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Confrontación Milagrosa por Ritsundere

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— ¿Midorima... Me busca? ¿A mí?—dijo dudando, ya que era muy extraño que alguien tan tsundere como Midorima lo buscase, y aún más extraño es que Murasakibara parecía que iba a matar a cualquiera que pasara frente suyo.

— Así es...—respondió Akira. Atsushi suspiro, llevo su mano a la cabeza de Kagami causándole un sonrojo, todavía no olvidaba la escena tan vergonzosa que vivió.

— Nee... Kagamin, salgamos otro día—dijo derrotado, con un 'claro' por parte de Taiga, Atsushi salió del kiosco, y al encontrase con Midorima no dudaron en declararse la guerra.

Kagami y Akira salieron del local.

— ¡Hey Midorima!—saludó sonriente Kagami. El supersticioso desvío la mirada a Akira, el cual feliz estaba comiendo unas galletas y miraba atento la situación ¿El problema? Quería estar solo con el pelirrojo. Akira frunció el ceño, había intuido el pensar del peli verde, pero... Había otro problema.

— Hola Kagami—saludó ajustando sus lentes.

— Esto... —prosiguió Taiga nervioso. — ¿Para qué me buscabas? —preguntó ya sin miedo.

Midorima disipó todas sus dudas, y estaba preparado para invitar a Kagami a una hermosa y atrevida batalla de tiros, pues había atacado donde más le gustaba, sabe que Kagami ama con mucho fervor al baloncesto, y su ingenioso cerebro, sumándole a Oha Asa, había visualizado la mejor cita para ambos. 
¡Kagamicchi! Se escuchó a lo lejos, sí, aunque Oha Asa y todos los objetos de la suerte acompañen a Shintarou, no siempre le es bien merecido algunas cosas. Quizá el positivismo y la actitud perruna de Kise es más poderosa que Oha Asa y sus predicciones.

"Kise... Estúpido, mi cita, idiota" pensó recordando las tantas veces que vio una imagen viral en internet, ahora mismo, esa imagen caería bien en su situación.

— ¡Kagamicchi!—gritó tirándose encima a Kagami, como perro ladrando a su dueño, que curioso... Kagami detesta a los perros.

— ¡Hey... Kise!—saludó aún más nervioso, no conocía a la perfección a Midorima, pero podía aclarar con certeza una cosa, Midorima Shintarou le lanzaría esa cuchilla en cualquier momento a Kise... Otra curiosidad del día, el objeto de la suerte de hoy del peli verde es una linda y filosa cuchilla.

Los cansados ojos de Akira, con ojeras extremadamente marcadas disfrutaban de la tremenda tensión que había, su mandíbula se movía con el acompasar de los segundos disfrutando de otro chocolate. Lastimosamente, él tendría que detener la posible pelea del chico copia y del mejor tirador, tiene asuntos que arreglar. Pero, una fuerza divina siempre lo acompañaba, Riko Aida fue la solución de todo.

— ¿Hola? Ah, entrenadora—saludó Akira, gracias a eso la atención de Bakagami, y los otros dos fue dirigida a él.

'Entiendo...' 'Está aquí conmigo' 'Sí, seguro yo le digo' 'Enseguida vamos para allá'

— Lamento si los molesto, pero... Taiga, la entrenadora quiere que vayamos a Seirin—dijo aguardando su teléfono en la pequeña mochila llena de dulces que traía consigo.

Kise y Midorima pusieron rostros enojados, Akira era de muy mala suerte para La Generación de los Milagros, era todo lo contrario a un milagro. Akira sonrió.

"¿¡Por qué está tomando la mano de Kagami... Kagamicchi!?" pensaron ambos con un aura bastante pesada.

— ¿Qué... Qué haces Akira?—preguntó Kagami con un tic en su ceja.

— ¿Qué hago de qué? Solo tomo tu mano—sonrió coqueto.

"¡Maldito! ¿¡Qué cree que está haciendo tocando a mi Kagamicchi de esa forma!?" "¡Ese horóscopo siempre tiene la razón!"

"¡Suéltalo!" gritaron mentalmente el rubio y el supersticioso.

— No te molestes—dijo Akira, la mano que antes sujetaba a la de Kagami fue directo a los rojizos y suaves cabellos del pelirrojo, acariciándolos de forma amistosa.

Con un leve empujón por parte de Taiga, Akira alejó su mano, y desvío su vista hacia los milagros, los cuales muy serios estaban.

— Escuchen, lamento decirles a ambos pero... Ahora mismo no podemos hablar, pero podemos dejarlo para otro día —sonrió amable y distraído Kagami.

— ¡Genial, Kagamicchi! ¡Espero verte otro día! A solas—lo último lo dijo más bien como una orden, se dio la vuelta para irse, sin antes matar a Akira con la mirada, el otro solo lo vio sin expresión alguna.

— Kagami... Qu... Que tengas un lindo día—al final Midorima salió corriendo, su tsunderismo no lo dejaría en paz nunca.

— Que pena, fue él quien me vino a buscar—susurró Kagami con una mano en su nuca, se sentía mal por no atender bien a Midorima.

A pesar de los enfrentamientos que tuvo Seirin con todos los antiguos miembros milagrosos, en el fondo del inocente y amable corazón del tigre, él los apreciaba de cierta forma, eran como los amigos que nunca tuvo, hermanos quizás, claro, no tanto como Himuro Tatsuya. Aunque el chico de cabellos rojizos parecía idiota y distraído, bien sentía que los chicos arco iris (incluyendo a Kuroko) no estaban actuando "normal".

"Nada de ellos es normal" concluyó Kagami.

— Y bien... Kagami—mencionó Akira volviendo a la realidad la confusa mente del tigre.

— ¿Y bien qué?—preguntó con actitud agresiva, empezando a mover sus piernas para la preparatoria Seirin.

— ¿Ya sabes que harás?

Kagami negó, el más alto sonrió y siguió al muchacho.

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— Kuroko-kun—llamó la entrenadora. El cabellos celestes le vio asustado, hace buen rato que Riko había llamado a Akira, y ese par no regresaban, ella esta que echa fuego del enojo.

"¡Juro que si no entran ahora, recibirán triple entrenamiento!" pensó la castaña.

— ¿Entrenadora...?—dijo Kuroko esperando la saliva de la chica en su rostro, pues él recibía todo el paquete hecho a perder por culpa de su luz.

"Bakagami me tendrá que pagar esto con malteadas"

— ¡Tú Kuroko-kun! ¡Tienes que ponerle una correa a Bakagami!—gritó sorprendiendo a Tetsuya, después de todo, no le parecía tan mala la idea de ponerle cadena a Kagami.

— ¿No crees que es muy diabólico de tu parte, entrenadora?—dijo una vocecita detrás de ella. Un pequeño cosquilleo recorrió su nuca.

— ¡Akira! ¡Deja de hacer eso! ¡No hagas eso de la nada!—gritó tapando su oído con su mano.

— ¡Kagami!—exclamó Riko al ver al pelirrojo. Se dirigió a él con pasos grandes, y no dudo en darle un buen golpe en la cabeza.

— ¿¡Por qué!? ¿¡Qué te hice!?—dijo Kagami acariciando su cabeza.

— ¡Ya tranquilos! Por favor hablemos como personas civilizadas—el capitán hizo acto de presencia, hubo silencio pero, inmediatamente el bullicio regresó. Un tic floreció en la ceja derecha de Hyuga.

Mitobe le echo una miradita a Koganei, y este sonrió.

— Eh... Hyuga-senpai, al parecer nadie te escuchó—se burló Koganei.

Akira, con la ayuda de Teppei y Tetsuya, lograron aligerar la situación.

— Bien... Ya que todos estamos más calmados... Akira, haz el favor de decirnos porque querías hablar con nosotros—le alentó Aida, hace un par de días, el castaño hablo con Riko sobre el deber que tenia él con el equipo.

— Quiero decirles mi misión en este equipo—dijo comiendo -de nuevo- otro chocolate.

— ¿Misión? ¿De qué hablas?—preguntó confundido el capitán.

— Espera, sabemos que estas aquí, no precisamente para jugar, sino para mejorar nuestra técnica—opinó Furihata.

— Serán la próxima Generación de los Milagros—dejo escapar.

¿¡Eh!?

¿¡Eh!?

— ¿¡De qué estás hablando!?—gritaron, los oídos de Kuroko no creían lo que escucha ¡No lo decía enserio! ¡Es ridículo!

— Los convertiré en la mejorada Generación de los Milagros. Esa es mi misión. 

 


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