Los años de secundaria han terminado, y con ello, Tsukishima Kei había pensado que el Voley también pero tal vez se equivoca, cuando al llegar a la facultad para la que había pedido plaza en Tokio se la había dado.
Para el rubio de gafas todo aquello estaba genial, increíble, hasta que llego el día en el que le toco llegar al piso de estudiante compartido, consiguiendo que su visión de todo eso cambiara por completo.
El piso no era el problema, un salón amplio, una cocina bastante decente, comedor, dos baños y cuatro habitaciones.
El problema eran los integrantes del mismo, cosa que consiguió que el rubio se planteara salir por patas el día en el que le toco empezar a traer sus pertenencias a ese lugar, o infierno, como lo había denominado mentalmente el chico de gafas tras que le abrieran la puerta aquel “fatídico” día.
FlashBack.
El timbre sonó y con ello, una caja, calló a el suelo, gracias a su propio peso y el descuido del rubio al dejar de tal mala manera la maleta que tenía en su mano derecha, la que había usado para presionar el timbre.
-Tsk…- Dijo únicamente, mientras la miraba ahí tirada, después de ahí, no podía caer más abajo, no iba a importar si se quedaba ahí un rato.
La puerta se abrió, y un chico de cabello negro, alto, muy alto, y con un cuerpo muy bien cualificado, por no decir muy entrenado, fue quien lo hizo.
-Bienv…- Empezó a decir mientras abría los ojos como si se tratara de platos.-¡¿Tsukki?!-Exclamó.
-Oh mierda…- Es lo único que pudo decir, más bien susurrar, el chico en un principio a causa de las mil y una ideas de la que podría pasar a partir de ahora, al ver quien era uno de sus tres compañeros de piso, asustado por saber quién podría ser el resto. – Hola, Kuroo.- Reacciono al final, mientras el azabache salía al pasillo y tomaba la maleta y la caja que se había caído al suelo, y volvía a entrar dentro del piso.
-Vamos.- Incito al movimiento al rubio mientras empezaba a caminar hacía el interior de la casa.
“Qué remedio.” Se decía a si mismo, el de gafas mientras entraba tras este, cerrando la puerta tras de sí. “Peor no puede ser.”
Siguió a Kuroo, por toda la casa, hasta llegar a una habitación que tenía la puerta cerrada, el azabache dejo la maleta en el suelo, para con ahora su mano libre, abrir dicha puerta dejando ver el interior del cuarto, pasando a este, momentos después.
La habitación no era nada del otro mundo, al igual que la casa en su completo, pero aún así le gustaba, iba a pasar demasiado tiempo a partir de ahora allí, más valía que fuera así, y no que le asqueara. La estancia tenía una cama, bastante grande pegada contra la pared, no llegaba a ser una cama de matrimonio, pero aún así seguro que entraban dos personas de sobra en ella, sobre esta, había dos estanterías, y la ventana, y junto a esta una pequeña mesilla, con una lámpara de noche, el resto de la habitación se llenaba con un armario empotrado, un gran escritorio con una silla, y una estantería alado de este.
Simple y suficiente para el rubio, además de que las paredes de ese tono verde claro, le gustaba bastante.