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El anillo por Jesica Black

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Capitulo 5

 

 

  Quedar encerrado en un bar no era la idea de pasar una noche con amigos para Kardia, pero cuando vio a Dégel acercarse, cambió todo. 
Dado los últimos acontecimientos, sobre todo desde que vio esa cicatriz en su brazo, internamente las alarmas de Kardia sonaron de forma abismal y se alertó. Ahora estaba allí, sentado en la barra, mirando de reojo a Dégel quien se encontraba en una mesa, bebiendo un té que le habían preparado. Afuera, comenzaba una fuerte lluvia y acabó en nevada. Dokoh y Manigoldo estaban tan borrachos que ni siquiera atendieron a su amigo, quien se encontraba atontado por la figura ajena.

Se levantó, solamente tenía una copa de cerveza en el organismo, por lo cual estaba bastante bien a diferencia del resto de las personas. Se acercó al profesor Dómine y le preguntó si podía sentarse con él en la mesa. Dégel accedió, no muy contento. No era que le molestaba la mirada intrusa de Kardia, sino que sabía para donde quería ir con la conversación, que deseaba averiguar, y, sobre todo, inmiscuirse en su vida, su pasado. Pero Kardia comenzó a llevarlo con tanta naturalidad que apenas se daba cuenta de lo que pasaba a su alrededor.

 

−Así que tu familia tenía este bar —susurró, mirando todo con minúsculo detalle−. Mi papá era pescador ¿sabes? Bueno, mejor dicho, mi abuelo.

−Hm, no sabía —Dégel se tomó fuertemente las prendas del brazo, intentando que el otro no observara ningún daño en este.

−Sí, mi mamá en cambio, ella era docente de escuela primaria, le encantaba estar rodeada de mocosos —bramó irritado al recordarlo−. Era amable, aunque, supongo que tener un hijo como yo era complicado.

−¿Complicado? ¿Por qué? —cuestionó Dégel sin entender.

−Era un patán, bueno, no creo que haya cambiado mucho teniendo los amigos que tengo —con la mirada, señaló a Manigoldo y Dokoh quienes cantaban fuertemente mientras meneaban unos tarros de cerveza−. ¿Puedes creerlo? ¿Un chino y un italiano embriagándose en un bar griego?

−Jajajajajaja suena divertido —también los miró y sonrió−. Bueno yo no tengo muchos amigos que digamos, me cuesta mucho conversar.

−¿En serio? ¡No lo creo! Eres realmente agradable en la conversación, en cambio yo soy medio bestia.

−¿Tu mamá daba clases en la escuela primaria al lado de la mía? —cuestionó, ya entrando más en confianza. Kardia sonrió ante esto.

−Sí, ella siempre estaba en primer grado. Su preocupación siempre había sido que pasaría cuando Milo entrase a esa escuela en primer grado, si la sacarían o no.

−Oh, cierto, falleció cuando Milo aún estaba en jardín de infantes —murmuró pensante−. Mi papá falleció antes que yo naciera, mi mamá siempre me contaba que me esperaba con muchas ansias.

−A veces la vida no es justa ¿verdad? —susurró, lentamente pasó su mano por encima de la mesa hasta apenas tocar la de Dégel, el cual se sorprendió, pero no la apartó−. Mi mamá, tu papá…..

−Sí…..pero fui feliz con mi madre……siempre nos regalaba a mí y a mi hermano una sonrisa, aun en los peores momentos de su vida cuando estaba enferma —Dégel dejó que Kardia le toque la mano suavemente, se sentía tan cálido.

−¿Qué tenía?

−Cáncer……ella era bastante más grande, la peleó con uñas y dientes. Mi hermano y yo nacimos cuando ella era mayor, esperó hasta que cumpliera los 18 para irse.

−Tal vez estaba esperando a que fueras lo suficientemente grande para valerte por ti mismo —comunicó Kardia−. Supongo que mi mamá no planeaba morirse, ¿quién dejaría a un niño de cinco años a manos mías?

−Pero estaba tu padre.

−Mi padre tiene un enorme corazón. Acobijó a mi hermano a pesar de no ser su hijo, todo para ayudarme a mí. Lo educó hasta que tuve la edad y dinero suficiente para valerme por mí mismo y aun cuando era adulto y me casé, no me pidió ni un solo peso por mi hermano, simplemente lo cuidó como otro niño más, hasta le puso su apellido.

−Es verdad, ahora me doy cuenta. Milo es Onasis, como tú.

−Sí, bueno, cuando mi papá lo adoptó le puso el apellido, pero Milo pudo y podrá cambiárselo en cualquier momento de su vida si así lo desea, por el de su padre, que lo amaba inmensamente —comienza a jugar con la otra mano con los restos de azúcar que quedaron en la mesa.

−Ya veo….

−Mi papá se encargó de todo, darle un techo, comida, educación, lo llevó al psicólogo durante años, y ese enano no agradece nada de lo que se hizo por él —bufó molesto.

−Es adolescente, ¿qué hacías tú cuando eras adolescente?

−Mejor no toquemos ese tema jajajajajaja —rió bastante feliz, Dégel supo interpretarlo−. Era un terrible busca vidas, pero respetaba a mi padre y a mi madre, bueno, tal vez le hice la vida imposible a mi padrastro.

−Al menos tu padrastro era bueno —salió de su boca, una vez que se escuchó, supo que había dicho suficiente.

−Dégel……−susurró−. No hace falta que me mientas, soy un completo extraño y tal vez necesitas desahogarte con….

−Eres el tutor de un alumno, no puedo contarte mi vida porque me caigas bien —respondió fríamente, tanto, que Kardia sintió que le habían flechado el corazón−. Lo lamento.

−No, está bien, tienes razón.

−Es difícil a veces afrontar tus propias vivencias, pero, no me hace bien hablar de eso ¿de acuerdo? —volvió a tomarse de la muñeca, impidiendo que vean sus cicatrices.

−¿Por eso fuiste al psicólogo? Digo, tu dijiste que hacías terapia.

−Hmmmmm…..−bajó la mirada−. Algo así.

−De acuerdo, tranquilo, no te preguntaré más…..si quieres, yo te hablo de mi vida, no tengo problema. Dentro de las desgracias que pasé, podría decir que fui feliz, tuve mis momentos de desgarro emocional…..pero siempre estuvo mi papá y mi hermano conteniéndome para que no me cayera. Dégel, si así lo deseas, puedo ser tu columna en donde apoyarte…..−intentó acercarse, pero Dégel no se lo permite.

−No hay problema, está bien, yo puedo…..

−¿Cuántas veces habrás dicho….?

−¡Yo puedo! —levantó la voz en una exclamación algo agresiva, la mayoría de las personas se voltearon a verlo, haciéndolo sonrojar de la vergüenza−. Lo…lo siento, me voy….−se levanta de la silla.

−¿Qué dices? ¡Está helando afuera! —Kardia intentó detenerlo, pero Dégel no se deja tocar por él.

−Estaré bien, sólo debo arreglar mi auto y todo pasará, todo pasará —antes que llegará a la puerta, Kardia le toma del brazo fuertemente y todo su mundo se partió a la mitad.

 

                Lo que vio Kardia después fue el verdadero rostro del terror. Dégel se apartó, chocó su espalda contra la pared y se hizo un ovillo, llorando y pidiendo que no le peguen. El griego solo dio un paso atrás, también perseguido por sus propios fantasmas de golpeador y a la vez, viendo a Dégel con el corazón hecho pedazos, en el suelo, llorando y tiritando sin frío, solo de miedo. 
Manigoldo se acercó para ver qué pasaba, pero no comprendió absolutamente nada. El único que sabía la verdad era Dégel y probablemente Kardia. 
Cuando tomó algo de aire y pudo agacharse para estar cerca, Kardia le quitó el gorro con ponpon color negro de la cabeza para ver mejor la cara del francés, repleta de lágrimas, y observó al niño en sus ojos.

−Tranquilo —murmuró acariciándole la cabeza−. Nadie te hará daño….lo prometo.

                Kardia supo que lo que le pasó a Dégel no estaba aún elaborado y era más grave de lo que pensaba, mucho más que solo una cicatriz.

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                El ruido del despertador antiguo era hilarante, apenas podía escuchar sus pensamientos. Milo se dio la vuelta y con su mano lo apagó a tanteo. Abrió los ojos y se observó a sí mismo en una cama, con una manta azul encima y varias hojas de apuntes a su alrededor. Cuando pudo conectar neuronas se dio cuenta que tenía un examen hoy. Se levantó apresurado y miró que, a su lado, también cubierto con hojas y un libro encima de la cabeza, estaba Camus. Lo movió un poco para que el chico despierte y lentamente este comenzó a dar señales de vida. Había pasado dos minutos de las siete de la mañana, por lo que recordaba sólo había dormido una o dos horas, al menos de eso era consciente.

−¿Qué hora es? —preguntó Camus estirándose, Milo vuelve a mirar el reloj por si las dudas.

−Las siete y dos minutos −respondió−. Parece que nos quedamos dormidos estudiando…..−tomó la manta azul−. ¿Y esta manta? No estaba aquí hace un momento.

−La traje yo, cuando te quedaste dormido estabas tiritando, pensé que sería bueno tener algo caliente encima —Camus bajó de la cama y se levantó, para estirarse.

−Oh, gracias…..−susurró Milo mientras miraba a Camus −. Es la primera vez que veo lo largo que tienes el cabello.

−¿Eh? Oh, cierto, siempre lo uso atado. Bueno, es cosa de familia, mi mamá también tiene el cabello largo —tomó una cinta para hacerse una cola de caballo−. Me está molestando un poco tener tanto cabello.

−A mí me gusta…..−Camus se da vuelta, arqueando la ceja−. Digo, me gusta el cabello largo, aunque si yo me lo dejo más largo mi hermano lo venderá por internet. Es rubio.

−Sí, ya lo veo —se colocó sus pantuflas−. ¿Quieres ir a desayunar?

−¿No nos cambiamos antes?

−Si quieres cámbiate, yo voy abajo a desayunar luego vengo y me cambio, me gusta lavarme los dientes y el cabello luego de desayunar —dijo caminando hacia la puerta.

−Hm, de acuerdo, ahí bajo —tomó la ropa de su escuela y cuando Camus se fue, él comenzó a vestirse.

 

                No tardó demasiado, antes que pudiera pensar que estaba en casa de otra persona ya se encontraba cambiado y peinado. Se acomodó un poco el cabello y salió de la habitación. Bajó las escaleras y se encontró con una ventana que daba directo al jardín trasero, grata fue su sorpresa al ver todo nevado. Sin dudarlo fue directamente a la cocina.

—¡Verseau! Está todo neva…..—se detuvo al darse cuenta que tanto la madre como el padre de Camus se encontraban allí, junto al pequeño hermano de este que no debía tener más de cuatro años—. Oh…..lo siento, ehm, buen día.

—Buen día, querido, siéntate por favor —dijo la madre, levantándose de su silla y yendo directo a buscar una taza nueva para el invitado. Milo se sonrojó algo avergonzado y tomó asiento, pasando su mano por encima de la cabellera del más pequeño.

                La familia de Camus era realmente muy atractiva y estilizada. La madre, bien vestida para estar una mañana en su casa, llevaba su cabello rojizo largo y atado en una trenza de costado, le caía elegantemente por encima de su hombro deslizándose por el pecho, sus ojos eran de un tono azul agrisado, y su piel era muy blanca, no era alta. El padre, quien se escondía detrás de unos gruesos anteojos de bordes negros, tomaba el café mientras leía el diario por su tablet, mantenía la taza a la altura del rostro, pero muy de vez en cuando bebía. Su cabello era oscuro, y sus ojos rojizos como los tenía Camus. Y, por último, pero no menos importante, el pequeño hermano de Camus, quien estaba aun con su pijama de ositos puesto, tenía el cabello tan rojo como su hermano mayor y largo para tener tan poco tiempo de vida, sus ojos eran iguales a los de su mami, su piel era bastante blanca y se podía notar lo colorado de sus mejillas por el frío. Todo era realmente una postal familiar, y más al ver el increíble desayuno que había en la mesa. Café, frutas, yogurt, cereales. 
Camus solo bebía un licuado de frutas con unas tostadas, el más pequeño se comía su yogurt con cereales; el padre apenas había ingerido un cuarto de taza de café, y aun estaban las piezas de frutas perfectamente cortadas en su plato, mientras que la madre pareciera que ya había desayunado hace rato y ahora solo servía a los demás.

—Gracias, no tiene que molestarse por mi…..—dijo amablemente Milo cuando la mujer le trajo una taza de café con leche y unas frutas cortadas en plato.

—No hay de qué, eres nuestro invitado…..Bren, mastica con la boca cerrada —dijo la madre al niño pequeño.

—Si mami…. Cof cof…..—susurró con su voz aguda y tosió.

−Creo que debemos llamar al médico, ¿no, pequeño? —preguntó la madre, el niño afirma con la cabeza.

—¿Cuántos años tienes, pequeño Brendan? —preguntó Milo y sonrió.

—Tengo así….cof cof—el pequeño mostró cuatro deditos.

—No, tienes tres años, los cuatro los cumplirás en febrero….. —interrumpió el hermano mayor.

—Tengo cuato…. ¡Cof, cof, cof!

—No, no tienes cuatro —volvió a decir Camus.

—¡Tengo…cuato! —protestó el infante, la madre solamente pasa la mano sobre su cabecita.

—No es tiempo de discusión, hay invitados.

—Con esta nieve seguramente cerrarán las escuelas —murmuró el padre por primera vez, Milo lo escucha atentamente, no había caído aun en eso.

—Es verdad, eso te quería decir ¡está nevando afuera! Me pregunto si mi hermano habrá llegado bien a casa —murmuró preocupado.

—¿Quieres llamar por teléfono? —cuestionó Camus señalándole el teléfono de la cocina, pero Milo niega.

—No, tengo celular, puedo mandarle un mensaje.

—Camus, parece que tu escuela está cerrada hoy —el padre le muestra a su hijo la tablet donde se encontraba la noticia del cierre de escuelas por la fuerte nevada.

—¡Oh no! Tanto que habíamos estudiado para el examen —suspiró indignado—. Bueno, al menos tendremos más días para prepararlo.

—No sé cómo me voy a volver a casa, todas los caminos están cortados…..—comentó Milo, Camus se queda pensativo.

—¿Vives muy lejos?

—Veinte cuadras más o menos, normalmente me tomo el ómnibus que sale de aquí en la esquina, pero dado a la fuerte nevada dudo que salga alguno hoy…..

—Bueno, si quieres te podemos llevar hasta tu casa en auto, tal vez estarás mejor allí con tu familia.

—Gracias señor Verseau, pero no quiero ser una molestia. ¿Hm? —miró el celular—. Mi hermano me está llamando, ya vengo….

—Ve tranquilo —susurró el padre de Camus.

 

                Milo se aleja solamente unos pocos pasos para atender a su hermano Kardia con mayor comodidad, mientras camina hacia el living y se sienta en uno de los sillones.

—¿Dónde estás?

 

 

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                Unos minutos antes.

 

Kardia se había despertado en su casa, no recordaba mucho como había llegado ahí, pero supuso que aun ebrio sabía perfectamente donde quedaba su hogar.
Apenas recordaba lo que había pasado esa noche y por lo que podía ver desde su lugar en la ventana, estaba nevando fuertemente. Giró la cabeza y observó a un joven, muy joven, en el sillón de en frente, durmiendo de costado. Traía unos ropajes muy abrigados y encima una manta. ¡Era Dégel Dómine! El profesor de literatura de Milo. Por alguna razón, a Kardia no le fue mejor idea que traer a un pobre y traumado docente a su casa para que descanse un poco, seguramente sino tuviera su suerte, lo acusarían de secuestro.  
Se levantó y miró el reloj, era temprano. Luego recordó que su hermano menor había ido a la casa de un amigo a estudiar ¡Mierda! Tiene que llamarlo, es su responsabilidad.
Busca entre su ropa el celular y lo encuentra en el piso, seguro mientras acomodaba a su compañero en el sillón, se le habrá caído. Marca el número y espera.

—¡Milo! —exclamó apenas lo atendieron.

¿Dónde estás? —preguntó del otro lado, Kardia bufa.

—¿Dónde más?, ¡en casa!

Es que me llamaste desde el celular y no desde el teléfono de línea —bramó confundido, Kardia sonrió ante esto.

—¿Sigues en la casa de tu amigo?

Sí, parece que hoy no habrá clases por la fuerte nevada….—musitó, Kardia pensó.

—Le diré a Dokoh que vaya a buscarte y te traiga con el auto, yo no tengo con qué pasarte a buscar…

Está bien, Kardia, no te preocupes.

—¿Cómo que no me preocupe? Si no te has dado cuenta ¡está nevando! Hace un frío de cagarse y tú sin tu tapado negro, sólo te llevaste la ropa del colegio…..y eso no es suficiente —comentó Kardia, en ese momento ve que Dégel se estaba despertando.

De acuerdo, de acuerdo, dile al chino idiota que me venga a buscar, ya de paso me voy a estudiar a casa tranquilo —bufó algo cohibido.

—Sí, bueno, te espero entonces…..pásame la dirección por mensaje de texto —colgó inmediatamente y observó a Dégel—. Buen día.

—¿Dónde estoy?

—Esta es mi casa, lo siento, te traje no sé por qué razón, pero como el bar queda cerca de mi casa entonces me pareció mejor que no pasaras frío allí, sino que vinieras acá……creo.

—Hm….gracias Kardia….—se quitó las mantas de encima—. Lamento mucho todo lo que pasó.

—No, perdóname a mí por meterme en tu vida, tienes razón, es tu vida y tú decides sobre ella, no debería meterme en ello….

—¿Yo te dije eso? —preguntó confundido.

—Bueno, no sé, pero lo leí en tus ojos y llegó a mi mente de esa forma…..—se levantó—. ¿Quieres desayunar algo?

—No, estoy de tarde para ir al colegio.

—Espera….—Kardia lo detiene apenas el chico se levantó—. Está nevando afuera y todos los colegios están cerrados, es más, mi hermano me comentó que no irá a la escuela por eso mismo y llamaré a Dokoh para que lo pase a buscar.

—Hmmmmm…..entiendo, pero debo volver a mi casa.

—No te preocupes, cuando venga Dokoh a dejar al enano, te llevaremos a tu casa…..tu auto está dentro del garaje….

—¿Tienes garaje? Pensé que no manejaban autos.

—No manejamos, pero tenemos garaje, es una ironía ¿verdad? —comentó con una sonrisa, tomó el celular nuevamente y llamó al número móvil de Dokoh.

 

                En ese momento Dokoh estaba en su casa, con el perro durmiendo encima de él, prácticamente babeándolo. El sonido del teléfono celular hizo que el chino abriera uno de sus ojos. Se encontraba en deplorable estado gracias a los tragos que había ingerido, ni siquiera se había sacado la ropa completamente y estaba medio tapado, con una zapatilla encima de la cama y otra abajo, el perro regodeándose encima de él muy a gusto. Luego de dejar a pichón a un lado, buscó el teléfono entre la ropa y las sábanas, encontrándolo allí.

¡Aahg! ¿Qué diablos quieres? —preguntó de muy mala gana, Kardia sonrió del otro lado del teléfono.

−Necesito que me hagas un favor y vayas a buscar a Milo a la casa de su amiguito.

¿Eh? ¿Y por qué tengo que ir yo si es tu hermano? —se acomodó el cabello y mira de reojo el reloj, era muy temprano−. ¡Llámame cuando amanezca, Kardia! Es muy temprano.

−¿Qué temprano ni que nada? ¡Ve a buscar a mi hermano! Me la debes por dejarte en tu casa.

Tú no me dejaste en mi casa, fue Manigoldo.

−Pero a Manigoldo le causa miedo el animal que tienes de mascota, tuve que acompañarlo, y encima te subí al auto ¡Así que no me vengas con esos cuentos! Hazme este favor, además el enano ese vive a la esquina de tu casa.

Ya….ya entendí —susurró y con la mano libre acaricia a Pichón−. Ahora me baño y salgo a buscarlo.

−Bien, así me gusta, tienes que estar presentable, sino ¿qué va a pensar el amiguito de Milo de nosotros? —preguntó retóricamente.

No sé, lo que piensa todo el mundo. Bueno ya me voy a bañar y salgo aaaag −bostezó−. Adiós.

−Adiós….

 

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

 

−¿Ya hablaste con tu hermano? ¿Te vendrá a buscar? —preguntó la mamá de Camus cuando vio venir a Milo.

−Sí, vendrá un amigo de él, dado que mi casa queda bastante lejos.

−No hubiera sido ningún problema llevarte, a decir verdad, es la primera vez que Camus invita a un amigo a estudiar —murmuró el padre, bastante sorprendido.

−¿Eh? ¿En serio? —cuestionó Milo.

−Camus siempre ha sido un niño solitario, desde muy pequeño, por lo que no tiene muchos amigos en el colegio, por eso nunca tuvimos el agrado de conocer a nadie más que a ti, querido Milo Onasis.

−Y me alegra ver que Camus ha cambiado con respecto a eso, en realidad pensaba que jamás iba a salir de su burbuja —volvió a decir el padre, preocupado.

−Sigo aquí presente, padres —inmediatamente Camus se hace notar −. Sé que no soy muy sociable, pero tampoco para que se lo digan a la única persona que he traído aquí.

−Jajajaja lo siento hijo —rió amenamente el hombre−. Y dime, Milo, ¿de qué trabajan tus padres?

−¿Hm? No, señor, no tengo padres, vivo con mi hermano mayor y el padre de este —tanto la mujer como el hombre quedaron sorprendidos.

−No sabía eso. ¿Tu hermano se hace cargo de ti?

−¡Cof, cof, cof! —el niño continuaba tosiendo.

−Más o menos, el papá de mi hermano me adoptó dado que su ex mujer, o sea mi mamá, y mi papá fallecieron en un accidente de autos. Kardia es mi hermano mayor, y como él aun no cumplía la mayoría de edad ni tenía un trabajo, no podía hacerse cargo de mí y antes de acabar en un orfanato, me adoptó.

−No es necesario que nos cuentes tu historia, Milo —comunicó Camus, pero este sonríe.

−No hay problema, no me molesta contarla. Yo estoy muy feliz con mi vida, es verdad que soy un poco agresivo y a veces no sé de donde sale tanta bronca, me siento frustrado y qué más da, algo culpable, por la muerte de mis padres —suspiró profundamente−. Gracias a dios que tengo a Kardia y a Aeneas.

−¿Eras muy pequeño cuando murieron? —preguntó la madre intentando sonar amable y cuidadosa.

−Tenía cinco años, eso pasó hace diez años. Después de eso mi padrastro pensó que sería buena idea mandarme a un psicólogo, estuve al menos tres años, luego lo dejé, pero en la escuela orientaban a mi hermano y padrastro a que continúe, dado que me estaba comportando agresivamente. Aun hoy de vez en cuando visito al psicólogo y al psiquiatra.

−Ah, Camus también fue al psicólogo cuando era un pequeño —dijo la mamá, pero al ver la cara de su hijo, siente que hablo demasiado−. Lo siento.

−No, está bien, Milo nos ha contado su historia y…..está bien.

−¿Hm? ¿En serio fuiste al psicólogo, Camus? ¿Por qué? —preguntó Milo. Camus simplemente negó−. Está bien, si no quieres hablar no te obligaré. El desayuno esta delicioso, gracias por compartirlo.

−De nada, cariño. Visítanos cuantas veces quieras, estamos feliz que nuestro pequeño tenga amigos.

−Jajajaja no, gracias a ustedes por dejar quedarme y…..−el timbre de la casa suena−. Debe ser Dokoh.

−Abriré la puerta —Camus se levanta rápidamente y va a buscar la llave de la puerta delantera.

−Gracias por todo, señor y señora Verseau.

−De nada, hijo, visítanos cuando quieras.

−Adiós, pequeñito —se despidió Milo acariciando los cabellos rojos del hermano menor de Camus.

−Aios….cof−saludó alegremente.

 

                Milo toma su mochila y la ropa con la que había dormido para luego salir por la puerta, despidiéndose de Camus amablemente y afirmándole que lo llamaría hoy a la noche para ver cómo iba con el estudio. Dokoh sonrió al notar a los chicos tan “amorosos” y pensó que probablemente algo había pasado entre ellos en la noche, los miró con cierta picardía. Milo subió al coche y Dokoh pudo alcanzarlo a su casa, pero cuando llegó, Kardia lo esperaba con otra sorpresa.

−¿Qué piensas que soy? ¿Un taxi? —preguntó Dokoh−. Es mi día libre y pensaba entrenar un poco en mi living junto a Pichón, ahora tengo que traer a tu hermano y llevar a tu novio.

−No es mi novio, es el profesor de Milo —señaló al joven a su lado, abrigado hasta los ojos, Milo no lo había reconocido en su momento.

−¿Acaso fuiste a tomar con mi profe de literatura, hermano? —preguntó el rubio sorprendido, pero Kardia le dio un pequeño costalazo para que se le quite lo gracioso.

−¡Claro que no! Se le quedó el auto y fue al bar a llamar a su hermano, pero como nevaba no pudo salir de allí y lo traje hasta aquí…..ahora, Dokoh, llévalo a su casa, queda aquí cerca.

−No quiero molestar, Kardia, está bien, llamaré a mi hermano para que me venga a buscar —comentó bastante cohibido, tratando de no molestar al asiático.

−¡No, no, no! Claro que no, es el chino este el que está mal ¡Lo llevas! Y para asegurarme, yo iré contigo —comentó Kardia a Dokoh, quien una vez más se rindió ante su amigo.

−De acuerdo, de acuerdo, pero me la debes, ya suficiente que tuve que dejar a Pichón solo por esto —gruñó algo enfadado.

−¿Pichón? —preguntó Dégel mirando a Kardia.

−Es un animalejo de dos metros que tiene Dokoh, él dice que es un perro, pero yo digo que es un caballo o algún tipo de mutación genética, el condenado muerde y gruñe, pero para el chino este es un amor de cachorrito —gruñó cruzando los brazos. Dégel se ríe suavemente.

−Bueno, pasa al auto Dégel, tú también —dijo Dokoh acercándose al auto y saludando a Milo con la mano, para ese entonces sale Aeneas de la casa también, aun en silla de rueda.

−¿Qué está pasando aquí? —preguntó el hombre rubio.

−Mi hermano llevará a mi profesor de literatura a su casa, por eso le pidió el auto a Dokoh, ah por cierto, buen día.

−Buen día, hijo, ¿desayunaste ya?

−Sí, la familia de Camus me dio el desayuno. Hablando de eso, tengo que estudiar, seguramente mañana si abrirán la escuela y tengo examen —el muchacho se adentra a la casa para ir en dirección a su habitación, Aeneas cierra la puerta como puede y se mete dentro.

−¿Escuche bien? ¿Milo dijo: “tengo que estudiar”?

 

                El camino a la casa de Dégel fue en silencio, Kardia no quería tocar el tema de lo que había descubierto en los brazos de Dégel, y este tampoco parecía querer hablar demasiado de los acontecimientos de su pasado, ¡No tenía que importarle! En definitiva, no eran novios ni nada. Aunque Kardia no podía evitar pensar en una salida romántica con aquel bello docente. Dokoh comprendía perfectamente, pareciera que los hermanos Onasis le atraían los franceses o algo así, el menor estaba en casa de un niño pelirrojo, con apellido francés, y ahora estaba Kardia atontado por un docente con acento Parisino. Se preguntó en ese instante si el viejo también estaría atraído por un francés y ahí sí, cartón lleno.

−Gracias por traerme, es aquí —comentó Dégel señalando su casa, era más que nada un complejo departamental−. En serio, gracias.

−De nada…..¿quieres que te ayude a salir? Hay mucha nieve afuera —preguntó Kardia intentando abrir la puerta, pero Dégel se negó.

−No hay problema, puedo solo.

−¿Tienes llaves? ¿Tu hermano está en la casa? ¿Necesitas algo?

−No mamá —exclamó Dégel en ironía, Kardia comprendió−. Estaré bien, mi hermano está, seguro durmiendo porque trabaja de noche en el hospital de la zona.

−¿En el hospital? ¿Es doctor?

−No, es enfermero. Actualmente trabaja unas horas, luego que se divorció le fue difícil encontrar trabajo, dado que su esposo era un importante doctor de la zona, y ya sabes, el resentimiento −suspiró−. No sé si lo conoces, su nombre es Itia.

−Oh, sí, Itia —comentó algo apesadumbrado−. Creo que es médico pediatra de la clínica.

−Sí, pero tiene un gran resentimiento a mi hermano Krest por haber terminado con él, eran un matrimonio bastante complicado, yo que viví con ellos durante mucho tiempo te doy fe. Se peleaban todos los días, en la casa, en el trabajo, mientras compraban pan −suspiró−. Mi hermano quiere irse de ese hospital, pero no puede. Tomó unos días de vacaciones, pero Itia no olvida lo que pasó entre ellos y les hace la vida a cuadros.

−Oye, ¿no le gustaría a tu hermano trabajar con mi papá? Bueno, como viste recién mi papá está en silla de ruedas y no puede desplazarse bien. No te preocupes por el dinero, mi papá tiene una buena obra social —comenta con alegría.

−¿Trabajar? ¿Cuidando a tu padre?

−Sí, él quería contratar a un enfermerito que le gustó, pero ya sabes cómo es un padre viejo, quiere comerse a cualquier crio que está por ahí, me parece mejor contratar a otra persona que lo cuide de verdad antes que a un niño bonito que solo busque dinero o sacarle algo al viejo.

−Deberías confiar más en los gustos de tu padre —salió del auto−. Nuevamente gracias por traerme y por dejarme dormir en tu casa.

−¡Espera! Dame tu teléfono así llamo a tu hermano…..

−De acuerdo, a ver déjame ver —buscó entre sus bolsillos y saca su billetera, allí tenía una tarjeta de presentación−. Aquí tienes, la tarjeta es algo vieja, la usaba cuando era editor, pero el número sigue siendo el mismo.

−Gracias, Dégel.

−De nada, gracias señor Dokoh por traerme —Dégel lo saludó con la mano.

 

                Dokoh sonrió y saludó con la mano, luego se retiró con el auto junto a Kardia. Dégel continúa saludando hasta ver que desaparecen por la calle principal, entra a su casa y ve todo prendido, estaba caliente el lugar. Krest, quien había dormido todo el día en el sillón, se despertó apenas escuchó cerrarse la puerta e inmediatamente fue a ver a su hermano.

 

Continuará.

 

¡Espero les haya gustado! Siéntanse libre de comentar.

Notas finales:

Antes que nada, quiero decirle algo a la gente que me lee. Yo realmente me esfuerzo y le pongo mucho empeño a los fics, hace unos días me enteré que uno de mis fics “Obligadamente juntos” fue plagiado por una persona en Whatspad: MicuDeAcuario818 creo se llama así. El punto es que no conforme con eso, un/a imbécil entró a mi pag y en el tema donde yo subía mi sorpresa y frustración a la tipa que me plagio, se atrevió el/la muy ignorante a decirme que la ladrona era yo, que yo plagiaba y demás. Desde ya saben que, si yo subo acá un fic de alguien, pueden ir tranquilamente a mi pag de face y decírmelo, yo todo lo que subo es mío, tengo una forma muy particular de escribir y hacer mis fics, y me sentiría una estúpida si le robara a alguien. Espero que quede claro esto porque realmente estas cosas me enojan. ¡Besos a toda mi gentita! 


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