espera ¿qué? ¿Condones? ¿Eso quiere decir que ese idiota ya la puso?

—Parece que sí, el pelirrojo estaba rojo como un tomate tratando de ocultar una caja entre sus ropas, pero yo sé que eran condones texturados —Kardia aun está sorprendido, mira a Dégel el cual no está sorprendido y entiende que aquello que sabía era precisamente esto.

—¿Tu lo sabías?

—Sí —susurró—. Se ha circulado un rumor hace unos días en la escuela y tuvimos que intervenir. Ambos están ahora participando de la clase de educación sexual de la escuela.

—Espero que ese idiota no haya cometido errores en el sexo o lo ahorcaré con su propia corbata de traje de graduación....

—No creo, si estaban comprando condones es que saben cómo hacerlo, no son como yo, un idiota sin remedio —bufó Manigoldo mirando a Albita desde su lugar—. Pero al menos me comí un caramelito delicioso.

—Deja de sonar tan depravado —señaló Kardia.

 

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—¿Y qué dio? —preguntó Milo una vez que Camus salió del baño con una mirada de haber sido derrotado, ni siquiera le habló, le entregó el test en la mano para que el mismo Milo lo viera. Estaba escrito muy claramente 'Embarazada +3 semanas'—. Esto es malo.

—Muy malo —Camus se sentó en la cama—. ¿Cómo le diré esto a mis padres? Van a matarte y me van a mandar a un convento en china.

—Kardia me arrancará las pelotas y las hará pasar como menú del día —Milo, quien también estaba aturdido se sentó en la cama—. Pero ¿cuánta probabilidad hay que se equivoque con un falso positivo?

—Bueno, este es el mejor test que encontré, pero no todo es 100% seguro.

—¿Y qué es lo más seguro? —preguntó, tratando de buscar una salida.

—Análisis de sangre, ese es 100% seguro.

—¡Hagámoslo!

—Pero necesitamos una prescripción médica.... —Camus pensó detenidamente y se le ocurrió una idea—. ¡El doctor Itia! Deberíamos ir a verlo.

—Perfecto, tomaré mi abrigo.

—Oh, espera....tengo que pasar a buscar a Brendan al jardín, mamá no puede y me pidió hoy a la mañana que le haga ese favor.

—Mierda...¿qué hacemos?

—Lo llevaremos con nosotros —indicó—. A Brendan le gusta mucho ir con Itia, así que no dirá nada.

 

Camus y Milo tomaron sus cosas y fueron al jardín de infantes a buscar al pequeño, el cual le dijeron que irían a visitar al doctor Itia e inmediatamente se puso a saltar de felicidad, abrazando a su osito. Llegaron a la clínica y tuvieron que esperar bastante, pasó una mujer embarazada con dos niños pequeños y luego una pareja de gemelos con su padre. Itia era bastante ameno y se tardaba lo que se tenía que tardar con cada paciente, por lo qué, cuando salió a buscar a su próximo paciente —que eran ellos— una sonrisa le adornaba la cara.

—¡Brendan! —Itia bajó un poco hasta agacharse completamente y abrió sus brazos para recibir al niño.

—¡Itia! —gritó el pequeño abrazándolo dulcemente y esperando a que lo cargaran, cosa que Itia hizo.

—Pasen chicos —los tres ingresaron al consultorio—. ¿Qué ocurre peque? ¿Te enfermaste?

—No.... —Itia se quedó sorprendido, si el pequeño no está enfermo entonces ¿quién?

—Soy yo el 'enfermo' por así decirlo —Camus se sentó en la camilla mientras Milo se reclina en la puerta, Itia deja a Brendan encima de su escritorio con un osito de peluche que tenía entre los juguetes del consultorio (que usaba para cuando le tenía que dar una vacuna a algún pequeño).

—¿Qué te está ocurriendo? —el doctor tomó su estetoscopio y se lo colocó, pero Camus inmediatamente lo niega.

—No creo que lo necesite, yo....sé lo que me puede estar pasando.... —Camus mordió su labio inferior, Itia entonces se queda detrás de su escritorio—. Tengo vómitos, mareos.....y las piernas muy hinchadas....

—Oh..... —Itia se dió cuenta para donde va el tema y le cubre las orejitas al niño—. ¿Has tenido relaciones últimamente?

—Sí....muchas.... —se sonrojó intensamente y miró a Milo, que estaba en iguales condiciones—. Y no usé condón ni ningún método anticonceptivo.

—Camus... —susurró Itia, tratando de no parecer muy agrio—. Eres joven....pero debes aprender a cuidarte.

—Lo sé, lo siento... —bajó su mirada.

—No tienes que pedir perdón —descubre las orejas del niño, el cual mira para todos lados sin entender, Itia tomó asiento y escribió en un papel—. Te haré una orden para que vayas a hacerte un estudio de sangre, no necesitas estar en ayunas, por lo que puedes hacértelo aquí mismo.

—¿En cuántos días estará? 

—No son días, son horas.....si quieres esperar aquí o sino ven más tarde.... —Itia le entregó la orden para el examen de sangre—. Si da positivo, quiero que me vengas a ver lo antes posible para que te recete vitaminas. Te conseguiré un obstetra.

—Espere...aun no sé si....estoy....

—Lo más probable es que si, Camus.... —Itia no quería ser tan tajante, pero era verdad, si el chico no se había cuidado y había tenido relaciones sexuales cotidianamente, era muy probable que estuviera esperando un bebé—. Suerte con eso.

—¿Mi hermano está enfermo? —preguntó Brendan sin comprender.

—No, peque.... —Itia acarició suavemente los rojos cabellos de Brendan—. Ven, bajémonos —lo tomó en brazos para bajarlo del escritorio—. Suerte con lo tuyo, Camus....

—Gracias.... —el pelirrojo estaba devastado, si sus padres se enteraban de eso estaría frito.

—Camus....tú..... —Milo intentó hablar.

—Me haré el examen de sangre ¿me esperan aquí? —preguntó el pelirrojo, Brendan y Milo asienten.

 

Tal vez esto tenía que pasar.

 

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—¿Tienes un pálpito? —preguntó Manigoldo, Albafica dejó su libro a un costado luego de cerrarlo, se pone a pensar un minuto mientras el italiano apoya su oído en el vientre.

—¿Sobre el bebé? —preguntó, su pareja afirmó—. No, no tengo nada, mamá me contó una vez que él sabía que yo sería un niño y por eso pensó en el nombre 'Albafica', supongo que si hubiera nacido niña me hubiera puesto 'Alba'.

—A todo esto ¿qué significa Albafica? —el muchacho se pone a pensar, pero niega con la cabeza—. ¿No lo sabes?

—Mamá nunca me lo dijo, pero ¿qué importa? ¿Tú qué piensas que será? —cuestionó, a lo que el italiano sonrió mostrando todos sus dientes.

—¡Un varón!

—¿Seguro? —preguntó dudoso, pero el italiano afirma.

—Mi familia son solo de varones. Mi padre tenía dos hermanos, incluso mi madre tenía un hermano..... —alzó los hombros—. Nuestros espermatozoides 'Y' son muy veloces.

—Si tu lo dices —Albafica suspiró y volvió a tomar el libro para seguir con la lectura.

—¿No lo crees?

—¿Creer qué?

—¿Qué sea niño? —preguntó nuevamente.

—¡No lo sé, Mani! Estás un poco obsesivo con eso, si lo supiera, haría apuestas entre mi familia para ganar algo de dinero, pero no sé y ni siquiera le he dicho a Lugonis sobre el bebé —miró el techo mientras suspira muy pesadamente—. ¿Tú qué piensas? ¿Debemos decirle ahora o esperar un poco más?

—¿Cuánto tiempo de espera?

—No sé, hasta que el bebé tenga 30 tal vez —Manigoldo casi se cae de la cama—. No, incluso así mi madre te matará y usará tus pelotas como trofeo.

—Lo sé, sé lo que Lugonis es capaz de hacer por ti.... —se acomodó mejor en el regazo de Albafica mientras este continua con su lectura—. Pero al menos sé que tendré trabajo por un tiempo más.

—Seguramente, tienes que mantenerme a mí y al bebé.

—No me olvidé de eso....

—Espero que no te olvides porque te lo recordaré.

 

 

Continuará.


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