Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El anillo por Jesica Black

[Reviews - 91]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Lunes a la mañana, Camus tomó su mochila, colocó los libros que necesitaba y los guardó, se intentó peinar, pero al parecer su cabello tenía vida propia y sus ojeras cada día estaban más pronunciadas.
Su embarazo lo tenía a mal traer, no aguantaba los vómitos matutinos y ocultárselo a su familia era todo una aventura.  Su pequeño hermano había mantenido el secreto, pero no sabía por cuánto tiempo más lograría mantenerlo callado, era hora de contárselo a alguien y ese alguien tenía que ser Dégel Dómine. No se lo había consultado a Milo, dado que Dégel no solamente era su maestro sino también el novio del hermano de Milo, eso haría de Camus el co-cuñado del mismo, pero no podía pensar en nadie más para decirle lo que estaba ocurriendo con su cuerpo.
Se cambió, corrió escalera abajo y desayuno rápidamente algo ligero, sabía que más tarde lo vomitaría dado a las nauseas por lo que procuraba no desayunar muy pesado, y posteriormente caminó hasta la escuela sin esperar a Milo Onasis en la puerta.

Tuvo la primera clase de matemáticas con el profesor Hakurei y luego el taller de Educación sexual en el sexto piso, aprovechó ya que estaba allí para bajar unos pisos más y encontrarse con Dégel en el aula 405. El joven hombre se veía radiante, con su cabello más hermoso que nunca y su piel brillante en el sol, estaba acomodando los libros en el aparador —que hacía de mini biblioteca en el aula—tan concentrado que no se enteró cuando Camus entró  y cerró la puerta tras de él.

—¡Camus! No te escuché llegar —Dégel colocó su mano en el pecho por el susto—. Pasa, pasa...

—Gracias profesor ¿tiene un minuto? —preguntó respetuosamente, el francés asintió con la cabeza.

—¿Qué se te ofrece, Camus? —el pelirrojo se sentó en la silla frente al escritorio y comenzó a jugar con sus dedos, mirándolos inquiridoramente, como si estos manifestaran algo—. ¿Camus?

—No sé como decirlo... —expresó, levantó la mirada y suspiró largamente—. Es algo nuevo para mí.

—Camus, estas asustándome ¿qué ocurre?

—No le he consultado a Milo antes de venir, pero es que pensé que esto debía hacerlo yo solo —Camus continuó hablando sin realmente decirle nada a Dégel.

—Camus, cariño, necesito que me digas que te pasa, sino, no podré ayudarte —susurró con un tono de voz maternal. Los ojos de Camus se llenaron de lágrimas.

—¡Son estas putas hormonas! —exclamó, Dégel se fue para atrás, aun sin entender—. Yo....yo estoy esperando un bebé de Milo.......

—¿Qué? —preguntó, pensando que no había escuchado bien.

—Estoy esperando un bebé de Milo —dijo una segunda vez, su voz se estaba quebrando al punto de volver a romper en llanto—. Y no sé qué hacer, estoy desesperado profesor. Milo parece tener todo planeado, pero yo no lo tengo, no entiendo nada....no soy madre, solo soy un maldito estudiante que solamente en tres días voy a cumplir los 16 años...me siento desesperado, que no sé nada, que tengo toda la cabeza hecha un revoltijo. Mis padres van a matarme....sino es que matan a Milo antes.....bueno, sino lo mata Kardia antes.

—¿Soy el primero que lo sabe? —preguntó Dégel, Camus asiente.

—Milo también lo sabe, pero eso no cuenta.

—¿Has pensado en decírselo a tu familia? —preguntó el docente, Camus negó con la cabeza y suspiró muy fuertemente.

—No quiero decírselo a mis padres, ellos ya tienen demasiados problemas con mi hermano —indicó Camus, se lo veía abatido, como si no pudiera lograr la armonía de su vida—. Profesor, prométame que no se lo dirá a nadie.

—No tengo que prometértelo porque no se lo diré a nadie, pero Camus, escucha, los pasillos son muy largos y los chicos murmuran. No pasará ni una semana hasta que alguien se entere de tu condición así como se enteraron de tu.....bueno de tu actividad sexual.....por lo tanto, yo te lo pido, lo mejor que puedes hacer es ser sincero con tus padres y decírselos.

—Lo sé.

—Si necesitas ayuda para eso, yo puedo interceder.....hm, qué tal si empiezan por Kardia.

—¿Kardia? —preguntó sorprendido—. ¿Por qué Kardia?

—Creo que sería lo mejor, confiaste en él con el tema de tu hermanito, por lo tanto, él podrá hacer algo por ustedes. Háblalo con Milo, sino quieres decirles a tus padres aun, lo entiendo, pero Kardia debe saber, él los ayudará y si no, yo se lo diré....lo calmaré.

—Gracias profe, por cierto —busca entre sus ropas una tarjeta y se la entrega a Dégel—. Es para la fiesta de mi hermanito, Brendan, hoy es su cumpleaños.

—Gracias, Camus, ahora tienes clase de música, así que ve —Dégel se levantó, Camus también lo hizo y abrazó fuertemente al docente para luego abandonar el aula. El galo pensó intensamente, ¿qué dirá Kardia cuando se entere que su hermano dejó embarazado a un chico? Seguramente no lo tomaría bien, pero él se encargaría de ablandar ese corazón endurecido.

 

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

 

Krest se juntó con Aeneas luego  del trabajo y se fueron directamente al hospital juntos. No iba a mentir, desde hace un par de semanas, había comenzado a sentir los síntomas de embarazo y los test que se había hecho, resultaron positivos. Fueron a buscar el examen de sangre hace un par de días y efectivamente también dio positivo, lo cual no se esperaban en lo absoluto. Krest no quería ser padre y Aeneas ya no se sentía vigoroso como para criar otro niño, con Kardia y Milo había sido más que suficiente, pero nunca pasó por su cabeza la idea del aborto, dado que Krest no tenía hijos y pensó por un momento que podía querer.
Entraron al hospital y Krest guardó asiento mientras Aeneas le traía un vaso de jugo de arándanos de la cafetería, el antojo de arándanos había sido cada vez más intenso a medida que pasaba el tiempo.

—Con Kardia fue igual —dijo Aeneas sentándose, Krest le miró—. Emily me pedía jugo de arándanos todo el tiempo.

—No tendré que hacer el ADN entonces —dijo en forma de burla, Aeneas asiente con la cabeza—. Cuando mamá estaba embarazada de Dégel, amaba las frutillas con chocolate blanco, por eso mi hermano es un adicto al chocolate blanco.

—Eso es bastante interesante, un dato que seguramente Kardia le gustaría saber —indicó el hombre y ató su cabello rubio.

—Nunca hemos hablado de tu familia —Krest se dio la vuelta para ver a Aeneas—. Sobre tu ex y su marido....

—¿Por qué quieres hablar de eso justo ahora?

—No lo sé...me intriga, lo del accidente..... —suspiró y miró el techo—. Sobre adoptar al medio hermano de tu hijo, esas cosas no suelen pasar.

—Bueno, Milo era muy adorable de pequeño.

—Pero aun así —fijó su vista en el muchacho—. ¿No te fue difícil adoptar a Milo?

—No, porque ya lo había previsto mi ex esposa.

—¿Lo había previsto? ¿Cómo pudo prever su muerte? —cuestionó.

—No, no, su muerte no....ella quiso garantizar que el niño estaría cuidado por mi si ella tenía algún problema.

—¿Y por qué tendría un problema? —preguntó Krest. Aeneas tragó fuertemente—. ¿Qué pasa?

—Habían recibido una amenaza —musitó—. No sé mucho de ello porque ella no solía compartir demasiado conmigo, solo lo de Kardia, pero tenía bastante miedo.

—¿Y no recurrió a ti? Eres abogado.

—De familia.

—Trabajas para el caso de Brendan Verseau —nuevamente intentó persuadir, Aeneas afirmó.

—Fue porque después de la muerte de los padres de Milo, empecé a estudiar un poco de derecho penal, pero no me dedico a eso, sino a la familia —pasó su brazo por los hombros de Krest—. No sé mucho sobre la muerte de ella.....no estoy seguro de nada....pero gracias a eso, fue mucho más fácil pelearle la custodia a la abuela de Milo.

—Ya veo.... —susurró.

—Además que ella se lo quería llevar a otro estado, eso hacía más difícil que Kardia y Milo mantuvieran una relación, fue lo mejor que pudo hacer.

—¡Krest! —una voz familiar hizo que Krest y Aeneas miraran al hombre de cabellos oscuros hasta los hombros y ojos café—. Tanto tiempo ¿qué te trae por aquí? ¿Esperas a un médico?

—Obstetra —dijo Krest, lo que ocasionó que el otro hombre le mirara con sorpresa.

Cuando Itia se casó con Krest, esperaba formar una familia, y fue el propio Krest quien se negó a tener hijos por no estar preparado psicológica y financieramente. Ahora, después de casi diez años, lo veía nuevamente, esperando al obstetra.

—¿Estás....? —preguntó, las palabras murieron en su boca.

—Dos meses y medio, creo.... —indicó. Itia asiente con la cabeza.

—Felicidades —intentó sonreír, pero no pudo hacerlo.

—Dómine, Krest —la obstetra salió de su consultorio para llamar al joven hombre, quien se levanta.

—Un gusto verte nuevamente, Itia....nos vemos....vamos Aeneas —Krest tomó de la mano a Aeneas el cual saludó a Itia y ambos se metieron al consultorio.

 

El griego se quedó allí,  mirando la puerta cabizbajo mientras pensaba en aquella época donde estuvo de novio con Krest y posteriormente se caso. El siempre creyó que el joven Dómine no lo amaba, que solamente estaba con él para salir de la casa de su infancia donde sufría acoso sexual y toqueteos —cosa que le había confesado a los pocos meses de casado—, pero aun guardaba la esperanza de ser padres en algún momento. Ahora no, Krest estaba con otro hombre y la vida se le estaba yendo.

—¿Habrá alguien para mí en este mundo? —preguntó Itia con pesar.

—¡IIIIIITIIIIIIAAAAAA! —la voz suave le hizo girar y una ráfaga de cabellos rojos corrió hacia él y le abrazó la pierna.

—Pequeño Brendan, ¿cómo estas, mi vida? —le acarició suavemente la cabellera y lo alzó, el pequeño era muy delgado para su edad. Detrás de él, venía Irina, la madre del pequeñito—. Hola señora Verseau, ¿a qué debo el placer de su visita? ¿Acaso estás enfermo? —preguntó mirando al niño.

—No, no.....es que hoy es su cumpleaños —dijo con una sonrisa la mujer.

—¡Tengo cuato! —mostró sus deditos.

—Ooooh, pero que grande estamos, recuerdo cuando apenas eras un porotito —Itia le abrazó suavemente.

—Queríamos invitarte al cumpleaños, le caes muy bien a Brendan —Irina le extiende una tarjeta de cumpleaños que era muy infantil, con ositos y patitos por todos lados—. Es en un pelotero, habrá otros niños pero también muchos adultos.

—¿Quieres que vaya? —preguntó al pequeño, Brendan asiente.

—Sí, sí, quiero que vaya Itia y osito doctor —el griego al recordar al oso comenzó a reír, es verdad, tenían que ir ambos. Al notar la tarjeta, decía 'Para Itia y Osito'.

—Entonces iremos.... —indicó.

—¡Sí! —Brendan se abraza al hombre mientras es observado por Irina.

—Cierto debo invitar a la chica de adelante, a Brendan le agrada mucho ¿lo puedes cuidar unos minutos? —preguntó, Itia ni siquiera pudo decir 'si o no' porque la mujer desapareció dejando al pequeño con el doctor.

—¿Estás bien, Itia? —preguntó el niño, notando los ojos tristes cuando se cruzaron nuevamente con la puerta.

—Sí peque, estoy bien —se sentó con el niño encima y vuelve a mirar la puerta donde había entrado Krest—. Solo espero algún día volverme a casar y tener niños tan bonitos como tú, peque.

—¿Bebés? —preguntó sin entender.

—Sí, como tu hermano. Tu hermano tiene un bebé en su pancita.....porque tiene un novio —explicó de forma que el pequeño pudiera entender—. Algún día quiero tener una relación así, un novio que tenga un bebé en su pancita, un bebé mio.... —Itia se sentía estúpido de hablar sobre su vida con un infante de cuatro años.

—Brendan novio de Itia.

—No Brendan, tu eres pequeño —le acarició el cabello—. Cuando seas más grande tendrás muchos novios o novias....

—......Brendan novio de Itia —dijo frunciendo el ceño—. Cuando sea gande, tendré ehm....dieciséis como Camus, y tendré novio a itia....y bebé en la pancita.

—No Brendan, cuando tu tengas 16 años yo tendré —Itia se detiene para hacer la cuenta—. 47 años, seré un hombre demasiado mayor para ti, tú tendrás a tu pareja y tus hijos cuando sea el momento.

—Listo —la mujer llega a la altura del hombre, quien deja al pequeño a los pies—. ¿Vamos?

—Sí....adiós Itia—Brendan le sonrió a Itia  y saludó con las manos. Itia le mira y también saluda.

—Dios, debo estar loco..... —Itia se sentó, imaginando por un momento una vida feliz, con hijos, con una esposa o esposo.

Desde que lo vio nacer, el doctor siempre pensó que quería tener un hijo tan lindo como Brendan, de cabello rojo, hermosos ojos claros, pequeñas pequitas en su nariz, era la cosita más hermosa del mundo. Pero tener hijos CON Brendan era ya demasiado enfermo incluso para él. Era verdad que todo cambiaría cuando el chiquillo tuviera mayoría de edad, existían parejas donde uno tenía 20 y el otro más de 50, pero definitivamente no quería pensar en algo así. Había muchos peces en el mar, no tenía que justo comerse ese pez.

Pero Krest ya había hecho su vida, la mayoría de las personas que le gustaban también habían hecho sus vidas. El estaba solo. Tal vez, y solo tal vez, su destino era terminar solo.

 

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

 

—No, no....no, no, definitivamente ¡No! —exclamó el rubio en la puerta de su casa, Camus suspiró—. No me mires así.

—¿Cómo quieres que te mire? Milo, no quiero tener seis meses cuando le digamos a tu padre y a tu hermano, tenemos que hacerlo ahora, cuando nos queramos dar cuenta, ya estaré cumpliendo el tercer mes de embarazo.

—¿Tiene que ser ahora? —cuestionó.

—Sí, tiene que ser ahora Milo.... —Camus lo empujó hacia la puerta, y aunque Milo se negaba no le quedó otra que entrar caminando muy lentamente.

Camus iba detrás de Milo, ambos con un poco de temor. El rubio se hizo notar antes de entrar al living, el silencio era sepulcral y parecía que no hubiera nadie en la casa, pero estaba en un error, inmediatamente vieron a Kardia de espalda a ellos, parecía estar pensando, parado en medio de la habitación.

—Hola Kardia yo..... —Milo dio un paso hacia adelante pero casi al instante lo dio para atrás cuando escuchó a su hermano gritar.

—¿EN QUÉ DIABLOS PENSABAS? Yo te diré que pensabas, ¡no pensabas en nada! —exclamó el mayor, Camus se asusta al verse gritado, pero inmediatamente nota que no es a ellos a quienes esta despotricando su ira el joven Onasis—. ¿Un bebé? ¡Ya eres demasiado viejo para andar con esas cosas!

—Kardia, yo sé la edad que tengo —Aeneas, quien estaba sentado en el sillón, abraza a Krest por los hombros.

—Pero ¡por amor de dios! Trabajo como un loco todo el día para traer la comida a mi casa y tú me haces esto ¡te dije que no cometieras ninguna idiotez con tu enfermero! ¿te lo dije? ¡Sí, te lo dije! ¿Y qué es lo primero que haces? —Aeneas suspiró, su hijo era demasiado dramático.

—Cálmate, hijo, ya soy grande. Además, para fin de año te casarás y dejarás esta casa para irte a vivir con tu nuevo esposo.

—¡Que es el hermano de tu ligue! ¿Sabes el matete que se hará ese niño en la cabeza? Por parte de padre soy su hermano y por parte de madre soy su tío....¡es una locura! —bufó y giró para ver a Milo—. Oh, hola Milo....

—Este.....¡Sorpresa! Serás tío..... —escupió como pudo. La cara de Kardia se transformó.

—¿QUÉEEEEEE?

 

Continuará.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).