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El anillo por Jesica Black

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Capítulo 6

 

 

 Itia Gliese era un joven griego de 35 años, su cabello negro y sus ojos claros resaltaban por donde iba. Se había casado muy joven con Krest Verseau, un muchacho francés que había conocido en la facultad de medicina, pero se divorció hace al menos cinco años, luego de una frenética pero apasionada relación.
No es que no siguiera amando a Krest, aun pensaba en tener una familia y convertirse en padre, pero fue el mismo francés quien cortó la relación, alegando que si continuaban peleándose, en algún momento uno de los dos daría la nota y levantaría la mano al otro, lo que ocasionaría escenas de violencia que no podrían parar, pero Itia no lo veía así. Siendo el mayor de 8 hermanos, Itia siempre tuvo que resaltar, sea por su fuerza, por su cuerpo, por su enorme atractivo o por lo que fuera, pero tenía que ser el guía para sus hermanos pequeños que ponían todo en él. Sus padres estaban divorciados y se peleaban continuamente, suponía que de ahí mamo todo el conflicto que luego traspasaría a su relación.
Ese día era tranquilo, tenía una visita por un niño enfermo en una casa, con esa nevada ¿quién no estaría enfermo? Llegó al lugar y una mujer muy preocupada lo atendió y lo guio a la habitación del pequeño. Itia sonrió al ver al nene de tres años tosiendo en su cama, abrazado su juguete, un oso de peluche enorme, con los ojitos ligeramente rojos y un rostro afiebrado. Ya podía el mismo figurarse como padre del pequeño pelirrojo.

—Buen día pequeño, a ver, te revisaré para ver cómo estamos –murmuró el hombre mientras ayuda al niño a levantarse y tomando el estetoscopio lo coloca en sus oídos para escuchar la respiración—. Respira por la boca.

—Aaaah……aaaah –el niño inhaló y exhaló todas las veces que fueron necesarias.

—Muy bien, tomaré la fiebre –buscó en su bolso un termómetro—. Di ¡aaaah!

—¡Aaaah! –el niño abre la boca y el hombre mete el termómetro debajo de la lengua.

—Muy bien, pequeño. –Volteó a ver a la madre–. ¿Hace cuánto está así?

—Desde hoy en la mañana –respondió, tanto el padre del niño al igual que Camus, el hermano mayor, espiaban desde la puerta.

—Bien, por lo que veo tiene una bronquitis aguda, seguramente algo le hizo inflamar los bronquios.

—¿El frío tal vez?

—Jajajajajaja, no señora. El frío no hace daño, pero tal vez las bacterias que están en lugares específicos de la casa y que el niño es alérgico, pudo haber hecho que se le inflame los bronquios. Le daré un jarabe para la tos, y se tiene que nebulizar al menos cuatro veces al día…. –miró el reloj y le saca el termómetro—. Treinta y ocho, es mucha fiebre para un niño tan pequeño.

—¿Uste es un súpe héroe? –preguntó Brendan mientras se acobija, Itia sonríe y le acaricia la cabeza.

—Jajajaja eres muy astuto. Bien, le daré otro jarabe por la fiebre –anotó el nombre de los medicamentos—. Que lo empiece a tomar apenas tenga la medicación, el remedio de la fiebre es una cucharada sopera cada ocho horas. El otro es tres veces al día, las nebulizaciones son cuatro veces al día.

—¿Se pondrá bien, doctor? –preguntó la madre, nostálgica.

—Claro que sí, es un niño muy fuerte. Bueno, debo irme, tengo otras visitas que hacer.

—Gracias por venir, doctor.

—No, de nada…..—sonrió, pero dentro de su cabeza probablemente estaba pensando porque Krest no le daba la oportunidad de ser padre, pues al ver al pequeño pelirrojo, le había dado más ganas de convertirse en uno.

 

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—¡Si, Aioria! –comentó Milo, estaba sentado en la silla frente a su escritorio con una tonelada de libros, sosteniendo un celular en su mano derecha—. Me quedé toda la puta noche leyendo esta mierda, para saber que Alexander se cargó medio continente y viene la nieve a cagarla.

Jajajajajaja bueno, al menos podremos tener el examen la próxima semana –dijo del otro lado del teléfono—. Tal vez no te sacabas buena nota después de todo, tienes tiempo para estudiar.

—Pero mientras todos los párvulos corren como idiotas por la calle tirándose bolas de nieve, yo estoy aquí leyendo sobre un tipo que vivió hace mucho tiempo. ¡Qué envidia! –miró por la ventana unos minutos como los chicos hacían muñecos de nieves.

¿Por qué no aprovechas y te haces un resumen? Luego sales a joderle la vida a los vecinos un rato, y puedes dos días antes despertarte fresco como lechuga y leer esa mierda que hiciste ¡asunto arreglado!

—Mis resúmenes nunca serán tan buenos como el de Camus.

¿Camus? ¿Una noche en su casa y ya es “Camus”? –se rió, un poco en joda y un poco de verdad.

—Oye, bueno, hicimos un trato, él me ayuda en esto y yo le doy clases de gimnasia.

¿En serio vas a ayudarlo? Te recuerdo que estuviste a punto de dejarlo con una pata rota.

—¡Que bestia que eres, Aioria! No es pata, es pierna. Pata tienen los animales, como tú, que eres una gata que tira pelos –se burló también.

¡Óyeme tú!

—Suenas como mi padrastro cuando quiere regañarme por algo que hice.

Jajajaja lo siento, viejo. Por cierto, ve practicando porque seguro cuando volvemos, Hakurei nos rompe bien el culo en matemáticas.

—¿DE NUEVO? ¡Qué viejo desgraciado! Como él no la pone desde hace un siglo, nos viene a cagar a nosotros…..—suspiró indignado—. Bueno, no nos queda de otra.

Sí, es verdad. Bueno, tengo acá unos invitados, mi hermano trajo a unos amigos que no había visto hace tiempo y están todos en casa –Aioria escuchó unos ruidos de abajo.

—Oh, qué bueno, al menos hay espécimen nuevo en tu casa, yo tengo a estos dos leones viejos….

—¿A quién le dices leones viejos, retardado? –la voz de Kardia se hizo notar.

—Debo irme, Gato, nos vemos.

Jajajajaja nos vemos –Milo colgó el teléfono.

—¿A quién llamas leones viejos? –entró al cuarto—. ¿Estás estudiando? ¿En serio? ¿No tienes fiebre? –le colocó una mano en la frente.

—¡No tengo fiebre! Y, por cierto, ¿ya dejaste de babear por mi profesor o aun tienes saliva ahí dentro? –se levantó, acomodándose la ropa.

—Que gracioso eres enano, vamos a comer, hice unas pastas a la Kardia….

—¿A la Kardia? –preguntó.

—Mucho picante y verduras, tu solo come…..luego sigues estudiando esta….ehm….cosa –mirando por encima los libros.

—Historia, historia.

—¡Si, ya….ya lo sabía! ¡Lo que sea! Vamos…..

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                Era la primera vez en su vida que no podía concentrarse para un examen, por más que lo intentaba varias veces, seguía perdiéndose en sus pensamientos y dibujando en el margen de sus hojas. Como siempre, hizo el resumen, pero no podía leer más de dos palabras, dado que si empezaba con el siguiente párrafo u oración, se perdía nuevamente en su mundo de los sueños y no, no estaba para nada cansado, era sólo que se distraía más de lo común.
Al principio creyó que estaba enfermo y se tomó la temperatura, pero no lucía como su hermanito menor, quien se encontraba reposando en su cuarto, sino que él parecía saludable y cada vez que se miraba al espejo, podía observar su pálido tono de piel natural.
Nuevamente se tomó la fiebre con la mano, se acercó al espejo, tiró hacia abajo para ver mejor sus ojos, algo que le hiciera dar por hecho de su enfermedad y por más que intentaba buscar “algo”, no lo encontraba.

 

                Bajo entonces a la planta baja de su casa, aun nevaba fuerte afuera y no había pasado más de una hora de las doce del mediodía. Se sentó en la silla y cruzando los brazos encima de la mesa, apoyó su cabeza allí, intentando descansar un poco. Su madre, quien estaba haciendo la comida, lo observó de reojo.

—¿Qué ocurre, cielo? –preguntó la mujer.

—¡Por más que intento, no logro concentrarme! –explicó el chico, como algo completamente anormal en él—. Intento leer un párrafo de todo el resumen que hice, pero he dibujado y garabateado más de lo que me ha entrado en la cabeza. Ayer me la pasé todo el día estudiando y hoy perdí energías.

—Tal vez debes relajarte un poco.

—¡No puedo! Perderé la beca –bufó molesto, la mujer dejó de lado la comida y seca sus manos con el delantal.

—A ver –se le acercó para medir la fiebre, pero tampoco logra detectar temperatura—. Bueno, no tienes fiebre. ¿Has comido bien?

—Tú viste que desayuné muy bien hoy a la mañana. Aaaah –suspiró.

—¿Y qué te tiene tan ido? ¿En qué tanto piensas? –preguntó la mujer nuevamente, intentando hallar alguna respuesta.

—Me preguntaba si Milo habrá entendido todo lo que le explique…..—bufó, usó su codo para apoyar su brazo en la mesa y dejo caer la cabeza encima de su mano—. Milo no parece tan inteligente.

—Jajajajaja, tranquilo, ¿es todo lo que te preocupa? No es na….

—Además Milo me dijo que me llamaría, aun no me ha llamado, me pregunto si habrá llegado bien a casa –la mamá iba a responder, pero inmediatamente su hijo la interrumpe—. Además, Milo me dijo que me ayudaría en educación física….

—Vaya, bueno, parece que Milo tiene ocupada tu cabeza –esta frase hizo que el muchacho se pusiera tan rojo como su cabello, al notar eso la madre comenzó a reir—. Hijo, por favor, no te pongas así, es completamente natural.

—¡No lo es! Milo es un chico.

—¿Y? –preguntó, sorprendiendo al joven—. Milo es un muchacho apuesto, al igual que tú.

—Es diferente –miró hacia otro lado, intentando ignorar la mirada de su madre.

—Jajajajaja claro que no, cariño. Pero bueno, está bien, estas en edad de comenzar a sentir cosas y me alegro que haya llegado….

—¡No es lo que tú piensas, mamá! A mí no me gusta Milo.

—Pero tu mente no dice eso. Me has dicho al menos tres preocupaciones y las tres tienen que ver con él, sino te gusta entonces estas obsesionado….—Camus frunció el ceño.

—Milo me molestaba mucho cuando yo era pequeño……él me hacía la vida imposible en el colegio –gruñó, nuevamente ignorando el hecho que comenzaba a temblar de frio y sus mejillas estaban coloreadas.

—¿Ah, verdad? –se preguntó la mamá a sí misma, con leve ironía.

—¡Es verdad! No me dejaba en paz ni un segundo. Se burlaba que era gordo y feo…..además que mi cabello era color fuego.

—Jajajajajajajaja.

—¡MAMÁ! No te rías –Camus se levantó, aún más avergonzado.

—Lo siento, lo siento, pero de verdad es muy gracioso, lo lamento mucho…..—se tomó el pecho y sonrió—. Eso me da indicios que también le gustas.

—¿Eh? ¿Cómo puede ser eso posible? –cuestionó sin entender.

—Tal vez no sabes cómo funcionan los niños. Cuanto más te molestan es que más le llamas la atención, y que se fije en detalles de ti es muy mono –Camus no parece estar de acuerdo, aun así, pareciera pensar lo que su madre le decía.

—Mamá, ¿tú crees que Milo…..está interesado en mí?

—Bueno, sólo lo conocí hoy y veo que se llevan muy bien, al menos es un chico agradable. Creo que deberías invitarlo más seguido, tal vez nazca algo, sino es amor, tal vez una hermosa amistad.

—No mamá, no creo poder ser amigo de Milo, somos tan diferentes…..—bajó la mirada y se sentó—. Él es el más popular, tiene un cuerpo de en sueños porque se la pasa entrenando, es un cabeza hueca, pero también es amable y social, es verdad que me lastimó porque pensó que era débil y una carga para el equipo, pero también veo la humanidad en él, cuando habla con sus amigos. ¡Le tengo tanta envidia!

—Es normal, es un muchacho con muchos amigos…..

—A mí me cuesta tanto afianzar una relación, y él parece que lo hace tan fácil…..solo mirarlo hablar con Aioria, mientras pasa un mechón de su rizado cabello por detrás de sus orejas y finge prestar atención mientras, seguramente, está desnudando a la de los helados –golpeó la mesa—. ¿En qué diablos pienso? Él nunca sería gay.

—Bueno, ¿tú alguna vez pensaste que serías gay? –cuestionó la madre, Camus la mira horrorizado.

—No soy gay.

—Si estás pensando en un chico de esa manera, bueno, tal vez no seas gay, pero tienes un amorío gay. Dime, ¿te gusta alguna niña del colegio?

—¡Dios, no! Todas son lelas……….piensan en novios y maquillaje y perfume…..—se aferró la cabeza—. Son las típicas chicas que seguramente le gustarían a Milo.

—¡Y ahí vuelve la burra al trigo!

—¡Mamá! Sí, ya sé, estoy obsesionado con Milo –suspiró angustiado—. Pero no sé qué hacer, no sé si me gusta o no…..sólo sé que no me es indiferente.

—Es el primer paso a la eternidad.

 

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Casa de Dokoh.

 

                Dado que Dokoh no había ido a trabajar por la nieve, se quedó toda la tarde en la cama junto a su “adorable” perro Pichón. Allí estaban los dos, con la calefacción prendida, despatarrados. Dokoh llevaba puesto sus bóxers azules a rayas blancas y una musculosa color blanco, donde exaltaban su figura fuerte y fornida. Al lado el perro que se desperezaba a lo alto y ancho, mientras se movía de un lado al otro. El ruido del timbre lo hizo despertar. Luego de traer a Milo a su casa y llevar al docente del mismo también a su vivienda, y obviamente devolver a Kardia a la suya, se desvistió y saltó a su cómodo colchón. ¿Quién diablos era? Seguramente alguno de los vecinos. Quiso aparentar que nada pasaba y continuó durmiendo, pero el timbre volvió a sonar, esta vez mucho más rápido y más veces.

—¡Ya voy! –Gritó, levantándose lentamente mientras se acomodaba el pelo, bostezaba y se estiraba.

 

                El departamento de Dokoh era justo a su medida. Tenía una pequeña habitación donde dormía con Pichón, una sala de estar pegada a la cocina y comedor, todo junto, un baño a la derecha y la puerta que daba al enorme patio que compartía con los demás inquilinos. No era la gran cosa, pero pagaba la mitad que en su anterior departamento y era mucho más grande, por lo que apenas le firmó el contrato a la anciana mujer, se mudó con todo y perro. ¡Ah! Lo mejor era que aceptaban mascotas.
Así como dormía, se acercó a la puerta y miró por la mirilla de la misma, viendo sólo una mata de cabellos rubios. Se sorprendió, pero entre abrió la puerta para ver quién era.

—¡Soy yo, Dokoh! –la voz la reconoció—. Shion.

—¡Shion! –abrió la puerta sin darse cuenta del frío que hacía afuera y de la escasa ropa que llevaba puesta—. Aaaagh, que frío.

—Claro que hace frío, si estas prácticamente desnudo…..—Shion estaba algo avergonzado, por lo cual, miró hacia a otro lado.

—Lo siento, lo siento….pasa, entra, así no estás muriendo de frío afuera –lo deja pasar y cierra la puerta detrás de él. Inmediatamente se dirige a su cuarto a cambiarse mientras Pichón festeja la llegada de Shion.

—Sí, sí, Pichón, yo también te extrañé……—susurró, siendo babeado y lengüeteado por el canino.

—¿Qué haces por aquí? –preguntó aun desde el cuarto, Dokoh.

—Mis primos y tíos viven en la casa de junto, vine a quedarme un tiempo con ellos hasta que terminen de pintar mi departamento.

—¿Primos y tíos? –cuestionó, intentando asimilar el parecido de sus vecinos con Shion—. ¿Cómo se llaman?

—Hakurei y Sage de Altar, son gemelos……—Dokoh sale de su cuarto, mirándolo interrogante—. ¡Dos personas iguales!

—¡Sí, sí! Sé que es gemelos, pero no recuerdo mucho a mis vecinos. Tú sabes, salgo muy temprano y llego muy tarde a casa, mientras Kardia se va a las 6, yo a veces me vuelvo a casa a las 9, e hiberno hasta el día siguiente.

—Ya veo, la calefacción funciona aquí –se empezó a quitar la campera—. ¿Cómo estás?

—Bien, bien, aquí con Pichón….. –hace crujir sus huesos al estirarse—. Las cosas siguen igual.

—¿Y el divorcio? –preguntó indiferente o al menos haciéndose el indiferente.

—Oh, eso…..pues aún no lo firmo.

—Llevas el anillo de casado….—señaló la mano derecha de Dokoh.

—¿Cómo lo viste?

—Es normal, tienes siempre las manos descubiertas para preparar los alimentos, es normal que te vea las manos –bufó, tal vez algo molesto, Dokoh sonrió.

—Es verdad, pero te voy a ser honesto, no puedo sacármelo….

—¿Eh?

—Parece que engorde un poco desde que me casé, y siento que si me lo saco, explotaré o algo así…..

—Espera, me estás diciendo ¿Qué te crees una granada?

—¡Nooooo, no, no, no! Es que, mira mi dedo –le mostró la mano, obviamente el anillo estaba incrustado de tal manera que era imposible sacarlo, dado que se había moldeado perfectamente y aunque sus manos habían crecido, el anillo seguía allí apretando—. Parece que me corta la circulación.

—¿Usas a menudo esta mano? –preguntó tomándola.

—¿Piensas cortármela?

—Sólo pregunto –comentó, riéndose un poco.

—Sí, bueno, lo necesario…..—también rio ante su propio comentario.

—¿Has intentado con aceite? Es bueno para deslizar cosas……

—¿No te gusta que lleve mi sortija o qué? –preguntó Dokoh, arqueando la ceja.

—No es eso, es que…..cuando sigues con algo de hace tiempo, de una relación pasada, significa que no lo has superado. Cuando rompí con mi ex pareja, borré el tatuaje que hice en mi…….—Dokoh lo miró—. Olvídalo, el punto es ¡Parte de cortar una relación es cortar los lazos!

—Bueno, Pichón fue un regalo de una ex y no pienso dejarlo……—bufó, Shion sonríe de costado.

—No…..no….—se apartó de él—. Ven, vamos a ver una película por cable.

—¿Quieres quedarte? Oh, tengo que comprar algunas botanas, tengo la heladera vacía.

—No te preocupes, no como mucho…..

—¿En serio? –arqueó la ceja.

—¿¡Tú también me harás ese chiste!? Si, era rellenito cuando era pequeño ¡pero he adelgazado! Que me coma un pastel por semana no significa que…..

—¿Un pedazo de pastel?

—…………ehm…..sí….sí, eso es lo que quise decir…..

 

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Casa de los Dómine.

 

                Krest entró a la habitación luego de toda la tarde, Dégel seguía allí sentado tecleando en la computadora sin parar, apenas había comido algo desde que llegó y eso preocupaba bastante a su hermano mayor. Sabía que Dégel era bastante especial, había sufrido mucho en la niñez y aún continuaba con traumas a referencia de las relaciones interpersonales, aun así, Krest siempre creyó que su hermano menor era lo suficientemente fuerte para salir de esas cosas y al verlo esa misma mañana con dos hombres en un carro, creyó que al fin Dégel había conseguido buenos amigos, pero ahora, estaba encerrado.

—¡Dégel! –intentó llamar su atención, pero el chico continuaba con su mirada en el ordenador—. ¡Por favor, Dégel! Has estado así más de tres horas, te hará daño a la vista.

—¿Eh? ¿Qué? –Dégel volteó para ver a su hermano—. Oh, Krest, ¿qué haces?

—¿Cómo que qué hago? Quiero hablar un rato con mi hermano –se apoyó en la puerta y lo miró—. No has comido nada desde que llegaste y estas como zombi frente a la pc.

—Lo siento, es que se me ocurrió una idea para una novela y no me di cuenta del paso del tiempo, lo siento.

—No tienes que sentirlo, sólo quiero hablar un rato con mi hermano, es todo –hace una pausa—. Espera ¿dijiste novela?

—Sí, una novela.

—No has escrito nada en los últimos cinco años. ¿Por qué ahora? ¿Pasó algo?

—¿Hm? Pues……no estoy seguro, pero me dieron ganas de empezar……es sólo….lo que llaman “inspiración”.

—¡Ja! Inspiración, claro…—sonrió—. ¿Y cómo se llama esa inspiración de cabellos azules que estaba en el auto que te trajo?

—¿Me estabas viendo? –preguntó girando bruscamente con una mirada de sorpresa.

—¡Pues claro que te estaba mirando! Vivo aquí, contigo, así que te estaba mirando —suspiró—. Bueno, ¿me dirás como se llama? ¿Pasaste la noche con él?

—¿Qué? ¿Cómo voy a pasar la noche con alguien que apenas conozco? No soy como tú –frunció el ceño, Krest suspiró.

—No tiene nada de malo eso, Dégel. Tienes 22 años y aún no has tenido pareja, siempre encerrado en tu cuarto estudiando….

—Eso me recuerda a un alumno, el que te conté –bramó colérico—. A veces pienso que va a terminar así, le dije que intentara ser más sociable, lo incentive a que le de clases particulares a Milo Onasis.

—¡Jajajajajaja! ¡El muerto se ríe del degollado! Por favor, hermano. Tú no estás mucho mejor que él, desde que tengo memoria, jamás saliste de casa, siempre encerrado en tu cuarto, recuerdo que le ponías seguro a la puerta.

—¡Tú sabes por qué le ponía seguro! –la última frase hizo que Krest quede callado y Dégel respiró más fuerte—. Lo….lo siento…..

—No, no, no tienes que sentirlo Dégel…..—murmuró Krest, caminó hasta la cama y se sentó allí, cabizbajo—. Yo no sabía lo que pasaba……yo creí……que no te hacía nada a ti.

—Ya no importa, está en el pasado –se enderezó para volver a escribir, pero sólo buscaba terminar la conversación.

—No se ha quedado sólo ahí, porque si se hubiera quedado sólo ahí, tú hubieras progresado, tú serías más abierto y sociable con otros –intentó persuadir.

—No soy tú.

—Lo sé, lo sé, y tampoco quiero que lo seas, porque ¿qué singularidad habría si dos hermanos fueran exactamente iguales? Pero, nunca hablamos de esto y creo que en algún momento teníamos que hablar sobre lo que nos pasó……—sonrió de costado. Dégel juega con el anillo de su dedo—. Sólo recuerdo una vez que fuiste amable con alguien.

—¿Hm? –Dégel se da la vuelta para ver la mirada de su hermano, era hermosa, la luz le pegaba justo en la cara, mostrando su sonrisa.

—¿No lo recuerdas? –se levantó y caminó hacia él—. El origen de ese anillo.

—El origen –susurró observándolo, su hermano lo acarició con la yema de los dedos—. No recuerdo mucho, era muy pequeño.

—Sí, pero aun así con todo lo que sufrías diariamente, tú te atreviste a enfrentar a alguien que estaba angustiado y regalarle una sonrisa, creo que este anillo demuestra que puedes acercarte a otras personas –susurró y se arrodilló frente a Dégel—. Siempre temí por ti, Dégel, siendo un joven tan guapo e inteligente, que no pudieras formar tu propia familia, tu propio micro universo. Me gustaría que salieras más y estuvieras menos sentado en el computador.

—Lo sé, es tan difícil…..

—No es difícil, mira…..este anillo –tomó la mano y la levantó un poco—. Esto demostró que tú tienes eso, ese tacto con la gente, esa sensibilidad.

—Lo sé….

—¿Entonces?

—Yo…..me acerque a él porque sentí que su angustia me tocaba el corazón, lo vi allí sentado con la cabeza gacha y…………….—se detiene un momento—. ¡Ah! Por cierto, tengo un trabajo para ti.

—¿Eh? ¿Cómo cambiamos de tema tan rápido? –preguntó confundido.

—Lo siento mucho, Krest, pero pensar en ese muchacho hizo que inmediatamente se me viniera a la cabeza el chico de cabello azul que viste en el auto, se llama Kardia y es el hermano mayor de un alumno mío……le di mi número para que te contactara.

—¿Y por qué no le diste mi número? –arqueó la ceja.

—Es que……bueno, en ese momento no me di cuenta…..—Krest sonrió y comienzó a reírse—. ¡No te rías!

—Te gusta ese chico, lo sé, lo veo en tus ojos, con la simple idea que él me llame te pones celoso –se levantó del suelo.

—¡Cla….claro que no! –Dégel se sonrojó intensamente.

—Jajajajaja por favor, no lo niegues más, tranquilo, no te lo quitaré, pero me gustaría conocerlo, ah, ¡Es cierto! ¿Para qué me quiere contratar?

—Su padre está en silla de ruedas y él trabaja casi todo el día, también su hermano va al colegio, y como tú estás todo el día aquí en casa, pues, nunca está de más un pequeño empleo.

—Es verdad, bueno, entonces esperaré su llamado –caminó hacia la puerta, dispuesto a irse.

—¡Krest! –lo detiene con un llamado de atención, el muchacho se da la vuelta—. ¿Cómo lo superaste?

—Dégel, esas cosas nunca se superan………simplemente se vive con ello…..—murmuró.

—Muchas veces quise romperme la cabeza contra la pared para olvidarlo, pero no puedo, siguen las imágenes mentales, siguen los sueños. Me pregunto ¿por qué a mí? ¿Por qué nosotros? Y lo peor, es que sigue vivo y campante, seguramente haciendo lo mismo a otras personas.

Anthony Bermonte…….—susurró Krest—. Viejo desgraciado.

 

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Dos días después. 8:30 am.

 

—¡NO CORRAS TAN LEJOS! –gritó una mujer que traía unas bolsas de compra, un niño abrigado de pies a cabeza estaba persiguiendo una pelota que anteriormente había llevado en las manos—. ¡BREN, TE DIGO QUE NO CORRAS!

—Yo voy a buscarlo mamá –habló Camus, quien también llevaba una bolsa, la mujer sonríe a su hijo mayor y lo ve correr detrás del más pequeño.

 

                La pelota golpeó el pie de un hombre, el cual levantó la misma con sus manos y sonrió al ver al pequeño niño corriendo hacia él. El cabello rojo era bastante crecido para ser un niño de tres años, además de tener esa dulce mirada infantil. Cuando el pequeño llegó frente a él, extendió sus brazos para que le pasen la pelota.

—Gracias –sonrió el niño.

—De nada pequeño……—le acarició los cabellos.

—Bren, ven aquí –camino Camus enojado con su hermanito, pero detuvo su marcha cuando vio a un hombre de mediana edad parado frente a él, tenía cabello castaño con canas y estaba tan abrigado como el niño—. Gracias, señor.

—De nada….. ¿qué hacen dos niños tan pequeños solos en la calle? –preguntó mientras se acercaba sigilosamente hacia el menor.

—Estamos con mi mamá, pero viene detrás de nosotros.

—Oh, ya veo…..—comentó el hombre y acarició los hombros del niño, quien seguía ido con su pelota—. Pensé que necesitarían un aventón.

—No, estamos bien vivimos cerca –señaló una casa que estaba solamente a unos metros.

—Oh, qué casualidad, yo vivo en esta casa, somos vecinos entonces –sonrió el hombre, Camus asintió.

—Hola, disculpe…—la madre había llegado—. ¿Dijo que es de este edificio?

—Me acabo de mudar, soy el inquilino de la casa de al lado, mucho gusto señora…..tiene unos hijos muy educados. Yo tengo un hijo de la edad de este hermoso niño –colocó la mano en la cabeza de Brendan.

—¡Si mami, podré jugar con él!

—Jajajaja claro, claro…..mucho gusto señor, soy Irina de Verseau, y ellos son mis hijos, Camus y Brendan Verseau……vivimos aquí junto —comentó—. Sería genial que su hijo jugara con el mío, casi no hay niños en el vecindario.

—Claro, le diré y lo invitaremos a jugar…..será divertido….

—Bueno un gusto, señor ¿cuál es su nombre?

—Anthony, Anthony Bermonte.

 

continuará

 

 

 

Notas finales:

¡BUEN DIA GENTITA! Espero que les haya gustado este capitulo, y va dedicado a toda la gente que se ha tomado 5 minutos para dejar un comentario al fic, sé de muchos que no dejan nada pero aun así siempre reclaman actualización y creanme que con mi trabajo y demás cosas que hago muchas veces me pregunto si realmente vale la pena seguir escribiendo cuando hay gente que apenas y se digna a darte animos. 

Pero ahi estan ustedes!!! LOS QUE DEJAN COMENTARIOS Y ANIMAN! Así que esto va para cada uno de ustedes. Gracias por tanto amor y perdón por tan poco de mi parte, intentaré mejorar día tras día para traerle fics de calidad!!!

 

GRACIAS:

-Sofia_Daralas0410
-Maxi anime
-atavaka
-Tifa
-Athena Achm
-Mel.
-Yuko-Ichihara.
-Byeol.
-Kirara
-Leo no cassiopeia
-Euridice
-Lady_Scarlett
-DianBuRa
-Luisa
-MissCherryM
-Ayelen
-ScarletRoss
-Jesica DeWitt


¡GRACIAS TOTALES!


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