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Confrontación Milagrosa por Ritsundere

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Akashi no paraba de mirar a Kagami, ese pelirrojo estaba ansioso y la mayor parte del tiempo su vista no podía mantenerse en un sólo lugar.

— Kagami-kun ¿Qué te pasa?—preguntó Kuroko enojado, sabía que Aomine estaba detrás de todo esto.

Sin embargo, Taiga fue salvado por la campana, Akira se apareció como si nada ¡Pum! ¡Como por arte de magia!

— Aquí estabas tigre, Himuro me ha llamado para preguntar por ti—dijo el castaño colocando su diestra en los cabellos rojizos de Taiga.

"¿Por qué lo toca? No debería tocarlo, si lo sigue tocando no dudaré en lanzarle unas tijeras en esa cara" los pensamientos de Sei-Chan no estaban siendo para nada morales, pues estaba apretando muy fuerte un cuchillo que estaba puesto en la mesa "que curioso".

— ¿Himuro? Vaya que sorpresa—susurró "sorprendido" todo era una farsa.

— Creo que es urgente, deberías ir—dijo Akira manteniendo a margen sus ganas de reír, las caras del emperador y el fantasma eran todo un poema. Como alma que lleva el diablo, Kagami se fue, dejando una ráfaga de viento moviendo los cabellos de las únicas personas que quedaron allí.

"Que desconsiderado eres, Akira-kun"

"Maldito desgraciado gigante"

"Mi trabajo a terminado aquí, Bakagami me debes una"

— Adiós chicos—dijo Akira.

— Espera un momento—le detuvo Seijuro. El ojos negros detuvo su caminar y lo voltio a ver esperando sus preguntas.

— ¿Solo para eso has venido? Creo... No. Estoy seguro que Tatsuya Himuro hubiera llamado a Taiga, no precisamente a ti—dijo Akashi, y como Kuroko no estaba muy feliz asintió a las palabras de Akashi, ahora mismo el emperador tiene la razón.

Akira sonrió y soltó un resoplido de burla. — Que listo eres, Little Emperore... De todos modos deberían dejar un poco de Taiga para otros amables milagros—al finalizar se fue sin decir nada más. El silencio reino entre el cabello frambuesa y el once de Seirin. Se miraron por un rato...

— Adiós Tetsuya.

— Adiós Akashi-kun.

Ambos se despidieron al mismo tiempo y tomaron caminos por separado. Quizá ninguno ganó la batalla, pues esta vez indirectamente, Aomine había ganado.

<><><> 

— ¡Hey Bakagami!—saludo el morenito al no más ver al pelirrojo.

El pobre pelirrojo se vio tan emocionado que había olvidado lo que Daiki le había hecho ¡Casi lo besaba!

— ¡Ahomine! ¡Ya estoy aquí! ¡Juguemos!—dijo Taiga emocionado. Daiki chasqueo la lengua y negó con la cabeza como quien dice "hay que aclarar unas cosas antes"

— Hagamos un trato, Kagami—dijo Aomine mirando los labios del pelirrojo.

— ¿De qué?—contestó arrugando la frente en confusión.

— Si yo te gano me tendrás que dar un beso—sentenció.

— ¿Qué...? Espera... ¿¡Un beso!? ¿¡Estas bromeando!?—dijo con un sonrojo.

— No bromeo... Tú también puedes proponer algo a cambio, aunque yo voy a ganar—susurró con esa voz grave.

Kagami lo pensó por un rato, después de todo, podía aprovechar y pedirle a Aomine lo que siempre quiso de él.

— Bien... Entonces, si yo gano, me tendrás que satisfacer con hamburguesas por todo un mes—dijo.

— ¿Hamburguesas?

— Veinte al día, mijo—dijo.

— ¿Veinte?—preguntó con asombro.

— Me como treinta en un día.

Una cantidad generosa de puntos suspensivos imaginarios se pintaron en el aire, Aomine se preguntaba cómo es que Kagami comía tanto y tenía esa figura tan atractiva que le daba ganas de tocar y probar.

— Bien... Bien acepto—dijo Aomine, no iba perder ¡Quiere probar esos labios! Y no se iba a dar el lujo de declinar tal oportunidad.

Los jadeos de ambos habían llenado la pequeña cancha callejera donde sus cuerpos se movían sin parar, claro, sólo llevaban diez minutos de básquet, y Aomine ya tenía setenta y ocho puntos a su favor, aunque el tigre no se quedaba atrás.

Los increíbles tiros sin forma de Aomine y los gigantescos saltos súper poderosos de Kagami era un bello acto que apreciar ¿El problema? El hecho de que solo uno podía ganar, ese es el problema. La brecha se hacía grande y pequeña y bajaba y subía, ambos estaban al mismo nivel y por ello mismo era difícil saber quien ganaría.

Aunque el resultado era de esperarse, Aomine, alias "el único que puede vencerme, soy yo" había ganado por dos puntos. Su corazón había dejado de palpitar por un momento, pues Kagami estaba preparado para lanzar tres puntos, pero la pantera se dio cuenta que ese no era el fuerte de Kagami, como era de esperarse, Taiga perdió y Aomine salto de la alegría por dentro.

El pelirrojo suspiro, no huiría como cobarde, así que, como el macho tierno que era, cumpliría ese deseo que tanto esperaba Aomine.

— Bien... Perdí, a lo que te truje, ruge—susurró Kagami. Daiki no evito soltar una pequeña risita.

— ¡No te burles! ¡No es divertido!—rugió el tigre.

— ¡No me estoy burlando! ¡Solo pienso en lo tierno que eres Bakagami!—dijo.  Kagami se sonrojo y desvío la mirada del moreno. Con un pequeño "Tks" del pelirrojo se acercó a Daiki, el cual muy sonriente estaba.

La nariz de Kagami rozaba a la del moreno, la agitada respiración de Taiga era cálida y embriagadora para Aomine, el moreno lo sentía, sus labios chocarían en cualquier momento... Por desgracia... Imaginen el sonido de un balón chocar con la inocente cabeza de Kagami, ¿Están imaginándolo? Pues alguien le había lanzado un balón a Kagami intencionalmente, que mala suerte tienes, Dai-Chan.

— Nee... Kagamin, te he buscado toda la tarde —hablaba la ociosa voz de Atsushi.

"¡Maldito seas Murasakibara! ¡Ojala, y los dulces se extingan! ¡Dios te castigara, desgraciado!" aquellos eran los pensamientos del moreno, estaba tan furioso, tan enojado, tan.

Mura ayudo a Kagami levantarse con solo un tirón de mano, la cara de Taiga choco con el pecho de Atsushi, el olor del titán es agradable. Kagami respiro hondo y gimió por lo bajo.

"Murasakibara huele bien"

— ¡Bakagami! ¿Qué estás haciendo?—preguntó en grito un molesto Aomine.

— ¿Eh? No nada. Huele bien—dijo Kagami señalando al titán.

— Nee... Kagamin es tierno. Acompáñame a comprar dulces—Atsushi arrastró a Kagami y se lo llevó, dejando a Aomine con la boca abierta.

<><><> 

— ¡Shin-Chan! ¿Escuchaste eso?—preguntó Takao, quien junto a Midorima caminaban a casa luego de entrenar duro para la temporada.

Hace un momento en el aire se pudo percibir el rugido de una pantera furiosa.

Midorima se ajustó sus lentes. — Oha Asa predijo que virgo estaría de mala racha hoy—explicó. Takao no respondió, no porque no entendiera, sino porque en verdad lo entendía. 

 


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