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"Eterno Otoño" por Mousekat1005

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Notas del capitulo:

(1)Koyo: Cambio de color de las hojas

(2)Momiji: Sinónimo de Koyo

(3)Kitsune: (Zorra Plateada) Se transforma en lo que quiere, pero lo hace para hacer daño y engañar a la gente.

 

Kuroko no Basket no me pertenece, proque si me perteneciera hab´ria muchas cosas Homo y la historia nos ería lo que es hoy día.

El Otoño es una de sus estaciones del año favoritas, podría enlistar todas las cosas que le gustan de esta época, pero la verdad es que nunca terminaría y además de eso no había nada más importante que aquél día en el que conoció al que ahora es el Amor de su Vida.

 

Una simple invitación de Akashi a Kioto cambió tanto su vida como su forma de pensar. Él siempre creyó que se comprometería con una chica de su mismo estatus social, como su abuelo, tendría una gran familia y se ocuparía del hospital familiar.

 

Cierra los ojos, evocando aquellos recuerdos, hace cinco años; cuánta razón tiene cuando dicen que el tiempo se pasa volando. Es increíble cómo después de tanto años, con la simple llegada del Otoño y el Koyo(1), su amor se intensifica como una hoguera a la que le hachan leña nueva y soplan con fuerza.

.

*~*TIEMPO ATRÁS*~*

.

Akashi le había llamado la noche anterior invitándole a disfrutar con él la llegada del momiji(2) en el templo Jingoji; había aceptado con gusto, disfrutar de tal evento era un regocijo, ver el paisaje naranja ocre, disfrutar de las castañas y la comida de época. No podía negarse a tal tentación y más si era su mejor amigo quien le invitaba.

Después de dejar su equipaje y saludar al padre de Seijuro, ambos se dirigieron al monte Takao, vestidos con las chaquetas haori y los pantalones hakama, ropa tradicional y obligatoria para asistir al templo.

 

Ambos se adentran en la aglomeración, entre turistas y gente local. Midorima observa a su alrededor, embelesado por las luces, los puestos, los colores y las personas con máscaras y trajes típicos.

 

Se detiene en seco, dejando que Akashi camine solo sin inmutarse de la ausencia de su amigo. Sus ojos brillan ante tan magnífica imagen, alguien, a unos metros de él, camina a paso lento con una chaqueta haori de color naranja, los obligatorios pantalones hakama y una hermosa máscara Kitsune(3). Todo parece brillar a su alrededor y sin poder evitarlo le sigue; desviándose del camino, como un poseído va tras de él, haciendo el menor ruido posible.

 

Toman un estrecho sendero lleno de hojas color ocre y rodeado de bellos y altos árboles. A Midorima no le importan las miradas furtivas que el extraño le dirige, pero no se siente intimidado, al contrario, siente que aquello es una señal para que le siga, son vistazos para comprobar que aún le sigue.

 

El extraño se detiene al pie de un lago, que refleja la luz de la luna; el agua ondea a la caída de las hojas y la brisa fría del viento. El enmascarado se inclina y deja algo sobre el agua, Midorima se estira para poder observar por sobre el cuerpo del extraño, pero no consigue ver nada más que el par de orejas del Kitsune.

 

Quiere acercarse más, pero aquel gesto se ve tan íntimo que no quiere interrumpir el acto.

—Es una ofrenda —se sobresalta ante la voz. Suspira pues el tono ha sido tan calmo, como el silbido tranquilo del viento.

 

—¿Ofrenda?

 

—Para los dioses; para que cuiden de mi familia que está con ellos —su voz se entrecorta.

 

Midorima guarda silencio. El extraño empuja una pequeña tabla; en ella Midorima nota una fotografía y en las cuatro esquinas un par de velas. Cuando la barca improvisada va a medio lago el chico da media vuelta. Shintaro se queda sin respiración pues sabe que le está mirando.

 

El sonido de su celular rompe el momento. Maldice a quien sea que le este llamando, aunque sabe a la perfección quién es. De entre la chaqueta saca el aparato y responde.

 

—¿Si?

 

‘—¿Dónde demonios estas? ¿Te perdiste o te secuestraron?’ —Se escucha serio y sabe que está molesto.

 

—Sólo me desvié del camino —le da una hojeada al extraño quien hace ademán de irse pero Midorima le detiene levantando un dedo.

 

‘—Bien. Te estaré esperando en las puertas del templo. Más te vale que aparezcas’ —y corta la llamada.

 

Midorima suspira y guarda el teléfono.

 

—¿Irás al templo Jingoji? —Pregunta el enmascarado.

 

—Sí. Un amigo me está esperando

 

El extraño asiente. Hace un ademán con la mano y comienza a caminar al ras del río; Midorima le sigue sin acortar micho la distancia. Sin poder evitarlo mira a su alrededor, las hojas siguen cayendo y algunas crujen bajo su andar. La Luna Llena le da un toque magnifico a todo, con aquella luz plateada que baña el monte; regresa la mirada a la espalda del extraño quien parece brillas con luz propia.

 

Salen de entre los árboles y las luces artificiales le deslumbran, la aglomeración le marea y tiene qué sostenerse del tronco de un árbol para reponerse del sorpresivo ataque.

 

—Tengo qué irme

 

—¡Espera! —Midorima le detiene tomándole de la muñeca con tal rapidez que ha parecido un gesto desesperado —. ¿Me puedes decir tu nombre?

 

El extraño guarda silencio, tal vez procesando sus palabras o escaneándole con la mirada.

 

—Takao Kazunari

 

—¿Takao? ¿Me estas tomando el  pelo?

 

—Tal vez —por alguna razón Midorima sabe que tras esa máscara hay una sonrisa juguetona.

 

—¿Cómo creerte con esta Kitsune? —Acaricia el hocico con el dedo sintiendo la suave textura —. ¿Eres un embaucador? ¿Me has hipnotizado para quedarte con toda mi fortuna? —Su mano pasa a la estrecha cintura y se acerca tanto al contrario que casi puede ver el color de sus ojos entre aquellas pequeñas aberturas.

 

—Puede ser. ¿Está funcionando? ¿Me darías todo lo que posees?

 

—Sin con sólo escuchar tu voz deseo darte mis riquezas, si veo tu rostro querré darte hasta mi vida

 

Takao baja la mirada al sentir los largos dedos tomar de su barbilla.

 

—Tengo qué irme —informa alejándose de Midorima quien sólo se dedica a verle partir.

 

Suspira y se siente un completo idiota cuando Takao se pierde entre la multitud. Pudo haberle dicho también su nombre y también se arrepiente por no haber compartido correos. Maldice, quería volver a verlo, aunque en este mismo instante parezca imposible.

.

.

Ve a Akashi a las puertas del templo, con los brazos cruzados y los ojos cerrados; una postura característica de él.

 

—Estoy aquí —avisa acercándose.

 

—Me he dado cuenta. ¿A dónde fuiste?

 

—¿Te preocupaste? —Bromea

 

—Claro. Ahora por tu culpa nos han ganado los mejores lugares para el espectáculo.

 

Midorima sonríe bajando la mirada. Entran al templo, hacen oración y al terminar se dirigen a los miradores. Las vistas ahí son micho más hermosas; los colores son más vividos y aunque se escuchen el parloteo de las personas eso no podía opacar el sonido de la naturaleza; el correr del agua, el silbido del viento, el crujir de las hojas al bailar. Shintaro suspira, sin duda alguna una de las mejores estaciones del año.

 

—¿Satisfecho? Aún nos queda el desfile y recorrer la feria

 

Midorima asiente. Ambos bajan el monte y es al final de la escalinata que sonríe, recordando el nombre del chico ‘Takao Kazunari’ ¿eh? Aún piensa que le ha tomado el pelo, pero algo dentro de él quiere creer que le ha dicho la verdad.

 

Las personas se amontonan a los lados de la calle, esperando ansiosos el desfile. Midorima observa a su alrededor con la esperanza latente de encontrar al chico Kazunari por entre la multitud, pero entre tanta luminosidad y personas varias con máscaras de todo tipo se hace un lío.

 

Las luces bajan el brillo, a lo lejos se escuchan tambores y sonidos de cascabeles. La concurrencia se emociona y hace aún más ruido; con el primer fuego artificial el desfile comienza; algunas danzas van al frente, le siguen unos cuantos dragones y personas con enormes tambores haciendo la ambientación.

 

Es después de los bailarines con listón que le ve, al otro lado de la calle con la máscara a un lado del rostro, sonriendo y disfrutando del espectáculo; sabe que es él porque sigue irradiando brillo. Su corazón da un vuelco cuando sus miradas se cruzan, la sonrisa de Takao se ensancha aún más.

 

—Shintaro, vamos por castañas —le toma de la mano y comienza a andar cuando la multitud se disuelve al termino del desfile.

 

Midorima vuelve la mirada, pero ante el mar de gente no le ve; se siente triste pues le hubiese gustado cruzar un par de palabras.

 

Caminan entre los puestos, Akashi ha conseguido sus castañas y Midorima se entretiene comiendo brocheta con bolas de arroz y gomitas en forma de hojas.

 

Entran a una posada de té, lugar con detalles tradicionales, con las paredes tapizadas de máscaras y repisas con flores y velas. El lugar desprende cálidez, olor a jazmín e incienso.

 

Una mujer en kimono se acerca a la mesa que han tomado; lleva un moño a lo alto con flores pequeñas y una peineta. El kimono es de satín en color morado con detalles en dorado; su maquillaje es pálido, sus labios son de un bonito color carmín y la sombra de ojos va a juego con su vestimenta junto con un delicado delineado en negro.

 

Sirve el té con delicadeza y se aleja después de hacer una reverencia. Akashi y Midorima hablan de trabajo y los estudios con aquel tono diplomático.

 

Cierra los ojos pues algo le ha cegado, al abrirlos le ve, igual de resplandeciente que una supernova. Takao va por las mesas tomando los trastos sucios y sonriendo amigablemente. Sigue llevando la máscara al lado del rostro y el traje tradicional.

 

—¿Te parece atractivo? —Pregunta Akashi dando un sorbo a su taza con elegancia.

 

—Um, el lugar es cálido y cómodo —carraspea y bebe.

 

—Claro —sonríe levantándose de su lugar.

 

A Midorima le da un vuelvo el estómago cuando su amigo se acerca a Takao. Cruzan un par de palabras y el pelirrojo señala en dirección a su mesa; Takao sonríe y es como ver el paisaje en lo alto del monte, con aquellos colores cálidos.

 

—Tienes una cita mañana al anochecer —avisa en cuanto toma asiento frente a su amigo.

 

—¿Pero qué dem…? ¡Akashi! —Reniega golpeado sus piernas

 

—Me debes un favor

 

—Vete al diablo —rezonga desviando la mirada.

 

Suspira y sonríe de medio lado siguiendo los movimientos de Takao. Mentalmente le agradece a Akashi; aún sin saber que aquel favor traería consigo un gran amor.

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.

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Midorima espera fuera del local viendo a las personas pasar. El festival continúa aunque el cielo no esté a su favor pues se encuentra tupido de nubes densas y grisáceas, augurando una fuerte lluvia. Tal vez su cita se vea opacada por tal evento; rezaba porque no fuera así.

 

—Estoy listo —y su sonrisa derrite todo a su alrededor; el frío se disipa y casi puede ver al Sol asomarse de entre las nubes.

 

—Sí, um. Vamos —mentalmente se golpea la frente pues ha tartamudeado.

 

Antes le ha hablado de darle todo lo que posee, entonces, ¿por qué dudar ahora? No quería parecer un completo estúpido, ¡por Dios si tenía veintidós años!

 

Se adentran al festival sin cruzar palabra, ¿cómo hacerlo? Se han conocido de una forma un tanto particular, eso sin contar que ha sido Midorima quien le ha seguido y espiado en un momento intimo. Físicamente se golpea la frente; era tan idiota.

 

—Tu nombre —exige deteniéndose y mirándole expectante con ese par de estrellas azulinas brillantes y calidad.

 

¿Por qué todo en Takao tiene qué ser cálido? ¿Por qué Takao era como el otoño? ¡Si su nombre no tenía nada qué ver con esa estación del año en particular!

 

—¿M-mi nombre? —Cuestiona un tanto sorprendido.

 

—Sí. No quiero andar por ahí con alguien a quien no conozco y menos con un tipo que me ha abordado al pie del lago.

 

—Bueno, no pareció molestarte

 

Takao levanta una ceja y se cruza de brazos indignado

 

—El monte es libre; puedes ir por ahí como se te dé la gana, pero no siguiendo a las personas. ¡Temí por mi vida ¿sabes?!

 

Sonríe pues vagamente se le ha venido Halloween, ¿por qué? Bueno, Takao tiene esa expresión de niño entre travieso y divertido, con aquella expresión de ‘¡Dulce o Travesura!’ aunque él bien sabe que aunque a Takao le den caramelos él igualmente hará una travesura.

 

—Midorima Shintaro —se presenta colocando una mano en su pecho —. ¿Tú aún sigues siendo “Takao” Kazunari? —Hace comillas con los dedos

 

—No es mi culpa que el monte lleve mi apellido —se encoge de hombros reanudando la caminata.

 

Ambos se mantienen a la par, recorriendo el festival y hablando se cosas sin mucha relevancia; comienzan un preguntas y respuestas para conocerse mejor. Takao ríe y sonríe en cualquier oportunidad, desprende calor cada vez que rememora alguna vivencia de antaño, omitiendo cualquier comentario sobre los familiares de la fotografía de la noche anterior, Midorima quiere preguntar pero sabe que aquello es algo bastante intimo y no le quiere intimidar, además que si su acompañante no tocaba el tema era por algo; tal vez el recuerdo, la simple mención le desgarre el alma y con ello conlleve la pronta venida del invierno.

 

Las primeras gotas de lluvia caen cuando disfrutan de un delicioso Tempura de acre; Takao ríe a mandíbula suelta cuando varias pequeñas gotas se empeñan en caer en los cristales de los anteojos de Midorima.

 

—¡Ven, vamos! —Le invita cuando la lluvia ha aumentado.

 

Extrañado Midorima abandona el techo que ha servido como refugio para comenzar a seguir a aquel loco bajo el aguacero. Takao brincotea y da vueltas con los ojos cerras de cara al cielo, disfrutando del baño que le regala la naturaleza; Midorima se queda sin respiración ante la imagen; mientras otros corretean despavoridos buscando refugio Takao prefiere empaparse mientras juega, como si fuese un niño pequeño.

 

—¡Sígueme! —Le toma de la muñeca y le jala en dirección al mismo sendero que ha tomado la noche anterior.

 

Su calzado se ha empapado pues el camino ahora es un pequeñísimo riachuelo que arrastra las hojas, lodo y piedras de un tamaño minúsculo. Midorima está que ce muy poco, los lentes se le han empañado y el agua que se sostiene de sus pestañas le impide la vista, no le queda más que confiar en Takao.

 

—En este momento soy yo quien teme por su vida —grita por sobre la cacofonía de la lluvia.

 

Takao ríe y por un instante no se escucha nada más que su melodiosa carcajada.

 

—¡Descuida, estas en buenas manos! —Y con estas palabras se deja arrastrar con docilidad, ¿qué podía perder? Su vida ya estaba en sus manos, ya nada le pertenecía, Takao bien podía arrojarle al lago y dejar que la corriente o arrastrase y él sería feliz; moriría feliz.

 

En un momento determinado deja de sentir el agua caer sobre su cuerpo y donde una vez hubo calor se deja sentir el viento gélido otoñal. Midorima se quita los anteojos, se enjuga el agua de los ojos y trata de limpiar los cristales de sus anteojos. Cuando cree prudente se los coloca de nuevo.

 

No sabe si sigue vivo o muerto, su capacidad de razonar, respirar, incluso de parpadear se han esfumado; la vista es digna de una pintura celestial: Takao mirando al frente con una expresión relajada y feliz, de fondo se aprecian los árboles de tonalidades ocres y la lluvia junto a un ligero vahó. Una imagen inefable, una vista que tal vez nunca vuelva a ver.

 

—Es uno de mis lugares favoritos. Siempre que llueve vengo aquí y admiro el paisaje —explica sin apartar la mirada del frente.

 

Su angelical voz le hace despabilar, parpadea un par de veces y vuelve la mirada. Aquellos cortes repentinos de respiración le provocarán un paro cardiaco o un coma cerebral por falta de oxigeno. Frente a él se encuentra el lago que es bombardeado por las gotas, unas tras otras, sin tregua alguna; las corrientes transportan hojas naranjas y cafés las cuales provocan destellos opacos.

 

Analiza su entorno, ambos se encuentran bajo el techo de un viejo kiosco, deteriorado pero aún de pie, acogiéndoles, protegiéndoles del inclemente clima.

 

—Mis padres murieron cuando yo tenía seis —comienza sin apartar la mirada. Shintaro se sobresalta

 

—Si no quieres contarme está bien —le interrumpe incomodo y preocupado pues la temperatura ha comenzado a descender; para él eso significaba que Takao estaba afligido y a él no le gustaba esa parte del otoño.

 

—Has tenido una mirada extraña desde que me encontraste dejando la ofrenda —sus ojos, antes vivaces y aniñados, ahora se encuentran acuosos y afligidos. El frío ya no sólo golpea su cuerpo sino también su corazón.

 

—Escucha —acorta la distancia y le toma del rostro —; en una primera cita no se debe de hablar de cosas tristes, eso vendrá más delante.

 

Takao retiene la respiración ante tales palabras.

 

—Sí, eso significa que habrá muchos más encuentros —le susurra al oído envolviendo su cuerpo tirítate con sus brazos.

 

Takao deja caer sus lágrimas mientras disfruta del abrazo. Esconde su rostro en el hombro ajeno y respira hondo, absorbiendo su aroma un tanto confuso por culpa del agua de lluvia. Entre sus brazos se siente protegido y cualquier atisbo de tristeza se ha esfumado.

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Después de un rato ambos han decidido tomar asiento en el mohoso piso de madera del kiosco, deseosos por seguir disfrutando de la inefable postal. Para la siguiente visita Midorima traerá una cámara, no sólo para capturar los hermosos paisajes sino también para inmortalizar la belleza de su acompañante que, lo pretenda o no, le embellece la vista.

 

—¿Sabes lo que significa la máscara que portabas ayer? —Pregunta nada más para sacar plática, tenía la necesidad de escuchar su dulce y cálida voz.

 

—Por supuesto que sé lo que significa. Por si no te diste cuenta mi tío es un loco de las máscaras tradicionales. Cada vez que hay festivales nos obliga a portarlas.

 

—¿Ustedes las escogen?

 

Takao asiente

 

—¿Por qué has decidido llevar una de ‘Zorra Plateada’?

 

—No lo sé, me parece interesante —se encoge de hombros y posa su barbilla sobre sus rodillas.

 

—¿Quieres ir por la vida dañando y engañando a las personas? —Cuestiona sin un tono de voz acusatorio o enfadado.

 

—Tal vez —gira el rostro sin despegarlo de sus rodillas flexionadas —. ¿Te estoy dañando o engañando? —Pregunta suavemente como la brisa que les golpea.

 

—Dañando no, engañando… eso lo veremos más delante

 

Takao sonríe, Midorima le agradaba de una manera inexplicable pues a la mención de una salida o el que un extraño se le acercase con otras intenciones él salía despavorido; nunca le han gustado las relaciones más allá de cliente/empleado, mucho menos de “más que amigos”; se ha mantenido al margen pues tiene objetivos claros y si se metía en relaciones más allá de las amistosas, sus sueños y objetivos se vendrían abajo y ha luchado ya bastante por ellos.

 

—¿No crees que es tiempo ya de volver? —Pregunta mirando al cielo, las nubes se han disipado, dejando unas cuantas que no representan amenaza alguna. Las estrellas titilan en lo alto y la Luna sigue igual de majestuosa que la noche anterior.

 

—Tienes razón —asiente aunque si fuera por él se quedaría a velar en ese mismo lugar.

 

La noche, después de una llovizna otoñal, regala unas magnificas vistas las cuales quisiera compartir con la persona a su lado, pero sabe que es bastante tarde y aún mañana tenía trabajo. No había remedio.

 

Ambos se levantan, Midorima le toma la mano y hace que le mira los ojos.

 

—Ya habrá más oportunidades —y siente que puede morirá ya con aquella promesa.

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El último día de su estadía en Kioto llega. Temprano por la mañana tendría qué abordar el tren; de antemano sabe que Takao no podrá ir a despedirle, es así que su otoño se vuelve más frío, como comúnmente debe ser.

 

Una semana no ha sido suficiente y menos cuando ha conocido a una persona tan maravillosa como lo es Takao; después de aquella primera cita sólo han podido verse tres días más ya que el trabajo del moreno le impedía quedar todos los días.

 

—Ya habrá más oportunidades —respondía siempre Midorima cuando Takao se excusaba ante su propuesta de salir.

 

Pero eso no quitaba que Kazunari se sintiera mal y el clima frío del otoño vaya en descenso para Midorima; el día no era suficiente, las horas pasaban con rapidez como si verles felices juntos les enfermera y quisieran separarles de una vez por todas. Midorima siempre maldecía al tiempo al momento de separarse, ¿no podía pasar un poco más lento o quedarse quieto cuando sus ojos se cruzaban o alguna porción de piel se tocaba? Ojala y el tiempo se hubiese extinguido en aquel primer beso.

 

Ambos se encontraban en la cima del monte, en uno de los balcones del templo Jingoji, admirando el paisaje que la luz del sol les regala; con colores vividos y cálidos, bañados por el astro Rey.

 

Como siempre Takao estaba recargado en la barandilla, sonriendo y entornando los ojos mientras es admirado por un bobo Midorima. Ya no lo soportaba, necesitaba sentir algo más cálido que la simple lluvia solar así que toma la mano de Takao y entrelaza sus dedos, pero sigue sintiendo frío; es entonces cuando recarga su hombro con el contrario.

 

Takao gira el rostro para mirarle, no han estado tan cerca como ahora. Midorima manda todo al diablo cuando los grisáceos ojos bajan a mirar sus labios y sus mejillas toman un delicioso rosa; se decide. Inclina el cuerpo para acortar la distancia y posa sus labios con los contrarios; no ha cerrado del todo los ojos pues quiere admirar a su compañero, llenarse de él tanto que no tenga qué usar abrigo por el resto de del tiempo helado.

 

—Si vuelves a espiar durante un beso prometo darte una bofetada y desaparecer.

 

Midorima ríe y el corazón de Takao se estremece en júbilo.

 

—Sería un honor ser abofeteado por ti. Incluso antes de que pienses en huir te retendré entre mis brazos y nunca más te dejaré ir.

 

Con el rostro acalorado se abraza al cuello contrario y se oculta avergonzado.

 

—Idiota —ha murmurado sin soportar su nariz de aquel largo cuello.

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—Esperemos tu llegada con bien y tu pronto regreso —le despide el padre de Akashi en la puerta de la casa.

 

—Agradezco su amabilidad y su hospedaje —hace la debida reverencia. Dijesen lo que dijesen la familia Akashi era bastante unida y acogedora; eso cuando los abuelos de Seijuro no se encontraban.

 

—Te ves horrible —se burla Akashi mientras esperan la llamada de su tren —. ¿Tanto te afecta no ver por última vez a ese chico?

 

Midorima se hunde más en su asiento sin responder nada, si Akashi lo decía entonces debía verse fatal; ¿así se verá de ahora en adelante? ¿Y todo por culpa de ese pelinegro de ojos hermosos y cálido ser? Suspira; adiós a su otoño perfecto.

 

—Es hora de irse

 

Ambos se levantan, Midorima más decaído que nunca, tenía la leve esperanza de que Takao vendría, sólo a echarle un vistazo, pero ahí estaba, abrazándose así mismo por el frío que se cuela bajo la piel, helándole hasta el tuétano. Le ha tocado viajar junto a una ansiada y una mujer ya entrada en años.

 

Una luz resplandeciente color naranja le hace girar el rostro; ahí parado junto a Akashi se encuentra un exaltado Takao mirando en su dirección con una expresión triste; sin duda, ese día habría una gran tormenta, si no es que caía la primera nevada.

 

Cuando el vagón comienza a avanzar Takao levanta la mano en una silenciosa y triste despedida; Midorima imita su gesto, a los pocos segundos le pierde de vista. El ambiente se vuelve gélido, se hunde en su chaqueta y cierra los ojos, rememorando los tres días más felices de su vida.

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*~*Tiempo Actual*~*

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—¡Shin-chan! ¿Te has dormido?

 

En cuanto abre los ojos ve el rostro de Takao el cual se ve enmarcado por una luminosidad casi celestial. Sonríe y estira el cuello para atrapar los labios contrarios, tan rosados y a su alcance que le apetece morderles.

 

—¡Shin-chan! —Se queja antes de alejarse y soltarle una pequeña bofetada —. ¡Eso dolió! Además, ¿cuántas veces debo decirte que no espíes durante nuestros besos?

 

Midorima se recarga en su hombro y aspira el olor a canela y otoño que Takao desprende.

 

—Puedes tirarme los dientes di quieres pero eso no quitará que siga admirando tu belleza —murmura.

 

Kazunari suspira, oculta su rostro recargando la barbilla en su mano y dirigiendo su mirada hacia la ventanilla. El “Tren Romántico de Sagano” continúa su recorrido entre bellos paisajes color naranja y un cielo resplandeciente, con el sol en lo alto y muy pequeñas nubes que rondan sin maldad alguna, simplemente sirviendo de adorno para el manto azul.

 

Aquello ha sido un regalo del padre de Shintaro para ambos, por sus más de dos años de relación. Sabe que detrás de este regalo o hay algo maquiavélico o algo maravilloso.

 

—Oye Shin-chan, hace unos momentos, ¿en qué pensabas? Sonreías como bobo un montón

 

—Si sonreía sabes bien en lo que pensaba —susurra pasando su lengua por la oreja de su amante.

 

—Deja ya. No sé por qué te pones todo cachondo en esta época del año. ¡Se supone que la primavera debe despertar ese animal!

 

Midorima ríe sin levanta la cabeza del hombro d su acompañante

 

—En otoño e invierno debo mantenerme calentito, ¿y qué mejor manera de calentarme que con mi hoguera personal?

 

—Eres un descarado, sin vergüenza y pervertido —trata de parecer indignado pero el abrazo que le regla el más alto calma su ‘molestia’.

 

Bajan en una de las estaciones de la Zona de Arashiyama, se dirigen a una de las posadas y dejan el equipaje. Se recuestan en la cama para descansar pues el viaje ha sido bastante largo. Takao se acurruca tan cerca de él que casi puede asegurar que siente la alta temperatura del cuerpo de su pareja.

 

—Me ha gustado muchísimo el viaje —sonríe cerrando los ojos, dejándose llevar por la tranquila respiración de Midorima

 

—Bueno, al volver a casa debemos agradecerle a mi padre como es debido —con la mano que Takao está usando de almohada le acaricia el sedoso cabello —. Ey Takao, ¿me has escuchado? —Le echa un vistazo dándose cuenta que su amante se ha quedado profundamente dormido.

 

Sonríe y niega con la cabeza, su chico no tenía remedio. Besa su frente y decide seguir el ejemplo del de baja estatura. Dormir un poco no les vendría mal.

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Otoño le encantaba, no sólo, pero sí especialmente por lo que significa para su familia y para él. La llegada del otoño trae a su hogar calidez, bastante, para el cuerpo y para el alma, porque su abuela decía que para eso eran aquellos días fríos, para mantenerse únicos y preparar tartas de todo tipo junto con ceremonias de té para calentar todo su ser.

                                  

El clima frío es perfecto para estar cerca de Takao, compartir temperatura y disfrutar de su ardiente amor. Por supuesto no había nada mejor que el amor mutuo para calentar todo su espíritu.

 

—¿Crees que el festival de Halloween sea igual de bueno que el del año pasado? —Pregunta Takao mirando un folleto

 

—Tal vez —responde con simpleza mirándole.

 

Ambos han subido a una barca para ir río debajo de vuelta a Arashiyama. Sus ojos verdes observan el entorno, las hojas ya han cambiado de color y en el lugar se respira paz, como siempre. Ellos son los únicos que se encuentran en la barca, claro, además de los tres marineros, obviamente, amigos de su padre los cuales les han permitido viajar a solas.

 

Hozugawa sigue siendo muy lindo, ¿ne? —Sonríe inclinando la cabeza. El viento sopla y las hojas caen.

 

Es momento; piensa Midorima. Toma una gran bocanada de aire y comienza su discurso cuando los hombres le han dado la espalda para darles “más privacidad”.

 

—Takao —le toma las manos, el nombrado le mira algo sorprendido. A Midorima se le seca la garganta al observarle, tan sublime y hermoso como cuando le conoció.

 

—Sabía que este viaje tenía un propósito —suspira —. Terminarás conmigo ¿cierto? —Su voz se apaga y una ráfaga helada hace volar sus cabellos.

 

—¿Cómos puedes pensar en algo tan horrible como eso? —Le toma de la mejilla, acunando su rostro —. No podría separarme de ti, no de la persona que convierte mis días fríos en cálidos. No de mi Otoño Personal.

 

Takao se queda sin habla, ¿cómo interpretar todo aquello?

 

—Kazunari —el corazón le da un vuelco —; desde que te conocí todo ha sido mejor, mis problemas se resuelven con facilidad, tu luz se ha esparcido de tal manera que hasta mis noches son claras —guarda silencio, esperando a que Takao analice sus palabras —. Sé que estas fechas son difíciles para ti por la muerte de tus padres pero… no quiero que estés más triste, no lo soporto. Tú eres la calidez de un hogar en tiempos fríos, tú eres el té que calienta por dentro; tú eres el lucero que ilumina mi camino.

 

Takao llora aunque trate de evitarlo; es ahora que siente la misma calidez que Midorima dice sentir a su lado.

 

—No quiero que nada de eso desaparezca, yo sólo te necesito a ti —le toma del rostro y recarga sus frentes —; por eso , quiero que pases conmigo el resto de nuestras vidas. Quiero que seas mi Eterno Otoño

 

Takao suelta una pequeña risita antes de besarle. A Midorima le encanta pues los labios de su amante saben a castañas asadas y brochetas de arroz capeado.

 

—¿Puedo tomar está muestra de afecto como un sí?

 

—Tú sabes lo que significa —y le vuelve a besar.

 

Al llegar al puente Togetsukyo, Midorima rebusca entre unas cuantas rocas hasta dejar ver una cajita transparente; a Takao se le saltan las lágrimas. Midorima abre la tapa dejando al descubierto un hermoso anillo plateado con tres piedras, dos pequeñas a los lados de una grande de un color naranja mientras que la del medio tiene forma de hoja de arce la cual cambia de color rojo a naranja. Takao ríe, debió haber previsto un detalle como este.

 

Una ráfaga de viento y el crujir de las hojas le hacen imaginar a sus padres dándole la aprobación; su bendición. Una lágrima resbala por su mejilla; la última lágrima de tristeza.

..

.

Había un montón de cosas con las que Midorima podría describir a Takao como su Otoño: era el hogar cálido que reconforta su cuerpo, la tranquilidad y a la vez el alboroto de las hojas al ser acariciadas por el viento; es incontrolable como el caer de las hojas; pero todo aquello estaba bien, porque a él le había feliz. Junto a Takao volvía a ser niño, ese pequeño que espera con ansias las tartas, que hace montañas de hojas y se lanza a ellas, que sale a pedir dulces y desea con los ojos cerrados al ver una estrella fugaz. Takao era su otoño y nada en el mundo podría cambiarlo.

 

*~*FIN*~*

Notas finales:

Quiero agradecer a mi querida Pandits por el apoyo. O sea, ya sé que va a sonar muy Homo pero buano, ya, lo dije. Gracias por tus ideas cuando me quedé en blanco. Básicamente el escrito está hecho para ti. No sé, son las 2.30 de la mañana y mi cerebro no carbura de la manera correcta (más que siempre). Por si no lo notaste hay bastante Copyright, Espero no me demanden :F


Mi amor por esta pareja no tiene límites, sé que casi siempre hago de Shin-chan un OoC, pero…¡no es mi culpa! Simplemente sale, pero yo lo amo así y pues… si no les gusta hay un montón de fanfics buenísimos (y está el manda y el anime) donde hay un Tsunderima, así que les invito a leer esos trabajos.


La mayor parte de los lugares que se mencionan en este escritos son verdaderos. Un enorme agradecimiento a la pagina ‘Japonizimo’ por darme las ideas necesarias. Tuve qué investigar un montón para escribir el shot, no tienen idea de cuánto (aunque no se note).


Sin más qué decir espero que haya sido de su agrado. Gracias por leer y si dejan un hermoso comentario se los agradecería un montón. Sigan leyendo los demás trabajos. (*3*)/ *Beso Homo. Beso Homo*


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