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Hasta el último de mis dias por Nezumi Tachibana

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Notas del capitulo:

Este fanfic pertenece al #AoKagaDay del grupo AoKaga 5x10, aunque ya ni siquiera se si estará dentro, pero no importa, tarde tanto para esto, lo siento u.u. Pero aquí publico mi aportación a ese hermoso día. Espero disfruten. 

La sala era blanca, con algunas manchas en las paredes, todas las puertas cerradas, la gente estaba en la fila de asientos, esperando a ser llamados, algunos con esperanza latente en sus ojos, otros cayendo en los brazos de su familia simplemente con la esperanza de acabar con el dolor, entre todos ellos se encontraba Aomine Daiki esperando por una respuesta que no llegaría, él ya lo sabía, lo aceptaba, incluso bromeaba con ello, con tal de no sentir miedo, a su lado se encontraba quien alguna vez fue solo un amigo, de esos que sales cada fin de semana a jugar o a tomar una copa y terminas cargando su trasero a casa, nada menos que Kagami Taiga, pero ya no eran solo amigos, su relación había cambiado, 7 meses antes de la noticia.

- Aomine Daiki, puerta 3 - La voz escapo por los altavoces del hospital


- Ya era hora - Incluso con su típico tono de despreocupación, Taiga sabía que él estaba asustado


Ambos jóvenes se levantaron y caminaron en silencio hacia la puerta indicada, apenas giraron la perilla, Daiki noto el ligero aroma a antisépticos, odiaba ese aroma, le recordaba que estaba muriendo.


- Buenas tardes, tomen asiento, por favor

El consultorio no era nada ostentoso, los títulos de medicina sobre la pared, el equipo médico a un costado del escritorio del doctor, dos sillas frente el escritorio, una camilla al fondo, solo otro consultorio normal, uno donde habían recibido una de la peores noticias para los dos.

- Recibí los estudios esta mañana - Su voz era sonaba cansada, reflejando los años de encierro dentro del hospital - Señor Aomine - lo miro fijamente a los ojos - usted necesitara un trasplante de corazón, sus estudios muestran una gran parte dañada, sé que su problema es familiar, pero no puedo hacer nada más, la última intervención solo ayudo un poco, pero el riesgo de infarto es cada vez mayor, necesita un donante.


Los dos lo sabían, incluso desde hace meses, quien diría que el jugador estrella en la preparatoria, podría sufrir un paro cardiaco, Taiga sujeto la mano de los zafiros tratando de dar su consuelo, algo que ni siquiera él podía asimilar tal noticia.


- ¿Cuánto se tarda en conseguir un donante? - La voz de Kagami era desesperada, a su lado yacían unos ojos azules sin esperanza


- Podría llevar meses, años talvez, los pondré en la lista de espera, pero lamento decirles, que las probabilidades de un donante a tiempo y compatible son casi nulas


- Eso es todo - La voz del moreno no estaba teñida de nada, solo era un eco vacío - Si lo es, quiero retirarme - Dejo caer la mano de Taiga, y se levantó de su asiento, simplemente marchándose de ese lugar que le había quitado todo


- Lo siento, debo irme, gracias por todo doctor - Incluso para Taiga la reacción de Aomine fue dura, y sus palabras sonaban a mentira en cuanto fueron pronunciadas, no podía agradecer nada


- Buena suerte muchacho, espero que consigan un donante - Apenas se despidió, volvió a su trabajo. Taiga se preguntó cuántas veces el doctor habría dicho la misma frase y cuantas veces sucedía realmente.

Aomine quien había salido primero, simplemente se encamino a la salida, Taiga lo siguió de cerca, pensó que se dirigiría al estacionamiento, donde habían dejado el auto, en cambio siguió de largo y siguió caminando.

¿Qué piensas hacer Daiki? ¿Qué puedo hacer yo?

La caminata improvisada continuo, habían recorrido alrededor de veinte cuadras, para cuando Aomine encontró lo que buscaba, ninguno había dicho ni una sola palabra, su relación había sido tan larga que incluso después de todo, sabían guardar silencio, realmente habían madurado juntos.

¿Una joyería?

Kagami siguió dentro a Daiki, estaba viendo los estantes, le dirigió unas palabras a la encargada, y eso basto para que le diera un anillo, Taiga se acercó, pero Daiki ya había guardado el aro, le dedico una mirada para que lo siguiera, y Taiga siempre lo haría, como seguiría al viento, no dio una palabra, Aomine estaba sufriendo lo sabía, pero también sabía que hablaría cuando estuviera listo, solo lo seguiría, tenía que protegerlo.

La caminata se estaba haciendo extensa, incluso regresar por el auto sería demasiado, pediría un taxi y mañana iría por él. Daiki ahora estaba a su lado, solo admirando todo, sabía que quería recordar todo, y eso le dolía en el alma a Taiga.

Llegaron a una cancha en un parque. Sonrió con nostalgia. Ese era el lugar, donde enfrento por primera vez a los zafiros, fue su primer beso, donde se declaró, parte de su historia estaba grabada en cada lugar de esa cancha de basquetball. Él se quedó en la entrada, observando como Daiki se detenía en el centro y volteaba su mirada hacia él.

- ¡Ven aquí Bakagami, no tengo todo el día! - Incluso el tono de Aomine no había cambiado, los zafiros tenían fuerza, él no quería ver como se perdían a lo largo del tiempo

Kagami sonreía, le sonrió solo de la forma que sabía hacerlo para él, de esa forma tan hermosa y desafiante que aceleraba el deteriorado corazón del moreno. Extrañaría su sonrisa. Extrañaría todo de él.

- Ahomine - Incluso extrañaría ese estúpido apodo, solo por el sonido que generaba en la voz del pelirrojo

Aomine tanteo su bolsillo en busca de un pequeño objeto, en cuanto lo encontró, supo lo que tenía que hacer, miro esos hermosos ojos rubíes que siempre amaría.

- Taiga, soy un imbécil y tú eres un idiota - La cara de Kagami mostro confusión ¿Qué mierda estaba diciendo Aomine? - Pero no importa que tan idiota seas, o que tan imbécil llegue yo a ser, nuestro inicio fue ... extraño - Recordó con nostalgia como empezaron su relación después de muchas copas, alcohol y vómito, raro para una declaración, y peor para un beso, lo bueno fue que no sucedió ninguna de las dos cosas el mismo día del vómito, Taiga sonrió recordando, posiblemente los mismos hechos que Aomine - Estoy feliz de tener un idiota a mi lado - Aomine tomo la mano de Kagami entre las suyas y coloco el anillo - Te amo, Bakagami, hasta el último de mis días - Kagami lloro, lloro de felicidad, de impotencia, de rabia y de amor

Aomine simplemente se encargó de recordar cada una de sus facciones.

El moreno había pensado hacerlo desde antes, dar el anillo, la cena, la comida, el lugar, las flores, todo. Y todo no fue suficiente cuando recibieron la noticia, dejó los meses pasar en esperanza, esperanza que ahora le negaban, así que fue por el anillo que llevaba esperando el momento para posarse en la mano de Taiga, nueve meses espero, y talvez era un adiós, en lugar del nuevo comienzo que deseaba Aomine para los dos.

Eso había pasado ya 6 meses atrás, había un donante, había un donante y Aomine estaba feliz, podría pasar más tiempo junto a los carmesí.

Esa mañana se había levantado entusiasmado, estaba feliz, Kagami preparo hamburguesas, de teriyaki para él y las del pelirrojo de queso, la operación sería en la noche, esperaba conocer a su donante, así podría agradecerle.

- Kagami ¿Crees que vuelva a jugar? - Aomine parecía un niño que estaba a punto de recibir el mejor juguete del mundo, Kagami lo amaba en cada una de sus facetas, cada lagrima y sonrisa que surcaban en el rostro del moreno


- Posiblemente - Respondió con la boca llena de hamburguesa, sintiendo y saboreando el queso


- Eso sería asombroso - Ese fue un susurro que el pelirrojo logro captar

Aomine volvía a tener esperanza, ya tenia un donante, podría hacer tantas cosas de nuevo, claro a su tiempo, incluso la hamburguesa que estaba comiendo tenía que estar dentro de los estándares de personas con tendencia a para cardíaco, eso significa poca grasa en todo, aun así, sabía a gloria si era preparada por Kagami, podría correr, incluso podría jugar, pero lo que más deseaba era estar a lado de los rubíes, podrían compartir sueños y emprender nuevos retos, Aomine estaba ansiando un futuro irreal.

En el hospital todo estaba listo, Daiki había sido internado, a la espera del donante, los preparativos estaban listos, Aomine no iba a sentir nada durante la operación y la anestesia estaba empezando a correr por su sistema, Taiga entro a verlo.

- ¿Listo? - La voz de Taiga estaba diferente, pero no sabía porque, talvez sólo era porque tenia sueño


- Siempre estoy listo Bakagami, hablas con Aoimine Daiki - Extrañaría todo de él, un pensamiento repentino le cruzó por su mente


- Te amo - Eso fue lo que dijo antes de unir sus labios con los zafiros, sus labios siempre sabrían a desafío, un dulce y hermoso desafío, los rubíes siempre sabían cómo habían despertar esa chispa de emoción y adrenalina, sin saber porque, a Aomine le sabia a un adiós


- También te amo Taiga


Kagami se retiró de la sala, y Aomine no se dio cuenta del sobre que el pelirrojo le había dejado.

La operación fue un éxito, el trasplante había sido aceptado por su cuerpo, tendria que mantener reposo, mientras pasaba diversas pruebas para ver su estado, Aomine estaba ansioso por ver a Kagami, habían superado un reto más, juntos.

Le había preguntado al doctor y a la enfermera, en cuanto entraron, su respuesta, nunca sería fácil.

- Señor Aomine, el señor Kagami... él fue su donador, estamos esperando por su decisión de cremarlo o enterrarlo, usted es el familiar más cercano. La familia también se encuentra en el pasillo - La voz del doctor se escuchaba apenada, pero Aomine había sido destrozado en la primera frase, que el resto no había tenido importancia

Él fue su donador

El idiota de Kagami había dado su vida, por él, no lo volvería a ver, no vería sus sonrisa, sus ojos iluminarse en un desafío, su pasión por el basquetball, su voz mientras cantaba en la cocina y creía que nadie veía, escuchar sus gritos, ver cada expresión de su rostro, ya no volvería a ver esos momentos que se asustaba como un niño, su emoción de levantarse cada día, ya no lo volvería observar mientras dormir, no podría tocar su cabello, probar sus labios, ya no tendría a Taiga en su vida y eso lo destrozaba más que nada.

Taiga se había ido de su lado, y ahora estaba solo y perdido, como siempre lo estuvo sin él.

El día que salió del hospital, era un día demasiado soleado contrario a lo estaba sintiendo el moreno, cuando estaba a punto de irse, la enfermera que lo había atendido corrió hacia él, con algo en la mano.

- ¡Señor Aomine! - Llego a su lado - Esto estaba en su habitación, podría ser algo - Le entrego un sobre, sin remitente, con una pequeña sonrisa y ojos esperanzados


- Gracias - Su voz era vacía y monótona, no quería una vida sin Taiga, se retiró del hospital, sin decir nada más.

Los días en el hospital, su enfermera fue quien más le dio apoyo, ella también había perdido a alguien, pero incluso por más que lo intento, los zafiros siguieron vacíos, esperaba que ese sobre contuviera algo que volviera a iluminar el rostro del moreno.

Llegar al departamento, fue lo peor que le pudo haber pasado, Aomine Daiki se deshizo en lágrimas apenas entro, cada parte le recordaba a Taiga, aún seguía el olor presente de las hamburguesas de la ultima mañana que pasaron juntos, no podía, no quería vivir así. No sin él.

Salió del departamento, con un lugar en fijo, la cancha de basquetball.

En cuanto llego no se sintió mejor, o peor, no sentía nada, se sentía vacío, saco el sobre que le había entregado la enfermera, sabía perfectamente de quien era.

Lo primero era una carta.

Querido Ahomine - eso provoco una sonrisa amarga al moreno - sé que en este momento estas sufriendo, lo se idiota, porque yo también lo estaría, pero no quiero que pienses que hice esto solo porque soy un imbécil, solo soy un idiota enamorado de ti - Su sonrisa creció más, la primera lagrima salió - hace dos meses le pregunte al doctor por el donante, no había nadie, así que me ofrecí, tenías que ver más de la vida, me dolía ver cómo te perdías en tus pensamientos, creyendo y esperando por el ultimo día, me dolía verte de esa manera, tus silencios eternos. Pero sabes, Daiki ahora veras más, tal vez ya no sea a mi lado, en físico, pero estaré a tu lado, siguiendo cada uno de tus pasos como el idiota que soy, siguiendo a un imbécil como tú - La hoja se empezó a mojar de las lágrimas - pero este no es el final, solo te di lo que siempre te perteneció, gracias por todo Daiki, en la parte de atrás hay información de alguien que deberías ver, lo conocí hace un mes, lo vas a amar, tanto como yo lo haría - Aomine frunció su ceño ligeramente - debiste ver tu cara esta mañana, sabía que valía la pena, gracias por todo, te esperare. Te amo Aomine Daiki

Los zafiros, estaban llenos de lágrimas, saco el resto de los papeles, eran de adopción, Noa Misuki, Orfanato del Norte.

- Idiota, nunca me dejas solo ¿cierto? - Sonrió con ironía, al ver la imagen del niño, tenía alrededor de 4 años, ojos purpura y cabello negro, no se parecía a Taiga, pero su mirada, le recordaba al pelirrojo, siempre en busca de un desafío más grande

Aun había algo de peso en el sobre, lo volteo y salió el anillo que le había dado a Kagami hacía ya 6 meses, pero esta vez mirándolo, tenía una inscripción que él no había solicitado cuando se lo dio a Taiga.

"Hasta el último de mis días"

Un susurro salio de los labios del moreno - Hasta el último de mis días - Era una promesa, lo amaria hasta el último de sus días, hasta el último latido del corazón de su amado, él le habia dado todo y le había enseñado tanto - Te prometo, Taiga, que haré lo mejor de mi, solo esperame - Aomine lloro, por la pérdida, la tristeza y por amor. Un amor que latía en un corazón.

Pasaron varios días, hasta que Daiki conoció a Noa, lo encontró en el orfanato jugando basquetball, jugaba con pasión, se parecía tanto a él, lo amaría tanto como lo hubiera querido Taiga.

Una señorita lo acompañó a la cancha que había en el orfanato, edificada para los pequeños.


Noa trataba de anotar a la canasta, pero sus brazos delgados no tenían la fuerza, pero no se daría por vencido, tenia demasiada determinación para un niño de 4 años.

- ¡Noa! - Le grito la señorita que acompañaba a Daiki, incluso él se había sobresaltado con el grito, al menos esperaba que no gritara siempre

Noa llegó corriendo, sin soltar su balón de basquetball, se lo había dado un señor hacia un tiempo, con cabello rojo, le daba risa como su nombre se parecía a un tigre, le había agradado mucho y esperaba volver a verlo, él le había enseñado basquetball. Cuando llegó vio a otro señor, igual que alto que el señor tigre, pero con ojos azules y cabello azul.

- ¿Qué pasó? - Noa a pesar de tener cuatro años, era alguien muy especial, sabía algunas cosas que los adultos no, también era muy revoltoso


- Aún no estás en problemas - La señorita le dio una mirada y Noa le sonrió con inocencia, aun no habían encontrado a la rana - Pero este señor aquí - Señaló a Aomine y Noa se fijo momentáneamente en él - Quería conocerte

Misuki era listo, pero el no quería al señor de ojos azules, quería al señor tigre, así que se dio la vuelta y se fue. Aomine lo vio extrañado ¿que había sido eso? Vio al pelinegro alejarse y posicionarse nuevamente en la cancha. Era increíble lo parecida de su posición con la de Taiga.

- ¿Puedo ir? - Se dirigió a la encargada del niño


- Claro, solo esta algo enojado, porque no ha venido el señor Kagami - La sola mención del pelirrojo le dolía a Daiki - ¿Usted viene de su parte, no? Noa lo extraña, dígale que venga la próxima vez


- Creo que eso no será posible, falleció hace una semana - La garganta se le cerró y quería volver a llorar


- Lo siento - La señorita se sintió mal, Daiki se notaba mal cuando terminó de decirlo, y ella había sido la responsable, se fue con pena por hablar de un tema delicado

Aomine trato de aliviar el nudo de su garganta, para ir con el niño de ojos púrpuras, se acercó poco a poco, necesitaba conocerlo. Se encontró a sí mismo sonriendo, como hacía mucho no lo hacía, no desde que se había enterado. Vio al niño seguir intentando dar en la canasta, sin embargo no tenia la fuera suficiente en sus bracitos.

- ¿Necesitas ayuda con eso? - Le dirigió la palabra al niño pequeño, quien volteo y lo miro directo a los ojos


- No - Eso era algo que Aomine no esperaba


- ¿Qué? - Pregunto incrédulo a las palabras del niño


- No necesito ayuda, tengo que hacerlo por mi, para llegar a ser como el señor tigre - La determinación del niño era increíble


- ¿Señor tigre?


- Un señor venía, el me regaló esto - Dijo el niño feliz, levantando el balón en el aire, sin embargo se cayó de sus manos y fue a dar a los pies de Aomine, lo recogió y se lo dio al niño


- ¿Qué más? - Pregunto con curiosidad, creía quien era el señor tigre, sonrió un poco al pensar en el pelirrojo jugando con el niño frente a él


- Su nombre sonaba como Tiger era muy gracioso, era muy alto, como tú y tenía ojos rojos - El niño hablaba orgulloso, estaba hablando de su ídolo - ¿Usted lo conoce? - El niño lo miro con esperanza


- Si, lo conozco, es asombroso ¿sabias que vengo de parte de él? ¿ Quieres ser mi familia? - Daiki no quería mencionar la muerte de los rubíes a Noa


- ¿No va a venir el señor tigre? - Los ojos del niño intuía algo


- No - Aomine puso una sonrisa triste - No va a venir


- ¿Está muerto? ¿Cómo mis padres? Ellos tampoco van a venir - Aomine le partió el alma, ver al niño llorar, no producía ningún ruido, solo dejaba que las lágrimas cayeran por su pequeño rostro

Aomine se arrodilló frente al niño y lo abrazo, Taiga no hubiera dejado sólo a ese niño y tampoco él lo haría.

- Señor, si quiero ser su familia - El niño sonrió con ternura - Usted está llorando, igual que el señor tigre el primer día, llorando por alguien y por mi, no quiero llorar y no quiero que lloren, el señor tigre me dijo que llorar esta bien, pero debemos seguir por nosotros y los demás, siempre recordando para tener fuerza - Se limpio las lágrimas de su rostro - Aunque no entiendo muy bien que significa

La sonrisa del niño, le recordó a Aomine que Taiga no lo había dejado, le había dado un niño, una unión de su amor, el cuidaría de ese niño, cuidaría de él y lo amaría, sabía que lo haría.

Los días de Aomine se volvieron a llenar de color con Noa, se parecía tanto a Kagami, en cada una de sus facetas, era un niño activo, y creció lo mejor que lo pudo hacer, Aomine estaba orgulloso. Noa ahora era un jugador de NBA, uno de los mejores, amaba a su hijo demasiado, a pesar de ser un niño todavía a los ojos de e su padre, Noa ya había crecido.

En los últimos días de Aomine, recordaba cada día vivido con Taiga, con Noa, después de 37 años, al fin se iba reunir con el amor de su vida, cuido su corazón, cuido su anillo, cuido a su niño y cuido a su amor, siempre esperando para volver a verlo. Noa se encontraba a lado del hombre que fue su padre, deseando que se encontrara con aquel que amaba.

Aomine lo vio, tan perfecto como lo recordaba, su cabello rojo, una sonrisa en su rostro y sus ojos carmesí viéndolo fijamente.

- Daiki, te estuve esperando - La sonrisa del pelirrojo se ensancho aún más, se acercó al moreno y tomo su mano - Espere mucho tiempo


- Eso dímelo a mí, Taiga - Se acercó a quien siempre había amado y lo beso, lo beso con esperanza, amor, con cada sentimiento que sentía por el pelirrojo, lo había extrañado demasiado, se separo a respirar y controlar sus latidos


- ¿Cómo está nuestro niño? - Kagami estaba esperando a saber del pequeño que había dejado a su cargo


- Noa ya no es un niño, tiene tu mirada y tu espíritu, sabe lo que quiere, pero también es amable, se parece tanto a ti - Sonrió recordando cada año viendo crecer a Noa


- Lo hiciste bien, Aomine - Taiga volvió a acercar sus labios a los zafiros, como lo había extrañado

Al final sus almas siempre estuvieron juntas, hasta los últimos días de sus vida, e incluso más allá.


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