MidoTaka
Eso no era posible, no podía serlo… intentas convencerte de que no lo es, seguramente es un seráfico y desolador sueño, ansiabas con cada fibra de tu ser que esto pasara, sin embargo, ahí estas con los ojos abiertos como platos y una expresión entre felicidad e incredulidad. Tienes que hacer algo si no quieres que la oportunidad se vaya.
Pero claro, no es de todos los días que aquella persona que tanto añoras se te haya confesado y como si eso no fuera suficiente con una caja de chocolates. Pero si no se te cayó la quijada al piso fue por la siguiente frase; oha asa dijo que los cáncer tienen que confesar sus sentimientos hacía la persona que crean especial. Si no lo hago podría morir.
Finalizó la frase que vas a recordar por el resto de tus días y se ajustó los lentes, tratando de disimular su sonrojo, pero tú como siempre, tienes que dispersar las inseguridades que en este momento te carcomen.
— ¿Es enserio?—preguntaste, sintiéndote estúpido
—Y-Yo no bromearía con esto, Takao —y en ese momento te sentiste en las nubes, la única razón por la que no te desmayaste fue porque estabas tan feliz como para perderte las valiosas y sublimes expresiones del amante de horóscopos.
Observaste ensimismado cómo desviaba la vista y parecía encogerse por la ferocidad de tu mirada, definitivamente nunca olvidarías este día.
—Tú también me gustas, Shin-chan.
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KiyoHana
— ¿Acaso eres imbécil? —preguntó mientras fruncía el ceño, sus gruesas cejas parecían querer unirse. De un momento a otro su expresión cambió de furia a una burlona…Y la tuya simplemente permaneció serena, esperando una respuesta —. Oh, perdón, vaya que lo eres, corazón de hierro.
Mala idea la tuya al arreglar las cosas entre Hanamiya y Hyuuga.
Fue un proceso muy lento —vaya que fue lento— pero ahora como universitarios y personas maduras debían aprender a perdonar, así fue como con ese pensamiento lograste que hicieran las pases. Lo que no lograste prever es que ahora ambos te molestan.
—No me digas así, Makoto —proferiste afable, con la esperanza de que aquel estúpido apodo permaneciera en el pasado.
—Corazón de hierro, corazón de hierro —escupió con burla. No debes desesperarte, no sucumbas ante el enojo, sé tolerante con él, como siempre.
Y así fue como olvidaste completamente tu confesión, sabías que Hanamiya no se lo tomaría enserio y que tendrías que repetir el proceso más de un par de veces, pero no te importaría, estarías dispuesto a hacerlo.
Lo que no esperaste es que después de discutir, Makoto se sintiera exhausto y decidiera tomar una ducha.
Su cabello mojado, su pálido rostro con gotas de agua, la mitad de su cuerpo destapado…Se veía realmente apetecible, así que sin pensarlo en absoluto te acercaste a él. Tus labios finalmente le brindaron un ósculo a los contrarios y estabas dispuesto a recibir un par de golpes.
Pero la alegría te inundó cuando sentiste que sus belfos se movían sobre los tuyos.