23-Queridos.
Creo que no es momento para quejarme pero sabía que esto acabaría así—dijo Crowley a Bathory.
¿Eso quiere decir que vas a ayudarme?—preguntó el peliplateado con sonrisa esperanzada.
El otro solo lo miró dando a entender que ni de broma.
Siempre vas a dejarme por mi aire. ¿Ah?—preguntó el tercero sonriente y bromista. Los vampiros que los rodeaban sabían que debían tratar con dos grandes progenitores pero era la orden del primero y debían dar lo mejor.
¡Ustedes traidores!—les dijo uno de ellos que parecía su capitán mientras amenazaba con su arma apuntada a Ferid.
Este lo miró sin inmutarse con una pequeña sonrisa—Te dijo que esto se volvería algo divertido—dijo a Eusford a su lado y este casi a regañadientes sonrió mientras se preparaba para contestar el inminente ataque. A un lado de ellos los nerviosos Yuuichiro y Mikaela miraban a todos esos vampiros prontos a atacar. El ojos azules los miraba como un gato arrinconado pronto a clavar sus uñas y todo crispado mientras Yuuichiro miraba a su alrededor buscando un camino para que él y el rubio escaparan.
Guren estaba casi paralizado a pesar de ser un hombre inteligente y capaz la vuelta de tuerca a todo eso era inesperada y todo lo que de pronto se le pasó por la mente era la idea de salvar al peliblanco. ¿Pero como podría derrotar al primer progenitor si no portaba su espada?
El padre miraba a los ojos de su hijo con supremacía, esperando la agonía final o la consabida súplica, los ojos del otro no demostraban nada un momento y después una media sonrisa que le indicó que algo pasaba.
Lo siguiente que Guren y los guardias vampiros al lado de Kureto, que estaban detrás de Shinya vieron es que el pelinegro salía disparado hacia el emperador y su hijo.
¿Cómo? ¿Se había deshecho de sus ataduras? Pensó Ichinose y luego… ¿Pero que puede hacer contra ese vampiro sin un arma? Mientras lo veía correr directamente hacia ellos. Llegaría a la espalda de Shinya dentro de poco. ¿Pero acaso pretendía sacarlo de su agarre con su humana fuerza? Se preguntaba el coronel mientras los vampiros comenzaban a correr hacia el fugitivo y los que rodeaban al grupo de Ferid y al de Narumi se volteaban a ver ante el estruendo de voces de los guardias que gritaron “alto” a Hiiragi.
Entonces Guren vio como algo comenzaba a asomar bajo la capa que con un movimiento brusco de su brazo el peliblanco hizo aletear y que llevaba a su espalda, bajo el borde que se elevaba ya por la altura de los muslos aparecía el filo negro de una espada que solo podía ser…
Los ojos de Ichinose se abrieron con estupor mientras el ex general se abría paso los últimos centímetros entre él y el cautivo, la espada había sido guarnecida en la espalda de Shinya todo el tiempo e invisibilizada por la capa que este llevaba en su atuendo, ahora esta volaba para caer horizontal en el piso gracias al empuje del ojos azules pero antes de poder lograrlo Kureto que se agachó mientras corría como un felino ágil la atrapó y al mismo tiempo el peliblanco ladeó su cuerpo para evitar el impacto de la hoja que se elevaba directo hacia su cuerpo y que pasando a milímetros de su pecho se impactaba en el del primer progenitor desde un poco mas abajo hacia arriba en ángulo ascendente.
Los ojos de sorpresa del primero se encontraron con los de su hijo quienes tenían el brillo cruel del triunfo mientras la mano que agarraba el cuello del peliblanco aflojaba su agarre y este se liberaba para caer en sus pies y mirarlo aun mientras el emperador de todos los vampiros para asombro de los otros presentes caía sobre sus rodillas ante su hijo.
¡Tú!—dijo apuntando a Shinya mientras se tocaba la herida donde el arma había entrado y que ahora se encontraba expuesta ya que solo lo había penetrado por un segundo mientras el pelinegro ahora se había quedado quieto al lado del ojiazul y también miraba al emperador arrodillado y agonizante. Lo que este quería decir era obvio. Sus ojos hablaban de traición.
Mientras este desaparecía como todo buen vampiro víctima de un arma endemoniada su hijo preguntó--¿Y qué esperabas? ¿No me creaste para traicionar?—
Guren no se lo creía. Tampoco los vampiros que lo rodeaban excepto tal vez por…
¡Te lo dije, Crowley! ¡Que este chico haría las cosas muy interesantes!—dijo Ferid Bathory a Eusford.
El pelirrojo tenía fruncido el ceño y contestó—Ahora veo a que te refieres—También él estaba sorprendido de que un aparentemente débil y a punto de morir medio humano hubiera trazado un plan con un condenado y hubiera logrado tener éxito en exterminar al mas letal de los vampiros.
Shinya y Kureto voltearon a ver a todo ese enjambre de vampiros que estaba en una encrucijada y que había optado por ir por ellos. El pelinegro no tenía problemas en hacerles frente pero el peliblanco aun sangraba por su herida por lo que se mantenía atacando y huyendo. En un momento el ojos azules quedó ante Ferid y Crowley—Siempre supe que tomarías este camino. Despues de todo tienes que defender a tu bebé—dijo el peliplateado sorprendiendo a todos, Narumi, Shusaku, Yuu, Mika, Crowley y principalmente Kureto y Guren.
Todos se preguntaron lo mismo.
¿Bebé?
¡No hay nada más letal que un vampiro protegiendo su descendencia! ¿No es así, Reynard?—preguntó el pelilargo feliz con su conocimiento secreto.
Shinya chasqueó la lengua pero no tenía tiempo para discutir eso ahora pues estaban siendo atacados mientras entre ataque y ataque Ferid hacía refinadas poses y lo hostigaba pues sus contrincantes no eran nada para él. Shinya debía evadir al enemigo pues estaba preocupado. ¿Y si era verdad?
¡Me gustaría saber a cual de tus queridos pertenece!—dijo el espigado tercero captando la atención de un Kureto que de pronto estaba tan afanado como Guren en proteger a Shinya.