15-El rey.
¿Quién eres?—la pregunta resonó en la habitación mientras ojos rojos y azules se encontraban.
De pronto las dos hojas de la puerta de ese salón fueron abiertas de improviso y un hombre alto y erguido se aproximó con el aire que tiene todo noble vampiro. Se acercó al grupo de vampiros y luego de hacer una no muy sutil reverencia dijo—¡He sabido que estaba aquí y vengo por instrucciones, su majestad Pendragon!—
A los pelinegros y al pelirrojo los corazones se les detuvieron mientras la boca se les secó.
Todos conocían el apellido del primero y sabían que era ese.
Mirando a los ojos de Guren por vez primera en un tiempo el ojos azules dijo—Como ves no hay necesidad de que te lo diga—
Entonces eres el hijo del primero—dijo Crowley quien conocía al primer progenitor.
Kureto sintió que el suelo se abría bajo sus pies. No solo Shinya era un vampiro, y uno de nacimiento, sino que también era el hijo del primer progenitor y al parecer el nuevo rey de los vampiros. Todo lo hacía ver como un monigote de sus planes.
¡Ahora puedo llamarte de nuevo Reynard! ¿No te alegra volver a usar tu antiguo nombre?—preguntó Ferid.
El otro de nuevo miró el piso con aparente desinterés y dijo--¡Realmente no me importa! ¡Lleven al prisionero a su celda!—ordenó luego—Yo tengo cosas que hacer—agregó para irse.
¿Huh? ¡No seas cruel!—le pidió Bathory con fingida expresión de disgusto pero cuando el otro se hubo ido sonrió. La expresión pareció a los demás como evidente pensamiento de que estaba jugando con él.
Shinya lo sabía. No tenía derecho a pedirle nada. Ya ni siquiera podía pedirle hablar porque nada podía arreglar todo aquello. Ahora el otro conocía todo su pasado y si bien el otro también le había mentido, él lo había hecho desde un inicio. Miraba por la ventana de su habitación con un vacío en el pecho. Los recuerdos de las veces que hubo estado con Guren nunca serían olvidados pero ya no se repetirían. Cerró la mano en un puño mientras lo apretaba contra el pecho. Sin pensarlo se vio frente a su puerta.
Majestad…--trató de hablar uno de los guardias.
Los ojos azules solo los miraron en silencio y ellos terminaron yéndose.
Cuando traspasó la puerta el que adentro estaba sentado lo miró a los ojos. Con esa mirada perturbadora que siempre usaba con todos.
¿A que vienes?—le preguntó pero el vampiro nada contestó—¿Acaso ya no te animas a mirarlo a los ojos? Debe ser muy duro que ya no puedas acercarte a la persona que quieres tanto—se mofó el otro.
Shinya se sintió peor al ver que el otro podía ver a través de él de esa forma.
¿Has venido para verme y sentirte mejor?—preguntó el pelinegro mientras se acercaba y Shinya recordó las palabras que le dirigiera cuando estaban en el salón—Nuestras posiciones pueden haber cambiado por ahora, pero solo espera…--pero dejó de hablar debido a la expresión en la cara del otro. Claro que le dolía.
La mente de Shinya no solo estaba enfocada en Guren. Inesperadamente una idea se le había ocurrido mientras repensaba su situación. Su mente se puso a pensar en Kureto. Todo el tiempo que lo había conocido había sido consciente de como perseguía sus pasos. Siempre pensó que guiado por la astucia que era natural en él y que sospechaba de él y Guren pero de pronto, cuando toda su historia se vio develada algo le hizo pensar en otra posibilidad. Aquel ataque después de que Guren y él intimaran. Había pensado que simplemente estaba enojado y quería castigarlo porque odiaba a Guren pero de repente la idea de los celos llegó y se apoderó de su mente. Era probable que fuera una locura pero de pronto se vio a si mismo reflejado en el otro claro que las acciones de Kureto eran propias de él.
Jamás Kureto Hiiragi se haría a un lado por otra persona ni admitiría sus sentimientos. Pero si la otra persona llegaba a estar más que enamorada de su rival. Si ellos dos intimaran. ¿Cómo reaccionaría el Hiiragi?
¿Acaso vienes por un castigo?—preguntó el pelinegro de pronto captando la atención de del peliblanco. Los ojos azules sorprendidos se encontraron con los rojos furiosos y aparentemente fríos--¿Quieres expiar todos tus engaños para con Ichinose?—preguntó el humano con furia en cada palabra. De pronto Shinya pudo leer en su expresión lo que el otro sentía. ¿Eran… celos? ¿Dolor? De inmediato su cuerpo se movió sin pedirle permiso a la razón y los labios de ambos se unieron para sorpresa del general.
Kureto tomó ambas muñecas del vampiro y las levantó—Así que eso es lo que quieres—le dijo mientras su muslo chocaba contra la entrepierna del otro haciendo que este perdiera el control de sus pasos por un momento y empujándolo con un giro a la cercana cama—Si eso es lo que quieres eso es lo que te daré—dijo el pelinegro cuando separó sus labios y el ojos azules pudo sentir estos sobre el lado de su cuello mientras las manos del otro se resbalaban bajo sus ropas—