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Cobardía por Naomiyaoi38

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Notas del fanfic:

One shot relacionado con mi relato Achilles ya que en realidad los personajes pertenecen a una historia que escribiré en el futuro, muy en el futuro. Aunque pueden leerse de manera independiente ya que en este caso ninguno afecta a otro.

Historia registrada. Todos los derechos reservados.

Este pequeño escrito va dedicado todo a Angel Atenea, ya que lo había escrito pero no lo publicaba por mera ladilla de pasarlo a Word. :v Por ti mi querido Satán luché contra la ladilla. :v <3 

Su respiración se tornaba cada vez más pesada a la vez que roncos gemidos escapaban de sus agrietados labios. Se estremeció ante aquellas ásperas manos que recorrían ondulantemente su abdomen, sus caderas, sus muslos, mientras que una húmeda y cálida boca devoraba con gula su virilidad. Calisto se dejó caer de espaldas sobre la gran roca donde había yacido sentado, asiendo el oscuro y ligeramente corto cabello del centauro que aniquilaba su raciocinio.

Fijó sus ojos azules en el imponente centauro, quien de pie ante él, le mantenía bajo la dominación de sus manos, de su boca, de su ser. Profirió un quejido cuando aquella criatura apretó sus tensos testículos, estando al borde de estallar. Sintió la risa del centauro amortiguada contra su erecto y palpitante miembro. Aquella maldita criatura osaba reírse de él. ¡Cómo se atrevía a hacerlo! Más aún, cómo él podía siquiera seguir permitiendo esto.

Se suponía que estaban en guerra contra aquellas criaturas, ¡que él era hijo de quien dirigía la lucha contra aquellos seres! ¿Entonces estar allí de semejante forma no era una traición a su padre, a los suyos? Y todo por desobedecer a su padre y su orden de no acompañarle a luchar. Había desobedecido y terminó perdido en los bosques de la batalla en espera de la muerte. Aunque en lugar de esta había sido hallado por esa criatura que ahora le hacía retorcerse, debatirse, pugnar con lo que agitaba sus entrañas, cada parte de su cuerpo con suma intensidad.

Frustrado por aquellos sentimientos que le carcomían, e inmensamente excitado por la carnal forma en la cual el centauro le hacía caer, haló bruscamente la cabellera de Alcander. Este rio nuevamente contra su sensibilizada carne fijando su cobriza y lujuriosa mirada en Calisto.

—¿Qué sucede, niño, estás enfadado? —dijo con un ápice socarrón en su tono, deslizando sus húmedos labios por la extensión del miembro de Calisto a la vez que usaba su mano izquierda carente de un par de dedos para estimularle.

—¿Por qué habría de molestarme siquiera en enfadarme por una criatura tan baja como tú? —replicó altivo con un dejo de exasperación brillando en aquellos ojos azules nublados por el placer, negándose a pesar de todo a demostrar todo su sentir hacia una criatura a la que desde el inicio le habían enseñado que solamente debía despreciar.

—¿Una criatura tan baja? —ronroneó ronca y burlonamente —. ¿Un centauro quien como yo te está devorando, quien desea montarte y hacia el cual tu deseo es innegable? ¿A una criatura así te refieres? —dijo con incipiente dureza engullendo de nuevo la virilidad de Calisto, tomándole en su boca de manera casi agresiva, hambrienta, sin tregua.

Calisto cerró los ojos mientras su rizado y castaño cabello se pegaba a su sudada y afiebrada frente, sucumbiendo a las sensaciones que le hacían casi retorcerse, vibrar perdido en una ardiente vorágine que le consumía, hasta explotar en aquella furiosa cúspide de placer. Percibió cómo unos labios recorrían sus muslos y unas manos acariciaban su cuerpo ya no con la misma lascivia, sino de manera casi reconfortante.

Abrió sus ojos respirando aún un tanto pesado, cruzándose con la mirada del centauro, encontrando en aquellas pupilas cobrizas un ápice de calidez hacia él. Tragó saliva sintiendo la garganta reseca y una tenue opresión agitarse en su interior ante la forma en la cual le trataba aquella criatura, el saber la manera en la que a él le era inevitable ceder a sus deseos, por más que pugnara contra ellos. Alargó su mano hacia la izquierda del centauro, acariciando los toscos e irregulares bordes de los dedos mutilados. Aquel centauro se suponía que era una criatura tan baja, monstruosa, salvaje a la que debería despreciar, anhelar acabar con su existencia. Y sin embargo no era así. Infortunadamente para alguien como él no lo era. Por ello quizá a veces era más fácil fingir que aún le odiaba. Todo era más fácil de esa manera antes que indagar en lo que latía en su ser, aquello lo cual podía representar su caída y la destrucción de su honor. Realmente mientras no pensara en eso, todo siempre sería más fácil, así fuera una cobardía.

 

 


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