Opresivo, asfixiante, casi insoportable. Así percibía Hiccup al nudo que se retorcía dentro de él al contemplar a su adorado furia nocturna, a su amado compañero quien yacía agonizante sobre la nieve, la cual se teñía de escarlata cerca del dragón, desapareciendo así su gélido tono de un plateado azulino reflejado por la luz de la luna.
Hiccup se fijó en su amado Toothless, mostrando una expresión dolorosamente resignada. ¡Toothless había sido herido mortalmente por cazadores de un clan enemigo! Por protegerle a él las inmensas y gruesas espadas de aquellos hombres atravesaron el costado de su dragón. Había maldecido su suerte, rogado, suplicado a las deidades, a las Ásynjur a las cuales siempre solía elevar sus súplicas, que su compañero lograra sobrevivir. Sin embargo el velo de la muerte que se iba cerniendo sobre este era algo cruelmente inevitable.
Intentó contener el sollozo que pugnaba por escapar de su garganta mirando hacia el oscuro cielo, sintiendo las lágrimas agolparse de manera incipiente en sus ojos, mas se negaba a derramarlas. Debía ser fuerte por Toothless.
Escuchó un quejido lastimero y posó su vista en el dragón, el cual se removió débilmente abriendo sus ojos amarillo tóxico con pesadez y fijándolos en Hiccup. Este sonrió con dulce tristeza acercando sus manos ligeramente trémulas hacia el furia nocturna para acariciarle el hocico con delicadeza.
—Toothless, ¿qué voy a hacer? No tendrías que haberte sacrificado por protegerme. No tendrías que haberlo hecho —musitó con voz rota acariciando al dragón quien emitió un grave y dolorido sonido, aunque sus ojos reflejaban suma calidez hacia Hiccup.
Toothless le hablaba con la mirada, le transmitía su amor por él, sin embargo aquellos ojos que tanto amaba finalmente se fueron cerrando para siempre. Inspiró profundamente pero no logró contener más el sollozo que rasgaba su garganta, dejándolo escapar, abrazando al ahora inerte cuerpo de su compañero y depositando un beso su hocico.
Quiso tragarse definitivamente los sollozos mientras posaba sus manos en su vientre con cariñosa delicadeza. Su compañero ya no estaba. Ahora solo quedaba él para proteger su futura cría, y por ello debía ser fuerte. Por Toothless, por la cría de ambos que él engendraba en sus entrañas. Por ellos, para proteger a su cría, se haría un hombre más fuerte, aunque a pesar de todo quizás el dolor de la cruel pérdida jamás abandonara su corazón.
Opresivo, asfixiante, casi insoportable. Así percibía Hiccup al nudo que se retorcía dentro de él al contemplar a su adorado furia nocturna, a su amado compañero quien yacía agonizante sobre la nieve, la cual se teñía de escarlata cerca del dragón, desapareciendo así su gélido tono de un plateado azulino reflejado por la luz de la luna.
Hiccup se fijó en su amado Toothless, mostrando una expresión dolorosamente resignada. ¡Toothless había sido herido mortalmente por cazadores de un clan enemigo! Por protegerle a él las inmensas y gruesas espadas de aquellos hombres atravesaron el costado de su dragón. Había maldecido su suerte, rogado, suplicado a las deidades, a las Ásynjur a las cuales siempre solía elevar sus súplicas, que su compañero lograra sobrevivir. Sin embargo el velo de la muerte que se iba cerniendo sobre este era algo cruelmente inevitable.
Intentó contener el sollozo que pugnaba por escapar de su garganta mirando hacia el oscuro cielo, sintiendo las lágrimas agolparse de manera incipiente en sus ojos, mas se negaba a derramarlas. Debía ser fuerte por Toothless.
Escuchó un quejido lastimero y posó su vista en el dragón, el cual se removió débilmente abriendo sus ojos amarillo tóxico con pesadez y fijándolos en Hiccup. Este sonrió con dulce tristeza acercando sus manos ligeramente trémulas hacia el furia nocturna para acariciarle el hocico con delicadeza.
—Toothless, ¿qué voy a hacer? No tendrías que haberte sacrificado por protegerme. No tendrías que haberlo hecho —musitó con voz rota acariciando al dragón quien emitió un grave y dolorido sonido, aunque sus ojos reflejaban suma calidez hacia Hiccup.
Toothless le hablaba con la mirada, le transmitía su amor por él, sin embargo aquellos ojos que tanto amaba finalmente se fueron cerrando para siempre. Inspiró profundamente pero no logró contener más el sollozo que rasgaba su garganta, dejándolo escapar, abrazando al ahora inerte cuerpo de su compañero y depositando un beso su hocico.
Quiso tragarse definitivamente los sollozos mientras posaba sus manos en su vientre con cariñosa delicadeza. Su compañero ya no estaba. Ahora solo quedaba él para proteger su futura cría, y por ello debía ser fuerte. Por Toothless, por la cría de ambos que él engendraba en sus entrañas. Por ellos, para proteger a su cría, se haría un hombre más fuerte, aunque a pesar de todo quizás el dolor de la cruel pérdida jamás abandonara su corazón.