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Secretos por Polaris

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Notas del capitulo:

Bien, bien... pues a leer.

                Capitulo 3 : Los años

 

 

-¡Terry! – Llamo Aqua babe, un Omega atlante, hijo de Arthur. A Terry le gustaba molestarlo por esa apariencia delicada que se cargaba, el chico parecía un tritón fuera del agua antes que un atlante. Hasta escamas había heredado, unas grecas que marcaban sus pómulos y brillaban descaradamente debajo de uno de los ojos. Su amigo era exótico, aun para los Atlantes en tierra que vivían en Gotica por uno de los muchos acuerdos que había entre ambos mundos… y por qué francamente, Arthur no dejaría a Arthur Gaia estar solo en una tierra sin protección – Am, quería ver si deseabas ir al cine a acompañarme. Quiero ver una función pero ya empieza tarde y termina después de la una. Ya sabes lo que opina mi padre de vagar en Gotica a esas horas.

 

-No tengo ganas – Terry intento resistir esa mirada de molusco a punto de ser sazonado con valentina y limón para ser chupado… y no consiguió mucho. – Bien. Pero quiero ir con mi novia antes. Ayer no la lleve a casa y queríamos ir a bailar. Le diré que la alcanzare después.

 

-Yo no entiendo porque pierden el tiempo en un apestoso hoyo repleto de gases y olores, lleno de los humores y contaminado con tanta toxina mientras intentan aparearse – Terry ruborizo. Aun no le quitaba esa manera directa y de poco sentido común a su amigo. Era un milagro que los gotamitas lo encontraran adorable y hasta algo a respetar y tratar de no corromper. A lo mejor mucho tuviera que ver que no era un secreto de quien era hijo y bajo qué protección se encontraba. Y todos sabían que Bruce Wayne era amable y benevolente pero que su contraparte era un verdadero hijo de puta – Si quieres impregnarla para que tenga a tus cachorros, deberías de esperar a su celo, claro, hablarlo antes y asegurar una dote.

 

-Aquababy – Le detuvo – Yo la  quiero pero no pienso en cachorros, aun soy muy joven.

 

                El pequeño rubio no siguió atosigándolo, comprendía hasta donde podía forzar una conversación. Cuando él llego a la tierra, le sorprendió la manera en la que las castas se regían pero había un lema “A donde fueres, haz lo que vieres” y su padre había sido muy explícito en la forma de vida terráquea como para que se espantara. Su padre le había hablado de castas, de clanes, de reglas sociales, de lo bien visto y de lo que estaba mal, del crimen y de los locos homicidas a los que combatía por ser parte de la Liga de la Justicia.

                Así que cuando piso la playa con el equipaje en manos de su Tío Orn que le escoltaba a la mansión Wayne para su primera estancia larga, no le dio importancia a los enamorados que se bajaban el cielo y las estrellas entre las rocas con el mar acariciándolos. Tampoco se fijó en los ladrones o abusadores que se ocultaban en los carros y se dedicaban a hacer llorar a un desafortunado. Tenía comprendido que eso era lo normal en Gotica y por eso Batman había dejado por la paz su lucha contra el crimen en su amada ciudad.

                Poco se veían ahora a los justicieros a no ser que se tratara de algo muy grande como invasiones intergalácticas o guerras nucleares armadas por súper villanos.

                Su tío le señalo el camino a seguir y respiro la contaminada ciudad, y dejo que un poco de su oscuridad entrara en él.

 

-Gaia – Atrajo Terry a su amigo para evitar que el equipo de soccer los arroyara en su recorrido pero con tan mal equilibrio que terminaron en la piscina.

 

                La cristalina risa de Gaia hizo bailar a Terry. No era extraño verle feliz pero nunca era suficiente. Gaia era una alegría constante en la mansión. En donde por alguna razón todos eran caras largas y seriedad. Lo más irreverente era Tío Jason que llegaba embutido en su casaca café y capucha roja para limpiar sus armas en el comedor a la hora de la cena antes de salir a patrullar sus territorios que no abandonaba.

 

-Si tu padre te viera – Se burló – El fabuloso Terry Tomas con el equilibrio de un chihuahua bebé. ¿Seguro que puedes columpiarte en la barra de gimnasia? Yo no lo creo. Más bien me engañaste.

 

-Salgamos, Gaia, yo no soy un pez.

 

                Terry se sacudió el cabello. Escurría por todas partes y sus zapatos hacían un “blash” a cada paso. Se quitó la camisa y la exprimió. No quería mojar los asientos de su auto. Debajo del agua, Gaia veía esa perfecta cicatriz circular que sobresalía en rosa en la blanca piel. Las estrías en medio de la cicatriz le doblaron los hombros y dejo escapar un gritillo opacado por la densidad acuática.

                Con el impulso de su raza, salió de un brinco de la piscina. Una cosa que el resto de los alumnos envidiaron.

                Terry fingió no erizarse cuando esos finos dedos acariciaron su marca. Un silencio que le preguntaba por una etapa que desconocía del todo.

                Gaia lo cubría para que ningún indiscreto pudiera verlo. Los rumores corrían pronto y Terry tenía una reputación que proteger, según Artur. Le abrazo por detrás, de hecho, se subió en su espalda y enredo sus piernas en la fuerte cintura. Gaia tenía poco sentido común, eso no era un secreto pero no evito que la novia de Terry se enojara y se fuera emberrinchada sin decir algo. Su amistosa naturaleza no dejo que Terry se incomodara por la cercanía Omega.

 

-¿Y si me llevas de compras, Terry? – Pidió – No podemos entrar al cine así. Seguro que no nos dejan meter.

 

-Tú sólo quieres una excusa para ser mimado.

 

                La sonrisa de Gaia.

                Su personalidad.

                Su increíble habilidad de crear hielo y manipular el agua.

                Ni hablar de su habilidad para hablar con las bestias del mar.

                Ni que decir de ser hijo de Aquaman… Terry sabía que por esas y muchas razones más Gaia era peligroso.

                Pero lo que hacía más peligroso a Gaia era su naturaleza Omega.

 

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-Por centésima vez, Slade – Explico Bruce en suma irritado por tener que aguantar al Alfa en su oficina – No sé en dónde está mi hijo. Damian no nos lo dice. Supongo que tiene que seguir en la tierra pero con los eventos recientes, quien sabe si sigue vivo.

 

-El lazo del Destino lo siente vivo, Wayne – Bruce gruño y Salde disfruto de esa manera de ser del otro Alfa – Damian está en alguna parte. Pero no me creo eso de que no se haya comunicado con ustedes. Cuando vivía conmigo no hablaba de otra cosa que de volverlos a ver. Lo primero que quiere un Omega es poner a salvo a su bastardo.

 

                Cierto, Damian hizo lo posible e imposible para poder entregarle a Terry. Hizo que su hijo pasara a ser un objeto a un ser humano al que podía reclamar, al cortarle el pedazo de carne marcado con su sello familiar.

                Aun no superaba el haberle visto como un monstruo cuando su hijo hizo lo que se debía de hacer. Damian había tenido el coraje que ninguno de ellos pudiera efectuar.

 

-¿Y ahora simplemente me dices que no sabes en dónde está? – Le dio un sorbo a su wiski - ¿Cuándo tienes a mi hijo haciéndose pasar por tuyo?

 

                Bruce no dejo ver su pose tensa pero comenzó a desprender el aroma que le advertía al otro dejar de hacer el idiota.

 

-No soy tonto, Bruce – Se rio – Terry Wayne es mi hijo.

 

-¡Fuera de aquí! – Ordeno y Slade se levantó con gracia. Desplegando su presencia dominante. Un duelo de entidades entre ambos alfas estaba destinado a terminar en el hospital – Mi paquete es mío. Y no tienes derecho a dudar sobre mi nombre.

 

                Slade asintió. Compadeciendo a su igual. Bruce Wayne estaba condenado a seguir viéndolo. Ya que los negocios que tenían juntos eran eso, negocios que no podían ser pospuestos o disueltos por sus implicaciones. Una incomodidad menor a causa de un bien mayor, así actuaba Bruce Wayne, el Alfa alcahuete que se llevó a su consorte e hizo pasar a su hijo por hijo propio… en fin, si seguía frecuentando al hombre, seguro que daría con Damian.

                Y Damian lamentaría el escaparse.

 

-¡Maldito! – Grito Bruce, arrojando el pisapapeles de su escritorio a la puerta, la que se magullo un poco. Su secretaria salto desde el otro lado y supo que era mejor no pasarle ninguna llamada por las siguientes tres horas.

 

                Los años no habían trascurrido en balde… las cosas distaban de ser la Gotica que Damian conoció. Incluso su familia.

 

-Terry – Susurro Tim colándose en la habitación de su hermano menor - ¡Oh! Lo siento… no creí que estuvieras…

 

                Terry se colocó la bata encima, dejando de ver la marca en su carne. Odiaba que se pusieran tan tensos por ella.

 

-La cena está servida, Terry.

 

                Tim aun sentía el calor de Damian bajo su cuerpo, cuando lo inmovilizo después de liberar a su hijo de su lazo. Se sentía mal ver a su sobrino y no poder contarle nada. Terry había demostrado ser digno hijo del pequeño Demonio. Un Alfa con buen carácter, templado y dispuesto a cuidar de Bruce pero sirviendo a Jason en sus necesidades de vigilante.

                Terry no enloquecía por ver un poco de sangre. Ni tampoco perdía la cara Wayne cuando le asaltaban en las entrevistas con malas preguntas. Terry no hacía interrogaciones de la única fotografía en la que Damian se lucia en medio del recibidor.

                Damian era un tema oculto para Terry y nadie le explicó como fue que el Robin de Grayson dejo de serlo. Tim apostaba a todo menos a lo real.

 

-Remplazo – Soltó Jason saludando a Tim.

 

                Jason como le único Omega en la familia tenía el privilegio de ser tratado por los externos como algo delicado, aun cuando, de lejos se notaba podía meterle un buen golpe a cualquiera. Jason había sido uno de los más difíciles ejemplares para los Alfas de gran cuna que deseaban emparejar. Al inicio sólo era Jason el que les ponía el freno, después, luego del enlace de Damian Wayne, Dick y Tim frenaban a todos los interesados y cuando Terry comenzó a crecer, era el que abiertamente encajaba los colmillos en los indeseables Alfas que se atrevían a tocar a Jason.

                Terry tenía cierta debilidad por su hermano mayor.

                Y lo negaba bajo tortura.

               

-Quiero conocer a mi madre – Soltó en medio de la cena. Justo cuando cortaba su trozo de carne de ternera en salsa dulce de frutos rojos.

 

                Nadie sabía cómo decirle a Terry que su madre no era un recuerdo, sino que, estaba vivo… siendo La cabeza del Demonio.

                Y que se negaba a verlo.

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Notas finales:

Notas de la autora

 

Bueno… aquí con una nueva actualización, cortita… pero que planea mantener así para poder ver si puedo conseguir un mejor ritmo. De cualquier forma ha sido hecha con amor.

 

¿Y qué piensas?

 

Agradezco infinitamente el que me tengáis tanta paciencia. Que me sigas leyendo, apoyando, comentando y que leas, de madruga, mañana, tarde o noche y digas que esto da para más.

A ti por seguirme, gracias.

A ti por comentarme, gracias.

A ti por inspirarme, mil gracias.

A ti por atreverte a conocerme, muchas gracias.

 


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