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El anillo por Jesica Black

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Kardia estaba sentado mirando la foto de su madre que estaba al lado de  su cama, junto a la mesita de noche. Dégel, quien se encontraba peinando su largo cabello verdoso, caminó desde el baño hasta la habitación, sonriéndole a su futuro esposo.  Era un momento especial para ambos, Kardia le había propuesto a Dégel dormir juntos, solamente eso, dormir, como primer paso antes de poder dar el sí en algún momento de ese año.  Muy al contrario de lo que pensaría el heleno, Dégel dijo que si, alegando que su hermano tendría visitas intimas ese fin de semana.
Kardia también aprovechó que su hermano se encontraba en la casa de los Verseau para que el hogar quedara completamente solo y dispuesto a ellos dos, ni siquiera se preocupó en averiguar dónde estaba su padre, solía quedarse hasta altas horas de la noche en la oficina.
El pijama de Dégel era más sexy de lo que Kardia se hubiera imaginado, una camisita de seda color celeste y unos shorts del mismo material que dejaban ver sus largas piernas.

Al terminar de peinarse el cabello —como solía hacerlo todas las noches—, Dégel se acercó del otro lado de la cama, y gateando sobre el colchón abrazó a Kardia por los hombros. El joven Onasis era ancho de hombros, por lo que se sentía bien abrazarlo y además, al no usar camisa, pudo palpar  la suave piel debajo de su tacto.

—¿Estás listo? —preguntó titubeando el griego, Dégel asintió pero no se separó de él—. ¿Pasa algo, Dégel?

—Sí.

—¿Qué? —cuestionó.

—¿No te enojas si te digo algo? —preguntó el galo, Kardia ya se imaginaba mil escenas en las cuales Dégel le daba flor de patada en el culo fuera de la cama y él terminaría durmiendo en el sillón, dado que su hermano había cerrado su cuarto con llaves y su padre solía hacer lo mismo.

—¿Qué?

—Estaba pensando en..... —mordió su labio inferior—. Hacer.....el....amor.

—¿Hacer el amor?

—¿Te parece mal? —preguntó, Kardia se da la vuelta.

—¿Estás preparado para eso? —el heleno estaba más asustado que Dégel, este solo le asintió con la cabeza—. Pero.....

—Estuve pensando y....me doy cuenta que jamás estaré 'preparado' para algo así, pero confió en ti....sé que te detendrás si digo que te detengas.....sé que me besarás para calmarme....lo sé, yo te he besado....y cuando lo hice mi di cuenta que te amo cada día más....

—Pero....¿has alguna vez metido algo allí? —preguntó Kardia, sonrojándose ante esa extraña cuestión. Dégel se separó un poco y negó con la cabeza.

—Siempre tuve miedo de hacerlo, es decir, ya se sentía bastante doloroso estar sentado en ella, como para pensar lo que era meterlo dentro.... —se sentó en sus propias piernas y se muerde el labio—. ¿Quieres hacerlo?

—¿Qué si quiero hacerlo? ¡Quiero hacerlo desde que te conocí! —Kardia se dió la vuelta, dispuesto a atacar, pero lo piensa dos veces antes de hacerlo, pues la cara de Dégel palidece un poco.

 

Kardia se colocó encima, dejando al muchacho de verde cabellera acostado completamente en la cama, mirándolo con los ojos brillosos. Parecía una obra de arte del más hermoso escultor, con la luz de la lámpara brillando en su aperlada piel. Tenía miedo de tocarlo y que se pusiera a gritar, pero también había visto en los ojos del galo, una pasión desenfrenada que solamente podía calmar a besos, caricias y mucho sexo.
Tiró para atrás su cabello azul y comenzó a besar los carnosos labios del profesor, mientras este abría sus piernas y acariciaba con ellas el suave pantalón de pijama que vestía el mayor, con suavidad, susurrando en el oído cada vez que se separaban y comenzar una hilera de besos en el cuello.

—Lo quiero todo de ti.... —murmuró Dégel, Kardia no pudo evitarlo y mordisqueó un poco aquella piel expuesta que tanto le encantaba.

Las caricias se intensificaron tanto, que los suaves gemidos de Dégel se escuchaban por los pasillos. Poco a poco la ropa se deslizó por sus cuerpos hasta caer en el piso y la mullida cama fue testigo de la obra maestra, la creación, el cuerpo desnudo de ambos que danzaban sobre la cama. En varios momentos, Dégel apretó los brazos de Kardia para frenarlo, pero inmediatamente observaba aquellos ojos azules tan cristalinos y puros mirándolo con devoción y nuevamente aceptaba los mimos y besos de su hombre.

La fricción de los cuerpos comenzó a calentar su piel, y los gemidos se transformaron en alaridos de placer, ni siquiera le había penetrado, apenas sus miembros estaban irguiéndose en un frenesí de locura y pasión. Kardia buscó entre sus cosas el lubricante que había comprado, de efecto frío, como le gustaba a Dégel, y colocó un poco en sus dedos mientras el galo besaba su cuello y mejillas, acariciando el cabello largo que descansaba en sus hombros.

—Te voy a meter un dedo ¿está bien? —preguntó, Dégel asiente con su cabeza y apretó sus manos en la cabellera para aguantar el dolor—. Relájate o será más difícil.

Besó suavemente los hombros del más joven para que este pudiera calmarse y así el dedo entrara mucho más fácil, lo que pudo lograr, pero no por mucho tiempo, dado que la invasión ocasionó un retroceso en Dégel y sus ojos se llenaron de lágrimas.

—No, no, no...no llores bebé, estoy aquí —susurró muy cerca de su oído, Dégel afirmó no muy seguro.

—Te amo Kardia.... —musitó con suavidad, eso le dio pie al heleno para meter un segundo dedo en aquella cavidad, logrando esta vez que el cuerpo de Dégel no sintiera angustia, sino que se moviera en una danza mucho más satisfactoria.

Cuando el tercer dedo ingresó, el gemido del francés fue aun más intenso, movió sus dedos dentro y comenzó a abrir y lubricar más esa zona, se sentía caliente y fantástico, los sacó completamente y miró por todos lados para buscar un preservativo, pero al no estar preparado para ello, giró para ver el rostro de Dégel.

—No tengo condón.... —indicó.

—No importa, tomaré una pastilla —señaló el joven, Kardia afirmó y direcciona su miembro para ingresar suavemente dentro del cuerpo de Dégel, este clava sus uñas en el cuero cabelludo del heleno  y baja lo suficiente para arañar la piel de su espalda.

No era nada como imaginaba, Kardia fue completamente amoroso en el amor, todo porque era Dégel seguramente y no quería asustarlo y que su futuro esposo saliera huyendo de allí. Los movimientos comenzaron a ser lentos y pausados, para volverse frenéticos e intensos. Las piernas de Dégel se envolvieron en las caderas de Kardia y apretaron para pedir más intensidad y profundidad, cosa que el griego le dio con toda la osadía que lo caracterizaba, no por nada era un escorpiano lleno de pasión y entrega, cosa que al galo le hacía vibrar.
Cuando el frenesí había llegado al momento cúlmine, el miembro de Dégel comenzó a chorrear semen, apretando su interior y logrando que el propio Kardia se viniera dentro de él. Ambos acabaron sudados, con el orgasmo escurriendo por su cuerpo y sus labios jadeando intensamente.

 

Dégel se quedó unos instantes allí, boca arriba, esperando a que su corazón dejara de latir tan deprisa. Mientras que Kardia se acomodaba en la cama y tapaba a su novio para que no se enfrié.

—¿Siempre es así? —preguntó cuando recuperó algo de voz.

—No.... —indicó el heleno—. Esta fue la mejor..... —Dégel se da la vuelta para abrazar a Kardia, el cual, lo recibe en sus brazos para llenarlo de apasionados besos y tal vez, volver a repetir lo que acababa de terminar hace unos segundos.

 

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—Siete —la voz de Camus, que iba y venía caminando por el cuarto, parecía llena de pesar—. Siete test de embarazos positivos ¿cuánta posibilidad hay que siete test y uno de sangre den positivos falsos?

—No lo sé, Camus....¿ninguna? —Milo estaba en la cama sentado, con Brendan encima de sus piernas jugando con su osito—. Me estas mareando.

—Es que....yo.....diablos Milo ¿por qué no estás preocupado?

—No es que no esté preocupado Camus, la verdad, Aeneas y mi madre justamente se casaron cuando ella quedó embarazada y en la convivencia supieron que no se amaban, la relación terminó horriblemente con una familia separada.....pero ¿sabes por qué no me siento afectado? Por qué te amo, porque me haré responsable....y porque pienso pedirle a tus padres tu mano antes que averigüen nuestro pequeño secreto... —Milo abrazó más al pequeño Brendan y este miró dudoso a su hermano y a Milo.

—No es así de fácil, no tienes trabajo —señaló.

—Conseguiré uno.

—No has terminado la secundaria —volvió a arremeter.

—¡La terminaré!

—¡No tienes dinero! ¿De dónde conseguiremos la plata para mantenernos? Tengo 15 años, yo planeo ser alguien en la vida...quiero tener una carrera y poder tener mi propia casa.... —Camus se sentó en la cama nuevamente y miró hacia abajo.

—Lo siento, arruiné tu vida —sentenció Milo, con un dejo de voz.

—No Milo, no arruinaste mi vida —Camus giró para sonreírle, pero Milo continuaba sintiéndose mal consigo mismo.

—Mira, ¿qué tal esto? Trabajo en la cocina del restaurante donde está mi hermano....pagamos los estudios  y las cosas del bebé mientras vivimos en casa de mi padre... —indicó, Camus negó con la cabeza—. ¿Qué dices? Es perfecto.

—No Milo, no quiero que hagas esto por mí..... fue mi culpa también, tenía que haberme cuidado....tenía que haber hecho algo por nosotros.

—No, Camus, el tonto fui yo....tenía que haber usado condón. Pero ya es tarde ¿verdad? —mordió sus labios—. ¿Cuánto tienes?

—Al parecer un mes —se acostó en su cama—. Mamá y papá van a matarme.

—¿Y qué quieres hacer? ¿abortar? ¿Darlo en adopción? —preguntó, Camus negó con la cabeza—. No te entiendo entonces, Camus.

—No sé que quiero, tengo 15 años, ni siquiera sé qué carrera quiero estudiar, menos sabré que hacer con un bebé —se sentó nuevamente—. ¿Por qué no recurrimos a un adulto?

—¿Tus padres?

—No, un adulto que no nos mate —pensó detenidamente—. Tal vez el profesor Dómine....él es un buen profesor.

—¡Que sale con mi hermano, si Kardia se entera me molerá a golpes y luego usará mi sucio cadáver para alimentar a Pichón! —exclamó, Camus sonríe un poco.

—El profesor Dómine no es como Afrodita, él no le dirá a nadie, tal vez nos pueda ayudar con esto... —Camus acarició suavemente la mejilla de Milo—. Mantengamos esto en secreto.

—De acuerdo.

—Esto va para ti también, Brendan —dijo Camus mirando a su hermanito.

—¡No bebé! ¿qué bebé hay? No veo bebé aquí.

—Ese es mi niño... —sonrió y se levantó—. Bueno, mientras tanto tenemos que irnos a dormir, ya tuvimos demasiado por hoy y necesito mi merecido descanso.

—Es verdad —miró a Brendan—. Anda peque, a dormir.

—Quiero dormir aquí —dijo contento.

—Claro que no, vaya a su cuarto... —Camus alzó a su hermanito y lo deja en el suelo—. Vaya a dormir con Puche.

—Puche —Brendan sale del cuarto corriendo con su oso.

—¿Quién es Puche?

—El oso de peluche, por alguna razón siempre llama a los osos de peluche, puche....bueno, ¿dormimos?

—Yo no pensaba dormir.

—Milo, nuestro problema empezó por no dormir, ahora dormimos....

—Bien.....

 

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Despertar en brazos de la persona que más ama debió ser para Dégel la primera experiencia cercana a la felicidad. Sus ojos violáceos se abrieron lentamente por la luz del sol reflejadas en las cortinas y no pudo evitar toparse con la mata de cabello azul de Kardia. El hombre, con pésimo carácter pero que dormía de forma apacible, solamente se movió un poco y respiró fuertemente por la nariz. Dégel se levantó y estiró su desnudo cuerpo, afuera estaba haciendo bastante frío, pero adentro la calefacción le impedía sentirlo.
La noche anterior se había dejado llevar varias veces y la satisfacción de la primera vez recorrió su cuerpo completamente.

—Buenos días —susurró la voz ronca y mañanera de Kardia, Dégel le da un beso en la boca—. ¿Estás adolorido?

—Un poco, ¿me acompañas a comprar la pastilla del día después? —preguntó, Kardia asintió.

 

Dégel y Kardia se levantaron, se asearon, cambiaron su ropa, se peinaron y salieron directamente a la farmacia del centro que estaba abierta. Mientras caminaban se miraban continuamente, Dégel estaba radiante, su piel parecía más brillante al igual que su cabello, además que su cuerpo se movía con una soltura digna de una estrella. El sexo lo había descontracturado y relajado de tal manera que pensó ¿cómo pudo vivir tanto tiempo sin eso?
La farmacia estaba justo frente a ellos, entraron y fueron al final de las góndolas donde estaba la caja, puesto que la pastilla del día después no era de venta libre. Kardia aprovechó a tomar unos condones y un lubricante en frío porque se lo habían acabado de la emoción que tuvieron en su primera noche.

—Hola, quería una pastilla....del día después —susurró Dégel, sonrojado. La chica levantó la mirada y vio al muchacho frente a él.

—Sí señor, ¿quiere algo más? —preguntó la joven amablemente, Dégel niega pero Kardia dejó dos cajas de condones texturizados y un paquete de lubricante efecto frío en la mesa.

—Ponlo en mi cuenta, niña —susurró el heleno, la joven fue a buscar la pastilla y volvió a los pocos segundos con la misma, colocó todo en una bolsa y le dio la cuenta a Dégel, este pagó todo.

—Gracias por venir —saludó amablemente, los dos muchachos se retiraron.

—¿Qué pensará la chica de nosotros? —preguntó enfadado Dégel, mirando a su novio.

—No sé, que tenemos sexo como gente normal —Kardia alzó los hombros, Dégel niega con la cabeza.

—Tonto.... —gruñó Dégel y se acercó para robarle un beso—. Bueno ¿me acompañas a mi casa?

—Dale, igual tengo que visitar a Manigoldo que está en plena crisis existencial porque Lugonis le dio una tunda luego de enterarse del embarazo de su bella flor.

—Oh, es verdad, Albafica está esperando un bebé —miró la pastilla en sus manos—. Debo tomarme esto con urgencia, con todo lo que hicimos anoche, sino estoy embarazado le pego cerca y por ahora no planeo tener un bebé, quiero hacer las cosas bien como mi madre.....casarme y después pensar en los niños.

—Oh, tendríamos que planificar para cuando nos casamos ¿qué te parece en noviembre? Coincidiría con mi cumpleaños y no tendría que recordar tantas fechas.

—Oh, es verdad....eres escorpiano —se sonrojó—. Con razón.

—¿De qué tanto hablas? —cuestionó Kardia alzando una ceja.

—¡De nada, de nada! —el sonrojo se hizo más intenso—. Bueno, vamos para casa.

—Te acompaño.

 

Dégel regresó a su hogar donde lo esperaba Krest, por mientras Kardia fue directamente a la casa de Manigoldo, encontrando a Dokoh y Shion allí, el primero colocándole una chuleta de puerco congelada en el ojo al italiano y el segundo, lamentándose por la pérdida de la chuleta de puerco. De todas las personas que quisieron golpear a Manigoldo durante toda su vida, del que menos hubiera pensado que acertaría sería Lugonis, quien aparentaba ser una persona muy culta y calmada, incluso con él, que era un desastre. Pero sin duda, Albafica era un hijo muy amado por Lugonis y claramente Manigoldo se lo merecía.

—Sí que te dio una tunda ese Lugonis —manifestó riéndose.

—No le veo lo divertido, bicho de cuarta...mira como me dejó el ojo —Manigoldo sacó la chuleta de su ojo y le mostró el moretón—. No pensé que cumpliría sus amenazas.

—Yo sí lo pensé y te lo mereces.

—hmm...ya sé.....oye —Manigoldo se levantó y mira mejor a su amigo—. A ti te pasó algo bueno ¿no? Luces radiante.

—Oh, lo notaste... —guiñó el ojo—. Pasé a tercera base con Dégel.

—¡Woooo! Un logro personal ¿no? —preguntó Manigoldo.

—¿Cómo hiciste eso? —esta vez fue Dokoh quien le preguntó.

—Pues, no sé, en realidad el que quiso tener sexo fue él, yo también me sorprendí —musitó—. Pero luego de la primera vez, no pudimos parar.

—Yo no quería saber eso —indicó Shion, Dokoh niega con la cabeza.

—¿Cuántas veces lo hicieron? No pareces exhausto.

—Toda la noche, mi italiano amigo, toda la noche —se tiró el cabello hacia atrás con elegancia y sonrió de oreja a oreja—. Me siento realizado, bueno, no podía ser menos dado que nos vamos a casar.

—¿Te vas a casar? —preguntó Manigoldo, Kardia le miró con el seño fruncido.

—¡Ya te lo dije cuando regresé de Paris! Me voy a casar para fin de año.... —suspiró—. Quiero que las cosas marchen bien entre nosotros, estaba pensando ¿debería hacer un pastel por mi mismo para la boda?

—Necesitas mucho dinero para eso.... —musitó Manigoldo—. Por cierto, yo que tu hablaría con tu hermanito.

—¿Mi hermanito? —preguntó Kardia.

—Albafica me dijo que vio a Camus y Milo entrar a un hospital, como lo vio con Brendan pensó que era por algo de Brendan, pero luego Camus se hizo un estudio de sangre.... —eso alertó a Kardia.

—¿Un estudio de sangre? ¿Para qué querría un niño de 15 años hacerse un estudio sin sus padres al lado? —cuestionó, Manigoldo alza los hombros.

—¡Que se yo! Pregúntale.

 

Kardia se mordió el labio, tenía una muy, muy mala sensación con respecto a eso.

 

Continuará.


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