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Las rosas son rojas, las violetas azules... por PinkBambi

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Notas del capitulo:

¡Hey! Después de pasarme muchos días leyendo y leyendo por fin me he decidido actualizar por aquí con éste fic que me dejó colgada... si bien todavía está en proceso tengo la esperanza de que la autora actualice pronto ;_;

Y en serio que he estado leyendo demasiado, tengo como 28734094589 cosas que quiero traducir, pero también estoy aceptando propuestas para buscar por ahí fics de parejitas que les interesen, así que en sus reviews déjenme sus sugerencias... y si no, abajito dejaré mi twitter.

No los entretengo más ~

Koichi se detuvo sólo un momento para darle un vistazo a la ventana de la panadería que había de camino a su casa, desde el estudio. Los pequeños y delicados pasteles detrás del cristal lucían tan perfectos que casi parecían falsos. Pero las frutas que les decoraban, cortadas en forma de corazón, lucían tan coloridas y deliciosas... casi 4000 yenes cada uno. Se dio la media vuelta, decidido, y caminó, alejándose de allí. Los lugares donde se vendían cosas dulces siempre parecían elevar los precios cuando se acercaba San Valentín. Quizás eso estaba bien para alguien que quería impresionar a otra persona con regalos costosos, pero apestaba para personas como él, quienes sólo deseaban comerse un pastel entero ellos solos después de un largo día de grabación.  




Había estado en el estudio desde las 8 de la mañana ése día, así como también todos los pasados de esa misma semana. Habían sido prácticamente él y los técnicos, quizás algunas veces también MiA, ya que intentar grabar algo estando todos los miembros de la banda inevitablemente siempre terminaba en desastre. Sólo él, levantándose mucho más temprano de lo que le gustaba para pasar el día trabajando, y después, yendo a casa pasada la madrugada. Ése día el Sol se había puesto tan temprano que le parecía que no lo había visto en muchísimo tiempo. Se sentía desorientado.  




Pero se había terminado. Quizás. Por un corto tiempo, al menos. Las partes del single que le tocaban ya estaban "terminadas". Aunque claro, nada estaba realmente terminado, y él sabía perfectamente que en algún momento iba a necesitar de manera desesperada cambiar algo de ellas, pero por algunos días, mientras MiA hacía lo suyo, él estaba libre.  
En todo caso, aunque quisiera, MiA ni siquiera lo dejaría entrar al estudio. Era muy serio en cuanto a su solo para la canción promocional del single. 




Alzó la mirada hacia las lámparas en forma de corazón de luz rosa que adornaban las calles por ése día, brillando en el fresco atardecer, intentando apartar de su cabeza todo lo relacionado con el trabajo. Pero entonces, en todo lo que podía pensar, era en dulces; no le molestaba estar sólo el día de San Valentín, no, se jactaba de no ser tan tonto. Pero... diablos, claro que quería que alguien le enviara una caja de chocolates.  
Los fans enviaban chocolates, por supuesto, pero ningún músico que fuera medianamente popular se atrevería a comer algo que ellos enviaran. Le daban ganas de llorar cada que veía a las personas del staff tirar los chocolates a la basura, pero de igual modo no se arriesgaría, especialmente después de escuchar la historia que Meto les contara sobre un amigo suyo, que encontró una navaja escondida dentro de uno de los chocolates, hace algunos años atrás. Ése simple recuerdo le hizo temblar, por lo que aceleró el paso para cruzar a toda prisa el estacionamiento frente a su complejo de apartamentos, con la mano derecha sobre sus labios, como si de ése modo pudiera protegerse a sí mismo de que le ocurriera algo similar. 




No fue sino hasta que cerró la puerta de su departamento detrás suyo y se cambió los lentes de contacto por sus gafas de pasta gruesa, que sintió que podía relajarse. Era genial llegar a casa y poder ser feo con toda paz y tranquilidad. Esa era una de las ventajas de no ser partícipe de la celebración, no tener qué tratar de impresionar a nadie. Entró en la cocina en busca de un poco de chocolate, y cuando encontró media bolsa de M&M's, no dudó en tomarla e ir a la sala a sentarse en el sofá con los pies encima de la mesita de centro a comerla; primero los rojos y al final los azules.  
Estaba viendo algunos episodios repetidos de Hora de Aventura cuando le llegó un mensaje de Tsuzuku. 




"¿Quieres venir ésta noche?" 




"¿Qué te hace pensar que no tengo planes?" 




"¿Quién? ¿Tú, señor 'San Valentín es para los estúpidos'?" 




"Bien... ¿harás algo romántico para mí?" 




Se sintió un poco estúpido luego de enviar ése mensaje, nunca era su intención coquetear con Tsuzuku, pero de algún modo siempre terminaba haciéndolo de todos modos. Además, en todos los años que tenían de conocerse, a Tsuzuku parecían jamás haberle importado, y, cuando otro mensaje hizo sonar su teléfono móvil, se dio cuenta qué ése iba a ser uno de esos días en los que el otro coqueteaba de vuelta. 




"¿Debería llevarte serenata?" 




"Quiero un poema de amor. Tienes qué superar ése poema de 10 hojas que me dio la chica rara del salón cuando asistía a la secundaria si quieres que vuelva a salir de casa esta noche." 




No sabía exactamente qué quería que su compañero de banda le respondiera a eso, en el tiempo en que pasó esperando a que llegara el siguiente mensaje temió que quizás Tsuzuku ya se hubiera dado por vencido, quizás realmente sí se pensaba que estaba de mal humor. 




"Las rosas son rojas, las violetas azules, quiero tocarte el trasero." 




Koichi rodó los ojos simulando fastidio mientras intentaba no echarse a reír y después de unos minutos, otro mensaje llegó, quizás Tsuzuku se pensó que la falta de respuesta se debía a que necesitaba seguir intentando con más empeño. 




"Las rosas son rojas, las violetas azules, me estoy dando una mano mientras pienso en ti." 




"Okay, ése estuvo bien pero es lo menos romántico que se me pudo haber ocurrido." 




"Si piensas que no es romántico entonces no estás usando tu imaginación." 




Koichi se sentó con los ojos cerrados a pensar unos momentos antes de responder. 




"¿Alguna vez has visto esas fotos de los estadounidenses usando vestidos largos y smokings para intentar tener una cena romántica en McDonalds?" 




"¿No crees que cargar a tu novia para que su vestido largo no se ensucie con el grasoso suelo del McDonalds sea romántico?" 




A ése punto Koichi ya estaba riéndose en voz alta contra uno de los cojines del sofá; Tsuzuku parecía estar de muy buen humor, probablemente sí sería muy divertido ir a su casa para hablar sobre cualquier tontería y quejarse juntos sobre las insípidas parejas que atascaban las calles ése día. Koichi se levantó del sofá y se estiró unos momentos antes de ir a buscar su abrigo, respondiendo el mensaje mientras tanto. 




"Bien, bien, estoy yendo ya hacia allá... pero más te vale que haya cerveza." 




Se colocó las botas de nuevo y salió de casa, dirigiéndose hacia la estación. Aún a pesar del clima frío, todavía había algunas parejas vagando por las calles, sacándose fotos. Las esquivó a todas, ansioso de encerrarse nuevamente y emborracharse.  
Un hombre enfundado en un abrigo negro pasó a su lado, cargando consigo un enorme ramo de rosas, y a cualquiera que fuera el sitio al que se dirigía... se notaba que iba bastante tarde. En el tren, Koichi se entretuvo a sí mismo imaginando cuál sería el espantoso destino que tendría qué enfrentar el pobre sujeto;  ¿Iban a gritarle frente a todos en un lujoso restaurante? ¿O quizás iban a perdonarlo sólo para que un ataque al corazón lo sorprendiera con la muerte durante el postre? 
Para cuando salió de la estación que quedaba cerca de la casa de Tsuzuku, decidió que al menos, le gustaría que le tiraran encima una copa de champaña. Tomó el elevador hacía el tercer piso y luego se adentró él sólo en el departamento del vocalista, llamándolo en voz alta mientras se deshacía de sus botas en el recibidor. 




-Hey, espero que hayas dejado la puerta abierta a propósito. - 




-¡Hey, por fin! Alguien que me ayudará a beber. - Después de un segundo pareció procesar lo que Koichi acababa de decirle. - Claro que lo hice, no soy tan despistado. - 




Koichi deambuló hacia la cocina, donde el vocalista se encontraba abriendo una cerveza, y dejó su abrigo colgado al respaldo de una de las sillas. Tsuzuku se giró a mirarlo y lo observó con una mirada de provocación, una mirada que le decía claramente "sé que tienes algo sobre lo cual quejarte". 




-Estuve bastante tentado a hacer tropezar a un chico para robarle su ramo de rosas. - Admitió el bajista. 




-Pero no lo hiciste... - 




Koichi alzó las manos para demostrarle que no tenía nada en ellas. -Debiste verlo, no quiero siquiera imaginarme cuánto costó algo como eso. - 




-Entonces estás de mal humor porque nadie te regaló un ramo de rosas. - 




-No. - Respondió Koichi, apresurado a defender su dignidad. -Estoy de mal humor porque en la panadería que está cerca de mi casa todo está al doble del precio en el que usualmente está. - 




Tsuzuku entornó los ojos unos momentos y después preguntó -Bien... ¿recibiste el snapchat de MiA acerca de su ramo de rosas? - 




 Koichi rebuscó su teléfono móvil  en el bolsillo de su abrigo, sí había una notificación. Ya no quería ver ningún maldito ramo, pero lo abrió de todas maneras. Habían quince fotos, y en todas ellas salía el gato de MiA comiendo rosas hechas de tocino. Una vez procesó lo que estaba viendo, se sentó en el suelo de la cocina, riéndose en completa confunsión. Tsuzuku lo observó atentamente, con las cejas elevadas. 




-Un ramo de carne. Qué obsceno. Necesito un trago. - Dijo observando el techo, desde su lugar en el suelo. 




-Alguien me regaló una botella de tequila - Comenzó a decir Tsuzuku, haciendo un gesto –Es tuya si te comes el gusano. - 




-Me beberé hasta el maldito gusano. - 




Tsuzuku le pasó un vaso y trajo consigo la botella, atravesando el pequeño pasillo hasta la sala, Koichi se levantó de donde estaba y lo siguió, tomando asiento luego frente al mueble donde reposaba la televisión; Tsuzuku fue a sentarse en el sofá y abrió la botella de tequila, colocándola encima de la mesita de centro. 




-¿Y entonces? ¿Qué tal estuvo la grabación? Estás libre por ahora... - 




-No. No, ni siquiera me preguntes por eso. - Se dio la vuelta para agarrar el vaso que Tsuzuku sirviera para el previamente y volvió a girarse nuevamente, estirándose para encender la consola. -Cuando se les ocurra mover la mesa del estudio se van a encontrar las cientos de plumillas que he lanzado detrás en los últimos días. - 




-Está bien, está bien... hablemos sobre MiA, ¿crees que haya hecho las flores él mismo? - 




-No creo, ni siquiera puedo imaginarlo haciéndolo. - 




-Pero no es como si simplemente pudieras ir a una florería a pedir un ramo de rosas de tocino... - Cuando la consola se encendió, Tsuzuku olvidó por completo lo que estaba por decir. -¿A qué estamos jugando, eh? - 




-Resident Evil. - 




Tsuzuku se levantó del sofá y fue a acosarse sobre su estómago junto a él, agarrando el otro control, pero justo cuando Koichi estaba por presionar 'start'... -Joder, olvidé apagar las luces. No podemos simplemente jugar estos videojuegos de terror con las luces encendidas. - 




Koichi rodó los ojos, pero simplemente se levantó, encendió las luces y volvió a sentarse en su lugar. Al inicio hablando un poco mientras jugaban, más que nada, Tsuzuku dejaba que Koichi se quejara tan como quisiera y le daba la razón; pero mientras avanzaba la historia y salían más enemigos, se quedaron callados, enfocándose por completo en el juego. Mientras jugaban, el hombro de Tsuzuku se rozaba ocasionalmente con su rodilla, a veces por sorpresa de que un monstruo saliera de la nada, asustándolo, otras veces simplemente porque se acomodaba de mejor modo en su sitio. 




Era muy cómodo sentirse así de cercano a Tsuzuku. La familiaridad de su departamento y su voz, y la forma en la que sus omóplatos sobresalían cuando se recostaba sobre su estómago. No era como si Tsuzuku hubiese vivido en ése lugar desde siempre, pero con todas sus cosas allí, Koichi no podía evitar sentirse en completa familiaridad. Koichi podía relajarse estando allí, con la mesita de centro que accidentalmente había rayado tiempo atrás con sus zapatos y los vagamente eróticos posters enmarcados... pero muy tarde se dio cuenta que había estado pensando demasiado en esas cosas cuando debía haber estado prestando atención al juego. Tsuzuku había puesto pausa al juego luego de que repitieran un par de veces la manera espantosa en la que asesinaran a su personaje. 




-Descansa en paz, Koichi. - Comentó girándose para quedar sobre su espalda. 




Suspirando largamente, sacó su móvil del bolsillo para checar la hora, al tiempo en que se recostaba con su cabeza puesta sobre el estómago de Tsuzuku. -¿Te das cuenta por cuánto tiempo hemos estado jugando? Son casi las malditas 3 de la mañana. Me levanté antes de las 8, no puedo creer que siga estando despierto. - 




-Pero al menos ya no es día de San Valentín. - Se burló Tsuzuku 




-Ah, jódete. - Pero Koichi guardó silencio unos momentos, pensativo -Los dulces ya deben estar al 50% de lo que costaban, ¿verdad? -  




-¿Probablemente? - 




-Excelente, ve a tomar tu abrigo. - 




Tsuzuku se burló mientras Koichi se ponía de pie y se dirigía hacia la cocina; cuando regresó, abotonándose su abrigo color verde, se dio cuenta de que no se libraría de aquella idea tan fácilmente. -No puedo creer que estés hablando en serio - 




-A menos que tengas una maldita caja de chocolates escondida por aquí en algún lado... ponte el jodido abrigo, anda. - Insistió Koichi, acomodándose el cuello del abrigo, apresurando a su compañero de banda hacia el recibidor y, después, hacia la puerta. 




Chocaron entre sí, golpeándose los hombros y cubriendo sus bocas con sus manos en un intento de acallar sus risas para no despertar a los vecinos que dormían. Marcharon el camino hacia la tienda de autoservicio 24 horas entre charcos de hielo derretido de la última nevada; aquello le recordó a Koichi a sus días en VanessA, cuando él y Tsuzuku se sentaban a trabajar por horas, él practicando con su bajo y Tsuzuku mirando fijamente una hoja en blanco, eligiendo palabras en su cabeza una y otra vez antes de terminar toda una canción de una sola vez. O poniendo cuentas y ojales sobre la tela mientras intentaban crear nuevos trajes el uno sobre el otro, maldiciendo en voz alta cada que se apuñalaban accidentalmente con la aguja. Siempre se sorprendían cuando veían el Sol salir, entonces era que se percataban que habían pasando la noche entera haciendo aquello; pero con esa realización venía la fatiga, y de cualquier modo ellos salían a la tienda de autoservicio para comprar algo qué desayunar, riéndose de todo y de nada en ése humor extraño que te da cuando llevas tanto tiempo sin dormir.  




En ése entonces, en una mañana como esa, cada luz que brillaba en Tokio, parecía una oportunidad más para ellos; algunas cosas definitivamente habían apestado, como tener qué empujar la van donde viajaban para hacer tours bajo la lluvia porque no tenían suficiente dinero para llamar una grúa. Dormir todos juntos en el piso del departamento de algunos de ellos tampoco había sido algo muy glamoroso, pero hasta esa parte echaba de menos; nada podría reemplazar el sentimiento de emoción de esos días en los que apenas comenzaban y cuán cercanos habían sido entonces, inclusive cuando muchas veces era por necesidad. Estaban comenzando a ser simplemente compañeros de trabajo y Koichi odiaba el sentimiento de que fuera sólo un negocio. Y ahora que cada quien tenía su propio departamento y una enorme cama dónde dormir, no había modo en que compartieran cama sin que la excusa sonara vergonzosa o fuese incómodo. 




Y como si hubiese estado leyendo la mente de Koichi, Tsuzuku se acercó a él para mirarlo fijamente. -Luces como si en cualquier momento fueras a quedarte dormido estando de pie... no creo que sea buena idea que te vayas sólo así a tu casa esta noche. Mañana. Lo que sea. - 




-Hmm, sí. De todos modos no creo que pueda permanecer despierto hasta que salga el primer tren. -Él le dio la razón mientras se adentraban juntos a la tienda de autoservicio. Koichi tenía razón, los dulces estaban apilados bajo un enorme letrero de descuento, a nadie le interesaban ahora que la fecha había pasado. 




-Lotería - murmuró mientras metía baratas cajas de chocolates mentolados en su canasta de compras. Tsuzuku simplemente lo miró con asombro y luego se dio la media vuelta, desapareciendo entre los pasillos, y apareciendo nuevamente, sosteniendo una garrafa de leche. -Me conoces demasiado bien. - comentó al vaciar las cajas sobre el mostrador, donde el empleado las cobró sin prestar siquiera atención a qué era lo que estaban comprando.  




Salieron de allí a la oscuridad de la madrugada, dividiendo las bolsas de las compras para que ambos pudieran meter aunque fuera una mano en la calidez del bolsillo de sus abrigos. Koichi se encendió un cigarrillo mientras se miraba en el cristal de la puerta de aquella tienda; desde allí la noche se parecía a esa pintura... pero estaba demasiado exhausto para recordar el nombre y dudaba mucho que Tsuzuku supiera de qué estaba hablando. Él no compartía esa afición con Koichi y además estaba mirando en otra dirección, encorvado por el frío.  




Caminaron deprisa, queriendo llegar rápido al calor de casa. Koichi llevaba despierto casi 24 horas, después de una semana de dormir muy poco, se alegraba mucho de que Tsuzuku le hubiese pedido que se quedara. Recientemente, cuando pasaba la noche allí era porque estaba demasiado ebrio y se quedaba dormido en el sofá, pero siempre se despertaba con un dolor de cuello espantoso, así que estaba determinado a dormir en la cama. Se lo merecía. 




-Vas a ser un buen anfitrión y me vas a prestar tu cama, ¿verdad? - 




-Por supuesto, pero viene conmigo incluido, sabes lo fatal que es dormir en el sofá. - 




-Detesto ése sofá. - No le importó decir aquello, simplemente esperaba que no fuera incómodo después de tanto tiempo. También esperaba que Tsuzuku hubiese superado su fase de dormir desnudo. 




Caminaron una estrecha calle llena de casas pegadas la una a la otra, de jardines muy verdes, verdes aún a pesar del invierno, luego, cortaron metiéndose entre unos arbustos en lugar de darle toda la vuelta al largo camino pavimentado. No había señas del gato que solía vagar por allí, y Koichi deseó que se encontrara en un sitio tibio. En el elevador, se puso impaciente e intentó abrir una de las cajas de chocolates, pero le fue imposible quitar la envoltura plástica con sólo una mano; continuó peleando con el condenado plástico mientras esperaba que Tsuzuku abriera la puerta del departamento con sus llaves, y continuó una vez que entraron. En la cocina lanzó las bolsas sobre la mesa y se dedicó a desgarrar el plástico con ambas manos; se sentó a la mesa y subió los pies a la silla que tenía junto, y observó a Tsuzuku meter la garrafa de leche al refrigerador, yendo luego a sentarse frente a él. 




-Ni siquiera debería molestarme, ¿verdad? - Koichi asintió con la cabeza, pues tenía la boca llena de chocolates. -No bebas directo de la garrafa, usa un vaso. -Tsuzuku lo regañó, tomando un par de chocolates antes de salir de la cocina. 




Estaba demasiado cansado como para curiosear a dónde era que se dirigía el mayor, así que se quedó allí disfrutando de la única cosa buena acerca del día de San Valentín. Abrió la garrafa de leche y bebió un trago, a Tsuzuku no le dañaría si no se enteraba... además, él había pagado. 




Se tambaleó un poco hacia atrás y se dio cuenta de que se había quedado dormido mientras comía. No creía haberse dormido por más de un segundo, pero si se dormía allí sobre la mesa se despertaría con dolor de cuello, eso era seguro; miró hacia abajo y ya más de la mitad de la caja de chocolates había desaparecido, así que guardó la leche en el refrigerador y trajo consigo lo que quedaba en la caja, hacia la habitación de Tsuzuku. 




Tsuzuku no estaba allí, y no creía haberlo visto en la sala al pasar por ahí, aunque ahora podía asegurar que escuchaba el agua correr en el baño. El vocalista tomaba duchas muy largas, podría estar ahí adentro por otra media hora, pensando en lo que fuera que el otro pensara, así que Koichi se sentó en la cama. No le gustaba perderse la oportunidad de fisgonear entre las cosas de otros para juzgarlos dentro de su cabeza, pero realmente estaba cansado. Se sacó los pantalones sin levantarse y rodó hacia el lado de la cama que estaba pegado a la pared, solamente revisaría su neko atsume antes de dormir... 




Cuando Tsuzuku salió de la ducha no encontró a Koichi en la cocina ni en la sala, creyó por un momento que tampoco lo encontraría en la habitación, pero allí estaba... enrollado en las cobijas y tapado hasta la cabeza con ellas, con una caja de chocolates a un lado y su móvil casi al borde de la misma. Cuando se sentó en la cama y no obtuvo respuesta, quitó las cosas y las colocó sobre la mesita de noche, metiéndose bajo las sábanas también. La respiración de Koichi había entibiado el ambiente bajo las mismas... sin darse cuenta se quedó dormido antes de que pudiera siquiera apagar las luces. 

Notas finales:

Y así el primer capítulo.

¡Pronto voy a actualizar mis fics! Éste fin de semana, siendo más específica, probablemente añadiré algo nuevo que se me ocurrió por ahí...

@pinkbambidesu


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