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El anillo por Jesica Black

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Capitulo 3

 

            

 Como era de esperarse, al llegar de su trabajo, su casa estaba hecha un desastre. Kardia suspiró y empezó a levantar todo. Tener un hermanito menor revoltoso le estaba valiendo su estabilidad económica y psicológica para sobrevivir al mundo. ¡Sólo había pasado media hora luego de su hora de llegada! Pero nada estaba listo, su hermano ni se inmutaba en la cena y su padre estaba yendo y viniendo con la silla de ruedas, seguramente esperando que el enano quiera llevarlo hasta la habitación de arriba. ¡Bendito fue el tiempo en el que vivió solo! Bueno, en realidad bendito el día pre-casamiento, antes de conocer a esa mujer que se llevó sus años de juventud.

La vida de Kardia se podía dividir en varias partes, no es que desde el momento en que sus padrastro y madre murieron hasta ahora nada hubiera pasado. Había entrado a la escuela de cocina, dado que no le daba el intelecto para otro tipo de vocación, y al menos no quemaba la habitación haciendo un desayuno. Su padre lo ayudó todo el tiempo a pagar sus clases hasta que decidió empezar a trabajar, primero como secretario de un pariente doctor, sólo tenía que anotar los nombres de los pacientes y el turno que tenían, pero luego de un tiempo se aburrió demasiado de esa labor, además que su compañera le hacía distraerse más de lo que era apropiado.

                Se llamaba Sasha Michaelli, tenía dieciocho años y era también secretaria, salvo que de otro profesional que trabajaba allí. Kardia no dudó en cortejarla y la chica cedió ante los encantos. Se casaron dos años después del torbellino de romance y estuvieron un año juntos, trabajando a la par y realizando proyectos. Pero no supo nunca Onasis que ocurrió, tal vez el amor se acabó o algo pasó, pero poco a poco aquellas cosas que amaba de ella comenzaron a ser molestas. Sasha no aguantaba sus ronquidos, y Kardia no toleraba que dejara la ropa interior colgada de la canilla de la regadera. Las peleas se hacían cada vez más intensas, al punto que estaban días o semanas enteras sin hablarse o recurrían a la violencia. Entonces, Michaelli apareció un día con una denuncia y la planilla de divorcio. Ese había sido su final. Prácticamente escrachado como un hombre violento y encima lo dejó con la ropa que llevaba puesta, ella se quedó con todo y a Onasis no le quedó más remedio que volver a su casa.
Kardia no era violento, podía ser un terco, un imbécil, un idiota absoluto, pero violento jamás. Sí cuando era pequeño solía sacar de las casillas a la gente, pero dado a su prontuario rebelde y sus idas a la comisaría de joven, nunca le creyeron que jamás le había levantado la mano a Sasha.
Milo era un niño rebeldón, y Aeneas no tenía demasiada paciencia, después de haber vivido tantos años sólo, tener nuevamente en la casa a un niño le colmaba la paciencia.

—¡Ya llegué! ¿Están vivos? —preguntó casi con un dejo de ironía en su voz, pero al no escuchar nada, comenzó a preocuparse—. ¿Milo? —entró al living y vio a su hermano menor sentado en el sofá, con las dos piernas encima de la mesita y leyendo un libro—. Wooo, ¿Realmente sabes leer?

—¿Hm? Ah, Kardia, no te escuché llegar.

—¿Dónde está papá?

—No sé, dando vueltas por ahí, supongo —volvió al libro.

—¿Supones?

—Es broma, está en la cocina, quiso comer un emparedado antes de irse a la cama, yo estoy leyendo este……ehm….—señala el objeto en sus manos, Kardia suspiró.

—¿Libro?

—¡Sí, libro! Este libro, bueno, creo que me iré a dormir.

—¿Y la cena? —preguntó levantando la bolsa de nailon que traía cargada.

—No, gracias, paso, ya comí algo más nutritivo, pero te regalo mis kilos de grasa saturada —comentó antes de subir por las escaleras hacia su cuarto.

—Aaaagh, este niño —Kardia sonrió internamente, le agradaba saber que su hermano había re-direccionado su vida hacia alguna parte y no sería como él, un busca vidas, sino que tendría una vocación, un futuro.

 

                Caminó hacia la cocina y se encontró con su padre a un lado de la mesa, terminándose un sándwich que le había preparado Milo, mientras escuchaba un poco de música de radio. A Aeneas no le gustaba tanto la televisión o el internet, él siempre había preferido la buena música o los programas periodísticos de la radio y no se movía de eso, en algún punto Kardia pensaba que su padre era sólo un viejo gruñón atrapado en un cuerpo aparentemente joven. Al observar que su hijo había regresado, sonrió.

—¡Hijo! Buen día o, mejor dicho, buenas noches.

—Buenas noches, papá —Kardia se acercó y le da un beso en la frente a Aeneas—. ¿Cómo te sientes?

—Perfectamente, gracias al cielo mi última noche en el hospital fue estupenda…..conocí a un enfermero que….

—Ay no papá, por favor, no vuelvas a tus exageradas historias románticas por favor, desde que estoy viviendo contigo te has enamorado al menos una docena de veces y ninguno o ninguna, era para ti.

—¡Ya entendí! —bufó molesto—. Pero no hablo de romance, más bien de “conversación”.

—¿Conversación? —Preguntó sorprendido y sacó las bandejas de comida para colocar una en el microondas—. ¿A poco no estás en romance ahora?

—Hijo, ya no tengo treinta años, ahora soy una persona grande, conseguir el amor de un muchacho joven no es algo que vea a largo plazo, trato de ser realista.

—¿Desde cuándo? —levantó la ceja, interrogante.

—¡Desde ayer! ¿Okey? —respondió tajante—. No quiero emocionarme demasiado.

—Jajajajaja, te entiendo mejor que nadie, papá —presionó el botón de encendido y la comida comenzó a calentarse, Kardia aprovechó para sentarse en la silla—. ¿Y? ¿Cómo es?

—Es joven, extremadamente joven, y por lo que vi, algo solitario.

—¿Y cuál es tu intención con él? —cuestionó.

—Bueno, en realidad me gusta hablar con él, y dado que no puedo moverme mucho, estaba pensando en…..

—¿En……?

—Necesito un enfermero.

—¡Lo sabía, lo sabía! —se levantó exaltado—. Estaba esperando justo esa palabra.

—¿Cuál? Ni siquiera yo sabía lo que te iba a decir hasta ahora.

—Te conozco, papá, salí de tus huevos. ¡Sé lo que piensas! Un enfermero apuesto, viniéndote a cuidar, y tú ahí tonteando como puberto. Déjaselo a Milo, que es un adolescente….. pero ¿tú, papá? Ya tienes cuarenta y siete años.

—Hijo, como tú has dicho, tengo cuarenta y siete años, no sabes cuantos años más vaya a vivir.

—¡Ah, no, no, no, no! No me vengas ahora con la victimización ¡Reina del drama! —negó Kardia cruzando los brazos—. Te conozco, viejo, y sé que quieres meter al chico en esta casa, ir probando de a poco hasta que tus caderas estén sanas y puedas meterlo en tu cama ¡te conozco!

—¿Cuándo yo metí a alguien en mi cama? Bueno, aparte de tu madre que obvio, y claro está, que tuve que ponérsela, sino, tú no estarías aquí.

—Ahórrate los detalles de mi concepción —comentó dándole la vuelta para ver la comida que estaba casi lista.

—Hijo, no niegues que necesito a alguien aquí que me ayude. Tú estarás trabajando y Milo en el colegio, ¿quién me bañará? ¿Quién me cocinará mientras no estes?

—Puedes llamar a domicilio, recuerda que aun tus dedos no están quebrados.

—Gastaremos una fortuna para que yo coma al mediodía….—susurró y miró a su hijo quien parecía no querer dar el brazo a torcer—. Por favor, hijo.

—Aaaagh, ¿debo ceder, verdad?

—Creo que sí.

—¡Mierda! De acuerdo, llamaré a tu maldito enfermero y le pediré que venga a cuidarte ¿contento? Pero pobre de ti si te encuentro en la cama con él, ¡esta casa es la de una familia! ¡es una casa decente!

—Te oyes igual que yo cuando eras adolescente —comentó Aeneas sonriendo, Kardia también lo hace.

—Bien, comeré algo y me iré a dormir. ¿Te ayudo con el pijama? —preguntó sacando la bandeja del microondas y sentándose en la silla para comer.

—No gracias, por el bien de los dos,  le diré a Milo que lo haga.

—Eres malo —comentó Kardia y comenzó a comer, Aeneas saludó a su hijo y con la silla de ruedas andando se fue a su cuarto.

 

                Kardia miró sus fideos recalentados, su vida era un asco, en ningún momento de su historia había comido algo casero, siempre las sobras grasosas de su restaurante. Tal vez Milo tenía un poco de razón, debía darse un momento para comer mejor. Pero empezaría mañana, ya las pastas lo estaban llamando y mejor aun que tenían crema encima, eran sus favoritas.

 

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Escuela. 9:30 am.

 

                Las campanas del recreo sonaron y todos los alumnos salieron a los patios a charlar, comer algo y entretenerse con sus amigos. Camus, como era normal en él, se encontraba en la biblioteca, bajando de la escalera un montículo de libros que le habían parecido interesantes. Probablemente de haber tenido a alguien abajo, sosteniéndolo para evitar que se cayera, no se hubiera tambaleado y trastabillado para caer de lleno al piso, y tirar a su alrededor la docena de libros. No fue duro el golpe, dado que apenas eran dos pequeños escalones, pero, aun así, los anteojos de Camus dispararon hacia el piso. ¡Oh no! Se dijo a sí mismo al ver que uno de los costados estaba roto. Se levantó, sacudió su ropa y fue directamente a buscar el anteojo, probablemente podría arreglarlo, o tal vez no, dado que era un marco de plástico y el golpe había sido terrible. Gracias a dios, el joven Verseau tenía unos repuestos en su mochila.

Levantó uno por uno los libros y los apiló, dejando los anteojos arriba de todos ellos, no podían dañarse más de lo que estaban. Caminó hasta las mesas y los apoyó. Cuando pudo relajarse un momento, sus ojos no podían creer lo que observaba. ¿Milo Onasis allí? ¿En una biblioteca? ¿Leyendo un libro? Era de no creer.

                El rubio parecía tener al menos un par de minutos sentado en ese lugar, sus ojos estaban pegados al papel y su mirada pensante hacía creer que realmente se esforzaba por entender lo que estaba leyendo. Camus acomodó su cabello atado y se acercó, su vista era buena, pero a veces necesitaba sus lentes para descansar la vista.

—Veo que conoces la biblioteca —comentó el pelirrojo, haciendo que su compañero alzara la mirada—. Y creí que el único lugar que conocías era el gimnasio.

—Creo que ese lugar tú no lo conoces….—respondió con ironía absoluta—. Y sí, conozco la biblioteca, es acá donde venía para huir del director o tomar una siesta.

—Lo suponía —dijo y se sentó justo frente a él, Milo volvió a su libro, aunque inmediatamente levantó la vista algo sorprendido.

—¿Y tus lentes?

—Se me rompieron….—señala la pila de libros que estaban en la mesa contigua—. Pero tengo un par extra en mi mochila.

—Ya veo, los cerebritos tienen mala visión.

—¡No tengo mala visión! Se me cansa mucho la vista cuando leo demasiado, ¿sabes lo que es leer? —comentó con una sonrisa—. Por cierto, ¿pensaste en lo que dijo el profesor Dómine sobre el taller de libros?

—¿El qué? —cuestionó arqueando la ceja.

—¡El taller de libros! Yo estaba pensando que deberíamos hacer un club de libro, ¡ya sabes! —exclamó animado, Milo le miró confundido—. ¿Cuándo lees un libro con otras personas y te sientas a debatirlo? —Milo volvió a arquear la ceja—. ¿Debate? ¿Sabes lo que es debatir?

—¡Claro que sé lo que es debatir! Estuve en el club de debate de la primaria, yo era el que estaba a favor de construir una cancha de futbol soccer en ese baldío, le gané a un gordito nerd que quería construir una biblioteca con temática de libros infantiles y un pequeño teatro de títeres jajajaja ¡teatro de títeres!

—¡Ese era yo! —se levantó furioso.

—¿En serio? ¿Tú eras ese gordito alegre con granos? —Milo le miró sorprendido—. ¿Nunca tuviste mucha vida social, verdad?

—¡Ya cállate! —golpeó la mesa, inmediatamente fue silenciado por la bibliotecaria—. Lo siento señora Mallorack.

—Jejejejeje quien lo hubiera pensado, ¿y cómo pasaste a ser la bola de manteca a un delgado sin músculos?

—Grrrr…… ¿sabes qué, Milo?, eres un miserable. Mañana nos reuniremos aquí y hablaremos del taller y más te vale que tengas ideas ¿oíste? O le diré al profesor Dómine lo fracasado que eres.

—Yo saqué diez en mi trabajo de escritura.

—¡Ja! Seguramente te copiaste….

—¿Celoso?

—Grrr….—Camus apretó fuertemente sus puños, dispuestos a golpear la bella cara de Milo, pero el timbre sonó. Con ello, la mayoría de los niños que estaba allí se fueron, y los amigos de Milo entraron.

—Al fin te encontramos Milo, ¡vamos! Llegaremos tarde a clase de música —comentó Aioria mientras le hacía ademán con las manos a su compañero.

—¡Cierto! Ya voy…..—y sin saludar, ni siquiera inmutarse, Milo deja el lugar y a Camus con una terrible cólera.

El pelirrojo se quedó un rato allí y se sentó en la silla, suspiró profundamente y comenzó a pensar. Era verdad, cuando estaba en primaria había engordado mucho, pero no fue su culpa, Camus era de complexión delgada. Él sufría de asma desde que nació, había estado medicado con corticoides, y dado que esa sustancia solía ensancharte más de lo debido, había ganado unos kilos de más. ¡Pero no era gordo! Solo rellenito.
Aun así, le había dolido que Milo lo viera como el “gordito nerd”, no porque le importara Milo ¡lo cual no era así! Sino por el simple hecho que se había dado cuenta más tarde que temprano, que nunca sería alguien respetable en el colegio. No era popular, apenas y tenía un amigo y ese chico ni siquiera iba a su colegio. Se sentía muy solo y desanimado, había intentado entablar diálogo con otros compañeros, pero todos lo veían como un presumido intelectualoide.

—¿Camus? —la voz conocida lo regresó al mundo, Camus giró para ver a su profesor, el joven Dómine—. ¿Estás bien?

—S-Si profesor….lo siento…..yo….no sé ¿qué hora es?

—Son las 10 de la mañana, ¿no tienes música a esta hora? —preguntó, Camus se mordió el labio inferior—. ¿Te duele algo?

—No, no señor….

—Camus, sabes que, si necesitas hablar, estoy en mi aula todos los días……sé que para ti es muy pesado mantener tus notas, tu beca, debes darte un respiro…

—No, profesor, no puedo….—cruzó los brazos—. Si bajo mi promedio, me quitarán la beca, es lo único que me mantiene aquí en Grecia, no quisiera tener que irme porque mis papás no pueden pagarla. Mi sueño siempre fue y será estudiar filosofía, y no puedo hacerlo desde mi casa en Francia, quiero hacerlo aquí.

—Lo sé, Camus, escucha, tú eres un chico inteligente y muy entusiasta. Tus padres han hecho todo lo posible para que estés aquí…..y tú también, todos los días das lo mejor de ti…..no te sobre exijas, Camus, porque en definitiva, estás perdiendo los años más valiosos de tu vida.

—Pero….

—Pero nada….—le acarició suavemente la cabeza—. Me preocupa bastante tus bajas notas en educación física, sé que te esfuerzas mucho en otras materias, pero no debes olvidar que la educación física es importante.

—¿Por qué?

—Porque hace que tu cuerpo esté con más energía, y libere muchísima endorfina, lo que te hace feliz……no lo sé, piénsalo —susurró el docente—. ¡Ah! Por cierto, venía a sugerirte algo, más bien a proponerte algo, tal vez te ayude más a nivel académico y social.

—¿Hm? ¿De qué habla?

—Quiero que seas el tutor de Milo Onasis para los exámenes del próximo mes….está muy mal en casi todas las materias, y si no sube sus notas lo pueden suspender del equipo de futbol.

—¿Y eso por qué me importa a mí? —preguntó.

—Soy el profesor titular del curso de ambos, y como sabrás, me interesa mucho como van en otras materias aparte de la mía. Milo es muy bueno en deportes y por lo que veo también en literatura, por eso mismo quiero que tenga un tutor y apoyo para las otras materias, como matemáticas, psicología, biología…..química…. historia y dado que tú eres un excelente alumno, podrías apoyarlo.

—¡Claro que no! Disculpe profesor, pero no puedo aceptarlo. Milo se burla de mí y se cree superior.

—Pero Camus, si tú te acercas a él, tal vez cambie de parecer, le mostrarás un poco de tu esencia, además, podrás tener amigos —Dégel palmeo suavemente uno de los libros que tenía Camus con él.

—¿Amigos? ¿Amigos? —cuestionó y abrazó a los libros en su mesa—. Estos son los únicos amigos que necesito. Me distraen cuando estoy triste y no se burlan de mí.

—Camus…. ¿en serio quieres esto para tu vida? —preguntó el profesor, dejando al pelirrojo pensante.

 

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Restaurante. 10:30.

 

                La mañana estaba trascurriendo de lo más normal, la gente ingresaba y se iba alegre por haber pasado un buen rato charlando y bebiendo buen café. Como toda hora en la mañana, la mayoría se retiraba a sus trabajos y el local quedaba casi desértico, en general las calles estaban así. Kardia aprovechó para fumar un cigarrillo atrás y Manigoldo lo acompaño. Dokoh, como no fumaba, se quedó hablando con Sísifo y Shion adelante, en la ventana que une la recepción con la cocina. 
Tanto el italiano como el joven Onasis charlaban de aquellas cosas de la vida, como, por ejemplo: ¿cómo va tu divorcio? O ¿Tienes novia? O ¿Cómo van los estudios de Milo? Aquellas singularidades. El aire frío los estaba helando, pero valía por fumarse un buen cigarro. Al terminar, tiraron las colillas y entraron muertos de frio, cada uno se metió en la boca una pastilla de menta y volvió al trabajo. Comenzaban a limpiar la cocina luego de usarla durante la mañana cuando la puerta del restaurante de abrió y la mayoría de los empleados giró para ver.

                Aspros Pólux, es sin duda un hombre increíblemente llamativo, ya de por si su altura se imponía ante todos, pero vestido de traje y con esa mirada tétrica en su rostro, daba a entender que estaba listo para evaluar y criticar duramente de ser necesario. Aspros era sin duda uno de los mejores inspectores en sanidad del país, su cabello oscuro como la noche y sus ojos de un tono rojizo lo hacía temible. Kardia lo conocía bastante bien, siempre le tocaba el mismo restaurante y en la mayoría de los casos lo observaba con esa espelúznate mirada durante horas mientras él cocinaba, sin duda, uno de los mejores en su clase.

—Buen día, señor Pólux —recibió Albafica al hombre, este llevaba consigo un maletín negro, su traje oscuro impecable y unas gafas de sol, que increíblemente desentonaban en esta época invernal.

—Buen día…..—saludó, su voz era gruesa y amarga—. ¿Quién es? —señaló a Sísifo.

—Oh, claro, usted no lo conoce porque se integró hace unos meses. Él es Sísifo Arkab, es nuestro nuevo mesero, está suplantado a Elizabeth por maternidad.

—Oh, ya veo, mucho gusto, mi nombre es Aspros Pólux y soy el inspector de sanidad.

—Señor Pólux, bienvenido —otra voz se reconoció, era sin duda era El cid, quien como siempre lucía impecable. Extendió su mano hacia el inspector y este por primera vez muestra una ligera sonrisa.

—Parece que se conocen dos vírgenes amargados —susurró Manigoldo a Kardia, ambos se rieron en voz baja.

—Permíteme ofrecerle algo de tomar mientras inspecciona el lugar —El cid señaló la cocina, ofreciendo algo de tomar o comer.

—Oh, eres muy amable, pues….deseo un café con azúcar por favor.

—¿Y de comer?

—No gracias, por ahora no —Aspros apoyó la maleta en una mesa y la abrió, sacando una ficha—. Ahora con su permiso, iré a la cocina….—dijo amargamente, colocó la ficha en su tabla y tomó un bolígrafo para poder marcar en ella.

 

                Cuando Aspros entró en la cocina, observó a los tres hombres muy detalladamente, Kardia sabía que esto era peor que entrar en el ejército, Aspros había sido criado y educado de una forma tan estricta, que seguramente le debieron dar sus azotes cuando se intentaba rebelar. Tenía un hermano gemelo, solo dos minutos menor, quien trabajaba de algo completamente opuesto a Aspros y no, no era recolector de basura. La familia Pólux era la más importante dentro del orden sanitario en el país, el padre era médico y la madre ingeniera ecológica, aunque Kardia aún no comprendía el significado de ello.

—Bien, Manigoldo —se acercó al hombre que se mantuvo recto frente a él—. Zapatillas sucias ¿estuviste afuera? ¿Fumas? Hmmm espero que no apestes con tu aliento la comida.

—¿Cómo lo supo?

—Yo lo sé todo….—masculló y anotó en su ficha—. Acomódate más la ropa, acuérdate que tienes que estar impecable.

—Pero si nadie entra a la cocina más que los meseros —gruñó de mala gana Manigoldo, pero solo recibe una mirada fortuita. Aspros continua con Kardia.

—Kardia, Kardia, Kardia…..—comentó con una sonrisa fugaz en los labios—. ¿Has aumentado de peso?

—No más de lo que has achicado tu pene….—Manigoldo casi se rió ante el comentario pero se tragó su risa.

—Muy listo, Kardia…..—le miró de arriba a abajo—. Átate las zapatillas, levanta tus medias y por dios, abróchate el cinturón del jean. ¿Te sueles bañar, Kardia?

—Todos los días.

—No me sientas, Kardia —esto dejo al chef sin palabras, Aspros se dirige a Dokoh—. Dokoh ¿verdad?

—Sí señor.

—¿Tienes perro? —preguntó, el chico afirmó—. Trata de limpiar mejor tu ropa cuando vengas aquí, los pelos de perro pueden aparecer en la comida.

—¿Hm? ¿Cómo vio…..?

—Iré a inspeccionar la cocina y el refrigerador, con permiso —Aspros se retiró, dejando a los tres cocineros con la palabra en la boca.

—¿Cómo sabe que tengo un perro?

—Eres chino, Dokoh —comentó Kardia en humorada—. Los chinos comen perro.

—¡No! Qué asco, mi pobre Pichón…..—negó con la cabeza, Manigoldo arqueo la ceja.

—¿Esa bestia que tienes de mascota se llama “Pichón”? —cuestionó Manigoldo, Kardia y Dokoh se dan vuelta para verlo.

—¿Esa bestia? Mi pichón no es ninguna bestia, es apenas un cachorro. Es un Dogo, mi pobre Pichón…..esta solo en casa ahora…..—Dokoh se pone pensante.

—¿Está solo? Qué mierda, es un perro Dokoh, pe-rro…..se puede cuidar solo, el otro día le entró en su mandíbula la pierna de un ciclista.

—¡Ustedes no entienden! Pichón sólo quiere jugar.

—Jugar a asesinar gente jajajajajaja —comentó Kardia y chocó los cinco con Manigoldo.

—¡Pff! Ustedes no comprenden al pobre Pichón…..es muy regalón, juguetón y es amoroso, lo que pasa es que aún no sabe que es muy grande.

—No puedo entender como no lo sabe todavía —Comentó Kardia rascándose la cabeza.

—Fue criado como cachorrito y obviamente aun no comprende que sus dientes lastiman mucho, él sólo quería jugar…..y bueno, el ciclista no nos demandó porque Pichón le pidió disculpas con su hermosa carita —Dokoh parecía entusiasta mientras hablaba de su perro.

—¿Hermosa carita? Yo creo que no lo demandó porque “Pichón”, como lo llamas, le miró con su cara de asesino. ¿Te acuerdas cuando fuimos a tomar a tu casa? Pichón no dejaba de mirarme como, “será carne buena o regular”.

—¡Claro que no, Mani! Te estaba mirando porque él es quien duerme en el sillón —cruzó los brazos—. Ya te digo, según el libro de perros, la raza de Pichón es tolerante, amable, cariñosa….

—Claro, es juguetón porque le gusta jugar con la comida jajajajajajaja —dijo Manigoldo y otra vez chocaron los cinco con Kardia.

—¡Ya dejen de burlarse! Hay que ponernos a trabajar.

—Espero que las ratas de atrás se hayan ido, puse veneno de ratas el otro día.

—¡Kardia! ¿Sacaste el veneno? —cuestionó Dokoh. Kardia mira espantado a su compañero y este se va corriendo tras Aspros.

—Kardia, tú no pusiste ningún veneno para ratas ayer.

—Jajajajaja lo sé.

 

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Escuela 15:30 pm.

 

                En clase de educación física en la última hora, todos los chicos se encontraban con su ropa deportiva, entre ellos Milo Onasis, quien charlaba con sus amigos. Luego de un calentamiento alrededor de la cancha, se eligieron al fin los dos equipos que practicarían hoy. Los capitanes serían Milo y Aioria, por lo cual ninguno de los dos podía estar en el equipo del otro, eso los entristeció, pero al final, siempre gana la rivalidad y no dejaron de decirse que se ganarían y que el otro sería el humillado.

—Muy bien, Aioria, es tu turno, elije a un compañero…..—preguntó el docente.

—¡Elijo a……Shura! —señaló al muchacho alto.

—Yo elijo a DeathMask, digo, Valentino —comentó Milo.

—Entonces elijo a Aioros —inquirió con alegría Aioria, Milo gruñó enojado, él tenía planeado tomar a Aioros.

—Entonces elijo a Aldebarán.

—Yo elijo a…….Shaka —señaló otra vez Aioria, enojando más a Milo.

—¡Elijo a Mu!

—Yo elijo a……Afrodita…..—comentó quedando solamente una persona sin elegir, y esa persona era Camus.

—Mierda….digo, elijo a Camus —bufó, el muchacho pelirrojo solamente acomodó sus anteojos y se puso detrás de Milo.

—Bien chicos, como hoy somos pocos el partido será muy corto ¿de acuerdo? Cinco contra cinco, vayan eligiendo sus posiciones y comenzamos.

 

                Milo, que odiaba perder a cualquier cosa, acercó a sus compañeros hacia un lugar y comenzó a darle órdenes. Aldebarán, al ser más grande, iría al arco. DeathMask y Camus defensas, Mu centro y él como el delantero golpeador. Aioria también hizo lo mismo, poniendo en el arco a Shaka, de defensa a Aioros y Afrodita, como centro a Shura y él de goleador.

El partido empezó y los alumnos que salían de sus clases observaban emocionados. Camus parecía realmente nervioso y dejaba pasar a cualquiera que estuviera con la pelota por miedo a que le peguen, era Milo quien tenía que ir a recuperar el balón una y otra vez. Cuando el primer gol de Aioria apareció, Milo se enfadó muchísimo con Camus y le gritó que se moviera, parecía un poste de luz, pero eso no cambió el marcador. A pesar que Aioria no era tan bueno como Milo, la deficiencia de Camus hacía que llegara y golpeara el balón hasta al hartazgo. Si no fuera porque Milo logró empatar el partido, hubiera sido una golpeada monumental del equipo rojo liderado por Aioria.

—¿Estás vivo, Verseau? —preguntó acercándose violentamente Milo—. Porque no lo parece.

—Sí estoy vivo, pero en los libros dice…

—¡Tus libros me pueden tocar los huevos! ¡IBAMOS PERDIENDO! Si no fuera porque soy un crack en esto, seguramente Aioria nos hubiera ganado ¿entiendes lo que significa?

—Onasis, no es para tanto….

—¡CLARO QUE ES PARA TANTO! ¡PARECIA QUE TUVIERAMOS UN MUEBLE EN LUGAR DE UN JUGADOR! —gritó, tomándolo de la playera—. Si no sirves como jugador, entonces ¿para qué tomaste esta puta clase?

—¡Suéltame, me estas lastimando! —intenta apartarse, pero Milo estaba furioso.

—Oye Milo, relájate, es solo un juego —explicó Mu, intentando poner paños fríos.

—¿Sabes lo que significa perder contra Aioria? Se burlará de mi hasta en el entierro por este partido si lo llegáramos a perder….—gritó, y miró a Camus atrayéndolo de nuevo hacia él—. ¡Y si no fuera por este debilucho, seguramente no nos hubieran metido ese gol!

—Oye, bájale un poco al arranque hermano, no nos ganaron —comentó DeathMask acercándose a ellos, Aioria seguía a un lado haciéndole burlas a Milo.

—¡EMPATAR ES CASI TAN MALO COMO PERDER…! ¿Y eso que es? —señaló a Aioria—. Somos el hazme reír del colegio y todo porque este chico no se mueve ni siquiera para obstaculizar al enemigo.

—No es un enemigo, es un rival…

—¡CALLATE, VERSEAU! No quiero escuchar tu puta voz de señorita —lo empujó haciéndolo caer al suelo y doblarse el pie en el trayecto.

—Aaaagh….—Camus se tomó el tobillo.

—¿Qué pasa aquí? —preguntó el profesor acercándose, al ver a Camus en el suelo—. ¡Onasis!

—Milo empujó a Camus y él se calló, profesor —comentó Mu, el profesor se agachó para ver la herida de Camus.

—¿Te duele mucho? —el pelirrojo afirmó con la cabeza—. Milo, este tipo de actitudes antideportivas no podemos tolerarlas ¡llamaré a tus padres! Estas en suspensión.

—A ver si los atiende porque mis papás están muertos —comentó Milo con enojo y se retiró de la cancha, el docente queda pasmado ante esa actitud violenta de Milo, llamaría inmediatamente a su tutor.

 

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Escuela. 18:00 pm.

 

                Las horas en la escuela normalmente pasaba bastante rápido, entre los cursos de la mañana y los de la tarde, Dégel siempre terminaba rendido y ese día no fue la excepción. Con un horrible dolor de garganta y abrigado hasta la nariz, Dégel salió del colegio ya entrada las seis de la tarde. El cielo oscurecía lentamente y la poca luz solamente alumbraba lo necesario.
Como solía hacerlo casi todos los días, paso por la cafetería del colegio y pidió un café para irlo tomando camino a casa, dado que ni siquiera lo que llevaba puesto lo calentaba. Estaba dirigiéndose a su auto, el cual normalmente dejaba en el estacionamiento de la escuela, cuando observó a alguien muy cerca de una farola, casi apoyándose en ella y fumando un cigarrillo. Inmediatamente lo reconoció, ese cabello con raíces rubias pero teñido de azul le había llamado bastante la atención la primera vez que lo vio. Se acercó, bebiendo de a sorbos el café, lo suficiente para no alarmarlo.

—¿Disculpa? —Kardia se asustó y volteó hacia atrás—. No quería asustarte, lo lamento.

—¡Ah! Hola Dégel….digo, Profesor Dómine….—había estado completamente sumergido en su mundo, de tal forma que ni siquiera se había dado cuenta que había sido observado—. No me di cuenta que estaba atrás.

—Por favor, no me trate de usted, tráteme de tú.

—Por favor, tú también trátame de esa forma, me siento viejo y solamente tengo veintisiete años —explicó Kardia, Dégel afirma con la cabeza y señaló un banco cerca de allí para que vayan a sentarse.

—¿Me acompañas?

—¡Claro, claro! —exclamó, y lo guió hacia ese lugar. Dégel se sentó, pero Kardia permaneció de pie junto a él, aun fumando la mitad del cigarro que le faltaba—. Es un poco tarde para estar por aquí.

—Eso mismo iba a preguntarte a ti, ¿qué haces aquí? Los chicos se fueron hace horas.

—Oh, es Milo —bufó algo molesto—. Nuevamente me hizo rabiar, se peleó con un compañerito en las clases de educación física y le habló mal al docente, me llamaron rápidamente al lugar donde trabajo y tuve que venir a firmar los papeles de suspensión, si sigo así no solamente a Milo le darán una patada en el culo del colegio sino a mí de mi empleo.

—¿Tal así? ¿Qué pasó? —preguntó sorprendido.

—No lo sé, se lo preguntaré cuando llegue a casa…..me demoré bastante en los papeles y todo eso, así que le dije que vaya yendo con Aioria y ya me encargaré de él cuando llegue.

—¿Eres su tutor legal? —cuestionó Dégel, Kardia afirma.

—Desde que fallecieron mis padres, soy la única familia que le queda. Mi papá lo adoptó, pero soy el único que puede domar al idiota….—volvió a calar un poco de humo de cigarro y exhaló, tirando la colilla en el piso—. No sé qué pasa por su cabeza, ¡todos sufrimos la muerte de mamá y mi padrastro! Hasta yo….

—Bueno, pero tu hermano no tiene a su padre ¿verdad? En cambio, tú sí —comentó, Kardia entonces lo pensó mejor—. ¿Cuándo fue eso?

—¿Qué cosa?

—El accidente.

—¡Ah, pues…..! Fue cuando yo era un adolescente, mi hermano tenía sólo cinco años, era un pequeño desgraciado. Estaba enfermo, tenía mucha fiebre y mi mamá estaba desesperada. Mi padrastro la llevó a ella y a Milo al hospital, pero a veinte cuadras de casa un automovilista ebrio los hizo chocar contra un árbol que cayó encima de ellos, ya estaba algo viejo el árbol y era muy grande. Destrozó el auto, no solamente el choque, sino también cuando se le cayó encima todo, fue horrible…..

—Debió ser muy fuerte para él, sobre todo porque estaba allí.

—Estuvo con psicólogo, luego lo dejó, era muy violento de pequeño, destruía cosas, golpeaba a sus compañeros. Siempre tenía que ir papá o yo a sacarlo de los problemas, nos habían pedido que lo sacáramos de la escuela, pero gracias a dios logró cambiar un poco.

—Es un chico con un mundo interior muy profundo —tomó otro sorbo de café, Kardia le mira de reojo—. No es fácil ser escritor.

—¿Tú escribes?

—Solía hacerlo, cuando era joven y entusiasta, luego uno pierde los deseos, todo se frustra y termina en el tacho de la basura —susurró y observó el cielo que comenzaba a estrellarse—. Cuando era pequeño, soñaba ser todo un artista, amaba dibujar y escribir. Luego mis sueños murieron, al final terminé trabajando por monedas como editor de una revista de mujeres mientras pagaba mi profesorado.

—Wooo, no sabía eso…..¿realmente?

—Sí…..entre a los dieciocho, o un poco antes. Pero luego me vine aquí a Athenas, yo nací en parís, mis padres son de Francia, pero pasé toda mi vida aquí en Grecia, antes vivía en otra ciudad……cuestión, mi hermano se casó y vino a vivir aquí, pero se separó a los pocos meses, yo me vine a vivir con él cuando se casó.

—Oh, hablando de separación —susurró enojado y se sentó en el banco—. Yo también me separé. Creo que era demasiado joven para casarme, cometí el error, aunque no me arrepiento de nada, solo, tal vez de una cosa.

—¿Qué cosa?

—……..hm nada….estupideces mías —vuelve a levantarse—. Bueno, debo irme, el revoltoso de mi hermano seguramente ya hizo una masacre en mi casa.

—¿Quieres que te lleve? Tengo auto….—señala un pequeño auto que se encontraba a unos metros de ellos.

—No, bueno, como verás, mi familia no es muy a fin de los vehículos…mis padres murieron en uno, mi padre fue atropellado por otro….

—Es lo mismo que quemarte la mano con leche caliente, ver una vaca y llorar, Kardia….—Dégel terminó de tomar su café y arrojó el vaso de plástico en un bote de basura—. Vamos.

—No, en serio, no hace falta.

—Kardia, ¿no me digas que le tienes miedo a un automóvil? Vamos, créeme que yo manejo bien.

—No, no, no te tengo miedo a ti al volante, sino…..bueno, bueno, ¡me rindo! —Kardia se rinde y sigue al joven hacia el automóvil a la derecha.

                Mientras Dégel se sube en la parte del conductor, Kardia lo hace en el del acompañante y se abrocha el cinturón rápidamente. Dégel ante esta acción sonríe y enciende el motor, saliendo muy hábilmente de allí, rumbo a las calles. Durante todo el trayecto, Kardia parecía incómodo y el profesor lo observaba, estiró su mano un poco para prender la radio, la suave música lo tranquilizaría un poco.

—Gracias —susurró el mayor, Dégel sonrió—. Hace tiempo que no me subo a un automóvil, mis amigos tienen, pero prefiero ir en autobús o caminando.

—¿Cuál es la diferencia entre un autobús y un automóvil? —acomodó el espejo retrovisor para ver mejor atrás.

—Bueno, tal vez que hay menos posibilidades de morir aplastado.

—No te creas.

—Ahora me está dando miedo viajar en autobús….—miró por la ventana, algo nervioso.

—¿Has pensado en iniciar terapia? —preguntó y le echó un vistazo—. Yo he ido….y me hizo muy bien.

—¡No creo en esos charlatanes!

—Oh, pero te pareció buena idea llevar a tu hermano —comentó con una sonrisa, Kardia también sonrió.

—Me atrapaste.

—Jajajajaja parece que si….y dime Kardia ¿Hace mucho que trabajas en ese café? Yo he ido bastante a la librería que queda cerca, pero nunca te vi allí….me llamarías la atención.

—¿Eh? ¿Por qué?

—Tu cabello —le miró—. Tu cabello azul, no es algo imposible de ver.

—Oh, sí, pero no hace mucho lo tengo así, para serte sincero, fue luego de separarme que empecé a tintarme el cabello, no me preguntes el por qué, ni yo lo sé.

—Yo también soy teñido…..—Kardia le mira sorprendido—. El verde no es mi color de cabello natural.

—Vaya, pensé que le faltaba madurar al cabello un poco jajajajajajajaja —rio a viva voz, a pesar que Dégel no se rio, se le notaba una sonrisa.

—Lo hice en secundario, tampoco me preguntes el por qué, tal vez era porque quería olvidar algunas cosas…..

—Oh, algunas cosas…..—Kardia no indagó, simplemente murió en su boca—. Bueno, lo positivo es que saliste adelante ¿no?

—Por supuesto, y Milo también lo hará, sólo necesita tiempo y créeme que explotar su lado artístico será muy productivo para él…..al menos yo me calmaba con eso….

—Te calmabas —susurró, casi tan bajo que le fue imposible a Dégel entender, Kardia analizaba cada palabra—. Debiste sufrir bastante.

—¿Hm? —Dégel le miró, asombrado—. ¿A qué te refieres?

—¡Nada, nada! Es…son….cosas que me vienen a la cabeza ¿sabes? Así como a mí me viene la muerte de mis padres, cada persona tiene sus “fantasmas”.

—Claro, claro….—volvió a mirar al frente—. Algunos fantasmas son horribles y difíciles de espantar.

—Puedo preguntarte ¿por qué decidiste venir a vivir con tu hermano? —ante esa pregunta Dégel aprieta el freno. Kardia se aterra ante esto, el semáforo aún estaba verde—. ¿Dégel? ¿Estás bien?

—Eh, si, oh lo siento….espera —volvió a arrancar el auto y conducir—. Lo siento Kardia.

—No, no….discúlpame a mi…..soy inoportuno….—lentamente el auto fue disminuyendo su velocidad hasta llegar a la casa de Kardia—. Es aquí, gracias por traerme.

—No, gracias a ti por aceptar, esta charla fue productiva…..

—Dégel…..—su nombre salió como un susurró de los labios de Kardia—. Buenas noches.

—Buenas noches….

 

                Kardia lo saluda mientras Dégel se retira, aun quedándole en el tintero algunas palabras. Por lo que pudo entender, Dégel sufrió un trauma que ocultó con su arte o algo así, pero luego la vida le había pegado duro en la casa. ¿Sus padres habrán muerto también? No lo sabría hasta no preguntárselo, pero la clave estaba en ¿por qué vivía con su hermano desde muy joven?

 

Continuará.

 

Notas finales:

Particularmente, mientras escribía este capitulo, aun no ideaba la historia de Dégel (que empezará a salir a la luz en el próximo capitulo), aun así, siento que la debía saber inconscientemente. Creo que es algo realmente fuerte, para cualquier ser humano, y doloroso, pero ahí está Kardia para contenerlo, creo yo. Por otro lado, también está Milo con terribles problemas de conducta, veremos también más adelante como afecta esto en su día a día.

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¡Gracias Gentita! Besotes.


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