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House of Memories por Yatziriid

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Notas del fanfic:

Originalmente, esto sería un one-shot, pero me salió muy largo y la verdad es que da para más que un simple one-shot. 

Así que lo haré largo. 

Muy largo. 

Espero (?

Tal vez sean 3 o 4 capítulos. Quien sabe, depende de mi humor (e inspiración, por supuesto).

Notas del capitulo:

Otro Stucky, esta vez es un AU ambientado al final de CW que ignora por completo esa mid-credit scene.

Steve y Bucky nunca fueron a Wakanda, Bucky encontro un reemplazo de su brazo metalico y lograron superar las palabras que activan la programación de Hydra.

 

 

House of memories

 

Y cuando tus fantasías se conviertan en tu legado, prométeme un lugar en la casa de tus memorias.

 

OoOoO

 

‘Era perfectamente natural que te acordaras de él a la hora de las nostalgias, cuando uno se deja corromper por esas ausencias que llamamos recuerdos y hay que remendar con palabras y con imágenes tanto hueco insaciable.’

—Julio Cortázar

 

Cuando regresa a su apartamento, lo primero que observa es la espalda de Steve. Sabía que tarde o temprano esto pasaría y no está seguro de que sentir ahora mismo. Y aparentemente, Steve lo notó porque volteó y le reviso de arriba abajo solo con la vista. Abrió la boca para decir algo, pero ya sabía lo que era, sabía que pronto irían por él.

— ¿Qué es lo que está mal contigo?—Preguntó de repente, con el enojo deslizándose en sus palabras mientras se acercaba a la mesa y dejaba la bolsa con ciruelas sobre la superficie. Podía ver la aprehensión en la mirada de Steve, preguntándose tal vez, con quien estaba hablando. Si con el Soldado o con Bucky y honestamente, él tampoco lo sabía. Dejo de saber quién era desde que cayó del tren.

—Buck…

— ¡Estabas a salvo!—Continua, tratando de limitar su tono de voz y sus movimientos. Sabe lo que Steve dirá, sabe cada maldita cosa que Steve responderá, pero esta tan enojado. Tan molesto. ¿Cómo pudo Steve ser tan estúpido? Bucky es peligroso. Es una maldita arma, una maldita bomba de tiempo que pronto explotara y lo único que hace Steve es ponerse en la línea de fuego con el traje más reconocido en todo el maldito universo—Maldición Steve, ¿por qué no te mantuviste lejos? Ni siquiera deberías de estar en el mismo país que yo.

Se ha quitado el guante que cubría su mano de metal, se ha quitado la chaqueta y la gorra de béisbol. Falta poco para que lleguen por él.

—Vienen a matarte—Es lo único que Steve responde y a Bucky se le rompe el corazón al escuchar su voz.

—Deberías de dejar que lo hicieran—Replica  con amargura e inmediatamente se arrepiente de sus palabras y las quiere de vuelta al ver la expresión de horror que ha cruzado por las facciones de Steve.

—No puedo—Dice con firmeza y se acerca con lentitud, escucha la voz de Sam advirtiendo que faltan unos cuantos minutos más para que las fuerzas especiales lleguen por Bucky—Tengo que…

— ¿Tienes que hacer qué, Steve?—Interrumpe de nuevo al escucharle y su brazo de metal empieza a vibrar. Dios, esta tan molesto, tan molesto consigo mismo por haber olvidado lo jodidamente terco y necio que era Steve. Se odia un poco por lo que hará a continuación— ¿Pensaste que quería que estuvieras aquí? ¿Qué cruzaría la mitad del mundo solo para estar contigo?—Pregunta irónicamente y niega—No puedo volver a casa Stevie, porque entonces ellos te lastimaran también—Toma una pausa y respira hondo para tratar de reordenar sus pensamientos, pero después de dos años de solo ver a Steve a través de las noticias, los periódicos, de tener una foto de él en su diario, verlo aquí; en carne y hueso es mucho para él.

Steve no dice ni una palabra, solo termina por acercarse y lo envuelve en un abrazo. Con lentitud, con suavidad, como si ambos tuvieran el tiempo suficiente para reencontrarse, para reconocerse.

Pasa un segundo, y entonces Bucky le devuelve el abrazo y se aferra a él como si Steve fuera el salvavidas que más falta le hizo durante todo este tiempo en que se estuvo ahogando en un mar de culpa.

—Solo quería estar contigo otra vez, maldito idiota—Susurra Steve sobre la piel de su cuello y Bucky no puede contener las lágrimas. A Steve no parece importarle que humedezca la tela de su uniforme.

—Tengo que mantenerte a salvo, punk—Replica Bucky con un susurro roto—Ese es mi trabajo ¿recuerdas? Tu mamá siempre me dijo que viera por ti.

Steve lo aparta después de algunos instantes y le mira a los ojos. Hay una férrea determinación en ellos.

—Ahora es mi turno de mantenerte a salvo.

OoOoO

Era Diciembre de 1933, el invierno había sido crudo y no tenía piedad de aquellos que no lograron cobijarse a tiempo. Las fábricas comenzaron a despedir personal para dar el trabajo a aquellos hombres de familia que lo necesitaban más que chicos como Bucky.

Chicos huérfanos y solos.

Chicos que solo se tenían a sí mismos para cuidarse.

Lo que ellos no sabían es que Bucky tenía una familia, pero no el sentido convencional de la palabra.

Bucky no tenía una esposa de cabellos rubios y labios rojos a la cual besar después del trabajo, ni tampoco tenía hijos a los cuales levantar en brazos nada más llegar a casa después de un arduo día de trabajo.

Bucky solo tenía diecisiete años.

Y su única obligación autoimpuesta era evitar que Steve muriera.

Diecisiete

Diecisiete

Una jodida palabra de una serie de diez que le volvían en el Soldado del Invierno.

Oh como los odiaba.

Tomaron sus más preciados recuerdos y los volvieron contra él.  

— ¡Vamos Buck! ¡Puedes hacerlo!—Steve piensa que esto es el infierno. Cuando regresó del hielo, pensó que el permanecer congelado por más de 70 años era el infierno. Cuando estuvo sus primeros meses sumido en una vigilia en este mundo tan extraño, pensó que era el infierno. Cuando busco a Bucky en los ojos del Soldado del Invierno, pensó que era el infierno. Pero esto… Ver a Bucky sollozar y agitarse sobre la hierba, luchando una batalla que no puede ayudarle a ganar, definitivamente, es lo más parecido al infierno.

Diecisiete

1933

Invierno

Llevaba dos semanas trabajando en los muelles y aquel día había recibido su primera paga. Trabajo lo más duro que pudo, trabajo horas extras, turnos extras, con tal de poder recibir lo suficiente y así ayudar a Steve a comprar su medicina. Estaba tan enfermo que, esta vez, el medico no le daba esperanza.

Pero Bucky sabía que Steve era un necio invencible y no se dejaría caer.

Él tenía que aferrarse a esto, porque de otra manera, si Steve no sobrevivía este invierno, Bucky no estaba seguro de querer vivir más para ver el siguiente.

1933

Diecisiete

Invierno

—Vamos Buck, quédate conmigo—Pide Steve con la voz quebrada y los ojos acuosos—Diecisiete ¿Recuerdas cuando tenías diecisiete años? ¿1933? ¿Ese espantoso invierno?

—Trabaje turnos extras…—Bucky susurra con los dientes apretados y los ojos cerrados porque duele, duele mucho pelear contra la programación de Hydra, entierra su  mano de metal en el pasto; aferrándose a eso y a la voz de Steve, como lo hizo tantas veces en el pasado—…en los muelles, para poder comprar tu medicina…—Solloza de solo recordar, solloza de solo pensar en la posibilidad y solloza por el dolor—…estabas tan enfermo…

—Sí, pero sucedió algo más ¿Lo recuerdas? —Steve pregunta con ansiedad y las lágrimas ya no pudieron ser contenidas— ¿Recuerdas lo que sucedió?—Coloca una mano en el hombro de Bucky, quien sigue recostado en el suelo con los ojos cerrados, las mejillas húmedas y su mano de metal excavando más profundo en el pasto.

—Pensé que ibas a morir…—Grita por el dolor, el propio y el ajeno—…diablos Steve—Llora con fuerza porque ya no cree poder soportar esta tortura.

Está llorando por el dolor y no hay nada que Steve pueda hacer.

— ¿Qué más? Vamos Buck, puedes hacer esto ¿Qué más?—Steve está desesperado, desde que supieron cuáles eran las palabras que activaban la programación de Hydra, han luchado contra ellas.

Algunas veces ganaron.

Otras, Steve tuvo que resignarse a perder.

—Me besaste…—Bucky abre los ojos y mira directamente a las orbes azules de Steve, porque algo ha hecho click dentro de su mente—…diablos…—Su tono es entre sorprendido y enojado pero no con Steve, sino consigo mismo, por haber tardado en recordar esto. Esta preciosa memoria que fue tergiversada—…me besaste en un callejón, después de tu clase de arte…—Sus lágrimas se han detenido y ya no se retuerce en el pasto. Ya no siente tanto dolor y ahora solo está quieto—…me besaste como el imprudente idiota que eres…  

Steve

Diecisiete

Invierno

1933

Steve había vuelto a la escuela de arte hacía solo unos días. El chico estaba convaleciente y no era prudente que lo hiciera, pero su terquedad gano la partida y aun en contra de los deseos de Bucky, asistió. No quería perder todo el progreso que tenía poco de haber ganado.

O al menos, eso le dijo a Bucky, cuando ambos discutieron sobre esto.

Y Bucky no pudo más que ceder, porque Steve era su más grande debilidad y le aterraba saber eso.

Aquel día, el trabajo acabo temprano en los muelles y como ya no era necesario que hiciera horas extras, decidió que podía darse el lujo de ir a recoger a Steve hasta la escuela. Además, así evitaba que los chicos más grandes, golpearan a su amigo solo porque se les daba gana. Otra cosa que tenía en cuenta, es que era Diciembre y oscurecía temprano. Y Steve era pequeño, aunque muy valiente, solo era un chico demasiado delgado y débil que no podría defenderse si lo requería.

Por lo que ahí estaba, recargado en la pared del edificio frente a la escuela.

Tenía ambas manos enguantadas en los bolsillos de la chaqueta y una bufanda envuelta de manera precaria alrededor de su cuello. Su postura era algo descuidada pero, aparentemente, a las chicas les gustaba porque le sonreían y saludaban y reían entre sí como idiotas. Él sonreía, porque era algo casi grabado a fuego en su conducta, pero dejaba todo eso de lado en cuanto veía a Steve salir por las puertas de la escuela.

Sonreía ampliamente y cruzaba la calle con rapidez para estar al paso del pequeño chico rubio con el que vivía.

Pero ese día era diferente.

Steve rehuía a su toque, no le miraba, recibía respuestas monosilábicas y eso hizo que Bucky frunciera el ceño.

Estaban a dos cuadras de llegar al departamento que compartían y el silencio entre ambos ya era insoportable. Steve caminaba con las manos en los bolsillos del pantalón mientras su mochila colgaba descuidadamente de su hombro izquierdo. Bucky mantenía las manos en los bolsillos de su chaqueta pero el ceño fruncido no iba con su siempre jovial humor. Así que resoplando tomó a Steve de la mano y lo llevo al callejón casi a rastras. Steve se resistía pero Bucky no dejaría que se saliera con la suya.

No esta vez.

—Está bien, ¿qué pasa?—Le pregunto con el ceño fruncido y los brazos cruzados— ¿Por qué estás tan molesto?

—No importa Buck, en realidad no es nada—Steve trató de restarle importancia, pero ya era demasiado tarde. Bucky estaba demasiado interesado en su respuesta y no se conformaría con un simple “No es nada”.

Bucky entrecerró los ojos y le miro con suspicacia.

—Te conozco Steve, tú no te comportas de esa manera solo por nada—Replicó con cierta molestia—Ahora, ¿me dirás que es lo qué te puso de ese humor?

Steve le miró por lo que parecieron horas, trataba de decirle algo, pero no podía entenderlo. Así que se acercó y lo tomó por los hombros y le sonrió.

—Vamos amigo, puedes decirme lo que sea, creía que ya lo sabías—Trato de convencerlo de nuevo, pero no se esperaba lo que siguió.

De un momento a otro, tenía a Steve más cerca, mucho más cerca de lo que nunca lo había tenido.

Y en un instante más, los labios de Steve estaban sobre los suyos y eso le dejo en shock.

Y no supo… No hasta que lo pensó mejor aquella noche, que respondió al beso porque esto era lo que más deseaba.

Lo abrazó con fuerza y le respondió y agradeció internamente porque la noche los cubriera con su manto oscuro.

Diecisiete

1933

Invierno

Steve

—Sí, aférrate a eso, con solo pensarlo basta—Responde Steve con una pequeña sonrisa de lado y más lágrimas en los ojos que no permitirá dejar salir. Y abraza con fuerza a Bucky y le da un suave beso en la sien, porque esto les está acabando a ambos, pero no se rendirá. Él seguirá peleando si eso implica tener a Bucky a su lado.

Bucky vuelve a llorar y tiembla un poco y devuelve el abrazo con la misma fuerza.

—Me besaste…—De su boca escapa una mezcla entre un sollozo y una pequeña risa—…y tuve tanto miedo…

Steve asiente y lo aprieta más porque él sintió lo mismo.

—Fue el momento más terrorífico de mi vida…—Murmura en el pelo de Bucky—…hasta que me devolviste el beso…—Ríe también con suavidad pero su voz se quiebra al hablar—…entonces yo estaba jodidamente feliz, y ya no importaba si hacía mucho frío, o que podrían habernos detenido…—Llora, porque recordarlo le hace sentir esperanza, y le hace sentir feliz. Verdaderamente feliz—Me querías y eso…—Se aleja para mirarlo a los ojos y acuna las mejillas de Bucky en ambas manos—…eso lo fue todo.

Todo—Se hace eco de las palabras de Steve y le abraza de nuevo hasta que sus huesos casi crujieron, pero no importaba.

Steve apenas lo siente.

Steve estaba dispuesto a soportar esto.  

OoOoO

Un día, cuando ambos están tan cansados de tener que pelear contra esas palabras, deciden salir a caminar.

Están en París, Steve se ha teñido el cabello de un tono oscuro y se ha dejado crecer una barba por primera vez en su vida.

Y Bucky se ha cortado el cabello a la antigua usanza y casi parece el chico de Brooklyn del cual Steve se enamoró perdidamente. Casi.

Vagan por París con chaquetas de cuero, gafas de sol y gorras de béisbol. Beben café de pintorescos locales y de no ser por los numerosos monumentos, la Segunda Guerra Mundial habría parecido un sueño.

Van al Louvre, caminan a lo largo de la orilla del río Sena y marchan de manera lenta y reverente por Notre Dame.

Pero los sueños y las pesadillas y los gritos y el dolor, no se van.

Aún tienen mucho contra lo cual pelear.

OoOoO

Inclinado sobre el fregadero de la cocina, Bucky vomita. Steve frota su espalda con calma y la preocupación en sus facciones se acentúa. Han estado trabajando con la palabra Regreso a Casa, pero Steve no se siente seguro de si esto cuenta como una victoria.

En el fondo del fregadero se mezcla la bilis y la sangre que gotea de la nariz de Bucky y a Steve le duele mucho verlo así, porque se ha vuelto muy frecuente pero Bucky tiene a bien recordarle que están tratando de deshacer más de setenta años de lavado de cerebro y control mental y, ¿enserio creíste que no iba a doler?

Y la verdad es que no, Steve no creía que doliera. No de esta forma.

—Es lo que más quería…—Dice Bucky de repente mientras las arcadas han disminuido—…lo quería más que nada…—Unas cuantas lágrimas se deslizan sobre sus mejillas y trata de limpiarse pero solo hace un desastre más grande—Que la guerra terminara, para que nosotros pudiéramos volver a Brooklyn y… y estar juntos—Esta confesando su más grande deseo y temor porque ya no puede seguir callándolo—Tener un futuro.

Steve asiente porque él también lo hubiera querido.

Soñó con eso cientos de veces en ese entonces y miles más desde que despertó. Representó su único consuelo. Soñar un futuro imposible con alguien que había muerto décadas atrás.

—Pero lo hicimos—Responde mientras le tiende a Bucky una toalla para que se limpie su cara. Bucky le mira incrédulo y sabe que debe de explicarse. Se sonroja un poco y se encoge de hombros—Eres mi casa y te tengo de vuelta, así que…—Lo mira a los ojos y le sonríe con sempiterna tristeza—Lo hicimos.

OoOoO

Están sobre la azotea del edificio, Bucky tiene la cabeza apoyada en su regazo y Steve ha dejado de lado la libreta de sus dibujos. Se encuentran en silencio, observando la inminente puesta de sol.

—Es hermoso—Susurra Bucky y Steve sonríe de lado y comienza a acariciar el cabello de su acompañante. No responde, no hace falta.

Él ya no está observando la paleta de colores ocres y naranjas y amarillos que el sol esta regalándoles.

Él está observando la manera en que esa paleta de colores se refleja sobre la piel, los ojos y cabello de Bucky.

Y diablos, le hace sentir tan enamorado.

— ¿Echas en falta el escudo?—Bucky pregunta de repente y le voltea a mirar con curiosidad— ¿Echas en falta el uniforme?

Steve suspira y detiene el suave vaivén que había tomado su mano al acariciar el cabello de su acompañante.

—A veces—Es su escueta respuesta y es que no ha pensado lo suficiente sobre ello.

No ha querido pensar lo suficiente sobre ello.

Porque cuando era el Capitán América no había espacio para la duda. No había espacio para él. No había espacio para Steve Rogers.

Porque el Capitán América era un líder, un símbolo.

Y fue un regalo, pero también una carga.

Y durante algunas noches, cuando Bucky lucha contra sus propios demonios, echa de menos el escudo porque se convirtió en una extensión de él, pero nunca echa de menos el peso que este representaba.

—Todavía no puedo creer que lo hayas hecho—Bucky niega con suavidad y una leve, casi imperceptible sonrisa se forma en sus labios—El Capitán América: Un criminal buscado—Recuerda algo y esta vez sonríe ampliamente—Phillips habría tenido un ataque de histeria—Se incorpora aun con la sonrisa en sus labios y se coloca al lado de Steve—Cielos, es probable que este revolcándose en su tumba ahora.

Steve solo se encoge de hombros.

—Creo que ya no tiene importancia, lo hice y no me arrepiento…—Suspira y mira sus manos, se entretiene recreándose en la vista de ellas. No tienen nada relevante, es simple acto de protección a sí mismo—Me dijeron que todavía podía hacer el bien, que el mundo todavía  me necesitaba…—Levanta la mirada y la posa en Bucky, quien le mira con solemnidad—…pero ya no lo creo.

— ¿Ya no lo crees?—Bucky repite la pregunta aun cuando ya sabe la respuesta. Pero es necesario.

¿Creerlo? Después de Hydra, después de SHIELD, después de Ultrón, después de Sokovia, después de los Acuerdos…

Después de tener a Tony Stark ensangrentado, mirándole desde el suelo con furia, con el sentimiento de traición en su pecho....   

—No, no lo creo—Vacila un poco en su respuesta porque es la primera vez que lo pone en voz alta y suena más contundente de lo que se siente—Creo… Creo que el Capitán América pertenece más a un museo.

—Bueno, tenemos cien años de edad…—Concuerda Bucky con un poco de diversión y Steve le sonríe y le suelta un golpe en el hombro con el propio. Bucky vuelve a sonreír con diversión y luce más sano de lo que debería.

Aparte de eso… Supongo que antes la guerra marcaba por completo las diferencias, ya sabes, blanco y negro. Héroes y villanos—Suspira—Y ya no es así de simple. El mundo no necesita al Capitán América como lo hizo en aquel entonces…—Respira hondo. Una parte de él esta alegre por poder decirle esto a alguien que lo entiende— Yo… yo represento una época que no regresará y no puedo ser lo que quieren que sea en esta nueva—Se abraza a sí mismo porque la desolación le ha ganado y le inunda el pecho y le hace sentir como si se estuviera ahogando y la sensación le recuerda a Steve a un ataque de asma con la diferencia de que aquí no hay medicina o inhalador que pueda usar para aliviar el dolor—Yo solo… fui durante tanto tiempo el Capitán América que, no estoy seguro de lo que soy sin él, Buck.

Y cuando mira a Bucky se da cuenta de que este tiene el ceño fruncido y una mueca de inconformidad.

—El Capitán América es solo un estúpido uniforme, tu eres Steve, siempre has sido Steve—Lo toma de ambas manos y lo acerca a sí, como cuando eran jóvenes y Steve era mucho más pequeño—Eso fue lo que seguí en aquel entonces, porque lo único ellos hicieron fue vestirte  con un ridículo disfraz y decirle al mundo que eras un símbolo, pero debajo de todo eso, aun eras Steve Rogers y aún lo eres ahora—Lo abraza con fuerza, porque enserio cree en lo que dice y quiere que Steve también lo crea—No vine aquí por el Capitán América, vine aquí por el niño idiota de Brooklyn que no sabía cómo rendirse en una pelea y que por alguna inexplicable razón estaba enamorado de su igualmente estúpido mejor amigo, aun cuando todo el mundo le decía que no era lo correcto—Se lo dice al oído con una convicción que es más real que todo lo que ha sentido hasta ahora, porque aunque no recordará nada de sí mismo, lo que siempre estaría presente sería Steve—Eso es lo que eres.

Y Steve llora y devuelve el abrazo con fuerza.

—Te extrañe tanto…—Confiesa en un hilo de voz sin romper el abrazo, porque no quiere alejarse. Espero esto por tanto tiempo que ahora simplemente se le hace irreal.

Y si es un sueño, sabe que no quiere despertar.

—También te eche de menos—Responde Bucky en un murmullo.

—Entonces ¿por qué huiste durante dos años?

—Porque no creí ser alguien digno de ti de nuevo, además de que soy peligroso—Sonríe en desaprobación y niega—Pero debí de saber que no sería fácil, más de setenta años y todavía mantienes el horrible hábito de lanzarte en peleas sin sentido.

—No eres una pelea sin sentido—Replica Steve con el ceño fruncido.

—Sigue diciéndote eso

—Sabes que no me detendré.

—Lo sé—Le mira a los ojos y le sonríe de lado al tiempo que le besa el dorso de la mano—Ven, vamos dentro, ya oscureció y comienza a enfriarse.

Steve se pone de pie y le sonríe y sus ojos reflejan la nostalgia que siente ante esas palabras, porque Bucky siempre se las decía para evitar que se enfermara.

Y no se arrepiente, porque Bucky es su casa. Y hay cosas que no se olvidan.

Viejos hábitos que nunca se olvidan. 

Notas finales:

I just feel like my hearth is going to burst because it's full of rainbows.

De esa manera me deja el escribir Stucky. Simplemente los amo tanto. 

En fin, ya no tengo nada más que decir. Esta historia tendrá continuación.

So...

#HeilStucky 


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